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JxCAT y la ANC se alían para desgastar a Aragonès y reventar la mesa de diálogo

La estrategia independentista pasa por una guerra sin cuartel contra los republicanos en las instituciones y en la calle, con el objetivo prioritario de acabar con la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez

Foto: Jordi Turull y Laura Borràs. (EFE/Alejandro García)
Jordi Turull y Laura Borràs. (EFE/Alejandro García)

Los cambios en las cúpulas de Junts per Catalunya (JxCAT) y la Asamblea Nacional Catalana (ANC) han provocado la consolidación de un nuevo mapa político, cuyo principal objetivo es ERC. La sustitución de Carles Puigdemont al frente de Junts por el tándem formado por Laura Borràs y Jordi Turull ha elevado la presión sobre el Govern, hasta el punto de que amagan con convocar una consulta interna en el partido para conocer si la militancia quiere romper con Pere Aragonès. La alianza con la organización independentista, además, pretende reventar la mesa de diálogo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Entre bambalinas, la historia es aún más movida. Dolors Feliu, la nueva presidenta de la ANC, no se lo va a poner fácil a Aragonès. En la entidad, hay orden de tensionar las calles, el escenario político para crear malestar contra España. Se necesita una gran masa de descontentos que provoquen una situación similar a los días previos al referéndum ilegal del 1 de octubre. Y, para ello, una de las vías es presionar a ERC desde dos frentes: el institucional y el social. La sintonía con JxCAT es tal que la ponencia política que el partido aprobará en julio contiene ideas y conceptos que ya fueron incluidos en la hoja de ruta de la propia ANC.

Foto: Jxcat celebra su segundo congres en el sur de francia

La estrategia tiene un objetivo oculto: dinamitar la mesa de diálogo que ERC pactó con el PSOE. Mientras haya diálogo, consideran que el independentismo no crecerá. De ahí que todos los dirigentes de JxCAT o la ANC insistan en cada una de sus comparecencias en que la mesa ya está muerta y que es preciso pasar a la unilateralidad y comenzar una nueva etapa que ha de concluir con la celebración de otro referéndum por la independencia.

La ponencia de Junts detalla que no ha dado resultados ni los dará, y además es un instrumento "contraproducente". En un párrafo casi calcado de la ANC, señala que el mensaje que ha enviado la mesa de diálogo es de contribución "a la desmovilización del movimiento". "Ha enviado una señal errónea tanto al interior como al exterior del país", dice el texto.

Foto: Laura Borràs. (EFE/David Borrat)

En ERC, sin embargo, consideran que la mesa de diálogo es la iniciativa que mejor expresa el talante de los republicanos y que no se puede dar por finiquitada, entre otras cosas, porque apenas ha podido ponerse en marcha. En este sentido, aunque hay preocupación por la deriva ultraindependentista de Junts, en la cúpula republicana creen que al final no habrá ruptura del Govern. En menos de 24 horas, altos cargos y asesores pasarían de estar bien colocados y cobrando salarios de ‘cienmileuristas’ a estar en las listas del paro. Y, aunque fuese a trompicones, consideran que Aragonès podría seguir gobernando en solitario con apoyos puntuales de diversos grupos, ya sean comunes, socialistas o incluso pactando algunos temas con Junts.

Radicalizar a ERC

Feliu ya ha llegado a un acuerdo tácito con la nueva dirección de Junts. Los objetivos son los mismos: radicalizar a ERC. La presión ha de venir desde el ámbito político y desde la calle. En el primer supuesto, Turull y Borràs ya se han puesto manos a la obra para advertir de que nada continuará siendo igual. La presidenta del Parlament ha dicho ya a ERC que "es preciso renegociar los pactos entre los dos partidos" porque la nueva dirección no participó en ellos y habrá que cambiar algunas cosas, según han confirmado a El Confidencial fuentes bien informadas. Sus palabras fueron: "Estoy harta de defender cosas que no he decidido yo". En ERC han saltado las alarmas, porque Borràs no tiene nada que perder y está dispuesta a dinamitar el Govern si no la defienden en su investigación por corrupción.

Jordi Turull también ha lanzado un aviso de que se podría renegociar el acuerdo de legislatura, aunque desde la Generalitat los suyos le han advertido de que no es conveniente jugar con fuego y arriesgarse a perderlo todo en unas elecciones anticipadas. Pero un sector de Junts prefiere arriesgarse y dejar en evidencia a Esquerra. Además, en ese lote entraría también la ruptura del pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona.

Foto: Manifestación independentista convocada por la ANC, el pasado mes de febrero. (EFE/Enric Fontcuberta)

La presión sobre ERC se da también a nivel social. La ANC aprobó recientemente su nueva hoja de ruta para el próximo año y su única apuesta es por la confrontación y la unilateralidad. Un documento interno explica que es necesario construir "un frente común por la confrontación" para "hacer ingobernable Cataluña, tomando como referencia el 1 de octubre, muestra del poder del pueblo en el acto más grande de desobediencia que hemos hecho jamás". Ese escrito apuesta también por participar solo en mesas de trabajo o en acciones, "con el resto de actores políticos e institucionales, solo si son para buscar complicidades que encaminen la lucha hacia la confrontación con el Estado y por la defensa del referéndum del 1-O".

Esa actitud, que cuadra con la de Borràs y Turull, pone en una situación insegura a Aragonès, que será la principal víctima de esa pinza de Junts con la ANC. De hecho, JxCAT no quiere esperar a 2023 para que ERC haga balance de la mitad de la legislatura: quiere precipitar los acontecimientos y que haya confrontación en otoño. Exigirá además que se constituya un 'espacio de coordinación estratégica' para controlar la hoja de ruta rupturista en el futuro inmediato.

Foto: La nueva presidenta de JxCAT, Laura Borràs, y el nuevo secretario general, Jordi Turul. (EFE/Alejandro García)

Además, imitando a la ANC, JxCAT reconoce el liderazgo del Consell per la República, a quien le da un papel protagonista en la nueva etapa. También quiere prescindir del Parlament y poner toda la actividad bajo la tutela de una Asamblea de Representantes (la que ha creado ya Puigdemont en su Consell per la República, aunque en la ponencia se dice que estará constituida por "la institucionalidad autonómica y la republicana"). Ese organismo sería el encargado de reactivar la declaración unilateral de independencia (DUI) si el nuevo referéndum es imposible de realizar.

Prepararse para otro referéndum

En ese empeño, los de Borràs y Turull cuentan con el apoyo de la ANC. Además, con los mismos objetivos y la misma radicalidad instalada en sus estructuras. Las otras condiciones son mantener una movilización social dispuesta a todo, un frente común amplio para forzar un referéndum, la preparación de "estructuras de Estado" y el apoyo internacional. De hecho, solo un sector de la CUP, el de Poble Lliure, ha cerrado filas con la ANC y el pasado 23 de mayo se puso a disposición de la recién elegida Dolors Feliu para "hacer un movimiento civil más fuerte y organizado".

Los cambios en las cúpulas de Junts per Catalunya (JxCAT) y la Asamblea Nacional Catalana (ANC) han provocado la consolidación de un nuevo mapa político, cuyo principal objetivo es ERC. La sustitución de Carles Puigdemont al frente de Junts por el tándem formado por Laura Borràs y Jordi Turull ha elevado la presión sobre el Govern, hasta el punto de que amagan con convocar una consulta interna en el partido para conocer si la militancia quiere romper con Pere Aragonès. La alianza con la organización independentista, además, pretende reventar la mesa de diálogo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

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