Barones del PP apoyan la "jugada" de ofrecer al PNV la presidencia del Congreso

La propuesta del presidente canario, Fernando Clavijo, de que el PNV presida el Congreso ha removido las negociaciones para configurar la Mesa a 48 horas de la constitución de las Cortes Generales. El silencio de los nacionalistas vascos abre todo tipo de hipótesis, si bien desde el PSOE ya se han apresurado a descartar esta posibilidad en boca de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, que ha manifestado que el cargo lo debería ostentar un socialista. Tampoco ha gustado a Bildu que su rival directo en el País Vasco esté en el eje de la votación del día 17. Los de Arnaldo Otegi desmentían que se hubiera valorado la propuesta de Coalición Canaria. El bloque de la izquierda da por zanjado el tema.

¿Y cuál es la postura del PP? Fuentes del partido confirman que existen diferentes vías abiertas y que entre ellas se ha contemplado facilitar que un representante del PNV, todos miran al veterano Aitor Esteban, se convierta en la tercera autoridad del Estado por detrás del Rey y el presidente del Gobierno. La jugada es arriesgada, como reconocen en el propio partido, pero permitiría controlar la Mesa y que Alberto Núñez Feijóo propusiese a Felipe VI ir a una investidura, como ha adelantado El Confidencial, la última semana de agosto.

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En las baronías se ve con buenos ojos el gesto a los vascos, aunque el mensaje que llega es que siguen enrocados en no permitir que Feijóo sea presidente con sus votos. Ya el hecho de poder medir los tiempos de una investidura se lee en clave de victoria para los populares, dado que el mejor escenario sería la repetición electoral. Ceder la presidencia de la Mesa del Congreso y que el PNV acepte no supondría en ningún caso tener cerrada la investidura, aunque sí pondría “nervioso” a Pedro Sánchez, aseguran desde el PP.

Los movimientos se llevan con máxima discreción después de que, en las últimas semanas, se haya desafinado en el mensaje por parte de miembros de la cúpula de Génova. Mientras el vicesecretario de Organización, Elías Bendodo, ha defendido hasta ayer “negociar con todos”, incluido Junts, su compañera Carmen Fúnez dejó claro que dialogar Carles Puigdemont es una “línea roja” que los populares no están dispuestos a cruzar. Precisamente, desde el entorno del expresidente catalán se explica que se ha hecho llegar al PP lo “positivo” de que el PNV presida la Mesa. Con esta baza le darían una coartada para cambiar de bando puntualmente.

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El prófugo está dispuesto a hacer sudar a Sánchez y no se prevé que hasta el mismo momento de la votación desvele sus cartas. Se ha llegado a plantear la posibilidad de que como “aviso” se desmarque del bloque del Frankenstein. Puigdemont no se fía del presidente del Gobierno y su pugna con ERC le obliga a marcar distancias. El PP escucha a todos y no pierde la esperanza de dar la sorpresa el 17.

Pero, pese a que es una de las vías que se están explorando, en el sector más cercano a Mariano Rajoy se ve “estéril” trabajar en ofrecer al PNV presidir la Mesa del Congreso, porque los de Andoni Ortuzar “no se van a dejar encandilar”. Además, apostillan que Sánchez “dará todo” para controlar el máximo órgano de la Cámara Baja, dado que ya ha perdido la presidencia del Senado, que recaerá en manos del PP. Si finalmente los populares apuestan por su propia candidatura, se habla de que la portavoz, Cuca Gamarra, podría ser la elegida, aunque no se cerrará nada hasta el minuto final.

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C. R.

Feijóo lleva abonando el camino del PNV desde el 23-J pese a que los vascos han ido de desplante en desplante. La proximidad de las elecciones vascas donde Bildu les disputa la hegemonía hace para muchos “inviable” un acuerdo con los populares. El gallego mantiene una relación de amistad con Iñigo Urkullu, pero hasta el momento pesa más el aparato del partido que la mala relación del lendakari con Sánchez. “Urkullu no manda”, manifiesta un veterano del PP que insiste en que Génova no tiene un “buen interlocutor” en el País Vasco, donde como fuerza política han pasado a la irrelevancia.

En la ecuación en la que el PP corteja al PNV con presidir la Mesa y de paso dar argumentos a Puigdemont para hacerse de rogar por Sánchez, falta por saber qué haría Vox. La formación de ultraderecha está en plena restructuración tras la salida de los puestos de mando de Iván Espinosa de los Monteros. A priori parece imposible que los de Abascal permitan que los nacionalistas logren semejante botín, pero ya se comprometieron a dar sus votos a Feijóo para una investidura en la que el PNV también sería decisivo. A Vox la repetición electoral no le conviene. Tanto si gobierna Feijóo como si lo hace Sánchez, su análisis es que habrá una gran inestabilidad, y eso les beneficia. Todas las alianzas están abiertas.