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Orgullo capillita: por qué en la España más laica crecen como nunca las procesiones
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En 20 años, sus cifras se han multiplicado

Orgullo capillita: por qué en la España más laica crecen como nunca las procesiones

Mientras los porcentajes de laicismo en España no paran de aumentar, las hermandades de Semana Santa, sobre todo de corte andaluz, llevan décadas creciendo sin parar. Y la pandemia apunta a ser un nuevo trampolín

Foto: Jóvenes de la Hermandad de El Cerro (Sevilla) lloran tras la suspensión de su estación de penitencia por la lluvia. (EFE/Raúl Caro)
Jóvenes de la Hermandad de El Cerro (Sevilla) lloran tras la suspensión de su estación de penitencia por la lluvia. (EFE/Raúl Caro)
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Son las siete de la tarde del Miércoles Santo y en el centro de Sevilla ya cuesta bastante moverse. En algunas calles aparecen las famosas 'bullas', que crecen y se repiten durante lo que queda de tarde y noche. En total, nueve hermandades tienen la culpa de este colapso, con sus casi 10.000 nazarenos que las acompañan, según las previsiones de las propias cofradías. Todo el centro parece cerrar para esta celebración que llena calles, tiendas, bares... Turistas y lugareños se apelotonan para disfrutar en pie durante horas del fervor religioso. Y eso que aún no es el día grande. La capital andaluza es el caso máximo del contraste que se deja ver en estos días en España. Mientras la sociedad es la más laica de su historia, las procesiones y otros eventos similares viven su mejor momento.

Cualquiera que salga este miércoles por la ciudad del Guadalquivir puede palpar ese éxito que incluso amenaza con desbordar. El clima acompaña y el centro es un reguero de gente que rebusca callejuelas para ver a Los Panaderos o La Sed en La Alfalfa, miles se apelotonan en el Puente de San Bernardo para ver durante unos minutos alguna de las imágenes de la hermandad del mismo nombre y es casi imposible no toparte con alguna línea de nazarenos incluso sin querer. El tirón es tal en todos los estamentos sociales que las cofradías ya plantean cambios ante el incipiente colapso durante días como 'la Madrugá' con más de 15.000 nazarenos. Unos números llamativos, pero que están lejos de mostrar toda la realidad del fenómeno que crece, lejos de otras liturgias religiosas, incluso entre los jóvenes.

Foto: Un penitente de la Hermandad de La Vera Cruz, durante la salida de su estación de penitencia en Sevilla. (EFE/Raúl Caro) Opinión
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Uno de esos 'nuevos' cofrades que representan la evolución es Javier Navarro, arquitecto, 31 años, que se prepara para procesionar este jueves en Las Cigarreras y sigue de cerca todo el resto. "Soy hermano desde los siete años y por decisión propia. Nunca he sido hermano desde nacimiento, como suele ser habitual. Mis padres, de izquierdas y ateos, siempre consideraron que si debía pertenecer a alguna hermandad debía ser cuando tuviera un mínimo de conciencia. Los primeros años salí de monaguillo y a partir de los 12 de nazareno. He tenido años de acólito, pero nunca he salido de costalero", detalla. Es un caso claro de la transversalidad que ha sido básica para el resurgimiento. "Soy hermano de La Cena, Santa Marta, Los Estudiantes, Las Cigarreras y Montserrat. No son pocas: a algunas llegué por lazos familiares, a otras por amigos y a otras por decisión y afecto personal", añade.

