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La guía del Madrid más despiadado, narrada por gente que vivió en sus calles y logró salir
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La guía del Madrid más despiadado, narrada por gente que vivió en sus calles y logró salir

Si esta ciudad puede ser dura para quienes tenemos un techo, para quienes no lo tienen es un infierno. Si alguna vez se ve en esta situación, aprenda dónde ir y a qué puertas llamar

Foto: Una persona sin hogar se resguarda del frío con cartones, este enero en Madrid. (EFE/Mariscal)
Una persona sin hogar se resguarda del frío con cartones, este enero en Madrid. (EFE/Mariscal)

Así que te has quedado en la calle. Tranqui, no hace falta que des más explicaciones. Lo último que necesitas ahora es a otro desconocido que te juzgue. Madrid ya es una ciudad lo suficientemente dura cuando tienes un techo. Deja, sin embargo, que te cuente algo mientras caminamos hacia tu primera parada.

Las malas noticias ya las sabes, se abre un periodo incierto de tu vida, con muchos peligros y pocas certezas. Lo que te ha sucedido no es algo infrecuente. Según el Instituto Nacional de Estadística, en los últimos 10 años ha aumentado un 24,5% el número de gente atendida en centros asistenciales como al que vamos ahora. Lo primero es buscar un sitio donde dormir caliente, estos días Madrid está registrando entre 0 y 4ºC entre el atardecer y el amanecer.

Nuestro primer destino es el 10 de la carrera de San Francisco, sede del Samur Social. ¿Por qué? Básicamente, porque ahí te darán información y pueden desbloquearte el acceso a muchos albergues. Otros son de acceso libre, pero en muchos casos consisten en sillones de descanso.

Te hemos preparado este mapa para saber dónde tienes un alojamiento cercano donde pasar la noche. Están prácticamente por todo Madrid y no son los únicos, pero sí los más grandes y donde será más sencillo encontrar plazas. Algunos están especializados en mujeres, mayores o dan prioridad a enfermos.

Hemos hablado con varias personas, hombres y mujeres, que han estado en la calle como tú y han logrado salir. Les hemos pedido algunos consejos prácticos que pueden venirte bien

Parte I: refugio

"El albergue es una solución de emergencia, no quieres quedarte ahí a vivir", dice Luz María, que tras llegar a España desde Perú se vio abocada a pasar bastante tiempo en las calles de la capital. La primera salida del laberinto vino de la mano de la Cruz Roja, gracias a la cual llegó a un refugio en Collado Villalba. Más tarde, gracias a un proyecto piloto de las organizaciones Hogar Sí y Provivienda, esta mujer logró dar el salto a un sitio al que llamar hogar y desde el que ha comenzado a reconstruir su vida con éxito.

Para las mujeres, los albergues pueden resultar un territorio especialmente inhóspito por la carencia de intimidad que conllevan. Las cifras oficiales suelen considerarlas una minoría entre las personas sin hogar, aunque conviene introducir una nota al pie: las organizaciones que trabajan con estas personas sostienen que las cifras del INE subestiman la realidad de muchas mujeres como Silvia —nombre modificado a petición suya— que, explica, "en los 27 años que llevo en España, nunca pensé que podría quedarme en la calle". Trabajaba como interna en una familia hasta que llegó la pandemia y las autoridades ordenaron el confinamiento de todo el país. Solo entonces se quedó en la calle, pero en realidad llevaba mucho tiempo siendo una persona sin hogar.

"Cuando veía que eran las cinco de la tarde, ya entraba en pánico"

Gran parte del crecimiento del fenómeno en esta última década —el INE registra que ahora hay 5.600 personas más sin hogar que en 2012, aunque organizaciones como Hogar Sí elevan esta estimación— se atribuye a jóvenes y mujeres, cuya representación en las calles y centros de acogida ha aumentado. Silvia es otra de las que han conseguido salir, pero no podemos olvidarnos de una frase que nos dijo: "Cuando veía que eran las cinco de la tarde, ya entraba en pánico".

Jony, un antiguo camarero que pasó siete años en las calles de Madrid, representa uno de los casos más célebres de redención. Desde la acera, comenzó a levantarse gracias a los directos que hacía en Twitch —su canal, viviendoenlacalle, acumula hoy 390.000 seguidores— contando sus peripecias y, a menudo, sus trucos de supervivencia. En su caso, optó por alejarse de los albergues, porque encontraba allí a gente metida en una dinámica peligrosa. Su camino de salida empezó al adoptar a una perra, Duna, y montárselo por su cuenta.

Foto: Jony con su 'set up' plegable y retransmitiendo en 'viviendoenlacalle'. (Isabel Blanco)
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En su caso, recomienda apalancarse en una misma zona. Esto permite que la gente te conozca, sepa tu nombre, se solidarice contigo y, en ocasiones, puedan echarte un cable. "Hay gente que es itinerante, pero a menudo suele ser gente drogada, que va para arriba y para abajo", explica a El Confidencial. Jony solía dejar por ejemplo su portátil de gaming a un conserje de la zona para resolver un problema que quienes viven sin hogar se encuentran a menudo.

"En Bravo Murillo hay una casa de baños", cuenta Pepe, quien se quedó en la calle cuando la pandemia puso fin a su precario empleo de repartidor de comida y periódicos. "Pero cuando volvías, te lo habían quitado todo". Las casas de baños de Tetuán y Embajadores, donde uno puede ducharse por 50 céntimos, tienen esa otra cara. Algunos albergues cuentan con roperos, pero es difícil compaginarlos con el día a día. Por eso, Jony recomienda trazar alianzas con la gente del barrio.

