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El espejo de la 'mistura' gallega en que se mira Yolanda Díaz para ser candidata en 2023
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"NO VA DE PARTIDOS"

El espejo de la 'mistura' gallega en que se mira Yolanda Díaz para ser candidata en 2023

La vicepresidenta segunda no ha tomado la decisión de presentarse a las elecciones generales, pero tiene un proyecto en la cabeza que sería condición 'sine qua non' para hacerlo

Foto: La vicepresidenta segunda, en el Palacio de la Moncloa. (EFE)
La vicepresidenta segunda, en el Palacio de la Moncloa. (EFE)
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El señalamiento de Yolanda Díaz por parte de Pablo Iglesias como su sucesora en el Gobierno y candidata electoral, “si ella así lo decide y así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones”, trastocó su pretendida aura de independiente y se vio rodeada de una incómoda expectación. Se le escurrió el manejo de los tiempos y la agenda, adelantándose los plazos que marca la estrategia política tanto de cara a la opinión pública como a nivel orgánico. Desde entonces trata de esquivar el recurrente debate de su candidatura. La gallega no se cansa de repetir que todavía no ha deshojado la margarita ni que tampoco es algo que le quite tiempo de reflexión o minutos en sus tareas al frente de Trabajo y como vicepresidenta segunda. Sin embargo, ha sido inevitable que ante la insistencia y a medida que va pasando el tiempo vaya deslizando numerosas pistas.

Tanto de sus respuestas como de lo que transmiten sus colaboradores más cercanos se ha ido desprendiendo que su decisión “dependerá del cómo”. También de cuáles son sus modelos para desarrollar ese proyecto, que indefectiblemente será nuevo, o ese 'cómo'. El último en el que ha hecho hincapié es lo que denominó "mistura" (mezcla), en referencia a las 'Mareas' municipalistas y su experiencia de confluencias en la política autonómica gallega, que añade a otros conceptos con los que ha ido modulando sus intenciones como "ensanchar" el espacio o "romper fronteras".

"Vengo de hacer cosas muy bonitas en Galicia. Hay una palabra que me gusta mucho que es 'mistura', mezcla. Cuando nos mezclamos, nos 'misturamos', podemos hacer cosas muy grandes, a pesar de que no tengamos que pensar igual. Siempre digo que la gente no nos quiere iguales. Entiende que pensemos de manera diferente. Es importante que nos tendamos la mano y que generemos un proyecto de país", afirmaba el pasado viernes durante una entrevista en Radio Euskadi. Se refería a la experiencia de AGE (Alternativa Galega de Esquerdas) en la IX legislatura gallega (2012-2016), que colideró con el histórico nacionalista Xosé Manuel Beiras y con el que dio el salto al Parlamento autonómico. La antesala que propició las condiciones necesarias para el surgimiento de las plataformas municipalistas llamadas "Mareas".

Foto: Rufián pasa ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. (EFE)

Un proyecto heterogéneo, que rompió esquemas al acabar con la división de la izquierda respecto al planteamiento de la cuestión nacional y que irrumpió como un tsunami en 2012, con el viento a favor del 15-M. Se trataba de "mover os marcos", como animaba Beiras, en referencia a las intocables lindes de las propiedades agrícolas y que Díaz identifica con el espíritu de Marx y Engels en su reciente prólogo de la reedición de ‘El manifiesto comunista' (Galaxia Gutenberg). Con apenas un mes de vida, esta inusual coalición consiguió colarse en el Parlamento regional con nueve diputados, situándose como la segunda fuerza más votada en A Coruña, Santiago de Compostela y otra veintena de ayuntamientos. Pero también sumó a ecologistas (Equo y Espazo Ecosocialista) y fundamentalmente se hizo con la bandera de la indignación, siendo el preludio de Podemos como luego reconocería Pablo Iglesias: “La señal de que las cosas eran posibles”.

El modelo de la "mistura" de AGE, junto a las posteriores mareas que conquistaron algunas de las principales alcaldías, y los llamamientos a "ensanchar" el espacio que representaría a la izquierda del PSOE, en alusión a otros sectores que fueron fragmentándose del universo "del cambio", dibujan una voluntad de trascender el actual marco de Unidas Podemos. También, "en caso de que la dejen" como deslizan quienes conocen estos movimientos, de la mano de otras confluencias o sectores que se han quedado por el camino.

Lo dejó claro durante una conferencia previa a las vacaciones en la Semana Negra de Gijón, pero que pasó desapercibido hasta que volvió a repetirlo pocos días después durante una entrevista en la Cadena Ser con el periodista Aimar Bretos. Se refirió en la cita asturiana a situar "los proyectos por encima de las partes", "ensanchar", "construir", "levantar un proyecto para la nueva década" y hacerlo "sin etiquetas", añadiendo en la emisora que todo esto "hay que hacerlo con una nueva mirada". En la mencionada entrevista con la radio pública vasca concluía, para quien no se diese por aludido, que esto "no va de partidos". Tras mostrar su "respeto" por las organizaciones políticas, concluyó que "los partidos son imprescindibles, pero es la gente la que teje proyectos colectivos".

placeholder La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE)

Se deja entrever una recomposición de las alianzas, más allá de Unidas Podemos, tendiendo la mano a nuevos actores, a sumar. Junto a Ada Colau se ha visibilizado la predisposición a formar un tándem político en la nueva fase que se ha abierto en el espacio a la izquierda del PSOE en la era pos-Iglesias. Con un hipotético salto de la alcaldesa de la capital catalana a la política estatal. De puertas hacia adentro siempre se apuntó esta posibilidad, pero siempre condicionado al momento en que Iglesias dejase la primera línea. De puertas hacia afuera, el hecho de que Colau lidere la confluencia de los comunes en unas generales como cabeza de lista por Barcelona comienza a formar parte de los análisis de sus potenciales rivales.

