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Cómo ser más feliz en tu trabajo en 2023
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Empleo y felicidad a veces no van unidos

Cómo ser más feliz en tu trabajo en 2023

Centra tus tareas diarias en lo que te gusta y cambia también tu perspectiva durante las horas dedicadas a tu empleo

Foto: Foto: EC Diseño.
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¿Conseguirás que te guste más tu trabajo en el nuevo año?

Puede que no sea el trabajo de tus sueños. Puede que no sea para siempre. Pero, si no puedes dejarlo ahora mismo, por la economía, el dinero o las obligaciones familiares, al menos hagamos que ir a trabajar no sea tan espantoso.

No todos los trabajos se pueden salvar. Algunos puestos son tan horribles que no hay esperanza de convertirlos en algo tolerable, y mucho menos hacerlos divertidos. Pero, si tu jefe no es abusivo y los beneficios son buenos, si tu principal queja es el aburrimiento o la falta de límites, puedo ayudarte. Orientemos tus responsabilidades hacia cosas que te gusten y cambiemos tu forma de ver el trabajo.

"Me sentía como si estuviera a tres metros de profundidad en un agujero tratando de salir"

"Había muchas partes que me gustaban de mi trabajo, simplemente no las estaba viendo", reflexiona Katie Baxter, que lleva 14 años en Firmidable, una empresa de marketing jurídico de Nueva Orleans. "Dependía de mí".

En los últimos años, las largas jornadas de trabajo la habían agotado. Debido a la rotación de personal, las responsabilidades de otras personas se amontonaban junto con su propio trabajo, ya de por sí nada despreciable.

"Me sentía como si estuviera a tres metros de profundidad en un agujero tratando de salir", recuerda.

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Cuando Baxter se planteó dejar la empresa, hizo una lista titulada "Qué me haría más feliz". Creó tres secciones: lo que le gustaba, lo que se le daba bien y lo que no le gustaba. La última categoría era larga. Pero se le daba bien hacer que las cosas funcionaran mejor y le gustaba entrenar a la gente. Se dio cuenta de que tenía el poder de hacer que pesase más lo bueno y reducir el peso de lo malo.

Empezó a reservar tiempo sagrado en su agenda para la formación de empleados que tanto le gustaba. Baxter pidió a la empresa que contratara consultores para hacer el trabajo extra que le habían impuesto. Se impuso la norma de salir al aire libre 30 minutos al día y recoger a sus hijos a las tres de la tarde los viernes. Su rendimiento no se vino abajo. Incluso pequeñas cosas, como mover su escritorio para tener vistas a una ventana, ayudaron a cambiar su estado de ánimo.

Por supuesto, oponerse al jefe puede entrañar riesgos reales. Sin embargo, muchas de las personas con las que hablé dijeron que las repercusiones de marcarse límites no eran tan graves como habían imaginado, y se sorprendieron al descubrir que tenían más autonomía de la que pensaban. "Todo fue autoinfligido", afirma la Sra. Baxter sobre gran parte de su estrés e infelicidad anteriores.

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Nuestras expectativas en torno al trabajo a menudo alimentan nuestro descontento. A muchos de nosotros nos atormenta la molesta sensación de que no solo nos debería gustar nuestro trabajo, sino que deberíamos adorarlo. "Vivimos en un país que idolatra el trabajo", opina Simone Stolzoff, autora de un libro de próxima publicación sobre cómo desvincular nuestra identidad de nuestra carrera profesional. "Es mucha presión ejercida sobre un aspecto concreto".

Según Stolzoff, en lugar de renunciar a un trabajo que sea "suficientemente bueno", se debe intentar encontrar sentido y propósito en otra parte. Búscate un hobby. Únete a una agrupación —un club de atletismo, un huerto del barrio— en las que a la gente no le importe tu puesto de trabajo. Recuerda que está bien que un trabajo sea solo un sueldo que te permita vivir tu vida fuera del trabajo. "Todos los trabajos tienen una monotonía inevitable", afirma Stolzoff. "Si esperamos que nuestros trabajos sean siempre perfectos, el listón es poco realista".

Hace años, Juli Gallagher estaba atrapada en un trabajo de nivel básico en el departamento de Publicidad de la CNN, contestando teléfonos y archivando papeles. Ansiaba pasar a un puesto más importante, pero las solicitudes internas que presentaba no prosperaban.

Foto: Rishi Sunak en el número 10. (Reuters/Henry Nicholls)

Se quejó a su abuelo, que le dio este consejo: haz como si fuera tu primer día de trabajo. Intenta superar a la persona que ocupaba el puesto antes, en este caso: tú.

"Inmediatamente, sentí una chispa en mi interior", cuenta. Empezó a hacer una lista diaria de objetivos y a tacharlos. En lugar de esperar a que sus jefes le asignaran tareas, pidió oportunidades. Hablaba más en las reuniones. "Me ayudó a sentirme viva de nuevo", afirma Gallagher.

Al cabo de unos meses, le ofrecieron un puesto más importante en su departamento y dedicó 14 años de su carrera profesional a la empresa, llegando a ser productora sénior. Actuar de forma contraria a cómo te sientes puede cambiar tu estado de ánimo y tu realidad, afirma Jonathan Fader, psicólogo que asesora a ejecutivos y deportistas sobre cómo mejorar su rendimiento y disfrutar más de su trabajo. ¿Te sientes desconectado de tus compañeros? Invítalos a comer. Imagínate cómo te sentirás en el futuro, una vez que el factor estresante —el plazo de entrega importante, la reunión con tu jefe, etc.— haya pasado.

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Mark Goldberg, terapeuta de parejas de Baltimore, descubrió que las cosas mejoraban cuando encontraba sentido a las tareas que le estaban volviendo loco. La ampliación de su consulta el año pasado le dejó frustrado por los nuevos sistemas de software que tenía que aprender y el personal al que tenía que formar.

"No era lo que yo pensaba", concluyó.

Repasó las tareas pendientes que no le gustaban y marcó las que tenían un impacto directo en los clientes, por ejemplo, el sistema informático que les permitiría obtener citas más rápidamente. Recordar el porqué de esas tareas le ayudó a encontrar la motivación para llevarlas a cabo y le dio confianza para dejar de lado proyectos menos importantes.

"Eso me ayudó a salir de esa ansiedad constante causada por el '¿debería dejarlo?"

A veces, simplemente tener una estrategia de salida puede ayudar. El trabajo de Katherine Wiley como profesora de Antropología y Estudios de Género la dejaba deprimida y estresada, preocupada porque cada actualización de su bandeja de entrada trajera consigo una nueva crisis estudiantil o tareas que requiriesen de su tiempo. Así que trazó un plan y decidió que trabajaría dos años y medio y luego se marcharía si seguía sintiéndose mal.

"Eso me ayudó a salir de esa ansiedad constante causada por el '¿debería dejarlo?". Mientras tanto, redujo sus quejas y se centró en unirse a compañeros con ideas afines para marcar la diferencia en temas que le preocupaban, como la diversidad. Cuando surgió la oportunidad de marcharse —su universidad ofrecía la posibilidad de dejar el puesto a cambio de una jugosa indemnización y su marido tenía una oferta de trabajo en el otro extremo del país—, supo que era lo correcto.

Ahora vive en Troy (Nueva York), tiene su propia empresa de edición académica y le gusta mucho su trabajo.

"Nunca pensé que podría dedicarme a esto", afirma.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

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