El ala dura de ERC se rebela contra la dirección del partido y aboga por el bloqueo tras el 23-J
El Colectivo Primero de Octubre pide la dimisión de Junqueras por el desplome electoral en las elecciones generales. El deseo es resucitar el espíritu y los valores del 1-O
ERC tiene un problema. El ala dura de la formación presiona a la dirección para que rompa amarras con el PSOE y se desmarque de la gobernabilidad de España y bloquee la formación de Gobierno tras el 23-J. Uno de los sectores más combativos es el Colectivo Primero de Octubre, un segmento radical partidario de la unilateralidad y cuyos postulados pasan por reconocer el resultado del ilegal referéndum de octubre de 2017 y reactivar la declaración unilateral de independencia (DUI) que proclamó el Parlamento catalán en aquel mes.
El colectivo deplora que el partido haya pasado de primera fuerza política en Cataluña en las elecciones generales de 2019 a ser la cuarta en las celebradas este domingo. “Este fracaso no es fruto de la casualidad, sino que es el resultado de una política errónea de la actual dirección que se fundamentaba en ensanchar la base y en empeñarse en mantener el espejismo de una mesa de diálogo que únicamente comporta cesiones por parte del independentismo. Es la hora de pasar cuentas y asumir responsabilidades por la estrategia fracasada”, aducen desde el Colectivo Primero de Octubre.
Este postulado es un ataque directo a la estrategia de la cúpula republicana que encabeza Oriol Junqueras. De hecho, Esquerra basó su hoja de ruta en la necesidad de ensanchar la base antes de dar cualquier paso fundamental. ¿Por qué? “No se puede proclamar una independencia cuando tienes menos de la mitad de la población a tu favor. Eso podría provocar una fractura social de consecuencias nefastas y producir más mal que bien. Lo primero es atraer a la sociedad al convencimiento de que es necesario que nosotros elijamos nuestro futuro político y luego actuar, pero siempre sabiendo que hay una mayoría social a favor de los pasos que vas a dar y que pueden desembocar en una ruptura”, explica una fuente republicana.
Ante el previsible entendimiento con el PSOE tras las elecciones del 23-J, los círculos más radicales se han puesto en guardia. El colectivo apuesta por la solución más drástica: “Exigimos la dimisión inmediata de la cúpula del partido, encabezada por Oriol Junqueras y Marta Rovira, y la convocatoria de un congreso extraordinario donde se puedan debatir y decidir los nuevos ejes estratégicos y programáticos de ERC”.
Recuperar los valores del 1-O
Los extremistas coinciden en estos momentos más con los postulados de JxCAT o de otros segmentos soberanistas unilateralistas que con la doctrina oficial de Esquerra. “Queremos un partido que recupere su espíritu fundacional, que tenga como objetivo prioritario la independencia de Cataluña, que apueste por la movilización popular y la confrontación democrática con el Estado, que defienda un proyecto de izquierda radical y feminista, que luche contra las desigualdades sociales y ecológicas y que tenga como referentes los valores del 1-O”, especifica la entidad. En realidad, el principio fundacional de ERC era mantener Cataluña dentro de una federación “con los otros pueblos ibéricos”, aunque en el siguiente párrafo habla de Estado catalán federado, supeditado al poder federal en algunos extremos, como el de la seguridad “en caso de guerra con el extranjero” o en el caso de la Justicia, sometida “a la Constitución del Estado federal”.
Esta plataforma ya rechazó los pactos de ERC con los socialistas en las diputaciones de Tarragona y Lleida, por los que los republicanos consiguieron la presidencia de ambas instituciones. “Después del denigrante espectáculo vivido con la alcaldía de Barcelona, podemos extraer una conclusión clara: el unionismo, sea de derechas o de izquierdas, va de la mano para impedir que el independentismo alcance cualquier espacio de poder”, señala. Por eso, lamentaba que ERC hubiese pactado con el PSC en Lleida y Tarragona, aludiendo a que es necesaria “la unidad estratégica del independentismo que ponga contra las cuerdas al unionismo, obligando a socialistas y comunes a pactar con la derecha si quieren pararnos”.
Y pedía que, “por coherencia, se reviertan los pactos en las diputaciones de Lleida y Tarragona y se priorice la unidad independentista”. También se opone a que ERC entre en el Gobierno de la Diputación de Barcelona, una decisión que se podría materializar este mismo miércoles, con lo que la socialista Lluïsa Moret tendrá un amplísimo apoyo interno para dirigir la corporación.
Además, tras la constatación de que ERC había perdido 300.000 votos en las municipales, el colectivo pidió a la dirección del partido “que reconozca que la estrategia seguida hasta ahora no ha dado los frutos esperados y que la reoriente de manera que sitúe la independencia en el centro de nuestro discurso político”. El Colectivo Primero de Octubre era partidario de consensuar una estrategia independentista conjunta de todos los partidos soberanistas ante el 23-J. Ahora, tras constatar otra vez que “nuestro partido ha perdido seis diputados y alrededor de 400.000 votos”, se vuelve a pedir un cambio radical de estrategia, pero con la dimisión de la cúpula añadida y la convocatoria de un congreso extraordinario.
La oferta de Junts
Estas premisas son similares a las sostenidas por Junts, que reclama a ERC una “unidad de acción”. De hecho, desde JxCAT siempre se ha criticado y rechazado la estrategia de ensanchar la base priorizada por ERC. Este martes, la presidenta de la formación, Laura Borràs, ha vuelto a poner sobre la mesa el tema y ha pedido a Esquerra que los dos partidos soberanistas con representación en el Congreso formalicen un grupo parlamentario propio en la Cámara legislativa española. Es una petición apoyada por la mayoría de Junts, pero que tiene una doble finalidad: supeditar a ERC a esta estrategia y controlar el apoyo que los republicanos puedan dar al PSOE en Madrid.
El plan de JxCAT es arrastrar a ERC a posiciones radicales, rayanas con la unilateralidad, para enfrentarla a una situación límite. Ello supondría también un desgaste interno de la formación republicana que le restaría margen de maniobra y, al mismo tiempo, permitiría a Junts presentarse como el partido locomotora del independentismo. En ciertos segmentos posconvergentes, hay desconfianza hacia un frente independentista. “Es preciso cambiar las sinergias y empatizar con lo que nos une, no con lo que nos separa, porque ya llevamos seis años así”, advertían en un foro de Junts este lunes.
La administradora, de perfil extremista, señalaba que se necesita a todos, de derechas, izquierdas, intelectuales, trabajadores, capitalistas, viejos o jóvenes, pero rechazaba a los dirigentes de ERC. Decía que no se debía aceptar a “gente que sea capaz de renegar de la independencia, de decir que 'soy republicano y de izquierdas', como hizo un cabeza de lista en estas elecciones [en una inequívoca referencia a Gabriel Rufián]. Pero sí a todos los que somos pueblo, los que luchamos por el país, por su independencia, todos los que tenemos como único ideal ver Cataluña como un país libre e independiente. El resto no, porque los traidores, los botiflers, los manipuladores profesionales, tarde o temprano, te volverán a traicionar”.
ERC tiene un problema. El ala dura de la formación presiona a la dirección para que rompa amarras con el PSOE y se desmarque de la gobernabilidad de España y bloquee la formación de Gobierno tras el 23-J. Uno de los sectores más combativos es el Colectivo Primero de Octubre, un segmento radical partidario de la unilateralidad y cuyos postulados pasan por reconocer el resultado del ilegal referéndum de octubre de 2017 y reactivar la declaración unilateral de independencia (DUI) que proclamó el Parlamento catalán en aquel mes.
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