Tender puentes o formar alianzas amplias son parte de la teoría de cara a reimpulsar este espacio, lo cual se está complementando con decisiones más allá de la retórica: el rescate de las relaciones con Compromís o el ingreso de Catalunya en Comú en el Partido Verde Europeo, compartiendo así espacio y familia política con la pata verde de Más País, el proyecto liderado por Íñigo Errejón. Un modelo de frente amplio. Colau se desplazaba la pasada semana a Italia para dar su apoyo y poner como ejemplo las candidaturas de "coalición amplia de izquierdas" que se han formado para competir por las alcaldías de Roma y Bolonia.

Foto: Ada Colau y Yolanda Díaz. (EFE)

Lo que parece evidente es que, de cara a las próximas elecciones generales, no beneficiará la fragmentación en el espacio de la izquierda alternativa al PSOE, que podría presentarse hasta con tres marcas diferentes: Podemos, Más País y la candidatura que ya ha confirmado que liderará Teresa Rodríguez, también escindida de Podemos. Las elecciones andaluzas serán la primera prueba de fuego para medir los costes electorales de esta división, la fuerza de cada sector y las posibilidades de fraguar pactos electorales.

La "mistura" o el romper corsés al que alude con las referencias a su experiencia de AGE, la que se bautizó coloquialmente como la 'Syriza gallega', representó el advenimiento de la "nueva política", que ahora buscaría volver a renovarse. Más que una coalición, sus impulsores lo tildaron de "herramienta", y nació así con la vocación de convertirse en la correa de transmisión institucional de las organizaciones sociales, sindicales o vecinales.

Desde la construcción de un perfil como independiente, sin militar en Podemos y tras darse de baja de Izquierda Unida, Díaz intenta rehuir de las ideologías, para centrarse en conceptos con más capacidad de cohesionar como democracia. Apela a un proyecto aglutinador como "gran casa de la democracia" y que "no va tanto de posiciones ideológicas, sino de resolución de los problemas".

Yolanda Díaz pretende ser sinónimo de transversalidad, al igual que el proyecto que la acompañe. No siempre fue así. Ni al frente de Esquerda Unida como coordinadora, ni durante su etapa en el Parlamento de Galicia. Sus interpelaciones a Alberto Núñez Feijóo en las sesiones de control al presidente de la Xunta eran de las más agresivas y con ello logró marcar la diferencia con el resto de la oposición, consiguiendo no pasar desapercibida entre los setenta y cinco diputados del Parlamento gallego. Pero las encuestas ratifican su transición, al menos según la visualiza el electorado.

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(EFE)

El último barómetro del CIS da cuenta de la transversalidad de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, tanto en lo que tiene que ver con las variables políticas de los encuestados como con las sociodemográficas. Esto es, su valoración es de las más homogéneas atendiendo al eje izquierda y derecha, pero también en cuestiones de edad, género y territorios, sin diferencias significativas entre generaciones, hombres o mujeres y votantes de grandes ciudades o de municipios pequeños. De ahí que rompa el techo de valoración tradicional de los candidatos a la izquierda del PSOE, hasta el punto de situarse casi a la par que Pablo Casado como alternativa a Pedro Sánchez para presidir el Gobierno.

Entre los líderes de los principales partidos, es la más valorada en el barómetro, con una media de 4,7. Aventaja así al presidente en cuatro décimas y al líder de la oposición en 1,3 puntos. Como ministra, es la segunda mejor valorada del Ejecutivo, empatada con Nadia Calviño y a dos décimas de la preferida por los electores, Margarita Robles. Su nota se mantiene invariable en el 5,1, por encima del aprobado que supone el corte clásico de los candidatos con opciones electorales, pero algo nada habitual en un perfil de izquierdas no vinculado al PSOE. Valoraciones que no tardarían en descender si los electores con recuerdo de voto a partidos distintos a Unidas Podemos la reconociesen ya como rival política.

Quienes mejor la conocen no dudan en que una candidatura liderada por Yolanda Díaz para las elecciones generales de 2023 tendría un fuerte componente sindicalista. Es el mundo de donde procede esta abogada laboralista, no solo profesional sino también familiar. Sin presupuestos ideológicos duros, desde la heterodoxia y bajo el principio de la defensa de los trabajadores, pero sin anteponer la posición de clase. En la "gran casa de la democracia" que repite la titular de Trabajo, "cabe mucha gente, desde las ingenieras a los calafates que hagan los barcos, trabajadores de la sanidad, la enseñanza, autónomos...". Yolanda Díaz no ha tomado la decisión de si presentarse o no a las elecciones generales, que el presidente del Gobierno no quiere adelantar para celebrarlas a finales de 2023, pero sí tiene un proyecto en la cabeza que es la condición 'sine qua non' para hacerlo.

El señalamiento de Yolanda Díaz por parte de Pablo Iglesias como su sucesora en el Gobierno y candidata electoral, “si ella así lo decide y así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones”, trastocó su pretendida aura de independiente y se vio rodeada de una incómoda expectación. Se le escurrió el manejo de los tiempos y la agenda, adelantándose los plazos que marca la estrategia política tanto de cara a la opinión pública como a nivel orgánico. Desde entonces trata de esquivar el recurrente debate de su candidatura. La gallega no se cansa de repetir que todavía no ha deshojado la margarita ni que tampoco es algo que le quite tiempo de reflexión o minutos en sus tareas al frente de Trabajo y como vicepresidenta segunda. Sin embargo, ha sido inevitable que ante la insistencia y a medida que va pasando el tiempo vaya deslizando numerosas pistas.

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