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El reconocimiento de EEUU de la soberanía marroquí del Sáhara pone presión a España
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Presión indirecta a España

El reconocimiento de EEUU de la soberanía marroquí del Sáhara pone presión a España

Mohamed VI se arriesga a estrechar lazos con Israel, pese a tener a su opinión pública en contra

Foto: Un reciente encuentro entre el ministro de Interior español y su contraparte marroquí. (EFE)
Un reciente encuentro entre el ministro de Interior español y su contraparte marroquí. (EFE)

El rey Mohamed VI de Marruecos ha tomado una decisión arriesgada normalizar las relaciones con Israel— a cambio de un gran premio: el reconocimiento por Washington de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y la apertura de un consulado estadounidense en Dajla, la segunda ciudad de esa excolonia española.

El presidente Donald Trump anunció el jueves por la tarde en Twitter un “avance histórico” consistente en que “dos grandes amigos” de EEUU, “Israel y el Reino de Marruecos, han aceptado normalizar completamente sus relaciones diplomáticas”, lo que supone “un gran paso adelante para la paz en Oriente Próximo”. Un comunicado de la Casa Real marroquí confirmó minutos después el tuit de Trump, aunque no precisa si se abrirán embajadas en Rabat y Tel Aviv o la relación será a un nivel algo inferior.

El reconocimiento de la soberanía sobre el Sáhara es un espaldarazo a Marruecos que se produce en el mejor momento. Tras 29 años de alto el fuego, se han reanudado a pequeña escala, desde el 13 de noviembre, las hostilidades entre el Ejército de Marruecos y el Frente Polisario, el movimiento armado que reivindica la independencia del territorio. La guerra consiste básicamente en duelos de artillería sin movimientos de tropas sobre el terreno.

Foto: Soldados saharauis en Rabuni, "zona liberada". (EFE)

El presidente Donald Trump continúa así, un mes antes de abandonar la Casa Blanca, su política consistente en empujar a varios países árabes a establecer relaciones con Israel. Hasta ahora, lo ha conseguido con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y ahora con Marruecos, pero aún se le resiste Arabia Saudí. Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, declaró el jueves a la prensa que el reconocimiento del Estado hebreo por Riad era “ineluctable”. El príncipe heredero saudí y hombre fuerte del reino, Mohamed Ben Salman, teme, probablemente, las consecuencias internas de un reconocimiento de Israel.

El paso dado por Marruecos reviste gran importancia, no solo porque es el país árabe más poblado, después de Egipto, que normaliza relaciones con el Estado hebreo, sino porque Mohamed VI preside el Comité Al Qods, en el que participan todas las naciones árabes y que, en teoría, se encarga de velar por el respeto de los lugares santos del islam en Jerusalén. En su comunicado, el monarca insiste en “la necesidad de preservar el estatuto especial de esa ciudad” y hace hincapié “en la libertad de practicar los ritos religiosos” de las tres grandes religiones monoteístas.

La diplomacia marroquí ha logrado estos últimos meses que 19 países, la mayoría del África francófona, pero también Emiratos, abran consulados en El Aaiún y El Dajla, las dos principales ciudades del Sáhara, lo que implica un reconocimiento 'de facto' de la soberanía marroquí. Ahora se les añade EEUU, cuyo consulado en la antigua Villa Cisneros, rebautizada Dajla, tendrá ante todo vocación económica, porque no hay estadounidenses que residan en el territorio.

Foto: El príncipe de Arabia Saudi Mohammed Bin Salman y Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel. (Reuters)

Aunque el palacio real alauí apostó en las presidenciales de 2016 por Hillary Clinton —hubo donaciones a su campaña electoral— frente a Donald Trump, la diplomacia marroquí ha estado cómoda con el presidente republicano en la Casa Blanca. No parece que vaya a suceder de entrada lo mismo con el demócrata Joe Biden, al que Rabat aún no ha felicitado por su elección. Marruecos fue en 1777 el primer país del mundo en reconocer la independencia de EEUU, como ha recordado el jueves Trump, y desde entonces la relación entre ambos ha sido generalmente cordial.

