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Susana Díaz cumple su primer año de presidenta convertida en azote de Podemos
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Susana Díaz cumple su primer año de presidenta convertida en azote de Podemos

La campaña impedirá a la presidenta hacer balance de un periodo complicado marcado por los ‘parones’ electorales y la erosión sufrida por su papel nacional en el PSOE

Foto: La secretaria general del PSOE en Andalucía y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La secretaria general del PSOE en Andalucía y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

Si hay alguien en el PSOE que exhiba sin complejos y con convencimiento la teoría de que a Podemos, que es el enemigo, no hay que darle ni agua, esa es Susana Díaz. La presidenta de la Junta cumple este martes un año desde que fue investida gracias a Ciudadanos. Lo hará con dos actos institucionales por la mañana, uno con Navantia, y un acto electoral por la tarde en Huelva. Nada nuevo. Agenda mixta. Presidenta de día y candidata, sin serlo, de tarde. Llega a este punto convertida en duro azote contra Podemos tanto en su vertiente institucional como orgánica. Sin distinciones. Proclama que su gran obsesión es el empleo, pero a juzgar por las hemerotecas, se diría que es el partido de Pablo Iglesias. La cadena interminable de citas electorales influye.

El tono de sus críticas se ha intensificado en los últimos días y seguirá subiendo, advierten desde su equipo. Es la misión que se ha ‘autoimpuesto’, el cuerpo a cuerpo desde el convencimiento de que Podemos no quiere pactar ni hablar con el PSOE sino destruirlo. No se sabe si en Ferraz lo tienen igual de claro, pero casi se da por hecho que Susana Díaz se lo hará saber a Pedro Sánchez la misma noche electoral. Eso sí, ella ha declarado que no habrá terceras elecciones, pero jamás ha asumido que daría paso al PP si fuera la lista más votada. De hecho, la dureza contra Mariano Rajoy es también muy llamativa.

Posiblemente, los 80 días que Susana Díaz pasó atrapada en Andalucía sin los apoyos suficientes y la negativa de Podemos a darle paso han marcado a fuego todos los meses posteriores. La secretaria general del PSOE andaluz encarna el discurso más duro contra la formación morada. Si desde el equipo de Pedro Sánchez, la candidata por Barcelona, Meritxell Batet, dejaba claro que ve “más coincidencias” con Podemos que con Ciudadanos para un posible pacto de gobierno, ese desde luego no es el mensaje del socialismo andaluz.

Bloqueo parlamentario, cero diálogo

En los últimos días, la dirigente andaluza ha cargado contra el “transformismo” y “la mutación” de Pablo Iglesias. Mientras que Pedro Sánchez confía en que el ala moderada de Íñigo Errejón se imponga para alcanzar un pacto de gobierno, la socialista andaluza ha arremetido con dureza contra el número dos por su beca ‘fantasma’ en la Universidad de Málaga. Sin tregua. De Diego Cañamero ha dicho que es “lo contrario a la dignidad del campo andaluz”. El CIS aventuró 13 escaños para Unidos Podemos en Andalucía, tres más que en diciembre, y la pérdida de dos para el PSOE, que quedaría empatado con el PP a 20. Los socialistas andaluces no dan credibilidad a estos datos, mientras insisten en que “hay remontada durante la campaña” frente al anunciado ‘sorpasso’. Sí admiten que su adversario es Podemos mientras que su enemigo es el PP.

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Esta lógica política que abrazó Susana Díaz hace ahora un año, cuando Podemos y PP unieron sus votos en contra de la socialista, lejos de diluirse ha ido en estos meses haciéndose más fuerte. Y ha calado en la dinámica parlamentaria. La animadversión de la presidenta hacia la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, es palpable y también recíproca. No hay puentes ni espacio para el diálogo. Si votan de la mano PSOE y Podemos, es casi por casualidad, como ocurrió en el último pleno contra la petición del PP, avalada con Ciudadanos, de rebajar el Impuesto de Sucesiones.

