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Marx sobre España: Contra el nacionalismo y los borbones, a favor de la revolución
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Marx sobre España: Contra el nacionalismo y los borbones, a favor de la revolución

Constantino Bértolo y Alberto Santamaría publican dos antologías de rabiosa actualidad sobre el autor de 'El capital'

Foto: 500 estatuas de Karl Marx en un pueblo alemán en 2013 (EFE)
500 estatuas de Karl Marx en un pueblo alemán en 2013 (EFE)

Karl Marx nunca visitó España. Eso no es incompatible con que tuviera una época de intenso interés por la política y la cultura de nuestro país, como bien explica Alberto Santamaría, profesor de Filosofía de la Universidad de Salamanca. “En un primer momento, Marx se acerca a España obligado por las circunstancias. No espera mucho a nivel político. Es un país atrasado, donde el avance tecnológico es casi nulo. Por otro lado, tiene una imagen difusa de nuestro país, mediada por el interés cultural que le despierta la obra de Calderón y Cervantes”, apunta.

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Obligado por estrecheces económicas, que llegan hasta el límite de no poder pagar el ataúd de su hija pequeña fallecida, escribe sobre España para el 'New York Daily Tribune'. El encargo no le hace mucha gracia, dada la línea editorial burguesa de este periódico, pero tiene que mantener a los suyos. “Sus primeras crónicas son frías, sin embargo a partir del artículo que escribe sobre Espartero se viene arriba. Entonces decide indagar en el siguiente hecho: ¿por qué España teniendo todas las posibilidades para una revolución, teniendo un pueblo capaz de sublevarse, las revoluciones no se concluyen?”.

Sus conclusiones tienen una “extraña actualidad” -opina Santamaría-, resonando en los debates más candentes de la política nacional de 2017. Por eso es tan recomendable la antología ‘España y revolución’, publicada por Desvelo Ediciones.

Exceso de corrupción, mala ley electoral

Marx escribe sobre España entre 1854 y 1857, reflexionando sobre el llamado “bienio progresista” y su disolución. “Detecta que son tres los elementos clave que hacen que el país no funcione: exceso de corrupción, necesidad de cambio de la ley electoral y libertad de expresión. Estos tres elementos impiden y cercenan la posibilidad de revolución.

A Marx le fascina el hecho de que las revoluciones en España tengan todas una misma premisa: hacemos la revolución, pero la monarquía ni se toca ni se mueve

Otra cuestión es la monarquía. A Marx le fascina el hecho de que las revoluciones en España tengan todas una misma premisa: hacemos la revolución, pero la monarquía ni se toca ni se mueve”, explica. Todos los impulsos revolucionarios en España -de corte burgués, por supuesto- intentan siempre mostrarse como legítimos y sensatos. Revolución, pero sin tocar instituciones clave. “Obviamente, eso hace que la cosa siempre salga mal. De hecho, con ironía, Marx señala que la única alternativa para que en España triunfe una revolución es que los revolucionarios opten a la corona”, apunta Santamaría.

Deshacerse de los borbones

Entonces viene la reflexión más actual. “Otro elemento que Marx destaca es el hecho de que en España no se ha aprendido a empezar y terminar una revolución. Es decir, que el pueblo desata un fuerte elemento de impulso revolucionario, se activa esta energía y al instante la burguesía sabe perfectamente controlar los tempos, las formas, los mensajes, a través del manejo de los medios, con lo que esas fuerzas revolucionarias progresivamente se van diluyendo, desencantando, hasta que cuando hay elecciones ganan los conservadores”, señala Santamaría. Seguro que estas líneas resuenan con amargura en el cuartel general de Podemos y otros partidos del cambio.

Su idea es que aprovechando que se expulsa a Napoleón -mostrando un fuerte impulso revolucionario popular-, habría sido el momento idóneo para deshacerse también de los borbones

¿Cuál es el texto que más ha sorprendido al antólogo? “Es complicado escoger solo uno. De “España revolucionaria”, por ejemplo, me sorprende la habilidad con la que se enfrenta a la Constitución de 1812. Es una lectura a la que Gramsci retorna en sus ‘Cuadernos de la cárcel’. Marx ensalza un proyecto que fracasa y que observa como verdadera posibilidad para un cambio, pero que ni liberales ni el pueblo supieron asentar o aceptar. Su idea es que aprovechando que se expulsa a Napoleón -mostrando un fuerte impulso revolucionario popular-, habría sido el momento idóneo para deshacerse también de los borbones”. Esta posibilidad hubiera cambiado por completo la historia española.

Contra los nacionalismos

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Otra espléndida antología de Marx que se publica estos días también tiene tremenda vigencia. Hablamos de “Contra los nacionalismos', en Libros de la Catarata, seleccionada y prologada por el crítico literario Constantino Bértolo. ¿Cuál era la posición de Marx en este espinoso conflicto? “Mantuvo siempre sus reservas contra el nacionalismo, pero difícilmente se le puede acusar de antinacionalista. Se cita con total desparpajo y caradura intelectual el texto del ‘Manifiesto Comunista’ en el que escribe que ‘los trabajadores no tienen patria’. Lo que obvian los antinacionalistas es que, inmediatamente después, el mismo Marx prosigue diciéndonos que ‘no obstante, siendo la mira inmediata del proletariado la conquista del poder político, su exaltación a clase nacional, a nación, es evidente que también en él reside un sentido nacional, aunque ese sentido no coincida ni mucho menos con el de la burguesía’. Creo que hoy merecen especial atención el "no obstante" y el "ni mucho menos". El pensamiento de Marx es precisamente un pensamiento vivo porque no se queda flotando en el reino de las teorías, sino que abarca e implica praxis políticas”, señala.


Hablemos claro: para Marx el nacionalismo era un medio para alcanzar la revolución, nunca un fin sí mismo. “El Marx maduro sostiene que ‘el pueblo que oprime a otros pueblos jamás podrá ser libre’, pero sin olvidar que es la praxis revolucionaria, el análisis concreto de la situación concreta, la que determinará la acción política de las fuerzas que buscan la emancipación de las clases trabajadoras”, recuerda. ¿Conclusiones de Bértolo? “ Las clases trabajadoras y los partidos que dicen representarla deberían reivindicar y exigir los mecanismos políticos e institucionales para que el ejercicio del derecho de autodeterminación. No solo del pueblo catalán, sino también del vasco y gallego. Otra cosa es que luego esa clase trabajadora apoye o no el voto a favor de la independencia, en función de sus intereses como clase revolucionaria. Este derecho no supone la concesión de ningún cheque en blanco de cobro automático y menos cuando está en juego algo tan elementalmente solidario como la caja única de la Seguridad Social. Es precisamente por la debilidad de la izquierdas revolucionarias que se mantiene el actual estado de confusión”, apunta.

Karl Marx nunca visitó España. Eso no es incompatible con que tuviera una época de intenso interés por la política y la cultura de nuestro país, como bien explica Alberto Santamaría, profesor de Filosofía de la Universidad de Salamanca. “En un primer momento, Marx se acerca a España obligado por las circunstancias. No espera mucho a nivel político. Es un país atrasado, donde el avance tecnológico es casi nulo. Por otro lado, tiene una imagen difusa de nuestro país, mediada por el interés cultural que le despierta la obra de Calderón y Cervantes”, apunta.

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