Mientras el CIS no deja de mostrar récords en la pérdida de creyentes en España (un 37% ya se considera ateo, una cifra que supera el 50% entre los jóvenes menores de 35 años), el orgullo capillita coge más fuerza que nunca. Las cifras de hermandades y cofradías, aunque escasas y poco detalladas, no dejan de crecer, las ciudades que más viven estas celebraciones aumentan en interés incluso en internet y su influencia cada vez llega más lejos. Ciudades como Madrid o Bilbao se han sumado a estas tradiciones con grupos que no paran de aumentar y nuevos pasos. ¿Y cómo se entiende esto? Tanto expertos como seguidores de las mismas apuntan a una dirección clara: esto es mucho más que religión.

placeholder Lunes Santo en Sevilla. (EFE)
Lunes Santo en Sevilla. (EFE)

Navarro es buena imagen de ese renacido sentir que no tiene miedo a mostrar su gusto por el mundo sacro, que vive con intensidad sus celebraciones y que muestra una visión diferente a la habitual sobre estos fenómenos. "Lo que lleva a participar es una mezcla de tradición familiar y colectiva. Hay familias en las que no se inculca ni fuerza la participación en la Semana Santa, pero es la propia ciudad como organismo vivo, como colectivo, la que ofrece la posibilidad de formar parte de algo grande, de un teatro en vivo en el que se homogenizan estatus sociales, orientaciones políticas o sexuales. Me gusta la Semana Santa y participar activamente en ella porque activa recuerdos de infancia, los olores, colores, recorridos y espacios cambian totalmente durante la semana", comenta.

Esas formas de vivir estos eventos sobre todo en el sur de España han empezado a calar lejos de sus fronteras. Un movimiento que puede llegar a resultar chocante con la evolución social hacia un mundo cada vez más secular, pero que incluso ha llegado a otros entornos culturales alejados de la Iglesia. La música tecno o el trap ha empezado a tomar marchas 'semanasanteras', videoclips 'mainstream' se han llenado de simbología relacionada con estos eventos y ha encontrado un hueco tremendo en la red, donde las imágenes barrocas de los pasos encuentran grandes nichos. Es raro no ver las procesiones rodeadas de móviles grabando.

El resurgir capillita

Lo difícil es encontrar datos que transformen el sentir de los miembros de las cofradías y hermandades, y la sensación que queda viendo las calles, en datos claros y sólidos sobre este resurgir del fervor procesional. Ni los entes públicos ni la propia Iglesia ofrecen información fidedigna global que apoye estas tesis (se ha generalizado la cifra sin fuente de que en los últimos 20 años se ha pasado de uno a tres millones de cofrades y se han superado las 10.000 hermandades), pero sí hay otro tipo de pruebas que señalan el camino. Además de lo que uno puede ver estos días en ciudades como Sevilla, Málaga o incluso Madrid y Bilbao, donde todo lo sacramental ha tomado un peso clave, hay movimientos que dan pistas.

Uno de los más llamativos, el de la Real Academia Española, que a finales de 2019 incluyó en el diccionario un nuevo significado para el término 'capillita': "Dicho de una persona que vive con entusiasmo las actividades organizadas por las cofradías religiosas a lo largo del año y participa en ellas". Su inclusión con un sentido no peyorativo ya da una idea de la evolución del fenómeno, pero no es el único ejemplo de este 'boom'. También nos podemos fijar en el número de hermanos de hermandades estandarte, como la Macarena, en Sevilla, que ya batía récords históricos nacionales en 2018 llegando a los 14.000 hermanos y que a día de hoy supera los 16.000. Con el primer récord ya hablaban de que el 90% de los nuevos hermanos eran menores de 25 años.

A nivel general, otro buen archivo en el que ver la evolución, aunque aún a medio terminar y cogiendo los datos con cierto recelo, es el Registro de Entidades Religiosas que tiene el Ministerio de Justicia. Desde 2015, con la nueva Ley de Entidades Religiosas, es obligatorio que todas las asociaciones de esta índole se inscriban o actualicen sus datos si quieren ser personalidad jurídica y tener ventajas fiscales como las que ofrece la Ley de Mecenazgo. En los últimos años, el goteo no ha cesado, por lo que no se puede dar como un listado cerrado. Sin embargo, sí se puede usar para sacar alguna conclusión llamativa.

El número de asociaciones católicas registradas ronda los 7.000 y en los últimos años, lejos de bajar el ritmo de inscripciones, se ha acelerado. Además, si pintamos todos esos registros en un mapa se ve que aunque las provincias andaluzas ganan por bastante al resto de España, la presencia de cofradías y hermandades es algo generalizado en el territorio.

