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Ricardo Serra: "Lo del campo andaluz subsidiado ya no se lo cree nadie sensato"
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ENTREVISTA

Ricardo Serra: "Lo del campo andaluz subsidiado ya no se lo cree nadie sensato"

El histórico dirigente agrario anuncia su salida tras 30 años al frente de Asaja y repasa los principales retos del sector, como el agua, los bajos precios y el relevo generacional

Foto: Ricardo Serra, presidente de Asaja Andalucía. (Asaja)
Ricardo Serra, presidente de Asaja Andalucía. (Asaja)

Ricardo Serra Arias fue uno de los fundadores de la organización agraria Asaja y ha sido tres décadas presidente de Asaja Sevilla, además de actual presidente regional y vicepresidente nacional de esta asociación. Hace unos días ha anunciado su marcha, a los 66 años, tras una vida dedicada a defender el campo andaluz, tan desprestigiado hace 30 años, y conseguir que se reconozca no solo como uno de los motores de la economía andaluza —la producción final agraria regional supera los 10.000 millones de euros— sino como una de las claves para mantener a la población rural y evitar el éxodo que se ha producido en otras comunidades de la España vaciada.

PREGUNTA. ¿En qué se parece el campo andaluz actual al de hace 30 años?

RESPUESTA. En nada, empezando por las propias personas. Antes, veíamos que el agricultor era el más rústico del pueblo, personas estupendas pero con escasa o nula formación y a los que se veía venir solo por el aspecto y sus formas. Hoy en día vemos a gente moderna, con sus piercings y sus tatuajes, y con una gran preparación. Ha cambiado la mentalidad y, a nivel de dirección, yo creo que se ha profesionalizado muchísimo porque ahora se mira más allá del autoconsumo o de vender a mis vecinos, que era la mentalidad del siglo pasado. Ahora, hay una concepción de que esto es un negocio que hay que saber llevar. Y el gran salto han sido las tecnologías.

Foto: Foro 'El sector agroalimentario y el valor del agua', organizado por El Confidencial.

P. ¿Alguna en concreto?

R. Pues algo tan simple como el móvil. Hoy en día un agricultor es una persona que se pasa el día al teléfono gestionando cosas. Yo a veces me pregunto para qué he ido a mi campo si me he pasado toda la mañana atendiendo el móvil al sol, por lo que podía haberme quedado en el despacho.

P. ¿Cuál es el principal reto del campo en estos momentos?

R. Pues si empiezo por lo último, me preocupa mucho la reforma laboral que ha hecho el Gobierno el pasado año y que impide que atendamos las necesidades del campo. Se ha creado un marco laboral, el de los fijos discontinuos, que es absolutamente inadecuado para nuestro sector, que tiene tantos picos temporales y depende de tantos factores. Porque yo esta semana, para cargar un camión de naranjas, necesito 15 hombres que las recojan, un manager, un tractorista que suba los palés y una persona que distribuya la carga. Y a lo mejor la próxima semana no necesito a nadie. Pero ahora el Gobierno me dice que no pueden ser trabajadores eventuales. ¿Pues ya me dirá cómo lo hago? Es un error que provoca desconcierto hasta en los propios empleados.

placeholder Ricardo Serra en su explotación de cítricos.
Ricardo Serra en su explotación de cítricos.

P. Al margen de ese problema, ¿cuál sigue siendo su mayor preocupación como representante de los agricultores y ganaderos 30 años después?

R. Los precios. Sigue habiendo una extraordinaria distancia entre lo que se paga a un agricultor en el campo y lo que paga un consumidor final en el lineal del supermercado. Vamos teniendo cada vez más información de la cadena (almacén, logística, envasado, distribución…) pero no conseguimos que el productor tenga un precio justo.

P. El Gobierno ha aprobado la Ley de la Cadena Alimentaria para ello...

R. No creo en la Ley de la Cadena Alimentaria, porque no se puede hablar de precios de costes a nivel general, y es posible que el mío no tenga nada que ver con el de mi vecino e incluso que mi precio de coste varíe cada temporada en función de la cosecha o del clima de ese año. Por eso, no podemos ponernos de acuerdo los agricultores para fijar un precio de coste común y cada uno vendemos en función de nuestras particularidades. Y es entonces cuando nos acusan de que no estamos unidos y organizados frente a la gran distribución. Pero solo podemos hacer eso que nos piden con productos no perecederos, como el aceite, que podemos almacenar y jugar con el mercado. Pero los productos perecederos hay que venderlos en el momento y no se puede jugar con ellos, lo que te convierte en ese eslabón débil de la cadena.

