El control migratorio de Marruecos: disparos a las embarcaciones y traslados al desierto

Marruecos cumple con una parte del trato con España tras el viraje de Pedro Sánchez sobre el Sáhara. Cierra el grifo migratorio e intensifica los controles en su litoral con una férrea cobertura policial y militar que incluye disparos a las embarcaciones con resultado de muerte y traslados de migrantes hacia áreas desérticas, según denuncian las ONG. Una presión que, además, está provocando que la ruta canaria se vuelva aún más peligrosa desde puntos de salida más lejanos para sortear la vigilancia.

“El control policial marroquí está generando una violencia inusitada, de alto voltaje”, afirma a El Confidencial Juan Carlos Lorenzo, coordinador en Canarias de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). “Tenemos constancia reciente de disparos realizados por esa policía a una embarcación que iniciaba su travesía hacia las islas y que provocaron dos fallecidos y varios heridos”, añade.

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Lorenzo se refiere a una zódiac que arribó en Gran Canaria a finales de mayo. Dos de sus ocupantes murieron por heridas de bala que recibieron mientras embarcaban en la costa saharaui. Inicialmente heridos de gravedad, perecieron durante el viaje y sus cuerpos fueron arrojados al mar por el resto de pasajeros.

Desde la organización Caminando Fronteras, también se responsabiliza a las autoridades de Marruecos. Según recogió la agencia EFE en los momentos posteriores a este episodio, la portavoz de esta oenegé, Helena Maleno, relacionó el suceso con “un control migratorio” por parte de los militares. También informó de que un joven maliense murió en la misma orilla de un tiro en el cuello.

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Por su parte, Juan Carlos Lorenzo revela que uno de los métodos represivos de los militares marroquíes consiste en desplazar a migrantes a zonas desérticas. “En este caso, después del tiroteo, algunas personas que no lograron subir a bordo fueron trasladadas a áreas inhóspitas de la frontera con Argelia. Esta es la realidad ahora mismo, una realidad de actos cometidos con una crueldad inusitada”, concluye.

La presión marroquí fuerza rutas más peligrosas

Además de estos graves episodios relatados por las organizaciones que asisten a personas que buscan una oportunidad en el primer mundo, el blindaje policial y militar en las costas saharianas y marroquíes está forzando a los migrantes a buscar puntos de partida más alejados a bordo de embarcaciones con mayor capacidad de pasajeros.

Son los cayucos. Aunque continúa el trasiego de pateras y neumáticas, los cayucos no se veían desde hacía muchos meses y en los últimos 15 días han llegado al archipiélago hasta siete de ellos. Parten desde Mauritania, norte de Senegal y hasta de Gambia para iniciar una travesía más larga —entre nueve y 12 días— y más arriesgada.

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Uno de los últimos arribó con 154 ocupantes, después de 10 jornadas de viaje, a las costas de El Hierro, la isla más occidental. “Que un cayuco llegue a El Hierro significa que ha estado a punto de seguir un recorrido hacia ninguna parte”, asegura Lorenzo.

Desde el inicio de su itinerario, estas embarcaciones evitan la costa africana para salvar los controles de las patrulleras y suelen adentrarse enseguida en alta mar tomando el margen izquierdo del archipiélago para después dirigirse en línea recta hacia el norte. “Esto es muy peligroso, porque un mínimo error de cálculo los lleva a perderse en la inmensidad del Atlántico y a una muerte segura”, apunta el portavoz de CEAR.

La estadística avala este riesgo, que sitúa la ruta canaria como una de las más peligrosas del mundo. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cuantificó en, al menos, 560 las personas que perdieron la vida en 2022, una cifra que Caminando Fronteras eleva a más de 1.700.

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“Un balance aterrador que solo es una estimación a la que habría que sumar un número indeterminado de naufragios invisibles”, afirma Lorenzo, que alerta de la reactivación de trayectos más largos por su incuestionable peligro.

Sobre la influencia de los controles de Marruecos en aquellos migrantes que eligen otras zonas de salida más alejadas, Lorenzo considera que en esa decisión se entremezclan muchos factores, aunque la presión policial estaría contribuyendo a que opten por áreas menos vigiladas.

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Una presión que no impide la llegada continua de embarcaciones al archipiélago desde varios puntos africanos. A tenor de sus cálculos, solo en los últimos 15 días han llegado más de 2.000 personas, que se suman a las 4.406 que cuantifica el Ministerio de Interior hasta el 31 de mayo, una cifra inferior a las 8.300 que arribaron en el mismo periodo del año anterior.

No obstante, el notable incremento de la llegada de pateras y cayucos en las últimas semanas tiene diferentes lecturas. Según el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, se debe a las buenas condiciones del mar. Para Juan Carlos Lorenzo, “hay que esperar un tiempo para ver si este aumento se convierte en tendencia o no, aunque el retorno de los cayucos, por su alta capacidad para transportar a más pasajeros, es un motivo de preocupación”.