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Marlaska, superviviente: el ministro del PSOE peor valorado y sin recambio claro
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uno de los ministros más cuestionados

Marlaska, superviviente: el ministro del PSOE peor valorado y sin recambio claro

El titular de Interior estuvo en todas las quinielas, pero resiste en el Gobierno pese a ser el cuarto ministro peor valorado, solo por delante de Irene Montero, Belarra y Castells

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE)
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE)

El cese del coronel Diego Pérez de los Cobos, el acercamiento de etarras, un informe apócrifo que culpaba a Ciudadanos de los incidentes en la marcha del orgullo en Madrid, su aval a la patada en la puerta para evitar fiestas durante la pandemia... A lo largo de sus tres años de mandato al frente del Ministerio del Interior, el juez Fernando Grande-Marlaska había acumulado polémicas suficientes como para convertirse en uno de los objetivos favoritos de la oposición. Y quizá todas las veces que pidieron su dimisión sean lo que le ha terminado salvando. Fuentes de su entorno apuntaban ya hace semanas que su salida del gabinete sería una cesión demasiado evidente a la derecha por parte del presidente, Pedro Sánchez, poco dado a esas concesiones.

El último barómetro del CIS que preguntó por la valoración de los ministros en abril lo situaba en el furgón de cola con una media de 3,8 sobre 10. Su desgaste solo era superado por los representantes de Podemos Irene Montero, Ione Belarra y Manuel Castells. Grande-Marlaska estaba en todas las quinielas como uno de los posibles damnificados de la crisis de Gobierno que el líder socialista materializó este sábado con una remodelación profunda de su gabinete. Desaparecen algunos de sus más fieles colaboradores de los últimos años. En cambio, el ministro del Interior sigue, y con ello se ha convertido en el principal superviviente. Una de las tesis que se manejaban este fin de semana en los cenáculos de Interior es que no tenía fácil recambio.

En el nuevo Gobierno, el PSOE recupera terreno en la Moncloa frente al núcleo duro del sanchismo. Grande-Marlaska, juez de carrera, ni siquiera está afiliado al partido. El que fuera magistrado de la Audiencia Nacional formó parte del primer Consejo de Pedro Sánchez, en el que había seis ministros independientes. Hoy, solo resiste la mitad: Grande-Marlaska, Margarita Robles (también jueza) y Nadia Calviño. Sin embargo, a pesar de no tener carné socialista, el ministro del Interior ha experimentado una reconversión ideológica desde que llegó al ministerio. En sus primeras comparecencias, gustaba de marcar distancias y defender ese perfil independiente.

"Técnico en un Gobierno socialista"

En julio de 2018, durante su primera comparecencia ante la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados, se definió como "un técnico en un Gobierno socialista". Apenas llevaba unas semanas en el cargo y no tardó en implicarse con las políticas socialistas. Apenas unos meses después, matizó sus palabras y se definió como "un político socialista agradecido de que el PSOE le haya adoptado". Lo dijo durante un acto organizado por los socialistas madrileños con motivo de los 150 días de gobierno de Sánchez. En aquellos días, su nombre sonaba como posible candidato del partido a la alcaldía de Madrid.

Fernando Grande-Marlaska siempre estuvo en la cuerda floja. Las primeras dudas surgieron de las propias filas socialistas, que recordaron su proximidad al PP y Ciudadanos cuando fue elegido por Pedro Sánchez para hacerse cargo de la cartera de Interior tras la moción de censura de junio de 2018. Pero el magistrado se esforzó por ganarse la confianza del presidente del Gobierno y de la militancia del PSOE dando un giro en sus posiciones, y no tardó en generar crisis que obligaron a sus compañeros del Consejo de Ministros a respaldarlo para evitar que se convirtiera en el eslabón más frágil del Ejecutivo.

Fuentes gubernamentales consultadas por El Confidencial glosan varios argumentos para defender la continuidad de Grande-Marlaska. Uno de ellos es su gestión de la inmigración irregular o sus relaciones con Marruecos. En el marco de la última crisis con el país magrebí, el ministro del Interior se enfrentó a la titular de Exteriores, Arancha González Laya, por el modo en que se acogió en España al líder del Frente Polisario, Ibrahim Ghali. Otro aspecto a su favor es la relación de cordialidad que ha mantenido con los Mossos d'Esquadra. En caso de agotar la legislatura, pasaría a ser uno de los ministros del Interior más longevos. El camino, en cualquier caso, no habrá sido una balsa de aceite.

Sus polémicas

Grande-Marlaska llegó a Interior con la promesa de acabar con la policía del PP, pero lo primero que hizo fue relevar al mando de la Guardia Civil sin adscripción ideológica conocida que estaba al frente del poderoso Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad, para colocar en el puesto a un comisario de la Policía Nacional conocido en ambientes policiales con el sobrenombre de Lenin por su marcado posicionamiento político, José Antonio Rodríguez. A partir de ese momento, Grande-Marlaska puso en marcha una limpia para colocar en puestos clave del organigrama del ministerio a cargos de la máxima confianza del PSOE.

