Coalición Canaria apremia cerrar el Gobierno con el viento de la economía a favor

Las prisas por pactar se han instalado en Canarias tras el anuncio del adelanto electoral nacional. Con un PSOE conmocionado por una victoria agria que no le permite reeditar el acuerdo progresista, Coalición Canaria (CC), segunda fuerza del archipiélago, se impacienta e intenta amarrar rápidamente la presidencia del Gobierno regional. En el horizonte, una legislatura de doble cara: una economía creciendo gracias al impulso turístico, pero con graves problemas estructurales pendientes de resolver junto al regreso del control fiscal que cerrará el ciclo de la alegría presupuestaria.

Aunque son varios los escenarios que dejan los números de las elecciones autonómicas, suben las apuestas por un acuerdo de CC con el Partido Popular, tercero en escaños, al que se suma un diputado por la Agrupación Herreña Independiente y el incombustible Casimiro Curbelo que lidera la Agrupación Socialista Gomera.

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Un cuatripartito que reuniría una mayoría holgada para gobernar en las islas, cuyos actores principales —CC y PP— desencadenarían pactos en cascada del mismo signo en cabildos y ayuntamientos importantes del archipiélago, lo que supondría un segundo golpe a los socialistas que todavía no tiran la toalla en el Gobierno regional. “Quedan días por delante y tela que cortar”, asegura su líder, Ángel Víctor Torres, al tantear un posible Ejecutivo en minoría.

La llave de la operación, como en la legislatura anterior, la tendría Curbelo, dispuesto a hablar de sus tres escaños esenciales con quien le llame. Es consciente del nuevo tablero y de la debilidad del PSOE, pero frena el ímpetu nacionalista y advierte que dialogará “sin estreses”. Como veterano y experimentado en la negociación, conoce muy bien las técnicas y, sobre todo, los beneficios de la paciencia.

La que no muestran los nacionalistas en la mesa de pactos que pretenden dirigir y en la que el PP será el primero en sentarse. En ambas formaciones existen coincidencias de partida como la rebaja de impuestos, un aspecto que sería un punto de fricción con Curbelo. El líder gomero se ha mostrado en contra de una bajada generalizada del IGIC (el IVA canario), aunque estaría de acuerdo en meter en el cajón del olvido la ecotasa que iban a implantar sus anteriores socios y demonizada por sus dos nuevos aspirantes a compañeros de viaje.

Pero no todos los asuntos a negociar serán así de fáciles. Las conversaciones para dotar de estabilidad política al archipiélago tendrán como telón de fondo un contexto económico que se presenta favorable a corto plazo, aunque no exento de nubarrones y de eternos problemas estructurales que lastran a las islas desde hace décadas.

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El viento a favor lo traen las previsiones sobre el crecimiento económico. Distintas proyecciones sitúan un aumento del PIB canario entre el 2,7% y el 3% para los años 2023 y 2024 empujado por una frenética actividad turística que podría cerrar este ejercicio con más de 15 millones de visitantes y con récord de gasto en destino.

Esa vitalidad de la economía canaria tendría su reflejo en el empleo. Según BBVA Research, en ese periodo se reducirá la tasa de paro a un 14% desde el 17% que registró la última EPA.

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No obstante, algunas sombras pueden eclipsar las estimaciones. La inflación y el encarecimiento de la financiación están mermando el consumo de las familias y la inversión empresarial, además de la incertidumbre que provoca depender de un fino alambre como el turístico, susceptible de tambalearse con cualquier mínima incidencia internacional o con los vaivenes internos de los países emisores.

Problemas enquistados y ajustes fiscales

A pesar de los pronósticos de creación de empleo, el alto índice de parados continúa marcando la diferencia de Canarias con el resto del territorio nacional. Como también lo hace la desigualdad, el bajo poder adquisitivo derivado de unos salarios entre los más bajos de España y la pérdida constante de productividad.

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Problemas enquistados en circunstancias determinantes para la economía regional: la lejanía y la insularidad, factores que CC envuelve en su bandera para reclamar políticas específicas del Gobierno central y, además, diferenciarse de sus adversarios. “Nuestros jefes no están en Madrid” es el resumen con el que proclaman que el nacionalismo es la mejor receta para lograr un mejor trato a las islas.

Mensaje sencillo de captar en el archipiélago, pero complicado de materializar en las moquetas ministeriales que esperan que ocupe el PP tras las elecciones generales, lo que facilitaría la próxima legislatura gracias a los socios del mismo color político en Canarias.

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Será una cuestión clave, dado que los siguientes cuatro años serán complejos. Una de las complicaciones vendrá con el retorno del control fiscal para volver a cumplir los límites de déficit y de deuda en los presupuestos autonómicos, lo que acabará con el entusiasmo a la hora de gastar.

Las cuentas públicas de 2024 estarán de nuevo condicionadas por las reglas fiscales impuestas desde Bruselas tras cuatro años de relajación como consecuencia de la pandemia. Se acabaron, por tanto, las partidas expansivas que se ven amenazadas por el fantasma de los recortes. Canarias tendrá que ajustarse el cinturón después de cerrar 2022 con un déficit del 1,2% del PIB.

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Con estos mimbres, el pacto que surja de las negociaciones tendrá que afrontar asuntos prioritarios y sensibles, como rebajar las listas de espera sanitarias, entre las más voluminosas del país; mejorar el acceso a la vivienda a través de programas públicos; acabar con la espera en dependencia, o financiar las medidas para alcanzar la descarbonización de las islas.