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El Gobierno disputa en Bruselas el primer 'match ball' para la investidura abocado al fracaso
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El Gobierno disputa en Bruselas el primer 'match ball' para la investidura abocado al fracaso

Sánchez busca que la UE reconozca la oficialidad del catalán, gallego y euskera para cumplir con su promesa a Junts, pero se encontrará con la negativa de un buen grupo de Estados miembros

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, viaja este martes a Bruselas. Es un viaje poco usual. Normalmente el Consejo de Asuntos Generales (CAG) es un foro al que acude Pascual Navarro, el Secretario de Estado para la Unión Europea. Pero en la agenda de la reunión hay un punto enormemente relevante. Tanto que Albares quiere enviar un mensaje claro: lo que se trata en el encuentro es una prioridad para el Gobierno español. Y es que el 17 de agosto el ministerio de Exteriores solicitó que el CAG debatiera la oficialidad a nivel de la Unión Europea del catalán, el euskera y el gallego, una promesa hecha a Junts per Catalunya a cambio de sus votos para hacer presidenta del Congreso de los Diputados a Francina Armengol.

A esta hora el Gobierno ya sabe que esa votación, que ha llegado a la agenda del CAG de manera exprés gracias a que España ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, no va a ir bien. Es necesaria la unanimidad para cambiar la norma y ya hay distintos países que han expresado que no votarán a favor. Pero Moncloa tiene claro que si quiere mantener a flote las negociaciones con los de Carles Puigdemont tiene que mandar el mensaje de que este asunto es una prioridad total para España, y por eso Albares se desplaza a Bruselas.

Pero en los últimos días un buen puñado de Estados miembros han mostrado sus reticencias, tanto por el aspecto financiero, es decir, el coste que generaría traducir toda una enorme masa de legislación, los Tratados y el ‘acquis’ comunitario de las últimas seis décadas, además del coste de los traductores que habría que añadir, como por un aspecto político, que es que generaría un precedente complejo. Por ejemplo, Francia podría encontrarse con el problema de que los hablantes del corso quieran que se les dé el mismo trato que a los hablantes de euskera y catalán, que también los hay en territorio francés. El tema está lejos de ser un asunto interno de España.

El Gobierno sueco fue el primero en señalar a lo largo de la última semana de manera pública que era “reacio” a apoyar la propuesta española. A los pocos días se le unió Finlandia, que además subrayó que existían otras maneras más prácticas de promocionar la diversidad lingüística de la Unión Europea. Hay muchos otros que no lo han expresado públicamente pero que comparten esa postura, y así lo expresaron en el Coreper II, la reunión de embajadores representantes permanentes de los Estados miembros ante la Unión Europea. En ese encuentro, como confirman fuentes europeas, España se ofreció a sufragar los costes derivados del reconocimiento de estas tres lenguas como oficiales en la Unión Europea, pero ni siquiera este ofrecimiento logró mover las posiciones de los reacios.

Foto: La ministra de Asuntos de la UE de Suecia, Jessika Roswall. (EFE/Olivier Matthys)

Puigdemont se ha mostrado públicamente inflexible sobre la necesidad de que el Gobierno vaya más allá de los gestos si quiere contar con sus votos para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Y el 'expresident' de la Generalitat ha utilizado el asunto del reconocimiento del catalán en la Unión Europea como un ejemplo de cómo debe ser la negociación: con pasos comprobables y demostrables, con un fuerte compromiso político del Gobierno. Y por eso Moncloa no ha rebajado por el momento su ambición respecto a este encuentro. Tiene que lanzar el mensaje a Puigdemont de que si no ha salido adelante es únicamente por el bloqueo de otros Estados miembros.

La realidad es que en el Gobierno sabían que la maniobra era enormemente compleja, que lo más normal sería que los Veintisiete no lo aceptasen. Precisamente eso lo convertía en una opción interesante. En cierto modo era una promesa barata a Junts, un compromiso de grandes palabras que se quedaría con toda probabilidad en papel mojado sin necesidad de que el Gobierno tuviera que arrastrar los pies. Pero en Bruselas, donde suele haber mucha comprensión con las necesidades políticas de los Gobiernos, no todos están satisfechos con la estrategia que ha seguido Moncloa, que ha incluido en una sola sesión la presentación de la propuesta, el intercambio de opiniones y la adopción, algo poco común y que muestra cómo ha buscado una vía "exprés" gracias a la presidencia rotatoria.

Foto: Manifestación a favor de la inmersión lingüística en catalán. (EFE/Quique García)

De hecho, fuentes diplomáticas se muestran sorprendidas por el hecho de que el Gobierno haya apostado por una adopción directamente en la primera sesión, sin que haya habido un debate previo. De hecho, apunta la fuente, la discusión a nivel de embajadores representantes permanentes fue únicamente una exposición, y no un debate propiamente dicho.

No tiene por qué llegar a producirse un voto. Si Albares quisiera evitar la negativa del resto de Estados miembros tiene total control sobre la agenda de la reunión y puede tranquilamente retirar el punto dentro del orden del día, pero hasta ahora el Gobierno no ha dado señales de que ese sea su plan. Desde el Gobierno insisten en que no se han encontrado con un muro de capitales diciendo que no a la propuesta española, que los mensajes son “constructivos”. Es verdad que no hay agresividad, que no hay intención de hacer sangre ni de atacar a España. Pero tampoco hay voluntad ni ganas de sacar el asunto adelante.

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, viaja este martes a Bruselas. Es un viaje poco usual. Normalmente el Consejo de Asuntos Generales (CAG) es un foro al que acude Pascual Navarro, el Secretario de Estado para la Unión Europea. Pero en la agenda de la reunión hay un punto enormemente relevante. Tanto que Albares quiere enviar un mensaje claro: lo que se trata en el encuentro es una prioridad para el Gobierno español. Y es que el 17 de agosto el ministerio de Exteriores solicitó que el CAG debatiera la oficialidad a nivel de la Unión Europea del catalán, el euskera y el gallego, una promesa hecha a Junts per Catalunya a cambio de sus votos para hacer presidenta del Congreso de los Diputados a Francina Armengol.

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