"Yo lo que hacía por las noches, para no llevar nada de valor encima, era dejarlo en un supermercado donde compraba todos los días", explica. "Todo depende de las relaciones que hagas en el barrio, a mí me decían 'cerramos a las 10, a menos cuarto nos lo dejas', y yo cumplía".

Las noches son, sin duda, la parte más difícil. Por eso hay que darse prisa.

Parte II: manutención

Comer es importante, pero beber agua es vital. Especialmente dentro de unos meses, cuando las temperaturas aumenten. La deshidratación es probablemente un problema más extendido entre la gente sin hogar que el hambre. Y además, una deshidratación prolongada conlleva secuelas, como cansancio, mareos o baja tensión cardiaca, que incrementan mucho la vulnerabilidad.

Madrid, por suerte, cuenta con más de 2.000 fuentes de agua potable. Aquí están todas.

Lo siguiente es buscar un lugar donde comer. Las personas consultadas solían seguir varias estrategias, que por supuesto son complementarias, porque hay que alimentarse lo más a menudo posible.

Para empezar, lo más socorrido es acudir a alguno de los comedores sociales. Algunos ofrecen desayunos o bocadillos por la mañana, otros se especializan en el almuerzo y otros (los menos) dan también cenas.

En la práctica, no deberían tardar mucho en encontrarte. Hay equipos de trabajadores sociales, del ayuntamiento o la Cruz Roja, que peinan la ciudad en busca de gente como tú. En los periódicos, los llamamos ángeles.

En la calle, encontrarás de todo. Desde la gente que ha caído e intenta salir hasta la gente que ha caído y no puede salir, y en medio, toda la paleta de colores del alma humana; las enfermedades, las adicciones, las deudas y las traiciones.

"El primer lugar al que acudí a buscar ayuda fue a servicios sociales, pero me negaron la ayuda rotundamente", dice Laura. Hoy es una mujer sonriente, pero no hace tanto se vio en la calle con sus dos hijas y en mitad de un tratamiento contra el cáncer que padecía. Sin papeles, sin pelo en la cabeza y vomitando sobre la acera por los efectos de la quimioterapia. Así pasó un año.

Foto: Dos voluntarios de Cruz Roja conversan con una persona sin hogar. (Cruz Roja)

Un consejo práctico que ofrece a todo aquel que se vea en una situación parecida "es que sepa en quién confiar, porque no todas las personas en las que uno confía vienen con buenas intenciones". A la fuerza, Laura tuvo que aprender a exprimir de Madrid hasta la última gota. Aprovechaba las visitas al hospital para cargar su teléfono móvil y otros dispositivos, o para ir a un cuarto de baño limpio y sin amenazas.

"Cuando estaba cerca iba a las estaciones donde hay baño, como Plaza Elíptica o Méndez Álvaro", relata. "En el centro de Madrid también hay lugares con baños cómodos, y para cargar el móvil también está Atocha, o los centros comerciales".

Parte III: higiene

Desde que todos los bares comenzaron a poner carteles limitando el uso de los servicios a sus clientes, a la gente sin hogar se le complicó mucho poder hacer sus necesidades con un poco de decencia. También las estaciones de tren, como Atocha o Chamartín, han sustituido sus aseos tradicionales por baños prémium de pago. Los aseos públicos que hay repartidos por toda la ciudad tampoco son una opción muy cómoda. Aunque tengan el precio simbólico de 10 céntimos y presuman de estar siempre limpios, la puerta se abre después de 15 minutos pase lo que pase dentro.

No, quienes llevan un tiempo en la calle nunca recurren a eso. "Lo más fácil es ir a bibliotecas, al CaixaForum, a centros de salud y a hospitales", dice Jony. "Porque ahí nadie te va a decir nada, eso es público todo. ¿Qué vas a ir, al baño de un 100 Montaditos? Ahí no te puedes ni sentar, es asqueroso".

Para facilitarte las cosas, te hemos puesto en un mapa todos los posibles baños limpios y públicos que puedes encontrar en la ciudad.

"En mi caso, usaba el centro de salud entre semana y los fines de semana me acercaba a un parking que dejaba abierto el baño, aunque depende del aparcamiento y la zona", explica el streamer, que tras lograr acceder a una vivienda compró una licencia de VTC y se dedica ahora a conducir.

Todos explican que el aspecto es muy importante, hay que tratar de no dejarse ir demasiado. Jony llevaba entre sus pertenencias una afeitadora con la que, de vez en cuando, se adecentaba en los baños del centro de salud. Pepe, por su lado, encontró una peluquería en Atocha. "Por dos euros me cortaban el pelo, y por otro euro me afeitaban", relata.

Por supuesto, todas estas claves son únicamente una pequeña parte de una realidad llena de retos: emocionales, físicos, espirituales y, sobre todo, de horizonte. Dámaris Barajas, directora de Planificación Estratégica de Provivienda se muestra muy confiada en que estos nuevos proyectos para desinstitucionalizar a las personas sin hogar logren acortar el tiempo en que están en la calle. "Son soluciones que se están mostrando efectivas para abordar el sinhogarismo desde un enfoque centrado en la persona, basado en opciones de vivienda autónoma e incluida en la comunidad", indica. Después de dos años ya cuentan con algún dato positivo, como haber logrado reducir la asistencia de estas personas a centros de día de un 22,3% a un 5,4% o haber reducido la incidencia de la salud mental.

Esperamos que al menos todo esto te sirva para subir el primer escalón. Ya hemos llegado, ahí tienes la entrada. Y un poco más allá, al fondo, está la salida.

Así que te has quedado en la calle. Tranqui, no hace falta que des más explicaciones. Lo último que necesitas ahora es a otro desconocido que te juzgue. Madrid ya es una ciudad lo suficientemente dura cuando tienes un techo. Deja, sin embargo, que te cuente algo mientras caminamos hacia tu primera parada.

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