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Los últimos de la fe: así ha perdido España un millón de jóvenes católicos en 20 años
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Los últimos de la fe: así ha perdido España un millón de jóvenes católicos en 20 años

Desde que hay registros, el país pierde adeptos a la religión católica. El relevo generacional se complica año tras año a pesar de las demostraciones de fuerza en las JMJ o los conciertos de Hakuna

Foto: Una joven rezando en una de las capillas de la sede de Hakuna, en Las Rozas. (A.F.)
Una joven rezando en una de las capillas de la sede de Hakuna, en Las Rozas. (A.F.)

Más de 77.000 jóvenes españoles en la Jornada Mundial de la Juventud. Cerca de ocho mil en el concierto de Vistalegre organizado en 2022 por Hakuna. Cientos de encuentros de Effetá. ¿Está resurgiendo el catolicismo entre los jóvenes? Aunque en los últimos meses hemos visto una sucesión de eventos masivos donde ellos eran los protagonistas, las cifras del catolicismo en España apuntan que los jóvenes cada vez se alejan más de la religión.

En 1998, un 73,2% de los jóvenes de 18 a 24 años, unos 3,4 millones, se consideraban católicos. Aunque este grupo de edad era el menos religioso ya entonces, solo uno de cada tres rechazaba la fe hace veinte años. Ahora, la tendencia se ha invertido. Los últimos datos comparables, recopilados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), muestran que en 2019 ya solo el 44% de la población de esa edad se reconocía como católica: 1,4 millones de personas.

Si la juventud religiosa fuese ahora tan popular como en 1998, los jóvenes católicos serían 2,3 millones, casi un millón más de los que se identifican con este sentimiento cuando les pregunta el CIS. Junto al grupo de edad de 25 a 34 años, son el único segmento de la población donde este sentimiento religioso ya no es mayoritario entre la sociedad.

Datos más recientes apuntan que la tendencia sigue en descenso. En 2023, el 36,4% de los jóvenes de entre 18 y 34 se consideraban católicos, practicantes o no. Esta cifra no es del todo comparable con las anteriores, ya que en 2020 cambió la forma de preguntar por la religiosidad, pero sí advierte una caída en picado de la proporción de católicos jóvenes.

Así, en los últimos años, España se ha convertido en un país secularizado. No se trata de un fenómeno aislado: desde el siglo XIX, nuestro país ha experimentado distintas oleadas de secularización que han llevado a que el catolicismo esté cada vez menos presente en la sociedad, según los registros. Pero ahora, no solo se habla de una pérdida de la religiosidad, sino también de la cultura religiosa y su peso en la educación y en la sociedad.

"No solo se habla de una pérdida de la religiosidad, sino también de la cultura religiosa y su peso en la educación y en la sociedad"

"En la gente joven esa cultura católica se está exculturando", asegura el sociólogo Rafael Ruiz Andrés, especializado en secularización y religiones y profesor en la Universidad Complutense. Para este experto, ya no es solo que estas nuevas generaciones no estén bautizadas, sino que en muchos casos ni siquiera están familiarizadas con "conceptos básicos de esa tradición religiosa".

Ante las diferencias entre la percepción y la realidad, entre lo que se ve por redes con el movimiento de los jóvenes cristianos y los datos, el sociólogo apunta que la cuestión tal vez no es tanto que se haya experimentado un "movimiento de conversión", sino que se ha conseguido una "mayor visibilización" de una realidad que, aunque ahora es minoritaria, sigue siendo amplia.

Además, asegura que el catolicismo sigue teniendo "una fuerza importante de sentido y de identidad" no solo para la población española, sino también para "un sector considerable de los jóvenes". Al final, más de un tercio de aquellos entre 18 y 34 años se consideran católicos, prácticamente o no, según los últimos datos publicados por el CIS.

El oasis de Hakuna

Pablo tiene 20 años y estudia en ICADE el doble Grado en Derecho y en Filosofía, Política y Economía. Él es uno de esos jóvenes cristianos que procura no perderse ninguno de estos eventos católicos. De hecho, asistió al último concierto de Hakuna y ha experimentado los retiros de Effetá. Defiende esta clase de encuentros como medio para encontrarse con la fe, pero confiesa que son insuficientes para profundizar. "Conozco a muchos que se les pone la piel de gallina y dicen que les ha cambiado la vida, pero tres días después pasan a ser las mismas personas que antes", asegura el estudiante.

Foto: Una joven, rezando en una de las capillas de la sede de Hakuna, en Las Rozas. (A. F.)

"Cuando estamos con un grupo de gente que cree lo mismo que nosotros, estamos a gusto y es estupendo, pero luego el punto es: cómo lo llevo a mi día a día", reflexiona Saúl, sacerdote jesuita de 44 años. En su opinión, estos eventos pueden crear un "efecto burbuja" donde al joven cristiano, después de lo vivido, le resulta difícil continuar en el crecimiento de su fe.

Esta falta de continuidad se ve reflejada en los datos de frecuencia de asistencia al lugar de práctica religiosa publicados por el CIS. En 2023, solo el 8,8% de los jóvenes de entre 18 y 24 años asistieron dos o tres veces al mes, y un 4,4% varias veces a la semana.

