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El estudio que muestra a los turistas dónde es más fácil que les roben en Málaga
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El estudio que muestra a los turistas dónde es más fácil que les roben en Málaga

Tres profesores de la Universidad de Málaga (UMA) analizan los delitos cometidos contra turistas y residentes en la capital malagueña y configuran un mapa de calor de las zonas más conflictivas de la ciudad

Foto: Una turista se refresca en una fuente de Málaga. (EFE/Álvaro Cabrera)
Una turista se refresca en una fuente de Málaga. (EFE/Álvaro Cabrera)

Las imágenes de un grupo de jóvenes saqueando a un aficionado en las inmediaciones del estadio parisino de Saint-Denis durante la final de la Champions League saltaron rápidamente de las redes sociales a los medios de comunicación. Y más de una semana después, las autoridades francesas siguen trabajando en un control de daños que reduzca la percepción negativa que se ha transmitido internacionalmente. Una imagen de inseguridad y peligrosidad que ha dañado a uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. ¿Pero con qué magnitud? Tres profesores de la Universidad de Málaga (UMA) han realizado una investigación en la que abordan el impacto de la delincuencia en el turismo utilizando Málaga como objeto de estudio. Los datos les han permitido confeccionar un mapa de calor de las zonas con mayor riesgo de convertirse en víctima en la ciudad andaluza.

Las conclusiones de este trabajo no son excepcionales —los hurtos son los delitos más comunes, el centro histórico es la zona más conflictiva y los fines de semana son los días de mayor actividad delictiva—, pero ofrecen variables interesantes para abordar este fenómeno, que, según D.W. Harper, “es más racional que espontáneo”, y establecer planes de prevención.

Foto: Antidisturbios en la final de la Champions. (Reuters/Yoan Valat)

En ‘Delitos sobre turistas. El caso de la ciudad de Málaga’, como se llama el trabajo realizado por Alfonso Cerezo, Antonio Peláez y Juan Francisco Sortino, se hace hincapié en que, “para que el turismo pueda seguir jugando el papel socioeconómico que ha desempeñado hasta ahora, todos los grupos de interés deberían prestar especial atención a la seguridad de los turistas, evaluando sus necesidades de protección y supervisando de forma continua las condiciones que ofrece el destino” en este ámbito.

El documento, de 28 páginas, recuerda que la literatura académica coincide en afirmar que “el turismo es una actividad con un gran componente intangible e intensiva en información que se nutre de la confianza del turista para funcionar”, por lo que la difusión de incidentes, como los ocurridos en Francia, “establece una imagen de alto riesgo de los destinos afectados, de modo que los riesgos asociados a la seguridad pueden afectar negativamente”.

Reputación digital

“Vivimos en una sociedad globalizada en la que las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) permiten que cualquier noticia sobre delitos se extienda al instante. Aquí entran en juego Internet y el contenido generado por los usuarios en línea (CGU), que se han convertido en una fuente de información fundamental para los destinos y empresas turísticas por la influencia que ejercen sobre otros viajeros a la hora de tomar decisiones y construir una imagen turística. Es lo que se denomina el boca a boca digital”.

Este nuevo contexto informativo hace que “los profesionales del marketing turístico ya no controlen al cien por cien la reputación de sus destinos y empresas”. Y es indiscutible la influencia de las redes sociales. En los sucesos ocurridos en la final de la Liga de Campeones se comprobó perfectamente. La reacción a la difusión de los saqueos y agresiones se produjo en tiempo real y muchos de los comentarios derivados por estas publicaciones eran sobre la negativa a viajar a Francia en unas hipotéticas vacaciones. Igual ocurrió en Canarias con la crisis migratoria de 2020, que obligó a intervenir públicamente a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, para asegurar que el archipiélago era seguro.

No pueden ignorar” el papel que Twitter, Facebook e Instagram juegan en “la distribución de información vinculada con los viajes”, resaltan los tres profesores, que inciden en que, “cualquier acto negativo, ya sea de seguridad, penal, sanitario o relacionado con la naturaleza, podría destruir la reputación de un lugar”.

Las autoridades francesas han tenido que comparecer ante las imágenes difundidas

La seguridad es un factor determinante en las dinámicas turísticas, como se pudo comprobar en Túnez, con el atentado en el hotel Imperial Marhaba, o más reciente en Egipto con el acoso que sufrían las mujeres occidentales por grupos numerosos de jóvenes. Una mala publicidad puede acabar con la imagen de un negocio o una ciudad, por eso los expertos consideran que es necesario actuar con antelación a través del estudio empírico. Y han decidido analizar el caso concreto de Málaga para hacer una aproximación académica a este fenómeno.

46.850 denuncias analizadas

Los autores de esta investigación, cuyo precedente es ‘El blanco más fácil: la delincuencia en zonas turísticas’ (Tiran lo Blanch, 1998) de Per Stangeland, José Luis Díez y M. A. Durán, estudiaron inicialmente 46.850 denuncias registradas por la Policía Nacional en la capital malagueña durante todo 2018 y los tres primeros trimestres de 2019. “Una vez depurados y excluidos los expedientes que no representaban infracción —como extravíos de documentación, suicidios…—, así como los casos cuya información era incompleta”, las “referencias viables” se redujeron a 31.799. Entre la información que se extrajo de ellas se encuentra la fecha y coordenadas geográficas del delito, el tipo de delito y su calificación, graves, menos graves, leves, si fue en grado de tentativa o consumado y si se esclareció o no.