Foto: Protesta de agricultores en Antequera, Málaga. (EFE/Daniel Pérez)

P. Con las nuevas tecnologías, había quien soñaba con eliminar intermediarios y una venta directa del agricultor al consumidor final, pero esto parece una quimera…

R. Es que, al final, la clave de todo esto está en la distribución. Tengo que conseguir que, además de producir y envasar, le llegue un paquete de dos kilos a un cliente en su casa del 4ºB de no sé qué ciudad con un precio competitivo y que me resulte rentable. Un agricultor no es Amazon

P. ¿Qué supone el agua en Andalucía? ¿Estamos afrontando la realidad del cambio climático y la sequía en esta tierra?

R. El agua lo es todo, y en Andalucía dependemos totalmente de la pluviometría de cada año o temporada. El agua le da la vida a la agricultura y a los pueblos de Andalucía que dependen de ella, como comprobamos en los municipios de toda la vega del Guadalquivir o de la zona litoral. Y cuando escucho a algún ecologista que dice que tenemos que cambiar de sistema productivo para no consumir agua en la agricultura, le pido también que me diga qué alternativa ofrece a los habitantes del mundo rural salvo este sector o irse a vivir a la ciudad y despoblar el campo.

Foto: Vista del embalse de La Viñuela, en Málaga. (EFE/Jorge Zapata)

P. Pero el problema del agua es real. ¿Cómo debemos afrontarlo?

R. Lo primero que habría que hacer es un diagnóstico serio, profesional, no politizado, para después decir "estas son las opciones que tenemos", porque aquí todo el mundo se convierte en un experto, y quiere decidir cuánta agua se puede coger, cuándo y cómo. Y hay algo que me molesta, que es que se hable con un total desprecio y desconocimiento. El sector agrario ha hecho un esfuerzo tremendo de modernización en el uso y la gestión del agua. La prueba de ello es que el año pasado, cuando hemos vivido en una situación crítica, con un 30% de la dotación habitual, muchos agricultores han conseguido sacar adelante sus cultivos, incluso los arbóreos, haciendo auténticos equilibrios. Saben que se juegan la vida con ello y aprovechan cada gota.

P. ¿Almería es un gran ejemplo del buen uso del agua?

R. Almería es un ejemplo brutal de todo, en Andalucía y en el mundo. Es una tierra que estaba condenada a ser un páramo por su falta de recursos, incluido el agua. Y nadie pensaba hace 40 años que iba a ser lo que es hoy en día, a pesar de los problemas medioambientales que tiene que resolver aún. Pero es absolutamente sorprendente que hayan conseguido superar una situación tan adversa y ser líderes hortofrutícolas. Quizás por eso, por la situación de necesidad que había, consiguieron desarrollar todas sus capacidades.

placeholder Cultivo de la fresa en Huelva. (EFE/Julián Pérez)
Cultivo de la fresa en Huelva. (EFE/Julián Pérez)

P. Huelva es un buen ejemplo de lo contrario, un problema sin resolver. ¿Doñana y los cultivos de frutos rojos son compatibles?

R. Deberían serlo y creo que se puede hacer, aunque hay que sentarse. Desde luego, nadie sensato piensa que es una opción sacrificar Doñana a costa de los cultivos. Pero, por otra parte, también todo el mundo sensato debería de entender que salvar los cultivos también es salvar la vida de esos pueblos que rodean Doñana. Entonces, tendremos que encontrar la manera de hacerlo compatible. Probablemente se han cometido abusos y habrá que evitarlos pero no podemos caer ahora en pensar que la solución es abandonarlo todo, un sector que da una riqueza tremenda a toda la zona. El esfuerzo que tenemos que hacer es conseguir que las dos cosas sean posibles. Y para eso debemos escucharnos.

P. En la Costa Tropical de Málaga y Granada hay también un importante debate sobre el agua que requieren los mangos, aguacates, etc.

R. Vuelvo a repetir la misma idea. No demonicemos cultivos y tengamos debates sosegados sobre nuestra forma de vida y sobre lo que aportan estos sectores tanto al medioambiente como a los ciudadanos. Mire, hay un ejemplo que a mí me encanta, y es la dehesa, que es una mezcla perfecta de la simbiosis del bosque mediterráneo y la actividad humana, especialmente ganadería, que da por resultado zonas de una enorme belleza que están bien mantenidas desde hace 1.000 años. Si no se hubieran cuidado por el hombre, serían zonas en las que se acumulan materia vegetal seca que dan lugar a incendios devastadores. Pero hay quien insiste en el rollo bucólico de que dejemos el curso de la naturaleza y no toquemos nada… Aquí se ha demostrado que se mantiene el medio ambiente, la actividad económica y la vida de los pueblos.

placeholder Ricardo Serra, presidente de Asaja Sevilla, en una concentración.
Ricardo Serra, presidente de Asaja Sevilla, en una concentración.