La tensión y la falta de cordialidad se ha instalado este año en Andalucía, atrapada por las sucesivas citas electorales y con una presidenta que más que de gestión habla de los grandes retos de la política nacional. De las 14 iniciativas legislativas que han pasado por el consejo de Gobierno, enredadas en largos trámites, se han aprobado solo cuatro, dos hipotecadas de ejercicios anteriores. El PSOE ha visto cómo la oposición le tumbaba otras dos. Susana Díaz solo tiene margen para negociar con Ciudadanos y este partido tiene poco interés en normas como la ley de participación ciudadana o la de garantías para la sanidad pública.

Ni balance ni 'autobombo'

La dirigente socialista no hará balance de su gestión, explican desde su equipo, porque lo prohíbe la ley electoral y podría ser denunciado como ‘autobombo’. Si le preguntan, deslizan, estará deseosa de vender su gestión. Lleva preparado un balance de infarto, con un 55% de cumplimiento de las promesas en su discurso de investidura. De las 135 medidas que enunció, muchas de ámbito nacional y sin competencias para ejecutarlas, “14 están cumplidas y 73 en marcha”, aseguran desde su equipo. Una visión que en nada tiene que ver con la valoración de la oposición, que retrata a una presidenta poco ocupada en la gestión, con un Ejecutivo plano y lento, dedicada a sus cuitas internas en el PSOE y atrapada por la gestión de sus antecesores, con escándalos como el caso ERE o el presunto fraude de los cursos de formación, donde los populares vinculan directamente a la presidenta y a su marido, José María Moriche.

Según los hechos, este ha sido un año excepcional y marcado a fuego por las citas electorales de las municipales, las catalanas y dos veces las generales. Como efecto colateral, la Administración andaluza camina al ralentí, según admiten fuentes de diversas consejerías. Gracias al pacto con Ciudadanos, al que Susana Díaz apenas si menciona en la campaña electoral, el Gobierno andaluz fue el primero en sacar adelante un Presupuesto para 2016. Hubo bajada de impuestos, con una rebaja del IRPF impuesta como condición por la formación naranja. Y pacto con los funcionarios, que recuperarán los derechos perdidos por la crisis, con un coste de 1.600 millones en cuatro años. Se han ofertado 8.448 plazas de empleo público y se han financiado varios planes de empleo que permitirán, según datos oficiales, 61.000 contrataciones de corta duración. El empleo, la “gran obsesión” según ella misma repite, ha dado algún respiro, al bajar del millón de parados, pero las cifras siguen siendo insostenibles.

La Administración andaluza camina al ralentí y los casos de los ERE y los cursos siguen esparciendo sombras sobre la gestión socialista

El marchamo de comunidad estable y atractiva para las grandes inversiones no es ‘comprado’ por la mayoría de expertos económicos, que piden mirar a los datos del paro y a la falta real de un nuevo modelo productivo que ponga en órbita a Andalucía. El Gobierno de Susana Díaz sigue primando el ladrillo mediante programas de construcción sostenible, y su apuesta por nuevos sectores como la minería ha topado con las sombras de la corrupción en el caso de Aznalcóllar, que finalmente fue archivado pero imprimió un importante parón al proyecto. Tampoco el Gobierno andaluz ha brillado tanto como se prometía. El fichaje de independientes como el consejero de Economía, Antonio Ramírez de Arellano, ha chocado con su imputación por el TSJA por la adjudicación de unas obras en su etapa como rector de la Universidad de Sevilla. Otras incorporaciones de relumbrón, como Rosa Aguilar, permanecen en la sombra, sin destacar ni destacarse. Susana Díaz es la que acapara toda la atención mediática y eso asegura protagonismo pero conlleva más erosión.

Si hay alguien en el PSOE que exhiba sin complejos y con convencimiento la teoría de que a Podemos, que es el enemigo, no hay que darle ni agua, esa es Susana Díaz. La presidenta de la Junta cumple este martes un año desde que fue investida gracias a Ciudadanos. Lo hará con dos actos institucionales por la mañana, uno con Navantia, y un acto electoral por la tarde en Huelva. Nada nuevo. Agenda mixta. Presidenta de día y candidata, sin serlo, de tarde. Llega a este punto convertida en duro azote contra Podemos tanto en su vertiente institucional como orgánica. Sin distinciones. Proclama que su gran obsesión es el empleo, pero a juzgar por las hemerotecas, se diría que es el partido de Pablo Iglesias. La cadena interminable de citas electorales influye.

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