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El horizonte carcelario del traficante de armas que decía ser nieto del último chófer de Hitler
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DECORÓ SU FACHADA CON UNA ESVÁSTICA

El horizonte carcelario del traficante de armas que decía ser nieto del último chófer de Hitler

La Fiscalía pide para el alemán Tilo K. casi 18 años de cárcel por liderar, con un experto armero septuagenario, una red que suministraba armas de guerra a los narcos del Estrecho y la Costa del Sol. Su casa malagueña era un museo nazi

Foto: Tilo K. había montado en su casa un pequeño museo al Tercer Reich. (Cedida)
Tilo K. había montado en su casa un pequeño museo al Tercer Reich. (Cedida)

Los agentes buscaban el camuflaje de la madrugada para sorprender a ese septuagenario al que seguían desde hacía meses. Pero Winfried Otto W., un solitario alemán que desde 2012 trataba de pasar desapercibido en el municipio malagueño de Coín, no solía dormir muchas horas. Antes de que los investigadores de la Guardia Civil protagonizaran un asalto de película en su vivienda, el anciano cogió uno de los ocho móviles que llevaba consigo y envió un mensaje en el que se podía leer: "Policía, policía".

El destinatario estaba a tan solo ocho kilómetros de distancia: Tilo K. Un compatriota que salió rebotado de su país por un problema legal y que se ganaba la vida "vendiendo productos militares históricos en los mercadillos". Un tipo vinculado a la extrema derecha, que decoró una de las fachadas de su vivienda con un relieve del águila del Tercer Reich y que alardeaba de ser nieto del último chófer de Adolf Hitler.

Tilo se vistió con rapidez, se montó en su coche y enfiló el camino de tierra que conducía hasta la finca de de Alhaurín el Grande en la que residía desde hacía tiempo. Pero su intento de fuga únicamente se prolongó unos pocos metros. Un par de coches policiales cruzados en el carril de tierra le cortaron el paso.

Ese día de finales de 2020 empezó a escribirse otro capítulo de la operación Nongreta. Una investigación que situaba a estos dos residentes extranjeros en la cúspide de una de las mayores redes de tráfico de armas desarticuladas. Un entramado que supuestamente suministraba fusiles de asalto a las redes de la droga que operaban en el sur, pero cuyos productos, hoy en día, siguen siendo incautados en actuaciones policiales llevadas a cabo en países de la Unión Europea y Reino Unido.

Foto: Entre las armas que quería comprar estaban fusiles de asalto Kaláshnikov. (EFE)

La Fiscalía, según se recoge en el escrito de acusación al que ha tenido acceso este periódico, ha solicitado para ambos 17 años y nueve meses de prisión por los delitos de tráfico, depósito y fabricación de armas de guerra y municiones, tenencia de explosivos y pertenencia a organización criminal.

Un tercer acusado, el británico James Vincent C., que supuestamente ejercía como intermediario con las redes del narcotráfico, se enfrenta a una petición de 16 años y seis meses de cárcel por cinco cargos: tráfico de armas, falsedad documental, narcotráfico y asociación ilícita.

El origen de las pesquisas, según explicaron fuentes próximas a la investigación, se encuentra en lo que estadísticamente ha sido el periodo más sangriento de la Costa del sol. Un total de 25 personas fueron asesinadas en 2019. Una cifra escandalosa que superaba los 21 crímenes contabilizados un año antes en la provincia malagueña.

Los agentes intuían que las armas habían pasado por las manos de un experto armero. Un profesional que cuidaba los detalles

Las balas de que provocaron muchas de estas muertes fueron escupidas por los cañones de fusiles de asalto adquiridos en el mercadeo negro. Sobre todo, por los de un modelo concreto: Zastava M70 AB2, "la versión serbia del —Kalashnikov— AK47", precisa uno de los agentes consultados. La presencia desmedida de esta mortífera arma, así como el análisis de las que se pudieron recuperar en las investigaciones de las muertes, llevó a los especialista del Grupo 3 de la Unidad Central Especial (UCE 3) de la Jefatura de Información a concluir que "tenían un origen en común".

