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Las hazañas y desventuras de Pérez Galdós en Madrid: "30.000 personas fueron a su entierro"
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Las hazañas y desventuras de Pérez Galdós en Madrid: "30.000 personas fueron a su entierro"

Madrid no ha cambiado tanto como para no reconocer los lugares por los que pasó Galdós, cronista sin igual de la actualidad política del país, además de novelista y dramaturgo

Foto: Retrato de Benito Pérez Galdós por Joaquín Sorolla. (
Retrato de Benito Pérez Galdós por Joaquín Sorolla. (

Primero fue un joven universitario canario que arribó en la capital para estudiar leyes en la Universidad Central cuando apenas contaba 19 años de edad. Era 1862 y toda una nueva vida se abría ante él. Empezó a frecuentar cafés, bares y tertulias, y aprendió a manejarse por la gran ciudad. Pronto encontró en el periodismo una buena escapatoria mediante la que ganarse la vida. Llegó a ocupar importantes cargos dentro de periódicos. Mientras tanto, sus novelas se vendían por miles y su vida amorosa era tan prolífica como su pluma. Montó una editorial. Fracasó. Pudo ganar el Premio Nobel de Literatura. Conspiraron contra él. Y murió cuatro días después que su última amante. A su entierro acudieron 30.000 personas. Bienvenidos, bienvenidas, al Madrid de Benito Pérez Galdós.

Después de apearse en la estación de Atocha, Galdós se dirigió hacia el número 3 de la calle Fuentes. Ahí, en la segunda planta, le esperaba la pensión que le cobijaría sus primeros meses en Madrid. "Llegó a esta pensión por medio de un amigo suyo, también canario y estudiante de leyes en la Universidad Central, Fernando León y Castillo", explica Fátima de la Fuente, una de las autoras de Madrid y Galdós. (La Librería, 2020).

Foto: Galdós, por Joaquín Sorolla. (Cedido)

A pesar de que le colocaron en una habitación interior, el joven Galdós pensó que ese sería el enclave perfecto para estar cerca de todo lo que se hervía por el centro madrileño. "Estaba encantado de aquello porque se encontraba cerca de la Puerta del Sol, de la Plaza Mayor y de la Universidad, en San Bernardo", aduce Enrique Fernández, el otro autor de la monografía ya citada.

El Café Universal

Sito en la Puerta del Sol, frente al conocido Café de la Montaña en el que se solía mover Ramón María del Valle-Inclán, en el Café Universal encontró Galdós un lugar que, poco a poco, fue fraguando como referencia en la que departir entre sus iguales, también procedentes de las Islas Canarias. No era el único que frecuentaba, pues el incipiente literato también visitaba La Fontana de Oro, un espacio en el que las conversaciones adquirían un mayor cariz revolucionario. En este último, nuestro escritor ambientó una de sus obras. Asimismo, el Café Universal, inaugurado en 1861, aparece en algunos de sus Episodios Nacionales, como Prim.

Foto: Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, en un fotomontaje. (Getty / Archivo da Real Academia Galega)

Director de periódico

Galdós pronto se dio cuenta de que no tenía ninguna intención de licenciarse en leyes, propósito principal por el que acudió a la capital. Terminó, como tanto otros aficionados a la escritura, la actualidad y la política, de periodista. El Debate fue el periódico que dirigió desde 1871 hasta 1873, lo que le granjeó un nuevo hospedaje en el número 17 de la calle del Fomento, casa que estuvo en pie hasta 1989.

"Madrid era capital sin industria, así que empezaron a aparecer sectores pujantes como la prensa. Es el momento de ver en la calle cabeceras como La Época, El Tiempo, La Correspondencia, El Liberal, La Democracia y El Correo. El periódico que dirigió Galdós era de corte progresista y liberal, alejado de tradicionalismos", se explaya De la Fuente.

La casa de Fortunata

Se encuentra en el número 11, a espaldas de la Plaza Mayor. La historia de Fortunata y Jacinta cuenta cómo Juanito Santacruz, que vive en la plaza de Pontejos y procede de una familia adinerada, se casa con su prima Jacinta, proveniente de una familia también adinerada pero venida a menos. Su sirviente vivía en la Cava de San Miguel y cuando Juanito va a verle, de repente su mirada se para en una atractiva Fortunata Izquierdo. Ella ayudaba a su tía en un puesto de pollería y huevos, y se está bebiendo un huevo. "Ese gesto tan popular le parece sexy a Juanito y se enamora de ella", completa Fernández.

Su editorial frustrada

La siguiente parada de este recorrido nos lleva a la calle Hortaleza, número 104. En ese lugar, Galdós fundó su propia editorial en 1897, experiencia que terminaría repleta de sinsabores en 1904. "El escritor estuvo muchos años de pleitos con su editor, que era un poco pirata, así que decidió montar su propia editorial", introduce el estudioso galdosiano. Pero él no era editor, sino escritor, y así le fue tamaña empresa. Pensaba que vendiendo sus obras de manera directa y sin intermediarios podría estar más tranquilo, pero no surtió ningún efecto. Lo que había llamado Obras de Pérez Galdós se fue igual que había llegado: tras una mala experiencia editorial.

Foto: Retrato de Benito Pérez Galdós por Joaquín Sorolla.

