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Cuando a Benito Pérez Galdós le hacían caricaturas por no ser un buen español
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Aniversario del escritor canario

Cuando a Benito Pérez Galdós le hacían caricaturas por no ser un buen español

El escritor canario fue un luchador contra los privilegios de la Iglesia católica y evolucionó del liberalismo al socialismo, lo que le provocó muchas críticas por parte de los más conservadores

Foto: Caricatura de Galdós publicada en 1902
Caricatura de Galdós publicada en 1902

"Yo abomino la unidad católica y adoro la libertad de cultos", solía decir Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 1843—Madrid, 1920). Era una sola de las algaradas que compartía en los cafés del foro con amigos como el político liberal José Canalejas, el escritor progresista Leopoldo Alas 'Clarín', o Ramón Menéndez-Pelayo. "Los acontecimientos andan tan mal repartidos por el mundo como el dinero", dejaba caer también.

A comienzos del siglo XX, Galdós no ocultaba su posicionamiento escorado hacia la izquierda, anticlerical, demócrata, antitaurina y feminista. Ni su militancia en el Partido Republicano ni su amistad con Pablo Iglesias, líder de los socialistas. Por eso la derecha de Cánovas del Castillo y Antonio Maura más los fanáticos católicos no le soportaban. Una de las imágenes más evidentes es la caricatura realizada por Manuel Tovar que apareció en la revista 'Don Quijote', publicada en 1902, en la que se ve a Galdós ensartando con una pluma a una monja y un cura. Era el escritor comecuras y un traidor. El escritor que, a pesar de ser el autor español más reconocido de entonces, no era un 'buen español'.

placeholder Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós

"No me extraña que a la derecha no les cayera bien", afirma a El Confidencial el escritor Rafael Reig, admirador del autor canario. "Pero yo me niego a reconocer los motivos sobre por qué la derecha hace lo que hace y por qué dicen lo que dicen. Lo que sí defienden siempre son sus privilegios, y Galdós lo que prueba es el nacimiento de la derecha española con el carlismo, las llamadas a la patria, la propiedad de la tierra y el control del poder y el dinero, que es lo que les interesa siempre", añade Reig.

Pérez Galdós había dado el paso al frente en 1907 presentándose a las elecciones generales por el Partido Republicano, sin embargo, su compromiso con la democracia y su alejamiento de las ideas más absolutistas —de la monarquía, para empezar— y, sobre todo, de esa Iglesia omnímoda con las manos metidas en todas las faenas del Estado, se habían declarado en él desde que era muy joven, cuando estalló la revolución de La Gloriosa de 1868 y comenzó el periodo del Sexenio Democrático que acabaría abruptamente con la decepción que supuso la I República.

"Galdós lo que prueba es el nacimiento de la derecha española con el carlismo, las llamadas a la patria y el control del dinero y el poder"

"Se inició en el periodismo con veintipocos años y siempre manifestó un compromiso por la democracia. En todas sus novelas se ve un rechazo a los radicalismos y una defensa hacia un prisma más moderno. Rechazó el fanatismo, el caciquismo y la intolerancia religiosa", comenta Francisco Cánovas, autor de la biografía 'Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso' (Alianza). De hecho, así sucedía en novelas como 'Doña Perfecta', que supone una denuncia total contra el caciquismo. Y desde el momento en el que se puso en marcha el sistema de la Restauración que ideó Cánovas del Castillo no dejó de criticar "el respaldo que la Restauración prestaba al integrismo católico proscribiendo las libertades del Sexenio".

Un autor feminista

Otra de las ideas que siempre estuvo presente fue la independencia de la mujer. Así sucede en obras como 'Fortunata y Jacinta', 'La de Bringas' o en 'Tristana'. "Galdós fue el primer escritor moderno que situó en el centro de la narrativa la mujer. Y él estaba convencido de que la regeneración y la modernidad de este país llegarían con un empoderamiento de la mujer", afirma el biógrafo. Desde luego, la voz de Galdós suponía un verdadero aire fresco en ese final de siglo y comienzos del XX en el que apenas había mujeres en puestos públicos ni con un mínimo de poder. De hecho, su amante y posterior amiga, Emilia Pardo Bazán, fue una de las pocas que consiguió un espacio y algo tuvo que alzar la voz para conseguirlo.