La hipótesis que se confirmaría fue que eran pistolas y fusiles de repetición inutilizados que habían pasado por las manos de un experto armero. Un profesional que cuidaba los detalles para que su producto pareciese salido de fábrica."No pintaba los cañones, les daba un tratamiento de pavonado con un horno espacial con el que lograba ese color negro característico", precisa una fuente, que añade que a los AK47 "les barnizaba las partes de madera, les cambiaba el pistolete —empuñadura— y, en vez de los cargadores curvos metálicos y con forma de cuerno de chivo, les ponía unos de alta capacidad de polímero". "Las customizaba para dejarlas níquel". La gran duda era saber quién era ese ‘artista’ que seducía a los investigadores.

Winfried Otto W., el "manitas"

La respuesta a la incógnita la encontraron en una comunicación realizada por la Policía Criminal de Alemania (BKA) que allá por 2012 alertaba del traslado a España de un individuo que había salido de la cárcel tras cumplir una condena por tráfico ilícito de armas.

placeholder Parte del arsenal que pasaba por las manos de Winfried Otto W. (Cedida)
Parte del arsenal que pasaba por las manos de Winfried Otto W. (Cedida)

Se trataba de Winfried Otto W., un tipo que en aquellos tiempos rozaba los 70 y que se había instalado con su esposa en "una típica casa de pueblo" de Coín. Muchos años atrás fue operario de la fábrica en la que ejercía como tornero, pero dejó de trabajar por cuenta ajena y montó un negocio legal de venta de armas. Aunque "parece que incurrió en diversas irregularidades y se lo cerraron".

Winfried, a pesar de llevar aproximadamente ocho años asentado en la comarca del Guadalhorce, apenas hablaba español, por lo que se podía decir que la falta de vida social lo convirtieron en alguien solitario. "No hablaba con nadie" y la casa de "tres alturas" y fachada "estrecha", ubicada en pleno centro de la localidad, era su particular refugio.

Allí pasaba mucho tiempo. Pero sobre todo, en un antiguo patio que había sido transformado en habitación después de techarlo. Fue el lugar en el que habilitó un taller armero clandestino con "tornos, equipos de soldadura y taladros", según relata el Ministerio Público en su escrito de acusación, al que ha tenido acceso El Confidencial, que estaba "enganchado ilegalmente" la red eléctrica "por lo que chupaba toda esa maquinaria", añade uno de los responsables del caso.

Foto: El inventor del fusil Kaláshnikov, en Moscú. (EFE)

El septuagenario era un "manitas". De esas personas que tienen un don y dejan su impronta en cada trabajo. Un tipo que acumulaba grandes "conocimientos técnicos sobre la fabricación y ensamblaje" de estos artefactos y que era la pieza clave en el engranaje criminal. Alguien que siempre estaba estaba aprendiendo con nuevos manuales.

El fiscal lo describe como el experto encargado de rehabilitar armas y piezas deficientemente anuladas "revirtiendo los mecanismos inutilizados o modificando sus componentes esenciales".

La investigación, que determinó que la red estuvo operando —al menos— tres años antes de su desarticulación, detalla que Winfried Otto W. incluso fabricaba los componentes de manera artesanal, como 15 cañones para AK47 que se hallaron ocultos tras un falso tabique que delató la presencia de unos sacos de yeso.

A lo largo de 2018, se recoge en el escrito de acusación, adquirió a una armería 49 revólveres de las marcas Astra y Llama que habían sido inutilizados en 1998, así como piezas para ese tipo de arma y marca concreta que obtuvo en tienda especializada.

El septuagenario utilizaba el apodo Firepoint 10 para adquirir armas en páginas webs. Solo en 2019, hizo más de 200 operaciones

Un año después, el septuagenario saltó cualquier barrera digital que se pudiese presuponer en alguien de su edad, y comenzó a proveerse a través de webs de compraventa de armas como Egun. Durante esos meses realizó "más de 200 transacciones" —principalmente— bajo el seudónimo Firepoint 10 para la adquisición —entre otros productos— de "armazones de subfusiles UZI y portacerrojos del fusil de asalto AK47".

