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Una exposición sobre el diseño hecho por mujeres en las vanguardias es la mejor cura contra el machismo
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Una exposición sobre el diseño hecho por mujeres en las vanguardias es la mejor cura contra el machismo

Una de las muestras más interesantes y cuidadas de la temporada, firmada por las académicas Carmen Gaitán e Idoia Murga, que tiene sede en el Museo Nacional de Artes Decorativas, termina la próxima semana

Foto: Matilde Calvo Rodero y José Joaquín González Edo, 1925. (Museo Nacional de Artes Decorativas)
Matilde Calvo Rodero y José Joaquín González Edo, 1925. (Museo Nacional de Artes Decorativas)

Es una suerte, y a la vez una desventaja, enfrentarse a la apabullante muestra expositiva que estos días puede verse en el Museo Nacional de Artes Decorativas. ¿Su nombre? Al bies: las artistas y el diseño en la vanguardia española. Por un lado, es una maravilla disfrutar de tal volumen de nombres de mujeres artistas que permanecían ocultos, todas afines a la modernidad y la vanguardia, cercanas a campos tan diversos como el diseño de interiores, la moda, la ilustración, la cerámica o la encuadernación. Sin embargo, el trabajo es de tales dimensiones que solo el tiempo va a ser capaz de darle la importancia que tiene.

Primero a las comisarias, Carmen Gaitán Salinas e Idoia Murga Castro; y segundo, a la investigación que han realizado, que busca reivindicar y arrojar luz sobre la contribución de las mujeres en la España de finales del XIX y principios del XX. Tradicionalmente relegadas al ámbito de las artes menores y vinculadas a lo doméstico, la exposición revela cómo estas prácticas reflejaron los cambios sociales y culturales de la época, desafiando las narrativas dominantes y promoviendo una apreciación más amplia de las artes. Es, en definitiva, una de las grandes exposiciones de la temporada. Así que corra a verla antes de que se acabe. Y, si tiene una tarde libre, devore su estupendo catálogo, que se encuentra online.

Foto: Marcos Crespo, Depresión Sonora. (Cedida)

De las artes menores como bellas artes

"La idea del concepto al bies nos parecía que era idónea para ejemplificar lo que queríamos mostrar a lo largo de la exposición", explica Gaitan sobre cómo surgió el nombre. "Porque al bies significa cortar la tela a contra urdimbre. Es decir, en diagonal a la trama. Con lo cual era una buena metáfora para poder abordar esa visión de la historia que no es canónica, que no es lineal, que no es recta y que se desvía un poco de esa línea marcada por el sistema heteropatriarcal".

En una España vibrante de cambio, un grupo de mujeres artistas desafió las convenciones sociales y artísticas. "Queríamos poner el foco en aquellas otras prácticas artísticas realizadas por mujeres y que no tenían que ver con las bellas artes", continúa explicando Gaitan, que conoció a Murga en el Departamento de Historia del Arte y Patrimonio del Instituto de Historia del CSIC.

placeholder Victoria Malinowska, 1918. (Museo Reina Sofía)
Victoria Malinowska, 1918. (Museo Reina Sofía)

Gaitán explica como al jerarquizar y dividir las bellas artes y las artes menores, muchas mujeres quedaron desplazadas de la historia oficial y no fueron incluidas en el canon de las bellas artes, aquel que articulaba la historia del arte. "Pusimos el foco en ese otro ámbito creativo, al que pertenecían las artes menores, y que en gran medida está vinculado a lo femenino, donde muchas artistas de la vanguardia española habían tenido una gran presencia".

Victorina Durán, Matilde Calvo y todas las demás

Entre estas pioneras, Victorina Durán destaca como un faro de cambio, su imagen capturada en una fotografía de 1921, en el estudio de Ventura de la Vega, no es solo un retrato, sino el emblema de una revolución que, aunque silenciosa, va a ser fundamental en el devenir de las siguientes décadas. Lo mismo va a ocurrir con Matilde Calvo, pintora, escultora y uno de los nombres mas significativos dentro del arte del grabado y la encuadernación.

