Escuredo, el dolor de cabeza de González y Guerra que vuelve 40 años después
La cúpula del PSOE se vuelca con el primer presidente de la Junta tras defender abiertamente a Sánchez y cargar contra los históricos críticos, con quienes compartió militancia en la Transición
Cuando Felipe González empezó a reconstruir el PSOE de las cenizas de la dictadura, tenía a su lado a Rafael Escuredo. Ambos fueron compañeros en el mítico despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras, germen de ese clan andaluz que fue clave para devolver el viejo Partido Socialista a la relevancia. Después sus caminos se separaron, aunque siempre bajo el paraguas de la formación. Y ahí siguen casi medio siglo después, aunque ambos discrepen ahora, como ya hicieron antes, en la dirección que deben seguir ahora, bajo la batuta de Pedro Sánchez.
Escuredo no está en la foto de la tortilla, la imagen fundacional de ese clan sureño. Pero podría haber estado. Alumno de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, como González y la mayoría del resto de nombres que ya forman parte de la historia política de Andalucía y España. En los pinares de la localidad sevillana de Isla Mayor, Manuel del Valle pulsó el botón de la cámara de Pablo Juliá e inmortalizó un día de campo sin el que no se entiende el actual PSOE. Y cuyos protagonistas ahora chocan por defender, unos, y criticar, otros, cómo lleva el timón socialista el actual secretario general.
“La posición de ambos exlíderes, los conozco bien, insisto, nace de su amor propio herido”. La frase es de Luis Yáñez-Barnuevo, otro de los protagonistas de la histórica foto y secretario de Estado con Felipe González. Ha sido una de las voces críticas con las posiciones de González y Guerra, que ahora presumen de sintonía después de años de distancia. Este médico formó parte de aquel pacto, que algunos llaman del Betis, entre socialistas vascos y sevillanos y que renovó el PSOE después del congreso de Suresnes.
Yáñez-Barnuevo ha sido más explícito y ha reaccionado de forma explícita al cónclave del "PSOE caoba" —en palabras de Iván Redondo— que se celebró el miércoles en el Ateneo de Madrid. Para el político sevillano, el problema de González y Guerra es una suerte de celos por “no ser ellos quienes protagonicen este crucial momento”. Por “no ser consultados por Pedro [Sánchez]” y no "resignarse al paso del tiempo".
El tiempo de la transición política ha pasado aunque a algunos les cueste metabolizarlo.
— Rafael Escuredo Rodriguez (@fuentedelrey) September 7, 2023
Pero fue Escuredo el primero que alzó la voz cuando González y, sobre todo, Guerra lanzaron la andanada contra Sánchez. En su cuenta de Twitter, ahora X, envió algunos mensajes crípticos, pero elocuentes. “El tiempo de la transición política ha pasado, aunque a algunos les cueste metabolizarlo”, publicó el primer presidente electo de la Junta de Andalucía, que considera sus “referentes políticos” a sus viejos compañeros de militancia, pero que acumula una historia de distancias con ambos.
La más relevante se produjo precisamente en el proceso de consecución de la autonomía andaluza. El PSOE estuvo involucrado en las reivindicaciones populares, igual que todo el arco político salvo la extrema derecha y Alianza Popular. Pero cuando llegó la hora de conceder a Andalucía la autonomía plena, hubo dudas. La Constitución del 78 planteaba un camino arduo para las regiones que quisieran equipararse con las llamadas comunidades históricas, aquellas que tuvieron estatuto antes de la Guerra Civil. Y el PSOE de Felipe y Guerra no estaba por la labor de ese café para todos que acabó llegando después de la presión del referéndum andaluz. En ese contexto, Escuredo llegó a plantear una huelga de hambre, con Adolfo Suárez en el Gobierno, pero los socialistas jacobinos, como Alfonso Guerra, no facilitaron el camino a Andalucía para llegar a esa autonomía plena.
Escuredo dimitió como presidente andaluz en 1984, 18 horas después de una reunión con Guerra en la Moncloa
Escuredo acabó fuera de la Junta, dimitió, precisamente, 18 horas después de una reunión con Guerra en la Moncloa, allá por 1984. Dos años antes, el político sevillano había conseguido una mayoría absoluta de 66 escaños. Por comparar, son ocho más que los que tiene hoy Juanma Moreno en el mismo Parlamento andaluz de 109 escaños, aunque entonces el legislativo autonómico no estaba en el enorme Hospital de las Cinco Llagas. Estaba en la sede de la antigua Audiencia de Sevilla, hoy Fundación Cajasol.
El premio a Felipe González
Es el mismo lugar donde Felipe González recibió hace unos días el premio iberoamericano Torre del Oro. Donde una serie de veteranos de la misma época que Escuredo le recriminaron sus posicionamientos. “Nos duele lo que dices”, le dijo Pepe Romero, histórico ugetista y consejero de Trabajo del primer Gobierno de Escuredo. El día después de aquel acto, con González arropado por Juanma Moreno, el expresidente andaluz afeó a su antiguo colega que “en lugar de defender al PSOE busca sin pudor los continuos aplausos de la derecha”. “Algo anida en su interior que le lleva a buscar el aplauso, para seguir alimentando su ego”, zanjó Escuredo.
Ese activismo en defensa de los dirigentes del actual PSOE, alejado de aquel PSOE de Suresnes, ha convertido a Escuredo en referente de la formación. Se notó en la presentación de la última novela del político nacido en Estepa, en la Casa de la Provincia de Sevilla, el pasado martes. Allí se congregó la cúpula del PSOE andaluz, que no había acudido al premio de González solo unos días antes porque no fueron invitados por la entidad que concedía el galardón. El divorcio entre el viejo y el nuevo PSOE se hizo patente en la provincia con el mayor número de militantes. "El corazón del PSOE", como la llamó Javier Fernández de los Ríos, el nuevo líder de los socialistas sevillanos, que sí estuvo en el premio al presidente del Gobierno, como Juan Espadas, porque sí habían recibido invitación.
“Si hoy hubiera unas primarias, Pedro Sánchez sacaría el 99%”, bromeaba en el Congreso una fuente de Ferraz este jueves. En las últimas primarias, logró un 50,2% frente al 39,9% de Susana Díaz. La baronesa andaluza tenía entonces el apoyo de Guerra y González. Y es ahí donde muchos de estos veteranos, como Luis Yáñez, sitúan el origen de la animadversión que ambos muestran al ahora presidente. Y en ese exagerado 99% estaría Escuredo y sería el único de la nómina de presidentes andaluces que formaría parte de él. José Rodríguez de la Borbolla, quien lo sucedió tras dimitir, es otro representante de ese PSOE jacobino. Y los otros dos expresidentes, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, tienen problemas para volver a la vida pública después de su condena en el caso de los ERE.
Cuando Felipe González empezó a reconstruir el PSOE de las cenizas de la dictadura, tenía a su lado a Rafael Escuredo. Ambos fueron compañeros en el mítico despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras, germen de ese clan andaluz que fue clave para devolver el viejo Partido Socialista a la relevancia. Después sus caminos se separaron, aunque siempre bajo el paraguas de la formación. Y ahí siguen casi medio siglo después, aunque ambos discrepen ahora, como ya hicieron antes, en la dirección que deben seguir ahora, bajo la batuta de Pedro Sánchez.
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