En julio de 2019, Interior vivió uno de sus episodios más oscuros de los últimos años. Dirigentes de Ciudadanos fueron agredidos e insultados durante la marcha del Día del Orgullo, pero el equipo del ministro filtró un informe sin firma y con membrete falso que acusaba al partido naranja de ser el responsable del episodio. El ministerio nunca investigó el origen de ese documento filtrado a la prensa. Tampoco fueron detenidos los responsables de los ataques, entre los que había al menos un militante del PSOE.

Al año siguiente, revalidado en el cargo tras el acuerdo de gobernabilidad PSOE-Podemos, Grande-Marlaska sufrió probablemente la mayor crisis de su mandato con motivo de la investigación judicial sobre el origen de la pandemia y la autorización de la manifestación del 8-M, entre otros eventos. En mayo de 2020, en plena instrucción del caso y tras conocerse que las diligencias apuntaban a Fernando Simón y al entonces delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, el socialista José Manuel Franco, Grande-Marlaska decidió cesar un domingo por la noche al coronel Diego Pérez de los Cobos, mando principal de los agentes encargados del procedimiento bajo supervisión de una magistrada de plaza de Castilla.

Grande-Marlaska negó en un primer momento que la destitución estuviera relacionada con la investigación del 8-M, pero El Confidencial desveló días después que Interior había reconocido en la orden de cese que el motivo del relevo era que Pérez de los Cobos se había negado a proporcionar al ministerio información del caso judicial que afectaba al propio PSOE. La oposición pidió en bloque la dimisión del ministro, pero este se negó a dejar el cargo. El pasado marzo, la Audiencia Nacional consideró acreditado que Pérez de los Cobos fue destituido únicamente por “cumplir con lo que la ley y el mandato judicial obligaban” y desató otro fuego en Interior que volvió a ser ignorado por el juez en excedencia.

Las elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid del pasado 4 de mayo acrecentaron las dudas sobre su gestión. En plena recta final de la campaña, Grande-Marlaska y su directora general de la Guardia Civil, la socialista María Gámez, se implicaron en los actos del cabeza de lista del PSOE, Ángel Gabilondo, tras haber recibido cartas con amenazas y balas que atribuyeron a militantes de extrema derecha. Nunca hasta ese momento un director general del Instituto Armado había participado en una campaña, pero Grande-Marlaska y Gámez se volcaron en los mítines para convertir la polarización política en el eje de la contienda.

Foto: Diego Pérez de los Cobos, en la Audiencia Nacional. (EFE)

Tras la campaña, las cartas con balas dejaron de ser una prioridad para Interior. Más de dos meses después, solo se ha identificado a uno de los remitentes, que dejó su dirección real en el sobre y sufría problemas psiquiátricos. Se desconoce el nombre del resto de autores.

En el plano legislativo, Interior no solo ha mantenido en vigor la totalidad de la Ley de Seguridad Ciudadana aprobada por el PP y que el PSOE prometió derogar, sino que la ha aplicado intensamente durante los meses de la pandemia. Especialmente llamativo fue el uso de la norma en la reciente crisis de Ceuta, en la que miles de inmigrantes fueron devueltos a Marruecos en caliente.

Paradójicamente, Marlaska, que forjó su prestigio en la lucha contra ETA, acabó siendo salvado de una reprobación del Congreso por los votos de Bildu. En sus tres años de mandato, tampoco ha comparecido para explicar el acercamiento semanal de miembros de la banda terrorista a cárceles del País Vasco. En aquella primera comparecencia de 2018 en la que se definía como un "técnico", insistió en que no habría traslados colectivos de presos de ETA y que los acercamientos serían tras un "estudio individualizado" y de acuerdo a la ley penitenciaria. "Mi lealtad con las víctimas es férrea, no permitiré críticas falsas ni que se utilice a las víctimas por interés político", dijo.

El cese del coronel Diego Pérez de los Cobos, el acercamiento de etarras, un informe apócrifo que culpaba a Ciudadanos de los incidentes en la marcha del orgullo en Madrid, su aval a la patada en la puerta para evitar fiestas durante la pandemia... A lo largo de sus tres años de mandato al frente del Ministerio del Interior, el juez Fernando Grande-Marlaska había acumulado polémicas suficientes como para convertirse en uno de los objetivos favoritos de la oposición. Y quizá todas las veces que pidieron su dimisión sean lo que le ha terminado salvando. Fuentes de su entorno apuntaban ya hace semanas que su salida del gabinete sería una cesión demasiado evidente a la derecha por parte del presidente, Pedro Sánchez, poco dado a esas concesiones.

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