Presión a Francia y España

La recompensa que otorga la Casa Blanca a Marruecos a cambio de su normalización con Israel incitará a la diplomacia marroquí a presionar a Francia y España, sus dos principales socios en Europa, a que sigan ese ejemplo. Probablemente no lo harán, pero si París —más sensible aún que Madrid a los argumentos de Rabat— tomase esa iniciativa, “el Gobierno español estaría en aprietos” frente a su vecino del sur, según reconocen fuentes diplomáticas españolas. Una cumbre "de alto nivel" hispano-marroquí, a la que iba a asistir el presidente Pedro Sánchez y que se iba a celebrar en Rabat el 17 de diciembre, ha sido cancelada repentinamente, pocas horas después del anuncio de Trump, presuntamente por motivos sanitarios relativos al coronavirus, según un comunicado de Exteriores. No obstante, fuentes diplomáticas en Rabat señalaron que la delicada salud del rey Mohamed VI incitó este jueves a las autoridades marroquíes a solicitar el aplazamiento de este encuentro.

El último dictamen de Naciones Unidas, elaborado en 2002 por Hans Corell, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Jurídicos, por encargo del Consejo de Seguridad, recalca que España sigue siendo la potencia administradora del territorio. Prueba de ello, por ejemplo, es que la gestión del espacio aéreo del Sáhara está cedida por la empresa pública española AENA a su equivalente marroquí, pero podría ser recuperada por España en cualquier momento. España dispone en El Aaiún de una antena del Instituto Cervantes y de una oficina, sin rango diplomático, que custodia los bienes del Estado español en la antigua colonia.

Marruecos y la Comisión Europea han cosechado desde 2016 una serie de derrotas frente al Polisario ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha invalidado parte de los acuerdos de pesca y agrícolas suscritos entre ambos porque incluían el Sáhara Occidental. Las sentencias han tenido, por ahora, pocas consecuencias prácticas, aunque algunos de esos acuerdos han debido ser reelaborados.

Foto: Soldados saharauis el pasado mayo. (EFE)

La decisión real conlleva riesgos de puertas para adentro en Marruecos. La formación más votada en las elecciones legislativas de 2016 fue el islamista Partido de la Justicia y del Desarrollo, y otro movimiento de inspiración religiosa, Justicia y Espiritualidad, goza de gran arraigo, aunque no participa directamente en la vida política. Ambos son propalestinos y antiisraelíes. Para el primer ministro, el islamista moderado Saadedin el Othmani, el comunicado del palacio real es un revés. Desconocía todo de la negociación en curso, según fuentes de su partido.

Cuando el pasado septiembre Emiratos estableció relaciones con Israel, los islamistas se echaron a la calle para expresar su rechazo. Algunas de las manifestaciones más concurridas que se recuerdan en Marruecos se convocaron para denunciar la represión israelí en Cisjordania o la invasión militar de Gaza.

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Que la opinión pública marroquí sea muy crítica con Israel no significa que los judíos no gocen de simpatías en el país. En Marruecos, viven unos 3.000 judíos y se calcula que unos 50.000 israelíes viajan cada año para hacer negocios con discreción o turismo, muchas veces en busca de sus raíces. Cientos de miles de judíos residían en Marruecos cuando el país accedió a la independencia, en 1956, pero la mayoría emigraron a Israel y a Francia.

Hasta ahora, para viajar de Israel a Marruecos, los israelíes debían transitar por algún país europeo. Durante un tiempo, hubo vuelos de Tel Aviv a Palma de Mallorca que, tras aterrizar en la isla, cambiaban de número y después proseguían hasta Casablanca. Ahora podrán hacerlo directamente, porque el acuerdo alcanzado prevé también el establecimiento de vuelos directos, según señala el comunicado de la Casa Real.

El rey Mohamed VI de Marruecos ha tomado una decisión arriesgada normalizar las relaciones con Israel— a cambio de un gran premio: el reconocimiento por Washington de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y la apertura de un consulado estadounidense en Dajla, la segunda ciudad de esa excolonia española.

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