Es noticia
La consagración de LUCE: de inundar las calles de Valencia a entrar en los museos
  1. España
  2. Comunidad Valenciana
ARTE

La consagración de LUCE: de inundar las calles de Valencia a entrar en los museos

El artista valenciano que atravesó con su firma miles de coordenadas da el salto al IVAM. En esta entrevista razona sobre un proceso de juego y descubrimiento que va más allá de las conveniencias sobre la vida en la ciudad

Foto: LUCE posa en una sala del IVAM. (EFE/Kai Forsterling)
LUCE posa en una sala del IVAM. (EFE/Kai Forsterling)

Durante un puñado de años, el tiempo que transcurre entre 2010 y la actualidad, LUCE tuvo problemas para definir su oficio más allá de ser simplemente LUCE: un nombre de marca que aparecía sobre los lugares más insospechados de Valencia, y más allá, hasta alcanzar la cualidad de unidad métrica. ¿Cuántos 'luces' de distancia hay entre tu casa y tu trabajo?, le gustaba pensar al autor. Su sello se colaba, como las termitas, en postes de electricidad, voladizos, mupis, cornisas… Es más, si hubiera que condensar los elementos de marca de la ciudad en esa fase de su historia, habría que incluir en el catálogo estas protuberancias de arte espontáneo.

placeholder Un 'luce' en un portal de Valencia. (Cedida)
Un 'luce' en un portal de Valencia. (Cedida)

Lo que LUCE hacía era complicado de definir, como ocurre en la diatriba infinita sobre qué es o no arte. Podría parecer una subversión, pero tampoco se trataba de eso, más bien al contrario. Era una pura medición de sus propias posibilidades, un proceso de investigación obsesivo con el que concluir qué efecto tienen nuestras acciones no regladas en los espacios en los que convivimos. De ese viaje a sí mismo, LUCE ha dejado de dudar cuando le preguntan a qué se dedica. Es artista. Y su propósito reside ahora en llenar de significado el nombre que cualquier valenciano leyó alguna vez.

El artista, de 32 años, atiende estos días detrás de su escritorio, instalado en el centro de arte que, como él, se enuncia a partir de cuatro letras mayúsculas: IVAM. En la exposición en vivo ‘Estudio abierto, LUCE. Un diálogo con Pinazo en el espacio público’ recopila algunos de sus procesos artísticos, todos ellos con el denominador común de tomar la ciudad como gran retablo sobre el que contrastar sus pensamientos: juegos y descubrimientos para resignificar los elementos urbanos.

Foto: Un grafiti del Rey emérito firmado por el artista J. Warx en una calle de Valencia. (EFE/Biel Aliño)

Lejos del anonimato con el que su firma se agazapaba, recibe a sus visitas armado de cachivaches. Le parecía honesto exponerse. Dar la cara, además del nombre.

PREGUNTA. ¿Por qué comenzó a intervenir en el espacio público?

RESPUESTA. Al principio, sobre 2004, el grafiti me ocupaba la mayoría del tiempo. Me gustaba por la simple razón de la posibilidad de hacerlo. Con tus propios medios puedes seguir un camino directo, no requiere apenas proceso ni intermediarios

P. ¿Qué entornos le interesaban?

R. El entorno cercano, muy vinculado al colegio. Mi primer boceto de hecho fue en la pizarra de clase. Sobre todo, en el recorrido de casa al colegio, de Campanar hacia Jesuitas. Es el espacio de confort que te permite mirar repetidamente. Recuerdo sentir cierto agobio por querer ver más cosas y mi madre decirme: ‘Lucas, no te preocupes, esto es un período, es solo una parte, igual que con las amistades, la ciudad es muchas más cosas’. Pero a mí me fascinaba ver cómo mi padre se conocía todas las zonas. Idealizaba su capacidad de orientación y, gracias al grafiti, he podido tenerla. Ha sido mi lente para conocer la ciudad.

placeholder Una de las obras expuestas en el IVAM. (Cedida)
Una de las obras expuestas en el IVAM. (Cedida)

P. ¿Cómo decide que su nombre esté en centenares de coordenadas de Valencia?

R. Voy experimentando con las formas del grafiti más neoyorquinas, estructuradas a través del uso de las letras, donde los motivos son los caracteres. Y en ese proceso cobra importancia para mí la legibilidad, la fácil lectura de lo que se escribe. A partir de 2010 empiezo a decidirme por LUCE como manera repetitiva, con accesorios sencillos, como la madera. Buscaba que el ciudadano conectara con esa comunicación. Pero tampoco tenía un propósito de que eso se convirtiera en arte, en un producto. Sobre todo era un proceso orgánico: yo descubriéndome a mí, una cuestión de identidad.

P. ¿Cuántos 'luces' ha llegado a hacer?

R. En el momento que decido dejar de hacerlo es, no tanto por saber a qué cifra he llegado, sino más por una conversación en la que digo: ‘qué más me da mil que mil uno’. Entiendo que ya he llegado a un tope en ese proceso de comunicación. La ironía es que comienzo a pensar en el nombre, además de una identidad, como una manera de medir el espacio, que funciona como sistema métrico: ¿a cuántos luces estás de tu casa?

