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Los 'diez negritos' de Marlaska: María Gámez engrosa una lista de ceses y renuncias en Interior
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Tercer relevo en la Guardia Civil

Los 'diez negritos' de Marlaska: María Gámez engrosa una lista de ceses y renuncias en Interior

El mandato del ministro acumula destituciones y abandonos por cuestiones personales, pérdidas de confianza y enfrentamientos directos. La nueva directora del Instituto Armado define el cuerpo como "el Estado dentro del Estado"

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tras la rueda de prensa en la que despidió a la directora de la Guardia Civil. (EFE/Kiko Huesca)
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tras la rueda de prensa en la que despidió a la directora de la Guardia Civil. (EFE/Kiko Huesca)

El juez Fernando Grande-Marlaska ya es el quinto ministro del Interior más longevo de la democracia. Su resistencia a prueba de escándalos y bajos índices de aprobación contrasta con la de algunos de sus colaboradores más estrechos, que se quedaron por el camino. La dimisión de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, engrosa una lista de sonadas salidas que acumula al menos una decena de cargos y uniformados relevantes. Ha habido abandonos por decisiones personales, ceses por pérdida de confianza, víctimas propiciatorias tras alguna polémica y cargos que trataron de echar un pulso al ministro y lo perdieron. El Confidencial ha hablado con colaboradores y excolaboradores de Grande-Marlaska que recrean el día a día de un departamento complejo, sujeto a equilibrios difíciles y siempre en el centro de los focos.

María Gámez es la mejor directora de la historia de la Guardia Civil”. El ministro despidió así, sin escatimar elogios, a la persona que él escogió para dirigir el Instituto Armado. Se trata de un cuerpo con una marcada personalidad propia y automatismos adquiridos tras 178 años de vida. Gámez ha sido la primera mujer al frente y Grande-Marlaska destacó de su mandato la abolición de una supuesta política de ascensos basada en el "amiguismo y el nepotismo". A su entender, este abandono "es injusto, pero necesario". Su sucesora será la delegada del Gobierno de Madrid, Mercedes González. Surgida de una terna de varios nombres, la futura responsable de la Guardia Civil describió este jueves su nuevo destino como "el Estado dentro del Estado”.

El ministro se fijó en Gámez cuando era subdelegada del Gobierno de Málaga. La sintonía ha sido total hasta el último día, a pesar de los informes policiales que auguraban desde hace tiempo el desenlace que ha provocado su final. Su marido ha terminado imputado en una causa de corrupción en la que se le acusa de enriquecerse de forma ilícita con dinero de la Junta de Andalucía bajo la Administración socialista. El ministro pierde así a alguien de su confianza. No lo era el anterior director de la Guardia Civil, el juez Félix Azón, cesado en enero de 2020. Según coinciden las fuentes consultadas, Azón fue una petición de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y al año y medio le cesó Grande-Marlaska. Fue el preludio de una relación turbulenta entre ambos ministros, que se agravó después durante la pandemia.

El golpe de autoridad de 2019

El carácter militar de la Guardia Civil hace que su responsable históricamente cuente con el consenso de Defensa e Interior, cuando no lo imponen directamente desde la Moncloa. Robles eligió primero y Grande-Marlaska consideró que le tocaba el turno con la elección de María Gámez. En Interior, recuerdan que la ministra de Defensa alegó motivos de agencia para no acudir a su toma de posesión. El día del cese de Félix Azón, el PSOE había ganado las elecciones unos meses antes. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias habían sellado con su abrazo el Gobierno de coalición, Grande-Marlaska fue confirmado en su puesto y se sintió fuerte para hacer cambios en el ministerio. Materializó su golpe de autoridad el 14 de noviembre de 2019 con la mayor remodelación de su departamento hasta la fecha.

