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Expulsados del centro de Málaga: "Los pisos turísticos me han vuelto pobre de repente"
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borracheras y gritos en la vivienda vacacional

Expulsados del centro de Málaga: "Los pisos turísticos me han vuelto pobre de repente"

Profesionales de edad media y con hijos no encuentran oferta ni pueden pagarse ahora vivir en el casco histórico de la ciudad, con crecimientos de precios en 16 meses del 200%

Foto: Carmen y Alejandro, afectados por la carestía de las viviendas en el centro de Málaga por el 'boom' de los pisos turísticos (Agustín Rivera).
Carmen y Alejandro, afectados por la carestía de las viviendas en el centro de Málaga por el 'boom' de los pisos turísticos (Agustín Rivera).

La hija de Carmen corretea en los alrededores de la Plaza de Camas. Este es uno de los escasos lugares del casco histórico de Málaga donde los niños tienen espacio para jugar y correr. Carmen, enfermera del hospital Regional de Málaga, vivía desde hace un par de años en un piso de la calle San José, a 50 metros del Museo Picasso Málaga, epicentro de la eclosión del ‘boom’ de Málaga, convertida ahora en una marca franquicia. También cada vez más cara para los residentes.

Hay determinadas viviendas que en solo 16 meses (desde noviembre de 2016) han aumentado de precio casi un 200%, según expertos inmobiliarios. El Colegio de Administradores de Fincas sitúa el incremento en un 25% en el centro. Un piso de tres dormitorios no se encuentra ya en Málaga por menos de 900 euros y en el casco histórico cuesta más de 1.300 euros.

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Un aviso por SMS sentenció el futuro de Carmen. Como hace tiempo que dejó de mirar los mensajes que le llegaban a su teléfono le enviaron un Whatsapp. “Mira el SMS, por favor”. El casero le avisaba que se tenía que ir ya de su domicilio. Iban a convertir su hogar en alquiler turístico. “Ahora busco y no encuentro nada al precio de antes. Como nunca quise hipotecarme me he vuelto pobre de repente”, lamenta a El Confidencial mientras toma un café con otros habitantes en apuros del centro.

Sigue Carmen: “Me dieron 15 días para marcharme. La excusa es que necesitaban la casa para un familiar, pero no sé si es verdad. Negocié quedarme dos meses más y ya me queda muy poco. No me queda más remedio que irme de modo provisional a la casa de un amigo. En el centro no encuentro nada a un precio razonable. Al final me tendré que ir fuera, a un barrio, cuando aquí tengo hecha mi vida y el colegio de la niña. Y lo de la hipoteca, ni pensarlo; es horrible: no tengo nada ahorrado y ningún banco te financia al 100% a no ser que presentes un avalista”.

placeholder Calle Larios de Málaga. (Toñi Guerrero)
Calle Larios de Málaga. (Toñi Guerrero)

Málaga cuenta con 2.600 viviendas turísticas legalizadas. La capacidad se eleva a 13.000 plazas, según el listado hecho público esta semana por el ayuntamiento de la capital. No hay cálculos de las que se encuentran sin legalizar. Tampoco las plataformas digitales ofrecen datos exactos de su oferta. La Junta de Andalucía considera que la enumeración ofrecida por el Gobierno municipal no sirve de mucho si no se actualiza a diario por el alto grado de oferta nueva disponible y que va rotando.

Kike Calderón, de 44 años, se dedica al mundo del circo. Vivía por un piso de dos habitaciones cerca del Teatro Cervantes. Pagaba 370 euros al mes. Un precio bastante asequible. “Eso sí”, aclara, “la casa estaba muy mal; no estaba en las mejores condiciones”. Estuvo cuatro años en el piso y en la pasada primavera la dueña, que vive en Mallorca, quiso aprovecharse del ‘boom’ de los pisos turísticos. El 20 de abril la encargada le obligaba a irse en junio. Su hermana, experta legal, le dijo que su contrato no finalizaba hasta finales de agosto y que tenía derecho a quedarse hasta esa fecha.

“El centro se ha convertido en un lujo que tú ya no te lo puedes permitir”, le escribió por Whatsapp la encargada del piso. Ahora vive en un polígono

Ahí empezaron las amenazas. “Una chica del Este que cobraba el alquiler me dijo que iba a enviar a unos rusos. ‘¿Me lo estás diciendo de verdad?’, pregunté. Me tacharon de okupa por retrasarme algunos meses apenas unos días en el pago del alquiler”. Kike está separado y vive con su hija de cinco años. Recibía una o dos llamadas a la semana pidiéndole que se fuera. La propietaria quería aprovechar los meses de verano para transformar la vivienda de larga temporada en vacacional. El negocio.

