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La anomalía de Ourense: la provincia rebelde que rompe los esquemas del voto en Galicia
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Elecciones del 18 de febrero

La anomalía de Ourense: la provincia rebelde que rompe los esquemas del voto en Galicia

El análisis electoral del territorio escapa al eje izquierda-derecha y urbano-rural. Un punto de partida para entender al votante ourensano es Jácome, el polémico alcalde que presenta candidato por primera vez en las elecciones

Foto: El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, disfrazado de astronauta. (EFE/Democracia Ourensana)
El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, disfrazado de astronauta. (EFE/Democracia Ourensana)
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Los cronistas demoscópicos suelen distinguir entre la Galicia urbana y la rural. De un lado, en su fachada atlántica, el eje A Coruña-Santiago-Vigo, y del otro, el mucho menos poblado entre Lugo y Ourense. Pero esta última provincia se escapa a ese y a muchos otros razonamientos categóricos. La provincia de Ourense, la misma que en su día puso contra las cuerdas desde la propia derecha a Manuel Fraga, responde a realidades mucho más complejas que los ejes izquierda y derecha o urbano y rural. Nadie ilustra mejor esa complejidad que el alcalde de la capital, Gonzalo Pérez Jácome, de Democracia Ourensana (DO), un outsider de la política que bebe de planteamientos al borde de lo antisistema y come del electorado del Partido Popular, una paradoja que amenaza con poner patas arriba el tablero político gallego tras el 18-F.

“Un hecho que se suele olvidar cuando se habla de Ourense es que el propio clan Baltar no procede del Partido Popular, sino de Centristas de Galicia”, analiza un periodista local. La integración de ese partido en el PP se produjo en 1991, cuando Fraga ya llevaba más de un año en la presidencia de la Xunta, para iniciar una suerte de alianza tan duradera como repleta de tensión. Si se rebobina un poco más atrás, en las raíces del largo mandato de los Baltar, se llega hasta el auténtico ideólogo de Centristas, Eulogio Gómez Franqueira, que antes de hacer fortuna en el franquismo con Coren había militado en los estertores de la Segunda República en las Mocedades Galeguistas, la organización juvenil del Partido Galeguista. Esa naturalidad con la que se transita entre el nacionalismo y los ideales conservadores es otra peculiaridad de la derecha ourensana.

“Hay un hilo invisible que une a Jácome con los Centristas de Galicia que tantos quebraderos de cabeza le crearon a Fraga”, explica Xosé Rúas, profesor de Comunicación Electoral de la Universidad de Vigo. El fondo de la cuestión es la división de una derecha que en esa provincia “nunca funcionó como una única fuerza” y que el PP jamás llegó a domesticar por completo, por más que Jácome evite encasillarse en ese espectro del electorado. En opinión de Rúas, no hay duda: “Es derecha, incluso ultraderecha”.

Para el politólogo y profesor en la Universidad de Santiago de Compostela Miguel Anxo Bastos, Democracia Ourensana —que se presenta con Armando Ojea, mano derecha del alcalde, como candidato— replica de alguna manera el esquema de Centristas. “De hecho, antes de ser Centristas de Galicia el partido era Centristas de Ourense: compartían esa visión vinculada a Galicia, pero muy específicamente a la provincia”, precisa. La peculiaridad de Jácome reside en su “populismo de libro”. “Es un señor que cuanto más le atacas, más fuerte lo haces, porque más se habla de él. El fenómeno no es DO, sino Jácome, que ha demostrado una gran capacidad para sintonizar con la gente con medidas efectistas”.

Foto: Alfonso Rueda se reúne con Gonzalo Pérez Jácome. (EFE/Rosa Veiga)

Así es como Jácome se ha convertido en el elefante en la habitación de la campaña. Su partido no está invitado a los debates ni figura en la agenda de los candidatos, aunque todas las encuestas lo sitúan mucho más cerca de obtener representación que Podemos o Vox. Tras su éxito de las últimas municipales, cuando se hizo con la alcaldía como partido más votado tras un acuerdo con el PP, su aspiración reside en lograr al menos un diputado y frustrar la mayoría absoluta de los populares, lo que le convertiría en el gran árbitro del Gobierno de Galicia. Con unas consecuencias que, vistos los antecedentes de pasadas negociaciones, ponen los pelos de punta a cualquiera de sus eventuales socios.

Bastos no duda de que, en caso de resultar decisivo, Jácome jugará a la ambigüedad y tratará de negociar con todos, aunque descarta otro pacto que no sea con el PP. Rúas está de acuerdo con él. “La llave está en el lado de la derecha, otra cosa es que trate de jugar a ser bisagra”. Lo que, según el profesor de la Universidad de Vigo y exconcejal en Ourense por el PSdeG, reeditaría la vieja piedra en el zapato que, pese a sus holgadas victorias electorales, la provincia siempre ha sido para el PP. Fraga contuvo a los herederos de Centristas con transigencia ante maneras de hacer política que en absoluto aprobaba. Feijóo trató de doblegarlos en el famoso congreso de 2010, pero tras fracasar decidió seguir la misma táctica que su antecesor. “Y ahora que el baltarismo está supuestamente en retirada, aparece Jácome para disgusto de Alfonso Rueda”, analiza Rúas.

Foto: El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome. (EC Diseño)

Al alcalde ourensano lo consideran todos sus rivales con la suficiente inteligencia política para moverse en el electorado de forma transversal, pero los datos evidencian que el PP es el gran perjudicado de su éxito. El mejor barómetro son las pasadas elecciones municipales, en las que los populares, con una media del 40,59% de votos en la provincia, bajaron al 24,98% en la capital, 10 puntos menos que el reelegido alcalde. El resultado de Jácome fue memorable: el 33,83% de los votos en su ciudad. Para incrementar los temores de sus rivales, en el conjunto de la provincia logró un meritorio 10,92% de apoyos, a pesar de que solo se presentaba en otros 10 pequeños municipios de la circunscripción.

Nadie está cómodo con DO en el escenario de la política autonómica, pero menos que cualquier otro un PP que no tuvo reparos en admitirlo cuando, en 2019, exigió a Jácome el compromiso de mantenerse al margen en las elecciones europeas para firmar el acuerdo por el que se repartieron diputación y alcaldía. La cláusula trataron de incluirla en el pacto in extremis que en 2023 permitió al PP amarrar la presidencia de la institución provincial, firmado horas antes de la votación en una cafetería cercana. Fue sin éxito, con unas consecuencias que comenzarán a resolverse el 18 de febrero.

Los cronistas demoscópicos suelen distinguir entre la Galicia urbana y la rural. De un lado, en su fachada atlántica, el eje A Coruña-Santiago-Vigo, y del otro, el mucho menos poblado entre Lugo y Ourense. Pero esta última provincia se escapa a ese y a muchos otros razonamientos categóricos. La provincia de Ourense, la misma que en su día puso contra las cuerdas desde la propia derecha a Manuel Fraga, responde a realidades mucho más complejas que los ejes izquierda y derecha o urbano y rural. Nadie ilustra mejor esa complejidad que el alcalde de la capital, Gonzalo Pérez Jácome, de Democracia Ourensana (DO), un outsider de la política que bebe de planteamientos al borde de lo antisistema y come del electorado del Partido Popular, una paradoja que amenaza con poner patas arriba el tablero político gallego tras el 18-F.

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