Los científicos lanzan un último aviso sobre Doñana: no resistirá otra traición administrativa

Juanjo vive en Hinojos, un bellísimo pueblo andaluz en el corazón de Doñana, y sufre en primera persona la debacle medioambiental que padece la marisma. “Antes me gustaba subir a la azotea al atardecer para escuchar a los gansos cruzando el cielo —me comenta en conversación telefónica—, era un espectáculo precioso. Este año no han venido y he dejado de subir para no tener que enfrentarme a esa realidad: la de que Doñana, nuestra querida Doñana, ya no es lo que era”.

Carlos es un ornitólogo que lleva años acudiendo al Parque Nacional de Doñana para observar y documentar el paso de las aves por la marisma. Hace dos que no lo visita por no asistir a su lenta agonía. Al preguntarle por la penúltima polémica que envuelve al humedal andaluz, su respuesta no puede ser más concluyente: “Lo último que necesita Doñana ahora mismo —afirma—, en la delicadísima situación en la que se encuentra, es una nueva traición administrativa”.

El naturalista hace referencia a la polémica generada por la aprobación por parte del Gobierno andaluz del decreto ley de simplificación administrativa (3/2024, de 6 de febrero), cuyo texto normativo incluye una modificación de la Ley Forestal de Andalucía (2/1992, de 15 de junio), lo que permitiría regularizar los cultivos ilegales que se ubican en la corona forestal de Doñana.

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Esta medida legislativa, que entra en conflicto con el acuerdo por Doñana alcanzado hace tres meses entre la Junta y el Gobierno central (y el importante paquete de inversiones que le acompaña), ha generado consternación en el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, tal y como manifestaba ayer la ministra Teresa Ribera, que se mostraba “sorprendida y preocupada” por la noticia: "No teníamos ni idea de que estuvieran preparando una modificación como la que se va a acometer y de la que nos hemos enterado al verla publicada en un diario oficial".

La llamada al orden de la ciencia

Coincidiendo con este nuevo desconcierto, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) presentaba los resultados de una nueva investigación llevada a cabo por un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana y el Instituto Geológico Minero, ambos pertenecientes a la institución. En este caso, lo que han hecho los investigadores del CSIC ha sido analizar con todo rigor los más de 70 estudios realizados en los últimos años sobre el estado de conservación de Doñana. Y los resultados de su trabajo no dejan lugar a dudas sobre los graves impactos ocasionados por la excesiva extracción de agua del acuífero.

La evidencia científica sobre los impactos que está provocando la agricultura en los alrededores de Doñana es clara y abundante. Para la doctora Carolina Guardiola Albert, investigadora del Instituto Geológico Minero de España (IGME-CSIC), resulta sorprendente que se haya llegado a esta situación sin una respuesta administrativa eficaz. “Desde la década de los 70, las diferentes voces científicas y técnicas han denunciado y siguen denunciando que la extracción sin control de aguas subterráneas tiene consecuencias gravísimas para Doñana”, señala. Por lo que “es inevitable tener la sensación de que los gestores del agua y el territorio o no han escuchado estas denuncias o, si las han escuchado, no han sabido tomar las acciones efectivas”.

Para esta reputada especialista en gestión de aguas subterráneas, “las acciones del Tribunal Europeo de Justicia supusieron un cambio de actitud, pero seguimos escépticos con respecto a que se logren implementar las medidas necesarias y, sobre todo, que se logre coordinar a todas las administraciones y los diferentes agentes implicados para que ejecuten estas medidas de forma efectiva”. Un escepticismo que comparten las dos principales organizaciones conservacionistas que vienen trabajando desde hace décadas en la protección del humedal andaluz: SEO/Birdlife y WWF.

Antes de que sea demasiado tarde

En conversación con El Confidencial, la directora ejecutiva de SEO/Birdlife, Asun Ruiz, lamenta que se pueda producir una paralización del marco de actuaciones para Doñana por parte del Miteco ante las dudas generadas por el decreto ley presentado por la Junta de Andalucía, y llama a ambas administraciones a “mantener el espíritu de colaboración alcanzado con el acuerdo por Doñana y llevar a término las acciones convenidas antes de que sea demasiado tarde”. En su opinión, “estamos ante la última posibilidad de evitar la extinción de este humedal patrimonio de la humanidad”.

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Juanjo Carmona, el vecino de Hinojos con el que abríamos esta crónica, es el coordinador de la oficina para Doñana de WWF. Abogado de carrera, al hablar con El Confidencial coincide con la opinión de Asun Ruiz y remarca que la traición se comete básicamente contra la legalidad vigente. “Porque tenemos una planificación hidrológica y unas leyes que, buenas o malas, velan por la salvaguarda del humedal, lo que ocurre es que no se están cumpliendo por falta de voluntad política”.

En su opinión, el grado de infracción es tan grave que en muchos casos “se podrían tomar medidas cautelares, como el cierre de los pozos y los cultivos ilegales, pero no se están tomando”, lo que ha generado una sensación de impunidad en los infractores. Y es que la gente no percibe de igual manera los delitos cometidos contra la tierra o la naturaleza. “Si esos mismos pozos se abrieran mitad del pueblo o si un vecino vallara la plaza para su uso exclusivo, se actuaría de inmediato; en cambio, en el campo queda impune.”

Para WWF, las evidencias científicas acumuladas hasta la fecha y corroboradas ahora por el CSIC no dejan lugar a dudas: la sobreexplotación del agua, junto con el crecimiento irracional del regadío legal e ilegal, agravado por el urbanismo insostenible en Matalascañas, son las causas que están provocando el grave deterioro de Doñana y desencadenando un efecto dominó de pérdida de biodiversidad que está conduciendo al humedal más importante de Europa a un punto de no retorno.

Para esta prestigiosa organización, que se creó en 1961 para salvar Doñana, la ciencia no puede ser ya más clara. Lo que se necesita ahora es poner en marcha acciones políticas conjuntas, valientes e integrales, que ataquen la raíz del problema y reduzcan de una vez por todas la presión de la agricultura industrial y la especulación urbanística que amenazan con borrarla del mapa.