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Sastre de moda en Zaragoza y alcalde de un pequeño pueblo: "Pongo el mismo mimo en una novia que en una plaza"
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Creatividad y compromiso

Sastre de moda en Zaragoza y alcalde de un pequeño pueblo: "Pongo el mismo mimo en una novia que en una plaza"

Ángel Lecumberri es el modisto top de las novias aragonesas, que encuentran en su taller la estela de Balenciaga. Y desde las elecciones de mayo, primer edil de Montón. Creatividad, compromiso y un mismo fin: procurar felicidad

Foto: Lecumberri en su pueblo, Montón. (Cedida/Manuel Micheto)
Lecumberri en su pueblo, Montón. (Cedida/Manuel Micheto)

"Adoro a mis mujeres y adoro mi pueblo, así que, aunque se haya multiplicado mi trabajo, no puedo estar más feliz". Es Ángel Lecumberri (Montón, 1967), el diseñador favorito de las novias aragonesas —y cada vez más de muchas de fuera de la comunidad— que, desde mayo, es también el alcalde de Montón, una localidad de 86 habitantes de la comarca de Calatayud a la que dedica toda la energía que no consume en su taller.

"Cuando murió mi padre, le prometí que cuidaría su pueblo, que es lo que más quería en este mundo, así que, cuando el año pasado se acercaban las elecciones, me dije, ¿por qué no?, y junto a la que hoy es mi mano derecha, Mari Carmen Guillén, nos presentamos y sacamos dos de los tres concejales que tiene el municipio. Lo hicimos por el PP, del que me hice militante apadrinado por el hoy presidente Jorge Azcón y el diputado Eloy Suárez, y aquí estamos", explica Lecumberri mientras muestra las calles del pueblo con la misma ilusión que sus cotizados diseños.

"Me he propuesto que tenga buenos servicios, recuperar el patrimonio y recuperar las tradiciones". Ya puede exhibir la reforma de la Plaza Nueva, proyectada por el arquitecto Sergio Sebastián, el mismo que diseña las premiadas luces de Navidad de la Gran Vía de Madrid y oriundo de la localidad, y el remozado Arco de San Roque. A la vez, expone su proyecto de convertir un barranco en un arroyo ajardinado o mejorar el entorno del bar, centro neurálgico del lugar, así como incentivar el lucimiento de la muralla. También presume de reavivar las tradiciones, con la celebración de los santos locales, misa y vermú mediante: San Juan, San Agustín, Santa Eulalia y el Pilar, además de la Semana Santa. Que el pueblo celebre, y celebre unido.

Para cumplir mejor su misión ha seguido la formación que ofrece la Diputación Provincial a los nuevos ediles a fin de dotarse de los recursos que le permitan cumplir objetivos y hacer realidad las normas, una misión no siempre fácil en núcleos. Más aún cuando las necesidades son cambiantes, ya que en verano multiplica por cuatro su población y cada vez más es una localidad de residencia compartida con Zaragoza, situada a menos de una hora tanto por Daroca como por Calatayud.

Foto: La entrada a Belchite, en Zaragoza. (EFE/Toni Galán)

Vestidos para 500 novias

A ello dedica todas sus energías el fin de semana de forma presencial y, entre semana, entre clienta y clienta. Y no son pocas. Lecumberri abrió su taller hace quince años, tres lustros en los que habrá cosido unos 500 vestidos de novia en un mundo al que llegó por la necesidad de reinventarse tras la crisis de 2008. Sólo este año tiene encargados unos 100 trajes, entre novias, madrinas e invitadas.

Al diseñador aragonés siempre le había gustado la moda. Así, tras acabar bachiller en el Instituto Goya y la Selectividad, optó por trabajar en el comercio local. Primero lo hizo como dependiente en tiendas clásicas de Zaragoza y, enseguida, en su propio negocio, Azul, un referente de las zaragozanas más estilosas y de poder adquisitivo alto, con marcas como Ocariz, Ungaro, Givenchy o The 2nd Skin.

Foto: Movilizaciones de La Fueva. (Facebook)

Pero siempre formándose. Pasó muchos días aprendiendo de Pedro Esteban, un diseñador zaragozano fallecido en 2023 que trabajó durante años con Balenciaga. Esteban abrió taller en la Gran Vía de Zaragoza, donde trajo la elegancia y calidad del de Guetaria, y con cuyo entorno estuvo vinculado siempre. Al fallecer, incluso legó al Museo del vasco el patrimonio que poseía como modisto de su Casa, ahora muy conocida por todos gracias a la serie de Netflix. Esteban cultivó ese mismo universo, así como el carácter discreto y silencioso de su maestro, que conoció bien Lecumberri como discípulo de Esteban e impregnó su estilo.

Pero la crisis de la post Expo y la facilidad del AVE para ir a comprar a Madrid o Barcelona arrastró al negocio de Ángel. Con la ayuda de su madre, Elvira, que ya le ayudaba en la tienda a componer y arreglar ropa, y de su hermana Pilar, logró reinventarse y, desde cero, montó un pequeño taller. Así empezó a aplicar lo aprendido con Esteban y sus propias inspiraciones, haciendo realidad lo que hasta entonces había sido una fantasía.

