El desconocido 'primo' del programa Erasmus al que se apuntan más los españoles

"A mis 19 años no me imaginé logrando lo que me planteaba para mi futuro", sonríe Valentina. Esta joven decidió embarcarse en 2021 como voluntaria europea hacia Eslovenia y acabó encontrando su pasión antes de entrar a la carrera gracias al Voluntariado Europeo, un programa al que entre 2018 y 2020 se apuntaron más de 4.000 españoles.

Estos datos, ofrecidos por el Cuerpo de Solidaridad Europeo, a partir de una solicitud de transparencia, se extraen de un desglose del total de personas que han participado en las distintas actividades que engloba este programa: voluntariado individual, voluntariado en equipo, trabajo en el extranjero y prácticas europeas.

Entre las alternativas mencionadas, el programa de Voluntariado Europeo es el más elegido en todos los países. De acuerdo a lo estipulado por el Cuerpo de Solidaridad Europeo, este voluntariado consiste en trabajar en "proyectos transfronterizos" de distinta tipología: medio ambiente, trabajo con niños, cultura o aprendizaje audiovisual. Así, sus participantes se desempeñan en la actividad normal de la organización, mientras buscan cómo aplicarlo a su experiencia.

Este programa se desarrolla al margen del conocido Erasmus, que se hace durante la carrera. La particularidad es que se puede realizar entre los 18 y los 30 años y no necesariamente siendo estudiante. De hecho, a nivel europeo, es habitual el perfil de preuniversitarios, que acuden en busca de una orientación laboral.

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Fruto de esta experiencia, Valentina consiguió crear un portfolio previo a su carrera, aunque en un inicio su objetivo era tomarse un año sabático."Al final, como te cubre todo, no tienes ningún tipo de preocupación. Solo cumplir con el trabajo y pasarlo bien, por supuesto", afirma. El programa cubre desde los vuelos y el alojamiento hasta la atención sanitaria, pasando por las gestiones burocráticas. Esta seguridad es la que atrae a muchos a formar parte de esta actividad.

Según Intercambia, una asociación juvenil especializada en programas de movilidad, cuando presentan el proyecto de voluntariado con "tantas facilidades" muchos no terminan de creérselo. "En España, el perfil de jóvenes que acude a este tipo de actividades es el de posuniversitarios que buscan un puente previo al mundo laboral", aseguran desde la asociación. Añaden que España tiene una amplia tradición en este tipo de programas asociados a la naturaleza Erasmus, aunque otros países como Turquía también cuentan con un gran interés.

"Normalmente, hay más interés en el programa en épocas de crisis", confirman desde la asociación. Perciben que son periodos donde las personas, en concreto los jóvenes, buscan opciones nuevas, tanto por motivos formativos y laborales como por "vivir la experiencia". Además, detallan que uno de los principales motivos que utilizan los españoles es "mejorar el inglés".

Contra la 'titulitis'

Estas experiencias acaban configurando el currículum de sus participantes. Sin embargo, la propia naturaleza del voluntariado promueve el desarrollo de aptitudes dentro de la educación no formal. De hecho, para asegurar su correcta acreditación cuenta con el Youth Pass: un informe sobre el trabajo realizado durante la estancia del voluntario y las tareas realizadas, junto a un resumen del aprendizaje.

Basia es una polaca de 33 años que ha pasado por casi todos los programas que puede ofrecer la Unión Europea. Hizo su Erasmus durante la carrera de Filología Inglesa en Almería, pasó por Valencia en unas jornadas prácticas y estuvo de voluntaria en Málaga en la Fundación Alonso Quijano. "Elegí España porque estudiaba el idioma y quería mejorarlo", cuenta la polaca. Para ella, este tipo de actividades internacionales son una gran oportunidad de desarrollo, tanto personal como profesional.

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Al contrario que otros intercambios o experiencias internacionales, este programa suena cercano. La popularidad del Erasmus como oportunidad de estudios en el extranjero favorece que se asocie a algo similar, con sus diferencias. Además, la "amplia oferta" con la que cuenta el programa, según Intercambia, atrae a los solicitantes una vez que lo conocen.

Valentina y Basia coinciden en que la falta de marketing que a su juicio existe respecto a esta actividad puede ser la causante de que no esté tan extendida como el programa estrella que es Erasmus. Además, comparten la visión de que desde instituciones educativas, en muchas ocasiones, el voluntariado no se promueve como una opción más a seguir más allá del camino establecido del aprendizaje.

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Los datos facilitados aportan información también sobre la duración de la estancia. En los años para los que hay cifras, la proporción entre quienes eligen estancias cortas o largas es similar, aunque son más los que optan por pasar más de dos meses. Tras la pandemia, sin embargo, existe la sensación de que las tendencias han cambiado. "Ahora los jóvenes, cada vez más, escogen proyectos cortos", aseguran desde Intercambia. Lo asocian a la compatibilidad de participar en ellos mientras estudian y al afán de la juventud de formarse con actividades extracurriculares que completen su carrera o les diferencie de cara al mercado laboral.

En cuanto a los destinos, los países del sur de Europa como Italia, España o Francia son los preferidos para vivir esta experiencia. Además, existe la opción de realizar el voluntariado dentro del propio país. En el caso español, de hecho, España es el destino más popular: un total de 435 jóvenes pasaron por este programa a nivel nacional entre 2018 y 2020.

"Puedes ampliar tu mercado laboral a otros países", plantea Intercambia. Al final, más allá de un año de autodescubrimiento o de aprendizaje, el voluntariado también puede abrir puertas a continuar viviendo o estudiando en el país que escogiste.

Quien vino y se quedó

Para muchos voluntarios, pasar un año integrándose en el país de destino, en ocasiones se traduce en una prolongación de su estancia. Este fue el caso de Paytasar, una joven armenia de 29 años que con 21 empezó como voluntaria en Murcia. Tras muchas complicaciones con sus visados e incluso teniendo que interrumpir su programa de voluntariado en más de una ocasión, acabó quedándose en España. "Pude continuar mi carrera de Trabajo Social porque me convalidaron las asignaturas que ya traía de Armenia", cuenta entre risas recordando cómo empezó la universidad sin saber español.

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Para poder mantenerse tuvo que compaginar hasta dos trabajos mientras estudiaba. "Me empecé a enamorar de todo y encontré en España el cariño que me hacía falta". Tanto fue el cariño, que en su lucha por mantenerse en el país, encontró a su actual marido.

"El voluntariado tiene momentos duros, pero es una experiencia donde te sientes útil, encuentras nuevas culturas y, sobre todo, consigues oportunidades que de otra forma no hubiese conseguido", confiesa Paytasar.