Sánchez agota su manual de resistencia y alerta al PSOE: "Nunca antes vi a Pedro tan deshecho"

• Elecciones generales 2023 | Última hora del adelanto electoral de Pedro Sánchez, los debates, candidatos y encuestas del 23J, en directo

En los instantes previos al debate cara a cara, Pedro Sánchez se apartó de su jefe de gabinete, Óscar López, que lo acompañaba en el plató, y comenzó a deambular solo alrededor de la mesa. Alberto Núñez Feijóo ocupaba ya su asiento. La serenidad del líder del PP contrastó con la sensación de nerviosismo que transmitió ya en ese momento el presidente del Gobierno y candidato a la reelección del PSOE, reflexiona un cargo socialista con varios quinquenios. No fue el único que, con cierto asombro, se preguntó qué estaba haciendo su candidato y susurró ante la pantalla: "¿Qué haces, Pedro? ¡Pero, siéntate!". Un miembro del equipo que lo acompañó a los estudios de Atresmedia asegura, sin embargo, que "cuando entró estaba absolutamente tranquilo". Eso sí, reconoce cierto desorden al encontrarse enfrente "un Feijóo impasible ante la mentira".

Lo cierto es que la sensación generalizada en las filas socialistas es que el jefe del Ejecutivo tuvo un mal día y que nada salió como debía salir. En el peor momento posible, tras depositar en el debate grandes esperanzas, como la bala de plata para revertir las encuestas, apareció un Sánchez que nada tiene que ver con el osado líder del PSOE que tituló su autobiografía política como Manual de resistencia. "En el primer bloque se vino abajo. Salió deshecho. Yo nunca había visto a Pedro [Sánchez] así", relata un cargo del partido que le conoce desde el Ayuntamiento de Madrid: "Está irreconocible".

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Un exdirigente del PSOE que ha formado parte del núcleo más cercano de Sánchez habla de "bache" para referirse al cara a cara. Con todo, se niega a enterrar la épica que ha rodeado la biografía política del presidente del Gobierno y acto seguido apela a su capacidad para "sobreponerse". La esencia del Manual de resistencia, donde tenía la pretensión de mostrarse casi como un personaje invencible, salido de un cómic. Del Pedro Sánchez que fue apartado de la secretaría general de su partido y la recuperó después con todo el aparato en contra. El que se convirtió en presidente tras la primera y única moción de censura exitosa desde la vuelta de la democracia, se ganó el reconocimiento de audaz por propios y extraños. Se sobreponga o no, lo cierto es que la imagen del Sánchez invencible dejó paso a la de un Sánchez noqueado, de la que no se conocían antecedentes.

"No esperas encontrarte delante a una máquina de esparcir bulos. Es la antipolítica", se excusa un cabeza de lista del PSOE para argumentar la derrota en el cara a cara. Uno de los ministros encargados de preparar el debate también alude a las "dificultades" del formato y al hecho de tener que "combatir las mentiras y proponer". "Combatir la mentira y lanzar tus propuestas es más complicado que mentir sin pestañear. Lo intentó y lo hizo, pero el ruido impedía trasladar con más claridad los argumentos", añade la misma fuente.

Otro ministro socialista aduce el efecto arrastre de la debacle electoral del 28-M. Una posición de partida que hace que todo sea "más complicado en esta campaña". También en lo que se refiere al "estado de ánimo". Del partido y del propio candidato, lo hizo su actuación en el cara a cara irreconocible para propios y extraños. "Todo es muy volátil", asegura este ministro. Con todo, coincide en la capacidad de Sánchez para sobreponerse y añade que es posible volver a enfocar el ánimo hacia la remontada en lo que queda de campaña.

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Ni Sánchez ni su equipo calibraron bien los escenarios que podían encontrarse. "Hay cosas que no esperas encontrarte", reconocen, aunque a toro pasado, otro dirigente de Ferraz argumenta que "creo que Feijóo fue muy previsible". Esta última opinión la comparten desde el equipo de Yolanda Díaz. La gallega fue diputada de la oposición a Feijóo en Galicia y hasta trasladó algunas recomendaciones sobre la estrategia a seguir en el debate que, según fuentes cercanas, no fueron escuchadas.

Un cargo socialista que ha tenido que participar en debates electorales, refuerza esta falta de previsión al asegurar que "uno lleva varias estrategias preparadas y las va adaptando según puedan funcionar mejor". No pareció ser el caso, o bien por falta de repertorio o bien por falta de cintura.

En el imaginario construido alrededor de Sánchez suele primar el del personaje frío y con un halo de cierta invencibilidad, pero hay anécdotas que describen cierta fragilidad o dificultades para recuperar el control si algún imprevisto se cruza en su camino. Una de ellas es la ocurrida en el mitin de cierre de campaña de las pasadas elecciones municipales y autonómicas que se celebró en Barcelona. Pedro Sánchez fue interrumpido en dos ocasiones, con pitidos de dos grupos de jóvenes que trataron de desplegar una pancarta, cuando arrancaba su intervención. No fue hasta el tercer intento en el que pudo comenzar a hilvanar su discurso, pero ya nada transcurrió según lo previsto.

El líder de los socialistas olvidó mencionar en el debate las principales ideas fuerza que figuraban en el borrador de su discurso

El líder de los socialistas olvidó mencionar las principales ideas fuerza que figuraban en el borrador de su discurso. Una de ellas, con la que se esperaba un golpe de efecto en el cierre de campaña, era la de llamar a concentrar en la papeleta del PSOE el voto progresista. Esta intervención en el mitin de cierre fue de las más cortas de la campaña. Más incluso que los teloneros que lo precedieron.

El tramo final de campaña se juega entre el Sánchez "irreconocible" en el debate o el Sánchez que se sobrepone a los baches, como apelan desde su círculo más cercano tratando de pasar página para no soltar el asidero de la remontada. Al margen de cómo se desenvuelva, lo cierto es que ya durante la recta final de la legislatura el jefe del Ejecutivo ha optado más por replegarse en el aparato y aparcar los giros de guion. Como demostró la última crisis de Gobierno, Sánchez se inclinó por los cambios previsibles, sin riesgos ni golpes de efecto. Menos osado y yendo más a lo seguro, priorizó el papel de presidente convencional, afrontando la recta final de la legislatura con el piloto automático de los fondos de recuperación, su perfil internacional y en ser la cara de la tan apreciada estabilidad en tiempos de crisis, tanto social como económica.

Solo la debacle del 28-M le obligó a improvisar una campaña más disruptiva, con menos mítines y más platós, de televisión, radio y pódcast desenfadados. El gran problema era que el cara a cara figuraba como la gran apuesta para dar un golpe de efecto que se le ha vuelto en contra.