Sevilla pasa a Sánchez la factura pendiente en inversiones: “30 años después ya nos toca”

Hay una frase que, para el alcalde de Sevilla, el socialista Antonio Muñoz, es un mantra que se ha repetido en cada una de las visitas a los Ministerios que ha hecho acompañando en los últimos años su antecesor, el ahora candidato del PSOE a la Junta de Andalucía, Juan Espadas: “Ya habéis tenido bastante”. Una respuesta a todas sus peticiones que, según recuerda el regidor, demuestra que la Expo del 92 ha pasado una elevada factura a Sevilla. “Pero han transcurrido 30 años y puede ser que ya nos toque”, comenta el alcalde, que ha elevado el tono de la reivindicación municipal al Gobierno de Pedro Sánchez de manera contundente y en plena precampaña.

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No es baladí ni la primera vez que lo hace, pues esta exigencia con el Gobierno central forma parte de la estrategia política del PSOE en Sevilla. Pero la última tuvo lugar hace unos días en Madrid en un desayuno informativo en el Foro Nueva Economía y ante la presencia de tres ministras: la de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez; la de Hacienda, María Jesús Montero; y la de Justicia, Pilar Llop. Muñoz quiere liderar un proyecto para que Sevilla afronte una nueva transformación que adolece por ahora de compañeros de viaje. La reivindicación que traslada el alcalde no es nueva, de ella han hecho bandera gobiernos municipales de distinto signo e incluso plataformas empresariales, pero lo más llamativo es que sea ahora el propio PSOE quien pida cuentas y comprometa a su partido en un momento delicado.

Sin entrar en lecturas políticas, argumentos sobran y confirman de nuevo que la Expo cuelga todavía como un sambenito que lastra el avance de este territorio. Sevilla es la provincia española que menos inversión en infraestructuras ha recibido desde 1985. Es un dato objetivo que incluye a gobiernos de izquierdas y de derechas y que se desprende de un detallado estudio publicado el año pasado y elaborado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). Éste sitúa a la capital de Andalucía en una posición muy retrasada: Sevilla sólo se encuentra por encima de la ciudad autónoma de Ceuta en el porcentaje de inversión. Además, todas las provincias andaluzas han tenido más gasto medio por habitante en las últimas tres décadas, especialmente Málaga, la única del sur que rebasó la media nacional.

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“No se trata de favoritismo, sino de coherencia territorial”, explica el alcalde, que no pierde ocasión para recordar en sus discursos que Sevilla es la cuarta ciudad de España y también la capital de Andalucía, lo que justificaría un tratamiento más acorde a ello tanto en los Presupuestos Generales del Estado como también en los de la Junta, cuentas en las que las inversiones históricas, como las del pasado año cuando el PP incrementó la cuantía más de un 45%, han sido muy excepcionales.

Muñoz reitera que su intención no tiene nada que ver con cuestiones partidistas y se empeña en dejar a un lado el debate electoral para caminar de la mano con gobiernos de distinto color, como el de la Junta de Andalucía. Por ello no dudó la semana pasada en apoyar una moción del PP en el Pleno municipal en la que se instaba al Ejecutivo de Pedro Sánchez a firmar el convenio de financiación para avanzar en nuevas líneas del Metro de Sevilla, una de las grandes asignaturas sin aprobar en esa factura pendiente. Es una estrategia en defensa de los intereses de la ciudad, pero, de paso, aprieta también al Gobierno andaluz, pues, una vez que Madrid dé un paso adelante, el equipo de Juanma Moreno debería también mostrar algún gesto como, por ejemplo, licitar las obras, algo que podría hacer ya, sin dilatar más los tiempos. Por ejemplo, en el caso de Málaga el convenio se firmó después de la licitación. Pero para ello no sólo se necesita voluntad política, también presupuesto y en el PSOE no tienen claro que éste exista. Si tienen dinero realmente se podrían apuntar incluso un tanto en pleno periodo electoral, pero si no lo tienen, es un argumento con el que el PSOE puede desarmar también al PP en el mismo contexto político.

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El pasado verano, siendo todavía alcalde Juan Espadas, el PSOE aprovechó una visita de la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, para apretarle con algunos temas estancados desde hace décadas. Y, desde entonces, no ha perdido oportunidad para lanzar un dardo, sobre todo, después de que el Gobierno andaluz del PP haya intentado apuntarse tantos asumiendo la licitación de estudios informativos previos a unas obras que son competencia estatal y que, de entrada, transmiten una sensación de desbloqueo. Así ha ocurrido por ejemplo con la conexión de la estación del AVE con el aeropuerto, en la que la Junta estudia qué alternativa intermodal es la más óptima; o con la actualización de los proyectos de construcción de las líneas pendientes del Metro de Sevilla.

Lo pendiente

Los proyectos estrella son tres: Metro, SE-40 y conexión ferroviaria con el aeropuerto. Todos llevan más de una década en 'stand by' y, en el mejor de los casos, no serán una realidad hasta dentro de unos años.

