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‘Sorolla en negro’, la fascinante exposición que no sabías que necesitabas este verano
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‘Sorolla en negro’, la fascinante exposición que no sabías que necesitabas este verano

El Museo Sorolla se detiene en una de las facetas menos conocidas del pintor valenciano, con una muestra de 62 piezas donde se pone especial énfasis en las diferentes variaciones del negro en toda su pintura

Foto: Retrato de Agustín Otermín. (Cedida)
Retrato de Agustín Otermín. (Cedida)

Sorolla. Joaquín Sorolla. El artista de la luz, radiante y luminoso, protagoniza una de las exposiciones más relevantes del verano madrileño. Y lo hace con un formato y un concepto completamente atípicos. El pintor del luminismo, acepción por la que se hizo popular y conocido, con innumerables paisajes, donde la pasión por los diferentes tonos de luz y color eran la nota dominante, vira en esta ocasión en una muestra fascinante.

Sorolla en negro’ está comisariada por Carlos Reyero, uno de los mas inquietos estudiosos de la obra del pintor valenciano, y puede disfrutarse en el Museo Sorolla, la cuidada casa museo situada en el paseo del General Martínez Campos.

placeholder Exposición de Sorolla (Cedida)
Exposición de Sorolla (Cedida)

La monográfica se compone de 62 piezas (41 pinturas, un dibujo, un gouache, 17 fotografías, un álbum, y un libro ilustrado), 42 de ellas procedentes de las colecciones del museo, 13 vienen de prestamistas privados y 7 de distintas instituciones. Las obras se localizan en cuatro salas diferentes, divididas en áreas temáticas. Comenzando por los retratos, cinco de ellos no demasiado conocidos, lo que imprime, si acaso, mucho mas valor a un conjunto que pone en pie la importancia del negro. Entre ellos destaca el ‘Retrato de Manuel Bartolomé Cossío’.

De hecho, esto ocurre no solo como elemento determinante en lo que será el inicio del siglo XX, adelantando su perfil más innovador dentro de la modernidad, sino también como punto de unión con su época —ahí están las relaciones de afinidad con pintores como Manet o Whistler— o con la tradición española —de Velázquez a Goya, pasando indudablemente por la llamada ‘escuela del gris’ liderada por Ramon Casas y Santiago Rusiñol—.

Simbolismos

“La exposición comencé a prepararla en la primavera pasada”, confiesa Reyero, que ha sido catedrático de Historia del Arte y subdirector del Departamento de Historia y Teoría del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid. “Tenía claro que quería hacer algo diferente, una vuelta de tuerca a lo que conocíamos de Sorolla. Así que lo intenté con algo que llamara la atención”.

‘Sorolla en negro’, como ya comentabamos, se inicia con la representación de varios retratos. Unas piezas donde destacan las indumentarias masculinas. “Los colores oscuros y, en especial, los negros están asociados a un supuesto carácter masculino, reservado, austero y circunspecto. Representa sacrificio y entrega varonil”, indica el comisario en uno de los textos del catálogo. “Si la musicalidad y la alegría suelen asociarse con la variedad de colores, el negro y el gris invitan a pensar en un arte de la seriedad, el sosiego y el silencio”.

placeholder La sombra de la barca, por Sorolla. (Cedida)
La sombra de la barca, por Sorolla. (Cedida)

Y continúa: “El significado del color es cultural. Así pues, cualquier interpretación simbólica del negro en Sorolla hay que considerarla desde su tiempo; ningún contenido asociado es universal ni permanente. En virtud de una educación que incluye lo sensorial y lo psicológico, nadie, ni siquiera un pintor naturalista como Sorolla, escapa a las sugerencias anímicas y poéticas vinculadas a los colores que percibe y utiliza. Además, por más que se distancie de la pintura narrativa y literaria, Sorolla vivió una época particularmente atenta a la capacidad del color para sugerir sensaciones. Toda su obra evoca alusiones sensoriales a partir de este y, por lo tanto, también el negro”.

Negro sobre negro

De las ‘Armonias en negro y gris’ y ‘Negro simbolico’ pasa a un tercer apartado, ‘Superficies negras y oscuras', donde las estampas japonesas y la fotografia, un arte en plena expansión a finales del XIX, cobran especial relevancia. “La conexión con este universo oriental no es caprichosa, pues Sorolla contaba con tres álbumes de estampas japonesas en su colección. En algunas de ellas se aprecia cómo el plano de color negro, que define parte de una figura o de un objeto, se transforma en un elemento de la composición en superficie, centrando la atención visual o articulando una estructura mediante el equilibrio tonal”.

La exposición concluye con una acertada mirada a lo que podriamos llamar ascetismo del negro: ‘Monocromias’. “En tiempos de Sorolla, al igual que había sucedido con anterioridad, la monocromía permite centrarse en el significado de la luz y la oscuridad como elementos determinantes de la percepción visual. La cuestión cobró más importancia si cabe en un momento en el que la pintura se entendía, ante todo, como el resultado de una mirada circunstancial condicionada por la iluminación. La monocromía se vincula, en este caso, a la primera idea de una pintura. Monocromo es el primer trazo de los elementos esenciales que definen la representación en el lienzo, al igual que en el dibujo sobre papel, muchas veces concebido como un primer estudio de luces”, describe de forma minuciosa Reyero.

placeholder Clotilde con mantilla negra, por Sorolla. (Cedida)
Clotilde con mantilla negra, por Sorolla. (Cedida)

El catálogo, además de contar con su contribución, también tiene las firmas de Isabel Clua y Estrella de Diego. Esta última, que recientemente ha publicado un libro bellísimo sobre El Prado y su vida, habla de la epoca decimonónica: “Desde luego, el XIX es el del negro por excelencia, en hombres y mujeres, en períodos de luto y no tanto… Duelo perpetuo y belleza política, escribe Baudelaire”. Y sigue, describiendo 'El baile de disfraces de la opera', de Manet: “Un cuadro empastado en negro, negro sobre negro en el siglo de negros por excelencia, entre lutos, distinción y belleza poética y política de la nueva clase en ascenso, los representantes de esa vida moderna que cantan y pintan escritores y artistas”.

Las pinturas de Sorolla, los personajes que retrata, su mujer, Clotilde, y todo lo que le rodea transpira esa poética que tan bien cuenta Estrella. Una evocación, una estetica, donde el brillo del negro, resalta una elegancia, discreción y profundidad, como muy pocos autores de su generación. Un negro que cobra vigor e importancia, que adelanta su ascenso en el el siglo XX a verdadero representante de la modernidad.

Sorolla. Joaquín Sorolla. El artista de la luz, radiante y luminoso, protagoniza una de las exposiciones más relevantes del verano madrileño. Y lo hace con un formato y un concepto completamente atípicos. El pintor del luminismo, acepción por la que se hizo popular y conocido, con innumerables paisajes, donde la pasión por los diferentes tonos de luz y color eran la nota dominante, vira en esta ocasión en una muestra fascinante.

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