"Si Santiago Abascal dice que ha leído a Benito Pérez Galdós o no lo ha entendido o es un cínico"

Hay más. Como se puede leer en la biografía, el escritor "estaba en contra del régimen de la Restauración, del alejamiento de las Cortes de la mayoría ciudadana, del autoritarismo gubernamental, denuncia los privilegios de la Iglesia, rechazaba la guerra de Marruecos, creía en el desarrollo educativo y en la necesidad de impulsar un cambio democrático fundamentado en valores cívicos y éticos". Un anatema para Iglesia, militares y los más conservadores de la época. Llama la atención que Santiago Abascal haya señalado en entrevistas y en el libro que escribió Fernando Sánchez Dragó, 'Santiago Abascal. España vertebrada', que "Benito Pérez Galdós hoy es un escritor imprescindible". Una cuestión sobre la que Reig incide: "Yo creo que lo que debería hacer Abascal es leerlo... si no es del todo hermético a la lectura. Pero si Abascal ha leído de verdad a Galdós, o no lo ha entendido o es un cínico".

Evolución política

Los primeros contactos con la política activa de Galdós llegaron en 1886, cuando fue tentado por el Partido Liberal de Sagasta. Eran los tiempos del bipartidismo, con el que el escritor era muy crítico, pero se sumó a las propuestas de los liberales de la Restauración. Sin embargo, tiempo después, con el desencanto brutal con la Restauración, y "tras la crisis del 98, adquirió un compromiso más democrático y republicano", admite el biógrafo, alineándose ya con el Partido Republicano.

Para Reig, lo que sucedió con el autor de los Episodios Nacionales, es que "políticamente tuvo una evolución desde el liberalismo a la decepción que le supuso la burguesía española. Era un hombre del siglo XIX que pensaba que la burguesía sería el motor de cambio. Pero la burguesía estaba podrida por la oligarquía y la Iglesia. Por eso aquí no tuvimos ni revolución industrial ni progreso ni República ni nada. Y Galdós acabó acercándose al partido socialista de Pablo Iglesias. Evolucionó como un señor que va tomando conciencia y tomó conciencia de que con esa gente de la burguesía no se podía hacer nada". Precisamente, uno de los hechos más sonados fue el estreno de su obra de teatro 'Electra' en 1901, en la que criticaba a compañías como los jesuitas por apropiarse de los bienes de las personas más vulnerables. Galdós podría haber sido apedreado a las puertas del teatro Español de Madrid, pero al final salió a hombros y vitoreado del teatro.

Del liberalismo al socialismo

A partir de 1909, Galdós comenzó a defender con más pasión la unidad de la izquierda, consagrada en los partidos Republicano y Socialista. Era muy amigo de Iglesias, con quien compartía lecturas y obras de teatro. "Sentía mucha admiración por Iglesias. Nunca fue militante socialista, pero sí tiene esa evolución que se ve mucho en su obra: se trata de romper amarras con el pasado y defender una sociedad más tolerante", señala Cánovas. Fue uno de los principales impulsores de la conjunción entre estos dos partidos y en 1910 llegaría a admitir en una entrevista: "Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado y admirable que hay en la España política". Hoy es posible ver varias fotografías en las que el escritor y el político comparten mítines y discursos.

¿Cree usted en el socialismo? Sí, Sobre todo en la idea. Me parece sincera, sincerísima

Poco después, en 1911, al ser preguntado por el socialismo tampoco dudaría en su respuesta:

—¿Cree usted en el socialismo?

—Sí, Sobre todo en la idea. Me parece sincera, sincerísima. Es la última palabra en cuestión social. ¡El socialismo! Por ahí es por donde llega la aurora.

En medio de toda esta evolución sufriría el desgaste por parte de la derecha, desde los obstáculos para ingresar en la Real Academia Española —no lo logró hasta la cuarta ocasión, ya en 1897, cuando Cánovas del Castillo dio su brazo a torcer— y, sobre todo, la negativa a concederle el Nobel de Literatura, cuando se habían posicionado a su favor intelectuales como Jacinto Benavente, Santiago Ramón y Cajal, Pérez de Ayala o José Echegaray, entre muchos otros. Pérez Galdós, no obstante, no se amilanó y murió con las botas puestas de su compromiso político firmando varios manifiestos a favor de los aliadófilos de la I Guerra Mundial, la posición contraria a los germanófilos, en la que se encontraba el rey Alfonso XIII.

Cuando se cumplen 100 años de su muerte, Pérez Galdós hace tiempo que dejó de ser Benito 'El Garbancero', como se le ridiculizó tantas veces por su compromiso social. Como dice Reig, "ha llegado más fresco que ninguno. Se hablaba del Garbancero y eso demostraba que la gente no le había leído. Pero tiene para otros diez siglos". Aunque a la derecha de su tiempo le molestara.

"Yo abomino la unidad católica y adoro la libertad de cultos", solía decir Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 1843—Madrid, 1920). Era una sola de las algaradas que compartía en los cafés del foro con amigos como el político liberal José Canalejas, el escritor progresista Leopoldo Alas 'Clarín', o Ramón Menéndez-Pelayo. "Los acontecimientos andan tan mal repartidos por el mundo como el dinero", dejaba caer también.

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