Tilo K., el fan del Tercer Reich

Internet también se convirtió en uno de los espacios en los que operaba el otro líder de la organización. Zibmilitaria y Todocolección eran dos de los portales en los que Tilo K. buceaba en busca de armas y sus componentes. La Fiscalía se fija, especialmente, en las gestiones realizadas en 2019 para adquirir "piezas y cargadores de fusiles de asalto AK47, fusiles Scorpion y subfusiles UZI —todas ellas consideradas armas de guerra de conformidad con el artículo 6 del Reglamento de Armas de 1993—, así como de cachas de revólveres Llama y Astra".

Este alemán cincuentón, con antecedentes por tenencia ilícita de armas, no solo obtenía los recambios para reactivar las pistolas y fusiles; sino que "contribuía directamente a la actividad de fabricación mediante tareas de interpretación y traducción entre Winfried y los encargados de las tiendas" y negocios a los que acudía el armero cuando en su taller no podía hacer una pieza.

Según los investigadores, esta era su principal fuente de ingresos, a pesar de que Tilo ganara también algún dinero con un puesto mercadillo de Fuengirola en el que vendía parafernalia militar. "Uniformes, insignias, cascos…" que almacenaba en una nave de Alhaurín el Grande y que dejaban traslucir una ideología radical y supremacista. Porque este tipo era un neonazi confeso, que idolatraba a Hitler y que había convertido su casa de la zona de Monte Piedad en un pequeño museo al Tercer Reich.

placeholder Detalle en la fachada de la casa del traficante neonazi. (Cedida)
Detalle en la fachada de la casa del traficante neonazi. (Cedida)

En sus redes sociales "era normal verlo vistiendo uniformes nazis" y participaba con cierta asiduidad en recreaciones de batallas históricas, señalaron los agentes que le investigaron, y que contaron una pequeña anécdota del caso: “en un garaje guardaba un Volkswagen Kübelwagen”, el vehículo alemán por excelencia de la II Guerra Mundial.

La fachada de su vivienda estaba decorada con un relieve del águila del Tercer Reich posado sobre una esvástica y escoltada por los números 19 y 36 —el año 1936—. Debajo, en alemán, se podía leer el lema "Gott mit uns!" —Dios con nosotros o Dios a nuestro lado—. Arriba, en español, rezaba: "¡Mantén el espíritu!".

En una entrevista de radio descubierta por los agentes de la Guardia Civil "se presentaba como el nieto del último chófer de Adolf Hitler" y relataba como bellos recuerdos "las vivencias —de aquella época— que le contaba su abuelo cuando era niño".

Los investigadores consideran que este sospechoso daba salida a parte de las armas ilegales a través de canales de grupos de ultraderecha, aunque sus principales clientes eran las organizaciones de narcotráfico.

El chico de las 'medallas'

Era en ese punto cuando entraba en acción James Vincent C.. Conocido de Tilo, "actuaba de forma subordinada como distribuidor de las armas", señala el Ministerio Fiscal, a lo que otras fuentes consultadas añadieron: "Era el eslabón entre los alemanes y los narcos, llevándose a cambio una comisión.

Foto: Una agente sujeta uno de los subfusiles intervenidos en la operación. (Guardia Civil)

Solo en 2019, y entre ambos, "habrían negociado la venta de —al menos— 224 armas a las que se referirían de forma encubierta como medals (medallas en inglés)", se recoge en el escrito de acusación.

El valor de estas armas de fuego fluctuaba y variaba según el número de intermediarios que participaban en la operación. Por el fusil de asalto inhabilitado que Winfried Otto W. y Tilo K. "compraban por 2.500 o 3.000 euros, el narco difícilmente pagaba menos de 10.000". El valor en el mercado negro de una Glock rondaba los 6.000; y el de otras pistolas menos peliculeras, 2.000 o 2.500.