P. La Política Agrícola Común (PAC) es un gran aliado del campo andaluz pero ustedes se quejan permanentemente. ¿Por qué?

R. La PAC ha sido y es muy positiva para todos, pero tiene un par de problemas fundamentales. El primero es que para un fulano polaco o alemán de la Comisión Europea entender qué es el bosque mediterráneo o un regadío en España es muy difícil. Hay una diversidad brutal a lo largo de toda la Unión Europea e incluso en la propia España en torno a los cultivos. En Andalucía tenemos enormes áreas de olivar junto a zonas de arroz o de cítricos o de tomates y pepinos… Así que muchas veces las decisiones tomadas genéricamente causan verdaderos estropicios porque no tienen cuenta la especificidad de muchos cultivos. Y eso ha pasado esta vez con los fondos de 2020-27. El segundo gran problema es que los políticos europeos no tienen claro qué demonios de sistema agrícola quieren tener en la UE porque están entre una especie de monomanía medioambientalista utópica y la necesidad realista de tener una agricultura autosuficiente, para que estratégicamente podamos garantizar un mínimo de producción para abastecer a la población europea sin depender de terceros países.

P. Hablando de ayudas públicas, ¿cree que en el ideario colectivo español sigue la imagen de un campo andaluz subsidiado?

R. Lo del campo andaluz subsidiado ya no se lo cree nadie sensato y con dos dedos de frente. Pero aquí el principal enemigo es el desconocimiento. No hay nada más injusto que la ignorancia. Cuando la gente desconoce el sistema y habla de oídas tiene cierta tendencia a juzgar muy, muy, muy rápidamente situaciones que cuando después conoce se queda boquiabierta, sobre todo por la enorme transformación del campo andaluz. Andalucía supone el 36% de la producción agraria de España, el 40% de las exportaciones agrarias nacionales y más de 50% del empleo del sector en todo el país. Hablamos de más de 10.000 millones de euros y más de 300.000 empleos. Por eso, su realidad de hoy debería ser más conocida y reconocida por toda España.

Foto: Uno de los robots agricultores que vienen. (Agrobot)

P. ¿Cuánto bien o cuánto daño le ha hecho el PER a esa mala imagen del sector?

R. El Plan de Empleo Rural ha sido muy importante en algunos momentos y en algunas zonas para permitir a muchas familias y a muchos pueblos salir adelante en situaciones en las que la actividad agrícola no era suficiente y había que conceder un subsidio que complementara ese salario. Y por eso sigue existiendo a día de hoy. Pero es verdad que ese sistema tuvo abusos y que, a mi juicio, se ha ido pervirtiendo en algunos casos. Por ejemplo, soy de los muchos a los que nos cuesta entender que en una provincia determinada con un alto nivel de paro haya que traer a 10.000 marroquíes a recoger la fresa. Y siempre llega alguien que dice que es porque no se paga lo suficiente. Pues tenemos un convenio del campo firmado por la patronal y los sindicatos y eso es lo que se paga. Los trabajadores tendrán que pedirle responsabilidad a sus representantes por ese convenio que supuestamente es tan malo.

P. ¿Hay relevo generacional en el campo?

R. Le respondo con un par de datos claros. Solo el 7% de los agricultores en activo tiene menos de 35 años. Más del 50% tiene ya la edad de jubilación. Nuestros hijos han estudiado carreras estupendas y se han ido del pueblo. Alguno se ha podido quedar, pero tampoco está dispuesto al sacrificio que supone este sector. Por eso, esto es un problemón como sociedad que no estamos queriendo afrontar con un debate serio.

Foto: El fundador y CEO de FJDynamics, Wu Di. (FJDynamics)

P. Con este duro panorama que plantea, parece difícil entender el creciente interés de fondos de inversión nacionales y extranjeros en comprar suelo por toda Andalucía…

R. Efectivamente, estamos viendo este fenómeno que es sorprendente y se están pagando precios que a veces nos parecen desorbitados. Eso puede parecer una alegría pero debe asustarnos también porque la mayor parte de estos fondos de inversión, sin vocación de permanencia, tal y como han venido para hacer negocio, se van. Habrá que estar pendientes de este fenómeno.

Ricardo Serra Arias fue uno de los fundadores de la organización agraria Asaja y ha sido tres décadas presidente de Asaja Sevilla, además de actual presidente regional y vicepresidente nacional de esta asociación. Hace unos días ha anunciado su marcha, a los 66 años, tras una vida dedicada a defender el campo andaluz, tan desprestigiado hace 30 años, y conseguir que se reconozca no solo como uno de los motores de la economía andaluza —la producción final agraria regional supera los 10.000 millones de euros— sino como una de las claves para mantener a la población rural y evitar el éxodo que se ha producido en otras comunidades de la España vaciada.

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