Sobre el primero la única certeza es que la línea 1 entró en funcionamiento en 2009 y 13 años después ha superado todas las previsiones, con 17 millones de pasajeros antes de la pandemia. Datos que acreditan por sí solos la necesidad de ampliar la red. La Junta de Andalucía hizo sus deberes en 2011, elaborando los proyectos de las líneas 2, 3 y 4 y estableció que la prioritaria era la 3. Pero todo se quedó ahí, a la espera de un acuerdo de financiación, al igual que ha ocurrido en ciudades como Madrid, Barcelona o Málaga.

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Mientras Sevilla sigue con una única línea de Metro, Granada cuenta con una línea que estrenará en breve una prolongación y Málaga tiene ya un proyecto para su segunda línea. Y hay tres tranvías en ejecución en Andalucía: el de Cádiz, que empezará a funcionar en julio tras veinte años de promesas y catorce de obras; el de Jaén, en obras; y el Alcalá de Guadaíra, que también se remonta a dos décadas atrás, que se concibió como una prolongación del Metro de Sevilla y que quedó en vía muerta, pues las obras se iniciaron en 2007 y se paralizaron en 2011 supuestamente por la crisis económica y no se reanudaron hasta 2015 para volverse a frenar en 2018. Frenazos que han dado pie al vandalismo y al incremento de los costes de hasta siete millones de euros. Evidencias que utiliza el PSOE para exigir también mayor compromiso a la Junta de Andalucía.

La historia de la SE-40 es interminable y revela la mala gestión de una infraestructura que ha servido de argumento de confrontación entre la Junta y el Gobierno central y también la sociedad civil, que se ha organizado para reclamar esta deuda con Sevilla. El relato se inicia en 2007, con la primera apuesta en los presupuestos para construir esta segunda carretera de circunvalación, pero 15 años después falta aún la mitad del trazado y el proyecto ha chocado en un tramo clave, el cruce del Guadalquivir, con una polémica que por ahora sólo ha servido para enterrar millones de euros, al descartarse que la carretera discurriera por túneles bajo el río, para optar por un puente. Un cambio de paso que obligará a indemnizaciones millonarias y que, a día de hoy, no está resuelto. Cada día que pasa es más difícil rentabilizar la inversión ya realizada, a razón de 1,4 millones anuales.

Y hay un tercer proyecto clave, que es la conexión ferroviaria de la estación de Santa Justa y el Aeropuerto, una asignatura pendiente difícil de explicar en una ciudad turística que registra al año más de siete millones de pernoctaciones. Una obra más fácil y menos costosa que la anterior que requiere, sobre todo, voluntad política. Y que, por ahora, es el único compromiso firme en materia de infraestructuras que Sevilla ha logrado del Gobierno de Pedro Sánchez. “La ministra Raquel Sánchez aseguró en su última visita que se van a iniciar los trabajos técnicos a la licitación para que ésta se produzca el año que viene”, comenta el alcalde que ha sucedido a Espadas y que en 2023 tratará de revalidar su cargo en las urnas.

Es uno de los tantos que espera apuntarse Muñoz con la ayuda del PSOE. Otro es la cacareada ampliación del Museo de Bellas Artes, una de las principales pinacotecas del país que lleva casi dos décadas esperando la financiación necesaria para estas obras. El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, se ha comprometido con el Gobierno municipal a iniciar la redacción de un proyecto clave también para una ciudad que vive y aspira a seguir haciéndolo del turismo y la cultura.

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Menos es nada. Y son más los proyectos que desesperan el impulso financiero de un Gobierno central que tiene el mismo color político que el municipal: hay carreteras por hacer de las que depende la planificación urbanística de una ciudad que necesita seguir creciendo por el norte y el sur; también nuevas conexiones con la red de Cercanías, el cierre de un anillo que se definió hace más de una década y que se ha descartado por falta de presupuesto; y mejoras que se ansían en el Puerto de Sevilla, pieza esencial para el desarrollo de la ciudad y que durante años ha visto cómo no se avanzaba nada en los accesos por ferrocarril, una obra que se ha licitado a primeros de este año, y que necesita también inversiones para mejorar la navegabilidad que lo haga más competitivo.

Todo ello sin entrar en el capítulo de la vivienda. Sevilla cuenta con proyectos vitales para su futuro, que pasan por la regeneración de barrios deprimidos y que requieren de una ayuda estatal que llega con cuentagotas a una capital a la que le urge salir de los primeros puestos del vergonzoso ranking de zonas deprimidas de España.

Después de años de agravios y falta de inversiones, el nuevo alcalde de Sevilla tomó posesión a primeros de año convencido de que tenía que ser mucho más reivindicativo de lo que habían sido sus antecesores, incluido Espadas. Para ello ha creado un gran reto que sirva para cohesionar a todas las Administraciones y comprometerlas, un proyecto común que aprovechará el centenario de la Exposición de 1929, que supuso la entrada de Sevilla en la modernidad, para dar un nuevo salto. No se trata de una nueva Expo, como la del 92, pero sí de un argumento para reclamar nuevas inversiones centralizadas en Sevilla que permitan ir saldando esa factura. Si consigue que Madrid sea su gran aliado, tendrá en la mano también un argumento poderoso de oposición política en Andalucía, donde se juega en estos momentos una batalla electoral en la que como alcalde también puede sumar para el PSOE.