Como es lógico, los residentes absorben un 93,6% de las denuncias, que fueron tramitadas en porcentajes muy parecidos por hombre, 52,5%, y mujeres, 47,5%. Los tramos de edad más recurrentes son de 26 a 41 años (11.885, el 37,4%) y de 42 a 57 (9.628, el 30,3%). Los turistas victimizados más maduros son los vacacionales, seguidos por los que acudieron a Málaga por razones laborales y, por último, los estudiantes.

La delincuencia que actúa contra el turismo es muy estacional y por eso es mucho más acentuada en la temporada de verano. El informe concluye que en este periodo se concentra el 36% de todas las denuncias realizadas por los turistas a lo largo del año, a diferencia de las de los residentes, cuyas denuncias en esos meses sólo ascienden a un 24,5%. Por otra parte, “es llamativo” que el 32,6% de los delitos sufridos por residentes pudieron esclarecerse, frente al 15,7% que afectaban a los turista.

Foto: El aeropuerto es uno de los lugares preferidos de los carteristas. (iStock)

Como era de esperar, los fines de semana son los días en los que los visitantes denuncian más hechos delictivos. El sábado y el domingo concentran el 33,7% de los casos; mientras que el martes, con el 12,2%, es la jornada menos conflictiva.

Zonas calientes

“La delincuencia opera dónde y cuándo encuentra mayores oportunidades”, recuerdan Cerezo, Peláez y Sortino, que apuntan la posible influencia de la expulsión o pérdida de población local del centro histórico ante el auge de las viviendas de alquiler turístico. Es el “desorden social” recogido en la teoría de las ventanas rotas. Y que puede conducir a una disminución del control o vigilancia vecinal.

Los investigadores han empleado el software ArcGIS Pro y el algoritmo Heat Map para representar la distribución espacial de los delitos y configurar un mapa se calor con las zonas más conflictivas de la ciudad. Su visionado refleja que en las vías céntricas se producen muchos más hurtos por kilómetro cuadrado que en la periferia y que los delitos —en general— contra los turistas se registran en puntos próximos a hoteles, bares, restaurantes, atracciones turísticas e infraestructuras de transporte público.

Al margen del casco histórico, que concentra gran parte de los atractivos turísticos del destino, el único foco de calor es el aeropuerto, que es la principal puerta de llegada a Andalucía de turistas internacionales. Porque los nudos de transporte, como la estación de tren María Zambrano o la terminal de autobuses, son ‘coto de caza’ habitual para los ladrones.

Los expertos atisban una recuperación en 'U' de los destinos azotados por la inseguridad

También se localizan grupos de incidencias en las zonas de Huelin, Atalaya y El Bulto, así como en playas urbana “muy concurridas y populares”. “Por último, hay que destacar la zona de La Malagueta, en donde la influencia del Puerto de Málaga y su zona comercial [Muelle Uno]”, atraen de forma habitual flujos turísticos que coinciden con una gran presencia de residentes.

El estudio pormenorizado del hurto revela que los lugares más frecuentes para que un turista sufra uno son “la playa y los espacios abiertos, los alojamientos y los restaurantes, seguidos de los museos y las instalaciones de transporte”. En el caso de los residentes, los contextos más propicios para ser víctima de este delito son “la vía pública urbana y los establecimientos de alimentación y comerciales, así como ámbitos domésticos como los garajes y pisos, o los centros docentes o deportivos”.

Los autores de este trabajo consideran que “la delincuencia contra los turistas es un proceso más racional que espontáneo”, es un fenómeno ‘glocal’, “es decir, que se manifiesta de forma local, pero está propiciado por dinámicas globales”.

No existe seguridad al 100%”, recalcan, pero explican que las administraciones deben enfocar sus esfuerzos en “reducir el nivel de probabilidad de que algún riesgo se transforme en un incidente”. Motivo por el cual consideran que deben monitorizar este fenómeno para conocer sus dinámicas y poder anticipar estrategias de actuación.

Foto: Suiza es el país más seguro del mundo para viajar en solitario (Dorothea Oldani para Unsplash)

A pesar de que la evidencia empírica muestra que, a más incidentes, mayor será el impacto negativo en la demanda turística, los autores consideran que no debe cundir el alarmismo. Por que explican que un estudio reciente pone de manifiesto “la posible existencia de una relación no lineal entre amenazas de seguridad y turismo que podría adoptar una forma de U”. Lo que lleva a pensar que “los turistas pueden tolerar ciertos niveles de inseguridad”.

No obstante, los investigadores de la UMA sugieren que “la agenda de investigación futura debería dar prioridad a la creación de modelos de prevención de delitos contra el turismo en el marco de los destinos inteligentes”; y recomiendan “evaluar los efectos de las redes sociales en las percepciones de riesgo de los turistas”.

Las imágenes de un grupo de jóvenes saqueando a un aficionado en las inmediaciones del estadio parisino de Saint-Denis durante la final de la Champions League saltaron rápidamente de las redes sociales a los medios de comunicación. Y más de una semana después, las autoridades francesas siguen trabajando en un control de daños que reduzca la percepción negativa que se ha transmitido internacionalmente. Una imagen de inseguridad y peligrosidad que ha dañado a uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. ¿Pero con qué magnitud? Tres profesores de la Universidad de Málaga (UMA) han realizado una investigación en la que abordan el impacto de la delincuencia en el turismo utilizando Málaga como objeto de estudio. Los datos les han permitido confeccionar un mapa de calor de las zonas con mayor riesgo de convertirse en víctima en la ciudad andaluza.

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