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El 66% de los "sin papeles" que llegaron a Canarias zarparon del Sáhara Occidental
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Inmigración irregular 2021

El 66% de los "sin papeles" que llegaron a Canarias zarparon del Sáhara Occidental

Récord de argelinos. La presión migratoria sobre el archipiélago arrancó cuando EEUU reconoció la "marroquinidad" del Sáhara. Rabat intenta así que España siga sus pasos

Foto: Un migrante desembarca de un barco de la Guardia Costera en el puerto de Arguineguín. (Reuters/Borja Suarez)
Un migrante desembarca de un barco de la Guardia Costera en el puerto de Arguineguín. (Reuters/Borja Suarez)
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La inmigración irregular que llegó a España en 2021 permaneció estable. Hasta el 27 de diciembre fueron 40.652 los "sin papeles" que lograron poner pie en suelo español, 612 más que el año anterior, según estadísticas provisionales que manejan el Ministerio del Interior y Frontex, la agencia europea de control de fronteras.

Esa cifra no incluye, sin embargo, el aluvión migratorio que se produjo en Ceuta el 17 y 18 de mayo pasados cuando la crisis diplomática entre España y Marruecos alcanzó su cénit. Entonces entraron en la ciudad, sobre todo a nado, unos 9.500 inmigrantes, en su gran mayoría marroquíes, de los que la quinta parte eran menores. A finales de diciembre aún permanecían en Ceuta 154 adultos y 377 menores de edad, según fuentes oficiales. Al margen de ese pico, otros 1.756 "sin papeles" lograron en 2021 saltar las vallas de Ceuta y Melilla o nadar hasta sus playas.

El elevado número de argelinos es revelador de la crisis social que atraviesa el país más rico y poblado del Magreb

Pese a su estabilidad el fenómeno migratorio tiene para el Gobierno español, y no solo para el Ministerio del Interior, una doble lectura preocupante: el elevado número de argelinos que arribaron a las costas españolas y el alto porcentaje de embarcaciones que parten del Sáhara Occidental, bajo control marroquí, rumbo a Canarias.

A Almería, Murcia, Alicante y las Baleares llegaron 11.335 argelinos, una cifra nunca vista. La gran mayoría zarparon desde las costas del oeste de Argelia en embarcaciones neumáticas semirrígidas equipadas con motores de gran caballaje —generalmente comprados en España— que les permiten hacer el recorrido en cinco o seis horas. Cuando ponen pie en la costa española intentan evitar ser detenidos porque temen ser expulsados a su país, pero con Argelia —como con Marruecos— apenas hay devoluciones pese a las gestiones del ministro Fernando Grande-Marlaska. La última fue en agosto.

Pese a que los subsaharianos (15.106) y los marroquíes (13.218) siguen siendo más numerosos, el elevado número de argelinos es revelador de la crisis social que atraviesa el más rico y poblado país del Magreb (44 millones de habitantes). El incremento del precio de los hidrocarburos le proporciona una cierta bonanza económica que no disuade a los candidatos a emigrar. "Tras una breve pausa, el fenómeno de los 'harragas' (sin papeles) vuelve con fuerza, trayendo nuevas tragedias humanas en un clima de indiferencia general", constataba, el mes pasado, el diario 'Liberté' de Argel. "La muerte de migrantes argelinos en el Mediterráneo se ha convertido en un destino trágico", se lamentaba el periódico.

Todas las previsiones apuntan a que el fenómeno migratorio de África, y no solo el de los argelinos, está de nuevo en auge por cuatro razones: el covid-19 y, en el Sahel, el yihadismo han causado estragos económicos que impulsan a más jóvenes a poner rumbo al norte; pese a la variante ómicron se han levantado confinamientos y restricciones y es más fácil desplazarse; Francia redujo en septiembre a la mitad la concesión de visados a argelinos y marroquíes y aquellos que no obtengan el preciado documento para viajar estarán tentados por emigrar a las bravas; los países europeos receptores de inmigrantes irregulares apenas logran expulsarlos. Se traslada así la sensación al aspirante a migrar de que sí se pone pie en Europa ya no hay vuelta atrás.

