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Los dibujos íntimos: el Pompidou muestra la exposición más ambiciosa de Picasso

Por Sofía Guardiola. París

‘Portrait de Françoise’, Pablo Picasso, 1946. © CopyrightRMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) © Succession Picasso 2022

Con motivo del Año Picasso, el Centre Pompidou ha inaugurado la mayor muestra de obra gráfica del malagueño que se ha realizado hasta la fecha. Picasso. Dessiner à l’infini, que podrá visitarse hasta el 15 de enero en París, reúne cerca de mil dibujos y grabados que muestran los diversos procesos creativos del artista.

T eniendo en cuenta la ingente cantidad de dibujos que Pablo Picasso realizó a lo largo de toda su vida, no es difícil imaginarlo en el estudio, garabateando una página tras otra de sus cuadernos, de forma frenética y obsesiva. A menudo repetía una vez tras otra las mismas ideas, las mismas fórmulas y composiciones pero siempre con alguna variación, buscando dar formas nuevas a su imaginario. Sin embargo, hay un detalle de esos mismos cuadernos que nos revela que, con esa vorágine creativa y ese impulso que lo llevaba a dibujar sin descanso, convivía también un carácter metódico, casi científico: las anotaciones que aparecen en las esquinas de las páginas de sus cuadernos con la fecha y la numeración de cada dibujo en cuestión.

Esta forma de trabajar, combinando la fuerza del torbellino con el análisis profundo no solo habla de la carrera y la figura del genio malagueño, sino que también revela mucho de la exposición que el Centre Pompidou ha dedicado a sus dibujos: inmensa, con una disposición alejada de lo habitual y, aún así, sumamente concienzuda. Lo abarca todo, recorre todas las etapas de la vida del artista, desgrana una a una sus principales iconografías, y da buena cuenta de la gran variedad de técnicas con las que el autor trabajó.

A menudo, el dibujo y el grabado han sido considerados formas de arte menor, en ocasiones incluso un simple paso previo para poder practicar y después elaborar buenas pinturas. Sin embargo, a menudo el soporte en papel transmite una impresión más cercana, más íntima y quizá más próxima al subconsciente del artista. En ocasiones, como era a menudo el caso de Picasso, los dibujos son un campo de exploración, una posibilidad de ensayar lo que después puede –o no– aplicarse al lienzo, pero también son obras que en muchos casos no fueron pensadas ni para perdurar ni para ser expuestas. Muchas de las piezas que se encuentran en la muestra Picasso. Dessiner à l’infini provienen del Museo Nacional Picasso de París, pinacoteca que ha colaborado con el Pompidou en la elaboración de esta muestra, y se trata de obra que el artista tenía en su taller y que, por tanto, fue íntima y privada durante toda su vida.

‘Femme à la tête rouge’, Pablo Picasso © Georges Meguerditchian - Centre Pompidou, MNAM-CCI /Dist. RMN-GP
‘Tête de femme’, Pablo Picasso © Philippe Migeat - Centre Pompidou, MNAM-CCI /Dist. RMN-GP
‘Autoportrait [Montrouge]’, Pablo Picasso  © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris)/Mathieu Rabeau

Un ejemplo de ello es una grabación realizada ex profeso para esta muestra en la que se enseñan algunos de los cuadernos de Picasso que no han podido estar en la exposición –por grandes que sean sus dimensiones, la cantidad de material es tan ingente que escapa a las posibilidades logísticas de cualquier museo–. En algunos fragmentos se aprecian esas repeticiones ya mencionadas, pues durante páginas y páginas vemos una misma escena en la que varían quizá los colores o la disposición de algunos elementos del fondo de la composición, mientras que en otras partes del vídeo se encuentran piezas que son apenas una línea, un trazo firme y marcado que, sin embargo, seguramente no fue dibujado más que para ensayar una forma concreta o incluso de forma automática, como hacemos todos a veces, esbozando líneas al azar si sostenemos un bolígrafo en la mano mientras hablamos, por ejemplo, por teléfono.