Aquel fue un día largo en el número 5 del paseo de la Castellana, sede del Ministerio del Interior. Grande-Marlaska hizo llamar a su despacho uno a uno a todos los altos cargos de su equipo para comunicarles su futuro. También les mostró el pulgar hacia abajo a su directora de Comunicación y a su secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella Gómez, el puesto más sensible en la gestión del día a día en la Policía y la Guardia Civil. Botella era dirigente del PSOE y su nombramiento en 2018 se interpretó como una forma de mantener el nexo entre el ministerio y el partido, teniendo en cuenta que Grande-Marlaska no era socialista y su carrera en la magistratura había discurrido más bien en la órbita conservadora.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE)
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“Soy un técnico en un Gobierno socialista”, dijo en su primera comparecencia en el Congreso de los Diputados. Hoy ya no se ve así, según ha confesado en público. Su adhesión al PSOE ha crecido de forma proporcional a la protección que ha recibido por parte del presidente Sánchez. “El ministro le ha servido de apagafuegos en muchas ocasiones, especialmente con la inmigración, un problema irresoluble”, justifican fuentes conocedoras de la trayectoria de Grande-Marlaska. Son varias las teorías que explican la salida de Ana Botella de la Secretaría de Estado. La que más se repite es la que afirma que al ministro le incomodaba su excesiva autonomía al tomar decisiones, una determinación adquirida de sus tiempos como delegada del Gobierno en Valencia.

“Cesó a Ana Botella y en su lugar nombró al que hasta ese momento era su jefe de Gabinete, una persona de su más estrecha confianza”, destaca otra fuente consultada a modo de comparación. Se trata del también juez Rafael Pérez Ruiz. Al cargo de jefa de Gabinete ministerial ascendió Rocío García, quien llegó a Interior de la mano de Rafael Pérez. Todas las partes explicaron su marcha en motivos personales previamente pactados, pero en privado no ocultan que la sintonía con Grande-Marlaska no era precisamente fluida. “Rocío necesitaba tiempo para ella, pero el carácter del ministro tampoco ayudaba”, afirman.

"Tiene temperamento y cuando le lanzan un órdago no es fácil torcerle el brazo"

“Tiene temperamento y cuando le lanzan un órdago no es fácil torcerle el brazo”. Así explica uno de sus excolaboradores la destitución del que fuera uno de los mandos con más ascendencia en la Guardia Civil, el coronel Manuel Sánchez Corbí. Tras una dilatada trayectoria en la lucha contra ETA, asumió la dirección de la Unidad Central Operativa (UCO). Es la unidad de élite del cuerpo, encargada de las investigaciones contra la corrupción y la resolución de los sucesos más enrevesados. El detonante de su cese fue una información periodística que informó de que Interior había cortado los fondos reservados a las unidades investigadoras de la Policía y la Guardia Civil. A modo de prueba, la noticia aportaba un correo interno remitido por Sánchez Corbí a sus subordinados, en que ordenaba frenar sus pesquisas mientras no hubiese financiación.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Javier Lizón) Opinión

Aquel movimiento se interpretó en el ministerio como un desafío del mando. El exjuez de la Audiencia Nacional Grande-Marlaska y Sánchez Corbí se conocían y se respetaban por el tiempo que colaboraron juntos contra el terrorismo. Hubo un intento de limar asperezas, pero el alto mando mantuvo el pulso, según las fuentes consultadas. La hemeroteca acumulaba ya entonces titulares que anunciaban el deseo de ministros anteriores de destituir a Sánchez Corbí, pero fue Grande-Marlaska quien lo llevó a cabo al inicio de las vacaciones de agosto de 2018. El contexto de este cese se explica en las tensiones que ya arrastraba un sector de la Guardia Civil con el ministro a consecuencia de su política de nombramientos nada más desembarcar en Interior.

Grande-Marlaska alteró un statu quo vigente desde hacía años en el complejo equilibrio que entrañan las relaciones entre la Policía Nacional y la Guardia Civil: cambió el color del uniforme del director del Gabinete de Coordinación y Estudios del ministerio, un puesto clave en el diseño de la estrategia de seguridad. Históricamente en manos de guardias civiles, se lo entregó a un comisario de la Policía Nacional. Para ello, destituyó al coronel del Instituto Armado Juan Hernández Mosquera, y lo presentó como una remodelación más profunda. No calmó a algunos sectores del cuerpo que Grande-Marlaska ofreciera a un guardia civil la dirección del Centro de Investigación contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco). Para ello, desalojó de ese puesto al comisario José Luis Olivera, del que ya era pública su vinculación con el polémico Villarejo.

placeholder Sánchez Corbí, Grande-Marlaska y Pérez de los Cobos.
Sánchez Corbí, Grande-Marlaska y Pérez de los Cobos.