Buena parte de los inmigrantes irregulares que logran alcanzar las costas españolas intentan cruzar los Pirineos para iniciar una nueva vida en otros países europeos en los que tienen familia o amigos. Por eso, el Ministerio del Interior francés cerró, en enero de 2020, 16 puestos pequeños puestos fronterizos de montaña en los que no había más que controles esporádicos. A día de hoy 11 de ellos permanecen aún clausurados pese a las protestas de los habitantes de los pueblos vecinos que deben hacer grandes rodeos para atravesar la frontera.

El otro motivo de inquietud, a ojos del Gobierno español, es que la inmigración a Canarias se mantuvo en 2021 (22.052 llegadas hasta el 27 de diciembre) en niveles similares a los del año anterior que fue el peor desde que en 2006 se produjo la llamada "crisis de los cayucos" cuando desembarcaron en el archipiélago 31.678 "sin papeles". La diferencia entre aquel aluvión de inmigrantes y el actual es que hace 15 años la mayoría procedían directamente de Senegal y Mauritania y ahora zarpan de Marruecos y del Sáhara Occidental, la excolonia española bajo control marroquí.

La laxitud marroquí en el Sáhara obedece a razones políticas, según sospechan los servicios de inteligencia españoles

En la última semana de diciembre han corrido todo tipo de bulos en las redes sociales frecuentadas por los jóvenes marroquíes anunciando que las fronteras de Ceuta y Melilla se abrirían a fin de año. Las fuerzas de seguridad de Marruecos han tenido que emplearse a fondo para impedir que cientos, quizás miles, de aspirantes a emigrar se concentren a las puertas de las ciudades autónomas. En Nochevieja los antidisturbios disolvieron, por ejemplo, una concentración de jóvenes que se habían dado cita en Castillejos, una ciudad situada a tan solo tres kilómetros de Ceuta.

En las costas del Sáhara Occidental o en las del sur de Marruecos esas mismas fuerzas de seguridad no se esmeran tanto. De los 22.052 "sin papeles" que pusieron pie en Canarias en 2021, la policía y Frontex han podido determinar el lugar de partida de 16.362. El 65,7% (10.721 inmigrantes) zarparon del Sáhara Occidental; el 15,24% (2.494 del sur de Marruecos); el 13,44% (2.200) de Mauritania; el 3,76% (616) de Senegal y el 2% (331) de Gambia.

La laxitud marroquí en el Sáhara, el territorio con mayor presencia militar y policial de África, obedece a razones políticas, según sospechan los servicios de inteligencia españoles. Las autoridades marroquíes aflojaron sus controles en las costas saharianas justo en el último trimestre desde 2020 cuando inician una negociación a tres bandas con Washington y Tel Aviv. Su desenlace fue, el 10 de diciembre de 2020, el reconocimiento por EEUU de la soberanía marroquí sobre ese territorio, tan extenso como el Reino Unido, y que fue colonia española hasta 1975.

Marruecos presiona así a España desde hace 15 meses, planteándole en el archipiélago un desafío migratorio más difícil de revolver que en la península, para que el Gobierno de Pedro Sánchez dé pasos en la dirección que marcó hace un año el presidente Donald Trump. Rabat sabe que la antigua potencia colonial no puede llegar de golpe tan lejos como EEUU, pero sí pretende que dé un espaldarazo en público —bajo cuerda ya lo ha hecho— a su propuesta de conceder una autonomía limitada al Sáhara que estaría bajo soberanía marroquí. Esa es la posición de Francia.

Cuando, en 1991, tras 16 años de guerra, se alcanzó un alto fuego en el Sáhara entre Marruecos y el Frente Polisario, ambos adversarios pactaron la celebración de un referéndum de autodeterminación, pero desde entonces las autoridades marroquíes se han desdicho de su compromiso. Desde 2007 ofrecen como alternativa una autonomía con competencias inferiores a las de cualquier comunidad autónoma española.

La inmigración irregular que llegó a España en 2021 permaneció estable. Hasta el 27 de diciembre fueron 40.652 los "sin papeles" que lograron poner pie en suelo español, 612 más que el año anterior, según estadísticas provisionales que manejan el Ministerio del Interior y Frontex, la agencia europea de control de fronteras.

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