Foto: Vicent Todolí huele un cítrico en su finca. (Todolí Citrus Fundació)

P. ¿Cómo le transforma la repetición insistente de se nombre?

R. No quería solo que me interpretaran a partir de escribir mi nombre. Tras tanta repetición, quería llenar de significado ese nombre. Y la idea pasa por relacionarme con los lugares, sin más contexto previo. La premisa es que las acciones hablen por mí.

P. ¿Cuándo comienza a decirle a los demás que es artista?

R. Siempre existe ese ejercicio continuo de explicarse, de justificarse… Pero ahora percibo que, gracias a pasar por el museo, todo eso ya no es necesario, ya no necesito decir lo que hago: me ha generado mucha paz, la calma conmigo mismo.

placeholder Dos personas visitan la exposición. (EFE/Kai Forsterling)
Dos personas visitan la exposición. (EFE/Kai Forsterling)

P. ¿Cuál es su rutina de trabajo?

R. Soy feliz cuando un día tiene un grado intenso de creatividad. Quizá un día comienza en el momento del despertar, donde mientras dormía he estado pensando en cosas y eso crea conexiones que me llevan a lo que haré durante el día. En otras ocasiones, es a través del dibujo, que me va abriendo los sentidos y me dirige el pensamiento hacia un lugar. Hay una ansiedad ligera cuando no puedo conectar con aquello que quiero, y a veces tengo cierto desorden en el comer, no tanto en el dormir, pero me gusta convivir con ello.

P. En su obra hay una tensión constante sobre los límites de nuestra actividad en la ciudad.

R. Sobre todo me gusta la idea del residuo, del deshecho. Por la economía de medios y lo que transmite. Por eso hago lecturas sobre toldos en lugares donde ha perdido su valor, o de vallas publicitarias perforadas sobre la parte trasera, donde la publicidad da toda la importancia a lo que ocurre en una cara y la niega en lo que ocurre en la otra… Me gustan esos sitios que han perdido y que monetariamente ya no se consideran rentables.

Foto:

P. Es una especie de antídoto contra la ciudad reglada.

R. Quizá me muevo en ese límite de no pedir permiso, pero no tanto por no hacerlo sino por la posibilidad que te da no saber la verdad de las cosas. Me gusta darle una lectura nueva a la ilegalidad, mi trabajo no es enfrentarme a la ley, es ofrecer maneras de relacionarse con la ciudad de manera distinta. Ir por un margen donde hay dudas y no están todas las respuestas.

Me da la sensación de que no exijo, me muevo en las situaciones dadas. Aunque creo que no tengo una noción de ciudad, más bien de reductos, de situaciones vulnerables de las ciudades.

placeholder LUCE. (EFE/Kai Forsterling)
LUCE. (EFE/Kai Forsterling)

P. Y de repente recibe en el museo.

R. Yo tenía un plan laboral que pasaba por seguir generando pequeñas cápsulas, pero buscando un trabajo de repartidor de paquetes, que incluso se vinculaba un poco con mi trabajo como artista y me permitiera cubrir las necesidades económicas. Pero tuve la suerte de que apareciera una persona (Mira Bernabéu) y su galería que tenían interés en mí y que a mí también me lo generaban. Creo que tengo un trabajo que es una buena propuesta dentro de la escena artística. Y en ese camino, llega lo del museo (IVAM).

Estas piezas solo había podido comunicarlas a través de Instagram. Pasan en la calle, recorrer el filtro de las redes y que ahora puedan estar en una exposición…

P. En ese proceso de comunicación pasas del misterio de la pregunta de ‘quién es LUCE’ a mostrarte ante el público con un espacio donde atiendes.

R. Dentro de la lectura de dotar de contenido a la palabra ‘LUCE’ esto es un poco una performance. Soy parte de esta exposición. Aquí estoy yo durante este verano. Después, frente a la demanda que pueda existir, me gustaría que eso no me haga desencaminarme, que no sucumba ante propuestas suculentas que me impidan seguir haciendo mi vida naturalmente.

Durante un puñado de años, el tiempo que transcurre entre 2010 y la actualidad, LUCE tuvo problemas para definir su oficio más allá de ser simplemente LUCE: un nombre de marca que aparecía sobre los lugares más insospechados de Valencia, y más allá, hasta alcanzar la cualidad de unidad métrica. ¿Cuántos 'luces' de distancia hay entre tu casa y tu trabajo?, le gustaba pensar al autor. Su sello se colaba, como las termitas, en postes de electricidad, voladizos, mupis, cornisas… Es más, si hubiera que condensar los elementos de marca de la ciudad en esa fase de su historia, habría que incluir en el catálogo estas protuberancias de arte espontáneo.

Comunidad Valenciana Valencia Arte contemporáneo
El redactor recomienda