Solo una provincia, Ourense, no cuenta con ninguna asociación en el listado y hay zonas con núcleos importantes como el levante español. El mapa también permite entender algunas de las razones que explican el crecimiento. Como la migración o el espejo que supone la popularización de las celebraciones, sobre todo andaluzas. Muchas de las hermandadas nacidas en los últimos años en el centro y norte peninsular cogen nombre e imagen de las del sur.

Los expertos mencionan varias razones que explican el resurgir del 'orgullo capillita'. Nuevas generaciones crecidas en el seno de familias ya muy entregadas a estas tradiciones, unas actividades que cada vez se ven en más lugares y tienen más tirón fuera de las fronteras clásicas (con fuerza, incluso en redes sociales), y, por último, la migración. Hay ejemplos de ello en todo el país, pero quizá el caso capitalino es el más llamativo. En Madrid se cruzan todo tipo de estilos, pero en los últimos años hay un claro empuje andaluz, como destaca el propio Mariano Rivera Vázquez, Rector de la Academia para la investigación de la Semana Santa de Madrid.

"La Semana Santa de Madrid actual no se puede entender sin la gente que viene del sur y se instala en la comunidad. Son ellos los que en muchos casos han dado un salto de calidad al patrimonio de las hermandades y, también es verdad, han llenado de acento andaluz la tradición madrileña para bien y para mal. Mucha gente no lo sabe, pero el Cristo de Medinaceli, el 'Señor de Madrid', llegó a salir varios años montado sobre un camión de la I Guerra Mundial. Muchas cosas han cambiado para mejor desde aquella época", señala Rivera.

En lo que coinciden todos los entrevistados es en la evolución desde aquellos años setenta y ochenta en los que todas las hermandades pasaron por crisis de identidad y transiciones, y que desde los años noventa y dos mil su impulso no ha cesado. "Antes todo esto estaba controlado desde arriba y eso hizo que mucha gente las rechazará con el cambio de sistema, se veía como algo utilizado por el régimen franquista. Pero en las últimas décadas eso ha ido cambiando y cogiendo fuerza desde abajo. En el caso de Madrid las hermandades eran cosas de una familia que se afanaba por sacarla adelante, ahora son grupos de personas con gustos similares que se juntan y tejen lazos para crear una hermandad", detalla Rivera.

placeholder Procesión de los Gitanos en Madrid. (EFE)
Procesión de los Gitanos en Madrid. (EFE)

Con él está Manuel Jesús Roldán, historiador y escritor sevillano experto en Semana Santa. Él apunta a un crecimiento que ha recuperado la base de estas celebraciones. "Se ha recuperado la tradición más básica, viendo la cofradía como una parte fundamental del barrio que llega a lo más profundo y que vertebra una ciudad como Sevilla desde lo más bajo. Claro que tiene un aspecto religioso que hay que tener en cuenta, pero que no es lo único. Eso ha hecho que la gente deje prejuicios y recelos y se sume más, vengan de donde vengan. Se crean unos lazos muy fuertes que van mucho más allá de la religión".

Además, algo clave para Roldán es que las cofradías son entes vivos, sobre todo, menciona, entre las de corte andaluz, menos museísticas. "Van cambiando, evolucionando. Y eso hace que socialmente no se vean como grupos antiguos, arcaicos, pese a los nombres o los años de sus fundaciones", añade. "Es verdad que desde fuera se pueden ver como algo muy antiguo y viejo, pero cuando se ve su trabajo todo el año, la gente que forma parte de las mismas, las labores que hacen y demás se ve que están muy al día. Y algo que llama mucho la atención es que a los jóvenes, crecidos en una sociedad con millones de imágenes, las representaciones del Barroco les siguen enganchando".