El margen de beneficio era brutal, y más porque esta organización ofrecía "un pack": "La mayoría de las armas incautadas estaban envasadas al vacío y con una bolsita de munición dentro". "Esta era su fórmula de éxito". No solo vendían el fusil o el revólver, también los cartuchos que fabricaba el armero de forma artesanal. "Porque si tienes una pistola ilegal, no puedes ir a una armería a comprar una caja de balas, ya que te van a pedir la licencia y la guía de pertenencia". Así que los alemanes facilitaban las cosas.

Un arsenal con una bomba

Cuando los agentes reventaron la operación Nongreta, no podían imaginar el arsenal que iban a descubrir. En la vivienda del "manitas", solo en piezas, localizaron "20 barras de cañón en bruto con estrías, 24 cañones semielaborados de pistolas Walther, 18 cañones artesanales de distintas armas, un cañón semielaborado para una pistola Glock y numerosas piezas de distinta naturaleza, tales como cachas, mecanismos de disparo, muelles y pasadores".

A la red se le incautaron 120 pistolas, unos 30 fusiles de asalto y la cabeza explosiva de un lanzagranadas Panzerfaust

Pero el alijo importante era el de las armas listas o en fase de rehabilitación. Este es el inventario de las que se halló en la nave que Tilo compartía con el septuagenario y que detalla la Fiscalía para dimensionar la importancia de esta organización: "120 armas cortas —81 pistolas y 39 revólveres— metidas en bolsas, 17 AK47, un fusil de asalto ametralladora Colt M16, un STG 44, siete subfusiles —4 UZIS—, seis fusiles y dos carabinas, ocho silenciadores, 8.728 cartuchos, cientos de piezas de distintas armas y marcas, 273 cargadores, y nueve estuches".

Pero no queda ahí la cosa. La Guardia Civil descubrió una granada de mortero de carga hueca activa. "En concreto, se trataba de la cabeza explosiva de un lanzagranadas Panzerfaust 100 de la II Guerra Mundial". Con un centenar de metros de alcance, "se encontraba en perfecto estado de funcionamiento" y contenía "1.600 gramos de explosivo exógeno y tolita", por lo que denonada por los artificieros "dada su peligrosidad".

El palo de los investigadores fue duro, pero al veterano armero le guardaban un sorpresa: una Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) emitida por las autoridades de Alemania. Su mujer, en uno de los viajes que hizo a su país, fue detenida después de que la BKA hallase en una propiedad en la zona de Hannover un zulo con más de 60 armas y los responsables del caso reuniesen pruebas sólidas contra Winfried Otto.

placeholder Objetos militares descubiertos por los agentes en los registros. (Cedida)
Objetos militares descubiertos por los agentes en los registros. (Cedida)

Cuatro años después, la investigación contra estos singulares tipos sigue vive. Y no solo por conocerse las duras penas a las que se podrían enfrentar, sino porque aún se siguen encontrando algunas de sus armas.

"Cuando desarticulamos la organización, pensamos que algunas de estas armas habían podido ser enviadas a otros países, así que lanzamos una alerta internacional con las características y el ADN de los sospechosos". En este tiempo "han saltado" coincidencias biológicas en armamento incautado, por ejemplo, en Reino Unido. Pistolas y fusiles de los mismos modelos y con similares modificaciones. "Una casualidad", ironiza un agente, porque "ni Tilo ni Winfried Otto habían estado allí".

Los agentes buscaban el camuflaje de la madrugada para sorprender a ese septuagenario al que seguían desde hacía meses. Pero Winfried Otto W., un solitario alemán que desde 2012 trataba de pasar desapercibido en el municipio malagueño de Coín, no solía dormir muchas horas. Antes de que los investigadores de la Guardia Civil protagonizaran un asalto de película en su vivienda, el anciano cogió uno de los ocho móviles que llevaba consigo y envió un mensaje en el que se podía leer: "Policía, policía".

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