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Siete ideas sobre las que pensar este verano para mejorar tus finanzas personales
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OBJETIVOS, FACTURAS O CONTROL DE COSTES

Siete ideas sobre las que pensar este verano para mejorar tus finanzas personales

Construir un buen plan de inversión, básico ante la nula rentabilidad del ahorro

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Adivina, adivinanza: durante la temporada laboral escasea, aunque lo deseamos cada segundo que pasa, y durante las vacaciones incluso nos sobra y no sabemos muy bien qué hacer con él. ¿Qué es? El tiempo. Por eso se disparan la lectura de libros, las ventas de cuadernillos para hacer sudokus o las discusiones en las parejas. ¿Y si le buscamos un empleo mejor?

Aquí va una propuesta: destinar una parte en mejorar nuestras finanzas personales. En realidad, no hace falta que sea la mayor. Para lo básico, basta con dedicarle un par de ratos. Para los que quieran avanzar, no hay límite por arriba, porque uno puede estar leyendo fenomenales libros de finanzas durante muchas semanas.

La realidad muestra, además, que nos hace falta. En España rondamos ya el billón de euros en efectivo, cuentas corrientes y depósitos.

1. Escribir nuestros objetivos

Cuando nos enfrentamos a una tarea que parece compleja y abstracta, como la organización de nuestras finanzas, las dudas nos pueden paralizar. Evitaremos este riesgo si pensamos en objetivos concretos, con nombres, lugares o definiciones específicos. Ya sea, comprar una casa más grande en determinada zona, garantizar una buena educación a nuestros hijos, poder irnos a vivir junto al mar al jubilarnos o alcanzar lo antes posible la independencia financiera. Además, cada vez hay más aplicaciones que nos pueden ayudar a poner cifras a esos objetivos y ver cuánto dinero necesitamos acumular para conseguirlos. Por ejemplo, la línea de la vida en Finect.

2. Tu primera factura, tu futuro: ahorro periódico

Los expertos en finanzas personales coinciden en este punto: por lo general, ahorramos al revés. Es decir, cuando ingresamos la nómina, primero realizamos nuestros gastos mensuales fijos o variables y, si sobra algo, ya se queda ahí en la cuenta como ahorro. Por eso, muchas veces se ahorra poco o nada. Hay que darle la vuelta: lo primero, pasarnos a nosotros mismos una factura en nombre de nuestro yo del futuro. ¿Con cuánto? Con lo que se pueda, lo importante es generar el hábito de ahorro periódico. Ya sea un 5%, un 10% o un 15% de nuestros ingresos. Ya habrá tiempo de incrementarlo si la vida nos lo permite.

3. Un colchón de emergencias para dormir a pierna suelta

Lo primero que debería ir construyendo ese ahorro periódico es lo que suele llamarse un colchón de emergencias. Es decir, un dinero que tengamos apartado y del que sólo dispondremos en caso de necesidad, que esté prácticamente en liquidez y con disponibilidad inmediata. ¿De cuánto debería ser? Los asesores creen que un buen acercamiento medio rondaría los 12 meses de gastos fijos. Es decir, una persona con unos costes fijos próximos a los 800 euros debería tener unos 9.600 euros en este colchón de liquidez. De ahí ya, se movería a una cantidad mayor o menor en función de las circunstancias, como si su trabajo es más o menos estable, si tiene hijos o está soltero, etc. Lógicamente, a menos seguridad de ingresos y más volumen de gastos fijos, mayor cantidad convendría tener en el colchón.

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4. Construir una cartera de inversión diversificada

Los optimistas dicen que ha venido sólo para unos meses, pero la inflación ya está aquí. Además, por el dinero parado en el banco ya no sólo cobramos intereses, sino que las entidades nos cobran comisiones. Salvo que se quiera asumir el riesgo de perder poder adquisitivo, no queda otra que pasarse por los mercados financieros a buscar rentabilidad.

Para los que no se atreven a dar el paso porque les suena muy complejo, cada vez hay opciones más sencillas a la hora de decidir cómo invertir en bolsa sin asumir un riesgo excesivo. Desde los fondos mixtos, hasta las carteras de fondos automatizadas o roboadvisors, que desde 150, 500 o 1.000 euros permiten tener una inversión diversificada de bajo coste.

Para quienes ya están en los mercados, el verano puede aprovecharse también para analizar si la cartera está realmente diversificada y si realmente tenemos el riesgo que estamos dispuestos a asumir como inversores. La clave, en todo caso, siempre es invertir a largo plazo para aprovechar las bondades del interés compuesto. Recuerda, eso sí, que hay opciones para los más distintos perfiles de riesgo.

5. Automatizar las aportaciones

El mayor enemigo de un inversor suele ser él mismo. O, mejor dicho, sus emociones. Pensamos que actuamos siempre de manera racional, pero de pronto una caída más o menos brusca en los mercados nos lleva a bajarnos de nuestro plan de inversión a largo plazo. Por eso, los asesores financieros recomiendan automatizar las inversiones, con aportaciones periódicas. Es decir, cada mes o cada trimestre, con la frecuencia que decidamos, realizar una inversión ‘programada’ a nuestras carteras, pase lo que pase en los mercados (partiendo de la premisa de que no se puede adivinar su comportamiento).

6. Controlar los costes

A nadie nos gusta pagar a precio de jamón ibérico el que compramos de marca blanca en el supermercado. Curiosamente, con los fondos parece importarnos menos. Hay mucho dinero en fondos de inversión y planes de pensiones españoles en productos con comisiones de gestión cerca del máximo (2,25% de gestión en el caso de los fondos y 1,5% en los planes de renta variable) que, sin embargo, no se encuentran entre los mejores de sus categorías a medio ni largo plazo. Si ya tiene fondos, aproveche estas semanas de ocio, para mirar cuánto le cobra su gestor y verifique que se está ganando esa comisión. Si no, busque uno más rentable o más barato. Menos comisiones pueden transformarse en mucha más rentabilidad a largo plazo. Actúe y con el dinero ahorrado disfrute de un buen cocktail este verano en su terraza favorita.

7. Buscar un asesor, si lo necesitamos

Muchas familias se organizan las finanzas e inversiones por su cuenta, pero también hay quienes necesitan la ayuda de un asesor financiero profesional. Este tiempo ocioso también pueden ser muy válido para buscarlo, analizar entre distintas opciones y elegir aquella que mejor se adapte a nuestros objetivos y nuestras aspiraciones. Aquí, como en todo, resulta fundamental comparar antes de elegir, pidiendo también información de cuánto nos va a costar ese asesoramiento y asegurándonos de que nos explican muy bien tanto la potencial rentabilidad como los riesgos que asumiremos con nuestro dinero.

Adivina, adivinanza: durante la temporada laboral escasea, aunque lo deseamos cada segundo que pasa, y durante las vacaciones incluso nos sobra y no sabemos muy bien qué hacer con él. ¿Qué es? El tiempo. Por eso se disparan la lectura de libros, las ventas de cuadernillos para hacer sudokus o las discusiones en las parejas. ¿Y si le buscamos un empleo mejor?

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