Globalismo e internet

Esa forma de enganchar a los jóvenes y la buena integración de algo como la Semana Santa en la sociedad actual tiene puntos buenos y otros que no lo son tanto. Como señalan tanto Rivera como Roldán, el estilo andaluz ha ido cogiendo cada vez más peso en el resto de celebraciones de España. Tanto que muchas de las hermandades que crecen ahora en otras comunidades siguen el puro estilo andaluz. "Eso ha ayudado en muchos casos a crear una tradición de Semana Santa donde no existía, pero también puede acabar con la tradición de esos lugares, absorbiendo su riqueza y acabando con ella. Forma parte del proceso de la globalización donde el más grande es el que se copia y engulle a los demás, y eso no se puede ver como algo bueno", comenta el profesor sevillano.

Foto: Salida procesional del trono de María Santísima de Lágrimas y Favores en las Cofradías Fusionadas. (EFE)

El entorno 'semanasantero' del centro de Madrid es un ejemplo clarísimo. De las 14 hermandades que se mueven por la almendra central en estos días, 5 son posteriores a 1990. Y la mayoría tienen ya "acento andaluz", como menciona Rivera. "Hay una clara evolución hacia ese estilo. En parte esa mirada al sur ha ayudado a profesionalizar las hermandades, a que mejoren su patrimonio, a darles mucho más cuidado... Pero por otro es verdad que las tradiciones castellanas que mantienen las hermandades más antiguas de la capital corren el riesgo de ir desapareciendo por, también, la moda". Desde hace algunos años, recuerda el experto, muchos madrileños han ido tomando este camino creando una relación cada vez más cercana con ciudades como Sevilla. "Algunas hermandades cogían se iban al sur, compraban unos ciriales y los traían. Cuando el de otra hermandad veía el resultado les seguía. Y así hasta ahora que tenemos estructuras muy similares a las del sur".

Internet está ayudando también a esta generalización, y demuestra que la fuerza del tirón capillita. Si se busca en Google es fácil dar con decenas de portales dedicados a la actualidad cofrade, muchos de los periódicos del sur de España han creado verticales dedicados a esta información y el número de tiendas online y demás portales relacionados con este mundo también está disparado. Y su idiosincrasia parece cuadrar bastante bien con el fenómeno de las redes sociales.

placeholder Miércoles Santo en Granada. (EFE)
Miércoles Santo en Granada. (EFE)

"Es difícil analizar esto, pero la Semana Santa es un generador clarísimo de imágenes y momentos llamativos y diferentes que pueden enganchar con las nuevas generaciones. Cada año hay decenas de fotógrafos que retratan estas celebraciones porque dejan imágenes impresionantes. Eso cuadra muy bien con la sociedad actual en la que la imagen tiene un peso clave y cada día es más importante", comenta Roldán. No hay estudios sobre el impacto de 'sites' como Instagram en estas fechas, pero sí se han estudiado muchos casos en los que la fotogenia de un lugar o una acción ha multiplicado el interés sobre ella gracias a los medios de comunicación.

Su auge puede incluso verse en los trabajos de artistas 'mainstream' como C. Tangana, que ha utilizado el simbolismo cofrade en varias de sus últimas canciones, incluso con ciertas polémicas como el videoclip que grabó en la Catedral de Toledo, y también ha tocado ese palo Rosalía. Aunque llama más la atención el caso de Califato 3/4, un grupo más 'underground' que en uno de sus 'hits' más conocidos, 'Cristo de las Navajas', mezcla el tecno con una marcha de Semana Santa. La cultura andaluza vive una nueva revolución que casa bastante bien con todo este fenómeno.

¿Qué pasa con la Iglesia?

El runrún que queda en el ambiente tras ver todo este tirón del mundo cofrade es la referente a la Iglesia. Si cada vez más españoles se describen como laicos o, al menos, cristianos no practicantes, ¿en qué punto quedan unas hermandades que no paran de crecer? En los últimos años, ya ha habido varios choques en este sentido. Las hermandades han ido ajustando las estrictas normas para participar en ellas (por ejemplo, el hermano mayor no puede estar divorciado, algo que ya ha generado algunos choques en grandes hermandades) y en el caso de la capital andaluza fue muy sonado el caso de los diseñadores Victorio & Lucchino, que fueron apartados de vestir a la virgen de una de las hermandades sevillanas por casarse.