“El centro de Málaga se ha convertido en un lujo que tú ya no te lo puedes permitir”, le escribió por Whatsapp la encargada del piso. Ahora vive en una nave de un polígono industrial. “En el centro es imposible”, lamenta. Su hija está matriculada en el colegio de Plaza de la Constitución, junto a la calle Larios. Su ex mujer también vive por el centro y ahora es más difícil la logística entre llevar y recoger a la pequeña.

Dos veranos sin dormir

Audrey es una periodista francesa, de París, profesora de francés. Madre de un niño de cuatro años y pareja de un onubense, viven en la Plaza del Teatro, la zona con mayor concentración de bares de copas de Málaga. Pagaban 650 euros por un piso de dormitorios, “con mucho calor y mucho ruido; hemos estado dos veranos sin dormir”. En abril cumplían cuatro años en la vivienda. Hace unos meses le avisaron por correo certificado de que no iban a renovar el contrato. No le han confirmado que lo conviertan en vacacional, pero todo el edificio ya lo es. “El precio era bueno, de otra época, y querían sacarle más rendimiento”.

“Lo más horrible”, cuenta Audrey, “son las despedidas de soltero y soltera. A los franceses les hablaba de tú a tú y les pedía que dejaran de gritar y molestar. Borracheras, gritos… Eso muchos días, sobre todo los fines de semana. A las dos de la madrugada les pedía que dejaran de vomitar en el patio, que quería dormir, por favor”.

El bloque que tenemos enfrente es entero de pisos turísticos y los guiris borrachos se mean en el portal y se caen por la escalera

Raquel es madrileña. Vivía en el barrio de Chamberí y siempre le gustó el centro. Al principio de su estancia en Málaga residió en Campanillas, una barriada de las afueras de la ciudad. No le gustaba nada. Lleva seis años viviendo en un barrio de La Goleta, pegado a la ‘almendra’ del casco histórico. “Cuando llegamos el sitio tenía sus más y sus menos, pero a nosotros nos gustó. Saludabas a la gente con hola Ricardo, hola Mustafá”, recuerda.

Hace dos años empezó a cambiar el paisanaje de La Goleta. “Hay gente que se fue porque estaba de alquiler y les han echado o le han subido tanto el piso que no pueden pagarlo. Nosotros lo compramos cuando el precio era asumible. En nuestro edificio somos seis familias y solo dos propietarios. Todos estamos de acuerdo en que no queremos que se convierta en vivienda vacacional, pero el problema lo tenemos fuera. El bloque que tenemos enfrente es entero de pisos turísticos y los guiris borrachos se mean en el portal y se caen por la escalera”.

La dueña de una tienda de arreglos de ropa: “Voy a cerrar. Me siento como fuera de sitio. Me han expulsado simbólicamente"

Al hilo de la inauguración del museo impulsado por Carmen Cervera, el Ayuntamiento impulsó el llamado “entorno Thyssen” rebautizado por sus amigos como “entorno Dickens”. “Estaba lleno de pisos ocupados y era muy feo todo, pero empezaron a rehabilitar y a adecentar calles y edificios y es sorprendente el cambio. Igual que en Carretería, una calle por la que hace diez años daba miedo hasta pasar y ahora hay hasta lavanderías”, explica la residente madrileña.

placeholder Tiendas de souvenirs en la calle Larios (Toñi Guerrero).
Tiendas de souvenirs en la calle Larios (Toñi Guerrero).

A Audrey y Sergio, su pareja, les gusta sentir la ciudad. Salir del portal y encontrarse con un bar, una tienda, una plaza. Vida. La asfixia de los que quieren vivir en el centro se traduce en que desaparecen tiendas tradicionales. La dueña de una tienda de arreglos de ropa de la calle Granada se lo explicó: “Voy a cerrar. Me siento como fuera de sitio. Me han expulsado simbólicamente. Y la trabajadora decía que era lo que había. Era como una resignación”.