Foto: Fiesta en la inauguración del poblado gitano de Altamira. (Santos Yubero)

"Fueron dos artistas muy polifacéticas y, quizá por eso nos interesaban especialmente, ligadas al Museo Nacional de Artes Decorativas", destaca Gaitán, que cuenta entre sus trabajos previos con la edición de las memorias de Durán, que realizó también junto a Murga. "Ellas tuvieron un gran desarrollo en el ámbito del diseño, con una presencia internacional en muchas de las exposiciones que se fueron celebrando durante los años 20". A medida que la revolución industrial transforma la sociedad, estas artistas encuentran en el Museo Nacional de Artes Industriales, predecesor del MNAD, y en exposiciones internacionales, como la de París en 1925 o la de Monza en 1927, plataformas para mostrar su trabajo y promover las artes aplicadas. Con el tiempo, ganan independencia, establecen sus propios talleres y forman redes de apoyo que son fundamentales para el avance de sus derechos y su reconocimiento en la sociedad.

Foto: Francisco Umbral en 'Anatomía de un dandy', de Alberto Ortega y Charlie Arnaiz. (Malvalanda)

Los nombres de Maruja Mallo, Ángeles Santos o María Blanchard, se entremezclan con los Delhy Tejero, Marisa Roësset Velasco o Pitti Bartolozzi. Son artistas que inspiradas por la filosofía de movimientos vanguardistas como el Arts & Crafts británico, que abogaba por la dignificación del trabajo artesanal frente a la producción masiva industrial, y la Bauhaus alemana, con su radical visión de integración entre las artes, el diseño y la arquitectura, se lanzan a la aventura de reinterpretar y expandir los límites de su expresión artística. Lo hacen, no obstante, arraigadas en el profundo respeto y la revalorización de los saberes tradicionales españoles, tejiendo un diálogo entre la innovación y la herencia cultural.

Técnicas innovadores en el textil

Va a ser una época donde esa innovación, dentro del arte textil, va a ser fundamental. También la frescura y exuberancia de muchos de los trabajos que se muestran, donde destacan por su habilidad en el bordado y en técnicas innovadoras como el batik, una forma de pintura sobre seda. "Nos parecía que era una oportunidad única para presentar piezas que el público general quizás no ha visto o que no conoce siquiera", describe de unas técnicas y soportes que aparecen representadas en kimonos y mantones de Manila.

placeholder Matilde Calvo Rodero. (Museo Nacional de Artes Decorativas)
Matilde Calvo Rodero. (Museo Nacional de Artes Decorativas)

"El batik era una técnica que es muy desconocida para el público en general, que fue una técnica que se origina en la isla de Java, luego pasa a Europa, a Holanda, y es aprendida por algunas españolas. En concreto por la artista Aurora Gutiérrez Larraya, que la trae a España y la populariza en Madrid, dentro también del Museo Nacional de Artes Decorativas". La mencionada Larraya, María Luisa Villalba y Pilar Huguet fueron algunas de las creadoras que adquirieron una notable destreza en la elaboración de encajes.

Foto: Uno de los escenarios de ocio de la periferia madrileña. (Cedida)

El bordado y los encajes, muchas veces con autorías compartidas, tienen un espacio determinante en la muestra, ya que sirven para poner en valor las técnicas de inspiración orientalista y esos encajes que algunas veces ni siquiera tenían un autor específico. "Y con ello queríamos valorar también esa gran práctica cultural desarrollada por las mujeres en España —los encajes— y que ha generado un patrimonio material importantísimo en nuestra sociedad", apunta. Son esos muchísimos encajes y puntos de cruz, realizados por mujeres, transmitidos de generación en generación, los que también ayudan a conectar con el público de la muestra.