Como explican los entrevistados, la posición cofrade queda en un difícil equilibrio entre tradición social y popular y el arraigo religioso. Este mundo no se puede explicar sin el lado religioso, pero tiene un pilar social y secular que puede ser incluso más importante para su crecimiento y sostenibilidad. "La relación entre la imagen de la Virgen María, en todas sus advocaciones, y los miembros de una hermandad es una relación más familiar que devocional: a la virgen se le habla, se le pide, se le ruega como el que lo hace a una madre o a una abuela. Creo que eso explica el crecimiento de las hermandades y su popularidad: la ciudad y el entramado social que rodea el fenómeno te ofrece un espacio seguro, confortable y abierto", señala Navarro.

Rivera prefiere darle la vuelta a la tortilla a las críticas por la demasiada secularización de estas celebraciones. Para él las procesiones son, como los belenes, la mejor catequesis que existe, una forma inigualable de acercar a la gente a la iglesia. Y recuerda que el hermano mayor tiene la obligación de trabajar como una especie de guía espiritual para el resto de hermanos. "Yo he sido hermano mayor y al final vas encontrando truquillos para acercar a los más jóvenes a la iglesia. Eso sí, tienes que tener claro que no puedes obligarlos sin más, porque te los cargas, los quemas y eso sería mucho peor".

placeholder Procesión de La Estrella de la Semana Santa de Ávila. La primera que sale con costaleros en la ciudad, siguiendo el estilo andaluz. (EFE)
Procesión de La Estrella de la Semana Santa de Ávila. La primera que sale con costaleros en la ciudad, siguiendo el estilo andaluz. (EFE)

Además, tanto él como Roldán apuntan a un aspecto clave de las hermandades y que puede haber servido de acicate para disparar su interés tras la pandemia. Las hermandades ponen cada vez más recursos en la obra social. "Es lo que yo creo que llama más a los jóvenes, que ven cómo con este grupo de personas puedes ayudar a los demás donde otros no llegan. Y que hay gente a tu alrededor con las mismas ganas de hacerlo", asegura Rivera.

En el caso de Sevilla, como recuerda Roldán, el papel de estas hermandades en el entorno social es fundamental. "Las hermandades llegan donde quizá las autoridades públicas y otros organismos no lo hacen. Y encima, en muchos casos, ayudan a la gente de su propio barrio, lo que genera un vínculo aún mayor que va mucho más allá de la iglesia. Es algo comunitario, y no se puede entender su crecimiento sin saber eso. La Iglesia es parte importante de las cofradías, pero quedarse solo en eso es no entender el fenómeno".

Navarro también prefiere dar una vuelta más a la relación Iglesia y hermandades para terminar. "No creo que los hermanos, por el mero hecho de pertenecer a una cofradía, deban participar activamente en los actos religiosos. El hecho de que muchas personas ateas participen en las procesiones explica bien cómo el no obligar a los hermanos a participar en los actos religiosos es una de las claves del éxito de la Semana Santa, y es algo que quizás la iglesia debía plantearse como referente para evitar la caída del número de fieles".

Son las siete de la tarde del Miércoles Santo y en el centro de Sevilla ya cuesta bastante moverse. En algunas calles aparecen las famosas 'bullas', que crecen y se repiten durante lo que queda de tarde y noche. En total, nueve hermandades tienen la culpa de este colapso, con sus casi 10.000 nazarenos que las acompañan, según las previsiones de las propias cofradías. Todo el centro parece cerrar para esta celebración que llena calles, tiendas, bares... Turistas y lugareños se apelotonan para disfrutar en pie durante horas del fervor religioso. Y eso que aún no es el día grande. La capital andaluza es el caso máximo del contraste que se deja ver en estos días en España. Mientras la sociedad es la más laica de su historia, las procesiones y otros eventos similares viven su mejor momento.

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