Foto: Parques eólicos en los límites de las provincias de Zaragoza y Teruel. (Luis Brinquis/Cedida)

Arrancó con las invitadas de cuatro bodas y, en dos años, ya iba de boca en boca. Hoy trabajan con él intensamente tres modistas rodeadas de los tejidos top del sector (Valentino, Gratacós, Rafael Matías, Elie Saab,…) para vestir novias, madrinas e invitadas. Telas de organza bordada, chantilly, chiffon, terciopelo o satén llenan los anaqueles, junto a todo tipo de crepé -"el tejido que mejor se adapta a la mujer"- o el tussord Balenciaga, ideal para dar volumen.

Vestir a la mujer en el mejor momento

"Mi clientela me conocía bien y sabía que siempre he buscado poner a cada mujer lo que necesita, dice. Hago lo que mejor va a cada una. Porque no hay mujer fea: sólo hay que saber qué le conviene y vestirla desde el rigor y el respeto, para que luzca en su mejor momento. Nunca disfrazarla; saber que cada una es diferente y que la belleza es imperfecta. Que tiene mucho pecho, realzarlo; que hay cadera, redirigir la mirada a otra parte del cuerpo. Yo, con pensar para quién es, ya me sale un traje diferente. Y visto a todo tipo de mujer; las que tienen curvas, son gloria bendita, porque lo llevan con más alegría y mucho agradecimiento".

placeholder El taller del alcalde de Montón. (Cedida/Manuel Micheto)
El taller del alcalde de Montón. (Cedida/Manuel Micheto)

"Para mí es fácil. Adoro mi trabajo y soy creyente. Así que comparto la trascendencia del rito del matrimonio. Me pongo en la piel de mis mujeres y me emociono con ellas entrando en Santa Engracia, en San Cayetano o en el Palacio de Villahermosa".

El creador aragonés afirma que no sigue tendencias, que su estilo es atemporal, sólo marcado por los tejidos que cada año salen al mercado y, acaso, por Instagram, que le llevan muchas novias como referente. "Me da algo de trabajo, porque a menudo no es lo que mejor les va, pero prefiero repetir una pieza del vestido para que vean que no es adecuada antes que imponerla", explica, mientras asiente a su lado Conchita Gallizo, su mano derecha desde hace siete años y cuya colaboración ensalza como imprescindible.

Foto: Vista de parte de los daños provocados por la riada del Ebro de 2021 en Zaragoza. (EFE/Javier Cebollada)

"Yo no coso… así que necesito un equipo bueno", dice mostrando sus bocetos y lamentando la escasez de profesionales. Sobre si se siente discípulo de Balenciaga, considera que, indirectamente, sí. "He estudiado a fondo sus patronajes y me detengo en los comportamientos de las telas para que cada corte, cada pliegue, cada pespunte, sean los que necesita el vestido y la mujer que lo lleva. No me gusta la moda de hoy. Es un circo mediático, una antimoda. Los carnavales son en febrero, yo trabajo para ofrecer una belleza natural, fuera de edad, de peso y de tiempo".

De hecho, aunque le han invitado a participar en espacios televisivos, prefiere la discreción. "Aunque hablo mucho con mis clientas, porque los silencios son de otra época, y me gusta el vínculo que establezco con ellas. Muchas son hijas de Zaragoza que están por el mundo, en Londres o Miami, y quieren que les cosa su traje de novia. El reto más difícil lo tuve con una que vive en Australia. Empezamos por teléfono y lo cosimos en tres semanas, con ella ya aquí".

Entre las vivencias que le han dejado huella, Lecumberri no puede olvidar la pandemia. De los encargos que tenía, 18 novias se embarazaron, dos se separaron y tres clientas fallecieron. Modificaciones y anulaciones que el modisto asumió desde el taller. "Hubo mucho sufrimiento y es lo que procedía hacer".

En la vega del Jiloca

Con esa misma sobriedad y rigor ha asumido la alcaldía, como una muestra además de amor a su pueblo y a su familia. A diferencia de Balenciaga, no pasó por París para formarse, aunque vivió en la capital francesa en su infancia porque allí emigraron sus padres.

En la vuelta a Aragón, tras una infancia compartida entre Zaragoza y Montón, en la adolescencia se despegó de su lugar en el que hay ancestros desde hace varias generaciones. "Ser gay en los ochenta no era fácil, así que me costó volver. Todo cambió con la muerte de mi padre y mi promesa de que cuidaría todo lo que él más quería. En 2017 volví con mi marido, Javier, que tiene su destino en Madrid, como teniente coronel del Ejército del Aire.

Desde la normalidad y sin abanderar nada. Arreglamos la casa de mis padres y nos hemos hecho un pequeño espacio con jardín, desde donde disfrutamos de una gran vista de la vega del Jiloca. Aquí, los viernes desconecto de mis mujeres para enseguida echarlas en falta y volver el lunes enamorado de todas ellas. Y siento que me respetan, que me apoyan y que me quieren. Así que, de mi compromiso personal al municipal, sólo quedaba el paso de ser alcalde y pongo el mismo mimo en una novia que en una plaza. Ahora, solo quiero que luzca por lo mejor, que esté precioso, que esté unido y que tenga los mejores servicios y, de la misma manera que dicen, qué bonito es el traje que le ha hecho Ángel, pues que digan, qué bonito es Montón".

"Adoro a mis mujeres y adoro mi pueblo, así que, aunque se haya multiplicado mi trabajo, no puedo estar más feliz". Es Ángel Lecumberri (Montón, 1967), el diseñador favorito de las novias aragonesas —y cada vez más de muchas de fuera de la comunidad— que, desde mayo, es también el alcalde de Montón, una localidad de 86 habitantes de la comarca de Calatayud a la que dedica toda la energía que no consume en su taller.

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