Sí a la RAE

El mismo año que decide emprender su hazaña como editor, Galdós fue nombrado miembro de la Real Academia Española (RAE). No era el único mérito que podía llegar a conseguir, pues su nombre sonó en la quiniela del Nobel de Literatura hasta en tres ocasiones, pero nunca lo consiguió. Según De la Fuente, "Galdós era anticlerical, una persona absolutamente progresista, y la Iglesia Católica le puso muchas zancadillas por ello". Era un secreto a voces: el sector más conservador de la sociedad española, capitaneado por la cúpula católica, no quería que el escritor fuera reconocido.

"Maravillas church"

Fernández asegura que Galdós era un James Bond de la época. Es decir, tenía los ligues que quería. Entre ellos, de sobra es conocido su affaire con Emilia Pardo Bazán, también escritora y periodista. La Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas tan solo era uno de los lugares en los que estos dos acaramelados tortolitos se encontraban. Incluso tenían un lenguaje secreto para citarse. La llamaban Maravillas church. En el caso de la calle de la Palma, lugar que también frecuentaban, la clave secreta era Palm Beach.

Foto: Caricatura de Galdós publicada en 1902

Así se desgrana de lo explicitado por los dos expertos en la vida y obra de Galdós, quienes añaden que el canario y la gallega también se vieron furtivamente en ciudades como Barcelona y parís y países como Alemania, Italia y Suiza. Todo se fue al traste cuando Pardo Bazán conoció a un joven y apuesto, Lázaro Galdiano. Hasta entonces, la pareja había permanecido abierta, pero Galdós no pudo soportar la nueva situación.

Sin intervenir en el Congreso

Una de las facetas más importantes que Galdós tuvo a lo largo de su vida fue la política. Llegó al Congreso de los Diputados como persona que representaba al sector más progresista de la sociedad; y lo hizo en cuatro ocasiones: en 1886 se sentó en el Hemiciclo en representación de Puerto Rico, todavía colonia española; repetiría en 1907 y 1910 en representación de Madrid; y, por último, en 1914 llegaría al Congreso por Gran Canaria.

Foto:  Ilustración: Irene de Pablo.
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Integró las filas del Partido Liberal creado por Práxedes Mateo Sagasta en mayo de 1880 pero, lejos de tomar la palabra y ser vehemente en sus argumentos, Galdós todo lo que hizo fue limitarse a observar la vida parlamentaria, algo que también quedó documentado en sus novelas. "Solo he encontrado que tomara la palabra una vez en el diario de las Cortes durante las cuatro ocasiones en que fue diputado y fue el martes 1 de junio de 1909", añade De la Fuente.

El Teatro de la Comedia

Este prestigioso teatro fue el lugar en el que Galdós vio por primera vez a María Guerrero, un 16 de enero de 1892. Ella tenía 24 años y causó una honda impresión en el también dramaturgo. Asimismo, el Teatro de la Comedia acogió el estreno en ese mismo año de su primera obra llevada al escenario, Realidad, terminada su escritura en 1889.

Fue en esta función, protagonizada por la misma María Guerrero, donde Galdós recomendó que Concha Morell, su nuevo ligue, participara en el reparto. "Y aquello no tuvo una muy buena acogida por los asistentes, aunque sí interpretó un papel importante. Según las críticas, fue bastante desastroso. El público protestó en varias ocasiones por lo mal que Morell, muy joven por entonces, lo estaba haciendo", agrega Fernández.

La muerte llega a Hilarión Eslava

Era 4 de enero de 1920 y en el número 7 de la calle Hilarión Eslava Galdós sufrió sus últimos estertores. El principio del fin había llegado algo antes. En concreto, un año. Fue entonces cuando el ya aclamado literato presenció la inauguración de la escultura en su homenaje que todavía se puede disfrutar en el Parque de El Retiro. "Estaba ciego, así que la palpó y dijo que se parecía mucho a él, que estaba bien hecha", comenta De la Fuente.

El declive no se hizo esperar. La estocada final llegó cuando Teodosia Gandarias, su última amante, falleció la nochevieja de 1919 con 59 años. "Fue el golpe de gracia que necesitaba. Cuatro días después de esta pérdida, murió él tras haber sufrido lo mismo que llegaron a sufrir sus personajes, pensamos nosotros", dice Fernández.

Su cuerpo fue expuesto en el patio de cristales del Ayuntamiento de Madrid, cuando se encontraba en la plaza de la Villa. Galdós, que era de paseo diario por la capital, incluso en coche de caballos cuando ya no podía caminar, hizo su último trayecto desde el Ayuntamiento hasta el cementerio de la Almudena acompañado por 30.000 personas. "De forma excepcional, aparecieron muchas mujeres en la última despedida a Galdós, algo no frecuente en la época", concluye De la Fuente.

Primero fue un joven universitario canario que arribó en la capital para estudiar leyes en la Universidad Central cuando apenas contaba 19 años de edad. Era 1862 y toda una nueva vida se abría ante él. Empezó a frecuentar cafés, bares y tertulias, y aprendió a manejarse por la gran ciudad. Pronto encontró en el periodismo una buena escapatoria mediante la que ganarse la vida. Llegó a ocupar importantes cargos dentro de periódicos. Mientras tanto, sus novelas se vendían por miles y su vida amorosa era tan prolífica como su pluma. Montó una editorial. Fracasó. Pudo ganar el Premio Nobel de Literatura. Conspiraron contra él. Y murió cuatro días después que su última amante. A su entierro acudieron 30.000 personas. Bienvenidos, bienvenidas, al Madrid de Benito Pérez Galdós.

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