Dibujos inéditos

Anne Lemonnier, comisaria de la exposición, asegura en este sentido que el dibujo es en este formato en el que podemos ver la faceta del artista más delicada, más frágil e introspectiva. Desde los cuadernos de bocetos que se exponen en grandes vitrinas –algunos con simples líneas, otros con dibujos al natural de suma delicadeza– a las obras de pequeño formato, casi miniaturas, en las que el malagueño pinta las vistas que se contemplan desde diversas ventanas; pasando por el libro de grandes dimensiones en el que escribió a mano e ilustró Le chant des morts de su amigo Pierre Reverdy, o sus famosos minotauros enfrentándose a mujeres desnudas e indefensas, el visitante de la muestra puede contemplar todo lo que ya conoce de Picasso desde una perspectiva nueva, y además descubrir sorpresas sobre él: dibujos poco conocidos y, en muchos casos, inéditos.

Uno de los grandes temas de la muestra son las reinterpretaciones de obras de grandes maestros de la pintura. En el espacio expositivo pueden encontrarse, por ejemplo, varias versiones de Desayuno de la hierba, de Manet, situados a tan solo unos centenares de metros del museo que alberga la pintura original, el de Orsay. Sin embargo, la obra que más protagonismo tiene en este sentido es Les femmes d'Alger, de Delacroix. Frente a una vitrina abarrotada, del suelo hasta el techo, con dibujos preparatorios, estudios de personajes y distintas versiones de la reinterpretación que Picasso hizo de esta obra más de un siglo después, la pinacoteca muestra el lienzo del artista francés, situando a un genio frente al otro y estableciendo un diálogo entre ellos.

‘Le Taureau’, Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Mathieu Rabeau
‘Arlequin’, Pablo Picasso © Georges Meguerditchian - Centre Pompidou, MNAM-CCI /Dist. RMN-GP
Carnet MP1869, (pages 01 et 02), Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Mathieu Rabeau
‘Portrait d’Olga’, Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Mathieu Rabeau‘Portrait d’Olga’, Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Mathieu Rabeau

La ingente cantidad de obra que compone esta muestra ha sido organizada de forma atípica, huyendo de la disposición lineal habitual. Las obras se han dispuesto, por el contrario, a modo de círculos concéntricos alrededor de un núcleo central, de modo que el visitante no tenga un hilo conductor firme al que atenerse, sino que deambule por la gran sala buscando los temas que más le interesen, saltando de uno a otro y apreciando los evidentes cambios de estilo y cronología. De este modo, se busca que surjan quizá conexiones inesperadas y, sobre todo, que el espectador sea un sujeto activo y que aporte su propia forma de encontrarse con el artista, de mirar. Quizá de los retratos al pastel, en muchos casos sutiles y profundamente psicológicos pase a los animales violentados que recuerdan a los de El Guernica, a las efigies cubistas que realizó de Dora Maar cuando aún estaban juntos o a los Papier Collé que él y Braque empezaron a elaborar ya a principios del siglo XX.

Como es evidente, el gran número de obras –casi un millar– ha sido uno de los grandes retos que ha supuesto esta muestra, la mayor retrospectiva del artista en cuanto a obra gráfica y, además, la exposición de mayor envergadura celebrada en el Centre Pompidou. A esto se añade la fragilidad de los soportes en papel.

‘Faune, cheval et oiseau’, Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris)/ Mathieu Rabeau
‘L'Acrobate’, Pablo Picasso © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean

Los dos museos parisinos han contado con el apoyo y el patrocinio del banco suizo Mirabaud. La entidad financiera está muy involucrada en el mundo de las artes, su difusión y su acercamiento al público. Muestran un especial compromiso con la obra de artistas emergentes, que se expone en sus oficinas y que también prestan a museos. Su CEO, Lionel Aeschlimann, está especialmente comprometido con este impulso de la carrera de artistas jóvenes, pero también se muestra muy interesado en financiar exposiciones de artistas que, como Pablo Picasso, revolucionaron el panorama artístico de su época, así como el arte venidero.

Mientras recorre la faraónica exposición nos subraya una anécdota del artista que explica muy bien no solo la voluntad de esta muestra, sino la mentalidad y la trayectoria entera de Picasso. “Cuando alguien le preguntó al malagueño qué buscaba con todos aquellos dibujos, con la incesante repetición de temas, escenas y patrones realizada de forma casi frenética, él respondió: con estos dibujos no estoy buscando nada, estoy encontrando cosas todo el tiempo”.