Alejandro Ruiz pertenece al Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga. Animan a la lucha con estos mensajes: “¿Te quieren subir el alquiler? ¿Tienes miedo a que no te renueven el contrato? ¡No estás sola/solo. Únete al proceso”. La primera reunión la tuvieron hace una semana. “Queremos luchar contra el modelo de ciudad en el que se está convirtiendo Málaga. El centro se está transformado de modo muy radical. Estamos en una explosión y nos ha explotado en toda la cara”, explica Ruiz.

Foto: Cubo del Pompidou Málaga, icono de la Málaga contemporánea. (A. R.)

José Luis García-Hirschfeld, consultor de Savills Aguirre Newman, avisa de que a pesar de que la mayoría de los propietarios han decidido destinar sus viviendas al alquiler turístico, “lo que sin duda, ha provocado una reducción de la oferta de viviendas de alquiler de larga temporada y consecuentemente un aumento de los precios para esta tipología, estamos percibiendo últimamente que para algunos propietarios ya no es tan interesante ceder sus viviendas a una empresa de gestión de apartamentos turísticos”.

Abunda García-Hirschfeld en la explicación: “La renta fija que abonan este tipo de empresas se está igualando con la renta que están dispuestos a pagar los interesados en arrendar una vivienda de larga temporada. A modo de ejemplo, podemos decir que si un propietario tenía una vivienda arrendada hace tres años a larga temporada podía percibir unos 450 euros al mes y con la aparición del alquiler turístico los gestores conseguían mejorarle esa renta hasta 650 euros al mes”.

Según el experto inmobiliario, “la escasez de oferta de alquileres de larga temporada ha provocado que algunos inquilinos de larga temporada puedan igualar la renta que paga el operador turístico. Para algunos propietarios es más ventajoso arrendar a larga temporada ya que la vivienda se deteriora mucho menos, además se evitan conflictos con los vecinos y simplifica la gestión fiscal”.

La plataforma Spain-Holiday.com radiografía el perfil del propietario: mujer, de nacionalidad española, británica u holandesa y unos 40 años

¿La consecuencia? “Los operadores turísticos se han visto afectados por la proliferación de empresas de gestión de apartamentos turísticos lo que ha provocado un aumento de la oferta y un ajuste de precios que les impide mejorar las rentas fijas que están abonando actualmente”. Un informe de la plataforma malagueña Spain-Holiday.com radiografía el perfil del propietario: mujer, de nacionalidad española, británica u holandesa y unos 40 años de edad.

Carlos Hernández Pezzi, presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España entre 2002 y 2009 y concejal del PSOE del Ayuntamiento de Málaga (2011-2015), mantiene en su obra ‘Turismo: ¿truco o trato?’ Políticas públicas y urbanas para el turismo de masas, recién publicado en la editorial Catarata, que Málaga no es “ilimitadamente desarrollable en turismo si no se acometen reformas de su estructura productiva y ambiental. La pobreza cercana al 30% y una deuda municipal estimada en 532,3 millones de euros son cifras que hablan por sí mismas”.

Evitar ser 'turislandia'

Y añade Hernández Pezzi: “Evitar la masificación, la gentrificación y la turistificación es prioritario para mantener la calidad de vida, pero no existen herramientas dignas de ese nombre. Es inexcusable hacer las cuentas con los datos reales de las plataformas de operadores y con sus sistemas digitalizados y bases de datos actualizadas. De otra manera es imposible saber qué se juegan las ciudades en la economía turística, más allá del éxito aparente”.

Sergio cree que esta dinámica “tiene que parar”. “El centro tiene que tener vida propia y no ser ‘turislandia’. A mí me gusta vivir aquí, pero ya no podemos. Nos fuerzan a irnos”. Su hijo sí está en el único colegio público del casco histórico. Le gusta que su pequeño comparta clase con otros niños de ocho nacionalidades distintas: sirios, estonios, chinos, italianos, marroquíes… “Yo creo que los residentes hemos pagado los cambios que se han producido en Málaga”.

La hija de Carmen corretea en los alrededores de la Plaza de Camas. Este es uno de los escasos lugares del casco histórico de Málaga donde los niños tienen espacio para jugar y correr. Carmen, enfermera del hospital Regional de Málaga, vivía desde hace un par de años en un piso de la calle San José, a 50 metros del Museo Picasso Málaga, epicentro de la eclosión del ‘boom’ de Málaga, convertida ahora en una marca franquicia. También cada vez más cara para los residentes.

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