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ERC bascula entre echarse al monte o mantener los puentes con Pedro Sánchez
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El sector exterior del partido se impone

ERC bascula entre echarse al monte o mantener los puentes con Pedro Sánchez

Los que están marcando el giro político del partido de los republicanos son los que están fuera: Oriol Junqueras desde la cárcel de Lledoners y Marta Rovira desde su refugio en Suiza

Foto: Fotografía de archivo de Oriol Junqueras y Marta Rovira. (EFE)
Fotografía de archivo de Oriol Junqueras y Marta Rovira. (EFE)

ERC se ha quedado en medio del río. Una parte del partido quiere mantener los puentes con Pedro Sánchez y teme que Cs los eclipse con su giro político a favor de los pactos y los acuerdos. También que sus 13 diputados en el Congreso acaben siendo irrelevantes cuando se negocien los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Pero por ahora se ha impuesto la línea que han marcado Oriol Junqueras y Marta Rovira: pensar en las elecciones catalanas y marcar distancia con el Ejecutivo español.

Se da la circunstancia de que los que marcan la política del partido son los que están fuera. Junqueras desde la cárcel y Rovira desde Suiza, adonde huyó cuando fue encausada por el Tribunal Supremo tras el intento de sedición de octubre de 2017. En cambio, los republicanos del 'interior' están defendiendo posiciones mucho más pragmáticas. El vicepresidente catalán, Pere Aragonès, mantiene unas relaciones privilegiadas con la vicepresidenta Maria Jesús Montero. Y en buena parte el fondo de 16.000 millones para las CCAA se ha impulsado desde la sede de la Conselleria de Economía, en Rambla Catalunya.

Tampoco Gabriel Rufián está cómodo marcando distancias con Pedro Sánchez. En Madrid hay temor, además, a que un giro en la evolución del virus provoque un problema de gestión que en caso de levantamiento del estado de alarma recaería directamente sobre las CCAA. Tanto Rufián como Aragonès pretenden mantener puentes con el PSOE, pese a que será muy complicado. Incluso un miembro de su grupo, Joan Josep Nuet, rompió la disciplina de voto en el Congreso y se mantuvo en la abstención. El interior tiene otros criterios.

Foto: El diputado de ERC Gabriel Rufián durante su intervención en el pleno del Congreso este miércoles. (EFE)

Lo primero, porque en Moncloa no hay ninguna intención de reactivar la mesa de diálogo que se pactó a cambio de la investidura de Pedro Sánchez. El arquitecto de la mesa debía ser el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en este momento mucho más ocupado en gestionar la mayor crisis que afronta España desde la Guerra Civil. Con más de 28.800 muertos sobre la mesa, nadie entendería que el ministro de Sanidad estuviese negociando una salida a la crisis política catalana. Al margen de cómo lo vivan sectores soberanistas, con el alto nivel de fallecidos y una economía que puede derrumbarse este año por encima del 10%, Cataluña ha dejado de ser una prioridad en la política española.

Y esto es lo que vive mal el sector 'exterior' del partido. El que considera que ha hecho un mayor sacrificio, la cárcel, o, en su defecto, el haber tenido que huir de España. Un sacrificio que ahora con el covid-19 no ha servido para nada.

Relación con el PSOE

En todo caso, ERC se esfuerza en que la relación se mantenga con el PSOE, no con el PSC, con el que no hay contacto. Hay miedo de que Carles Puigdemont y los suyos utilicen cualquier connivencia con los socialistas catalanes para acusarles de estar cocinando un nuevo tripartito, el anatema del independentismo. Así, por ejemplo, es preferible que Xavier García Albiol llegue a alcalde de Badalona, como presumiblemente pasará ante la imposibilidad de que republicanos y socialistas se pongan de acuerdo.

Para un sector de ERC, el descolgarse del apoyo al estado de alarma ha supuesto enviarle una factura a Sánchez por la suspensión de la mesa de diálogo


Para Junqueras y una parte de ERC, oponerse a la prolongación del estado de alarma es el precio que ha de pagar Sánchez por haber suspendido de manera indefinida la mesa de diálogo, que tenía que ser su principal baza electoral. Además, también piensan que los republicanos del interior se han quedado sin cartas que puedan servir de gancho programático. ERC controla Salut, Ensenyament y Treball, precisamente las 'conselleries' que se han convertido en el ojo del huracán por el coronavirus. El Presupuesto de Pere Aragonès ha sido un éxito, pero ahora se queda claramente corto y su previsión de ingresos parece imposible ante del derrumbe fiscal que se avecina para 2020.

Nervios preelectorales

Quim Torra pretende alargar la legislatura al máximo para alejar todo lo que pueda la convocatoria a las urnas de los funerales por el coronavirus. Pero hay nervios. Tanto, que ahora ha pasado lo imposible: JxCAT se aviene a pactar con ERC una fecha para las elecciones catalanas. Algo que no había pasado hasta ahora y complicado por varios factores, entre ellos, que hay alguien en Waterloo que a lo mejor tiene otra idea. O el Tribunal Supremo, que tiene la última palabra sobre la inhabilitación de Torra, y que puede irrumpir en el escenario electoral catalán cual elefante en cacharrería.

Con todo, ERC aspira a no pasar a la irrelevancia en Madrid. Pero tampoco que eso le suponga una sangrante derrota en una elecciones que su dibujan más inciertas que nunca.

ERC se ha quedado en medio del río. Una parte del partido quiere mantener los puentes con Pedro Sánchez y teme que Cs los eclipse con su giro político a favor de los pactos y los acuerdos. También que sus 13 diputados en el Congreso acaben siendo irrelevantes cuando se negocien los nuevos Presupuestos Generales del Estado. Pero por ahora se ha impuesto la línea que han marcado Oriol Junqueras y Marta Rovira: pensar en las elecciones catalanas y marcar distancia con el Ejecutivo español.

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