Talleres y estudios, espacios de conquista

Y los lugares de asociación. "Para nosotras era muy importante mostrarlos", cuenta Gaitán de estos espacios. "También los estudios eran un primer paso para poder indagar en esas redes y en esas relaciones sociales que las mujeres van estableciendo poco a poco y, sobre todo, conforme pueden ir conquistando el espacio público". Por supuesto, el poder tener estudios no era algo fácil ni que todo el mundo pudiera tener. Sin embargo, algunas de ellas consiguieron, por diversas circunstancias, obtener un estudio propio.

placeholder Victoria Durán, 1921-1926. (Museo Nacional de Artes Decorativas)
Victoria Durán, 1921-1926. (Museo Nacional de Artes Decorativas)

También es importante incidir, Murga y Gaitan lo hacen en el catálogo, que "salvo contadas excepciones en las que algunas artistas lograron labrarse un nombre, dirigir sus compañías y coreografiar o poner en escena sus propios espectáculos —con diseños creados por ellas mismas—, muchas mujeres trabajaron en el anonimato de los cuerpos de baile, de los talleres de sastras y decoradoras".

Va a ser en el estudio de Matilde Calvo donde se den cita muchas artistas del momento. Allí van a realizar muchas de las creaciones que se pueden ver en la exposición. "Y también van a participar de algunas fiestas, que en esos momentos son muy populares, como los bailes de máscaras o las fiestas de disfraces", apunta Gaitan, mencionando, por ejemplo, las del Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Señoritas, la Residencia de Estudiantes o, incluso, un poco más tarde, el Lyceum Club Femenino, impulsado por Maria de Maeztu, "y que va a ser uno de esos grandes espacios de asociación donde las mujeres van a poder compartir ideas, tener un debate y hacer todas aquellas actividades que se escapaban del alcance de sus manos, como las tertulias de los cafés, de acceso muy restringido para ellas".

Libros, teatro, jardines… la reivindicación del folklore

Al mismo tiempo, se involucran activamente en las artes del libro, la ilustración y la encuadernación, contribuyendo significativamente a la prensa ilustrada y a la literatura infantil con estampas que capturan la esencia de la mujer moderna. El teatro y las artes escénicas se convierten en un espacio de libertad y expresión para ellas, donde su creatividad se extiende desde la coreografía hasta el diseño de vestuario y escenografías, desafiando roles de género y abogando por una sociedad más igualitaria. Finalmente, su amor por el paisaje y la pintura al aire libre las lleva a diseñar jardines que simbolizan la transición hacia la conquista de espacios públicos, representando metafóricamente el deseo de un mundo más justo e igualitario.

Foto: Paloma Fang, la empresaria tras el grupo gastronómico Bellaciao. (Cedida)

"El objetivo es contar otras historias, intentar completar esas historias del arte", termina apuntalando Gaitán. "Es un poco reflexionar o problematizar esos parámetros canónicos sobre los que se ha construido la historia del arte. Intentar introducir, o intentar contar al bies, estas otras producciones, estas otras manifestaciones artísticas que han sido olvidadas y dejadas al margen y que nos ayudan a comprender también otros paradigmas de la modernidad y de la vanguardia española".

Porque como cuentan estupendamente Gaitán y Murga, la modernidad no solamente es la vanguardia construida a través de las estéticas rupturistas con las que nos martillean a diario los museos, las escuelas y el canon dominante, "sino que esta también puede construirse a través de la recuperación de la artesanía y de los saberes heredados de las prácticas más populares, que tienen relación con el folclore español". Abrir el panorama y mostrar la diversidad de estéticas, lenguajes y formatos. Una España abierta y diversa.

Es una suerte, y a la vez una desventaja, enfrentarse a la apabullante muestra expositiva que estos días puede verse en el Museo Nacional de Artes Decorativas. ¿Su nombre? Al bies: las artistas y el diseño en la vanguardia española. Por un lado, es una maravilla disfrutar de tal volumen de nombres de mujeres artistas que permanecían ocultos, todas afines a la modernidad y la vanguardia, cercanas a campos tan diversos como el diseño de interiores, la moda, la ilustración, la cerámica o la encuadernación. Sin embargo, el trabajo es de tales dimensiones que solo el tiempo va a ser capaz de darle la importancia que tiene.

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