Ambos coinciden en que estos encuentros ayudan a dar visibilidad y a acercar los mensajes de la Iglesia a más gente, al igual que posibilitan una mayor conexión con la fe. "Si nos quedamos en la fe de la primera comunión y no nos molestamos en leer y formarnos, nos acabamos quedando con una fe infantil", dice el jesuita.

"Más allá de ir a misa y rezar"

Como Pablo, muchos jóvenes viven su fe fuera de las prácticas religiosas. De hecho, considera que los creyentes están llamados a hacer "más cosas que ir a misa y rezar". A veces, se siente más cerca de Dios tomándose una cerveza "con un amigo que lo necesita", que yendo a misa. Para él, lo cotidiano va de la mano de lo religioso y no presenta ninguna incoherencia con su fe. Asegura que otros jóvenes se sorprenden cuando se presenta como cristiano y que encuentra muchos "prejuicios" a la hora de expresar su religiosidad en ciertos círculos.

Foto: Ritual hindú en Indonesia. (Getty/Agung Parameswara)

Esos prejuicios, unidos en ocasiones al desconocimiento sobre cómo es la vida cristiana, acaban generando situaciones que rozan lo cómico. "El Señor no nos pide que vivamos amargados", bromea Saúl. A la pregunta sobre qué es lo que más le suele llamar la atención a la gente cuando se enteran de que es cura, responde: "Se sorprenden cuando te ven con pantalones cortos, se encuentran contigo en la playa o sentado en una terraza tomando una cerveza". De todos modos, él lo justifica: "Tenemos un cliché de lo que tiene que ser el sacerdote o de cómo tiene que vivir. De cómo tiene que ir vestido o cómo tiene que ir por la calle. Si fuéramos vestidos como dice San Ignacio en el siglo XVI, sí que iríamos llamando la atención".

En contraposición a esta adaptación y renovación de la Iglesia, el cristianismo en los jóvenes parece querer retomar prácticas más tradicionales y volver a rituales clásicos como la adoración. Eso sí, aún sigue habiendo jóvenes que, más allá de participar en misiones, voluntariados o experiencias de fe, deciden seguir su camino abandonando la vida laica.

Los que dan el paso

"Hay menos gente, pero quien se lo plantea es de verdad", dice Alfonso Alonso-Lasheras, coordinador del equipo de promoción vocacional de la provincia de la Compañía de Jesús en España. Este jesuita reflexiona, además, sobre la evolución de la imagen de la Iglesia y asegura que el deseo por entrar "ahora es más real" al no estar idealizado y no suponer un "ascenso social".

Según su experiencia, las personas que deciden dar el paso hacia la vida religiosa lo hacen sabiendo que hay cierta incomprensión en optar por ese camino, entendiendo la realidad social que rodea a la religión. Por tanto, los que deciden embarcarse en el camino eclesiástico lo hacen por otros motivos diferentes a los de siglos anteriores, cuando se enviaba a alguno de los hijos a un monasterio o cuando pertenecer a la Iglesia aportaba mayor caché social.

Foto: Albino García, prior de la extinta comunidad jesuita de Palencia. (David Brunat)

Ahora bien, no todos los que comienzan una vida religiosa acaban confirmando sus votos. Hasta antes de formar parte de una congregación y empezar su formación, hay un "camino de discernimiento", donde muchos de los postulantes acaban decidiendo si realmente la vida laica es insuficiente.

Aunque esta falta de novicios no parece suponer una preocupación. "La realidad de España, no es la realidad del mundo" asegura Alfonso. Explica que la realidad religiosa de nuestro país no es la tendencia mundial. De hecho, la mayoría de congregaciones en España cuentan con religiosos procedentes de zonas de Latinoamérica o Asia.

Para los religiosos como Saúl y Alfonso, o jóvenes como Pablo, una de las claves para comprender esta tendencia de la fe es la falta de reflexión y silencio en una rutina cada vez más cargada de estímulos, debido a la incursión de las redes sociales.

Foto: Ilustración: Irene de Pablo.
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María Zuil Laura Morales Ilustración: Irene de Pablo

Por el contrario, en palabras de Rafael Ruiz Andrés, la espiritualidad parece no haber desaparecido por completo, ya que día a día se observa la afiliación a creencias "más difusas y menos institucionalizadas". El horóscopo, la existencia del Karma o la fuerza del destino son solo algunos ejemplos. Para el experto, esta nueva espiritualidad, sin embargo, no debería suponer una preocupación para las religiones, ya que "mientras haya límites, habrá religión".

Más de 77.000 jóvenes españoles en la Jornada Mundial de la Juventud. Cerca de ocho mil en el concierto de Vistalegre organizado en 2022 por Hakuna. Cientos de encuentros de Effetá. ¿Está resurgiendo el catolicismo entre los jóvenes? Aunque en los últimos meses hemos visto una sucesión de eventos masivos donde ellos eran los protagonistas, las cifras del catolicismo en España apuntan que los jóvenes cada vez se alejan más de la religión.

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