Ambos frentes agravaron la brecha con el caso del coronel Diego Pérez de los Cobos, posiblemente la destitución más sensible de las practicadas por el ministro en todo su mandato. Este periódico desveló el documento de su cese como jefe de la Comandancia de Madrid. La justificación era que había informado de la investigación que llevaban a cabo sus subordinados sobre la manifestación del 8 de marzo previa a la pandemia de covid. En ese caso, estaban siendo investigados el ministro Salvador Illa y el delegado del Gobierno en Madrid, el socialista José Manuel Franco. En marzo de 2021, el Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo de Madrid revocó ese cese. El relato de la sentencia recogía la confesión de María Gámez a un alto mando del cuerpo en que le informaba de que la decisión estaba tomada desde la Moncloa. El último capítulo de esta salida está pendiente de resolución en el Tribunal Supremo.

Desde ese momento, es habitual que cualquier cese dictado desde Interior por pérdida de confianza esté envuelto en suspicacias. El Boletín Oficial de la Guardia Civil recogió en enero la destitución del coronel jefe de la Comandancia de Melilla, Jesús Vicente Torresano, apenas tres meses después de haber sido nombrado. Fuentes conocedoras de la decisión aseguraron a este periódico entonces que las razones para el cese fueron su "demostrada falta de idoneidad para el cargo". Sus compañeros creen que responde a las desavenencias con Madrid en la gestión de la siempre convulsa valla de separación con Marruecos.

Foto: Rueda de prensa del ministro del interior

Hace días, el ministerio también aprobó la destitución del responsable de la Comandancia de Tenerife, el coronel José María Tienda. Su nombre aparece en el sumario del caso Mediador, vinculado a uno de los investigados y al empresario del llamado caso Cuarteles, en el que se investiga el fraude en obras de comandancias de toda España. Este mando no está acusado ni investigado, pero Interior justificó su salida por una cuestión de imagen: "Un jefe de comandancia debe ejercer el mando y liderazgo y ser ejemplo para sus subordinados y para la sociedad".

Los días pasan y Grande-Marlaska compagina su particular manual de resistencia bajo el paraguas de Pedro Sánchez con unos bajos índices de valoración. Según el último sondeo del CIS recogido por Europa Press, el ministro del Interior presenta la tercera peor nota de todo el Gobierno, solo empeorada por las ministras de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero. Salvo que la remodelación que prepara Sánchez de su Ejecutivo sea más profunda que lo esperado, Grande-Marlaska superará en las próximas semanas el tiempo que estuvo en el cargo Jorge Fernández Díaz. Ya solo tendrá por delante a tres históricos socialistas: Alfredo Pérez Rubalcaba (cinco años y tres meses), José Luis Corcuera (cinco años y cuatro meses) y José Barrionuevo (cinco años años y siete meses). En Interior, hay quien hace cuentas y apunta a la posibilidad de batir esa marca si las elecciones generales de diciembre no arrojan un vencedor claro y es necesario volver a las urnas.

El juez Fernando Grande-Marlaska ya es el quinto ministro del Interior más longevo de la democracia. Su resistencia a prueba de escándalos y bajos índices de aprobación contrasta con la de algunos de sus colaboradores más estrechos, que se quedaron por el camino. La dimisión de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, engrosa una lista de sonadas salidas que acumula al menos una decena de cargos y uniformados relevantes. Ha habido abandonos por decisiones personales, ceses por pérdida de confianza, víctimas propiciatorias tras alguna polémica y cargos que trataron de echar un pulso al ministro y lo perdieron. El Confidencial ha hablado con colaboradores y excolaboradores de Grande-Marlaska que recrean el día a día de un departamento complejo, sujeto a equilibrios difíciles y siempre en el centro de los focos.

Fernando Grande-Marlaska
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