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Sánchez aísla a Page y firma la paz de los barones con su cláusula anticorrupción
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REFORMA DEL CÓDIGO PENAL

Sánchez aísla a Page y firma la paz de los barones con su cláusula anticorrupción

Las conversaciones han sido intensas durante los últimos días entre Ferraz y los barones para apaciguar la situación. En la dirección del partido, incluso se atreven a asegurar que "el PSOE está más unido que nunca"

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), acompañado de varios presidentes autonómicos del PSOE durante una reunión del Consejo Político Federal. (EFE/Javier Belver)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), acompañado de varios presidentes autonómicos del PSOE durante una reunión del Consejo Político Federal. (EFE/Javier Belver)

Detonación controlada. Pedro Sánchez ha logrado calmar las aguas en el PSOE tras el amago de revuelta interna por la reforma del delito de malversación que beneficia a los dirigentes del procés. Solo el castellano-manchego Emiliano García-Page se ha desmarcado con duras acusaciones por "pactar con delincuentes", mientras que el resto de barones que habían puesto pie en pared ante la posibilidad de rebajar penas han cerrado filas, al considerar que se acataron sus líneas rojas: no suavizar la lucha contra la corrupción.

Se asume de forma mayoritaria en el PSOE el argumentario de Ferraz de que ni se despenaliza este delito de corrupción ni tampoco se abre la puerta a la revisión de sentencias, como sí ha sucedido con la ley del solo sí es sí en el caso de agresores sexuales. Principalmente, por las "garantías" que se ofrecen con una enmienda para limitar la retroactividad y por el hecho de mantener las mismas penas en los casos de malversación con ánimo de lucro, ya sea personal o a terceros.

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page. (EFE/Jesús Monroy)

En la dirección del partido incluso se atreven a asegurar que "el PSOE está más unido que nunca" y sitúan a Page, junto al aragonés Javier Lambán, como casos aislados. Aunque el segundo no se ha pronunciado, ya inició la pasada semana su propia operación desmarque, y con anterioridad criticó la reforma del delito de sedición.

Fuentes de la parte socialista del Gobierno señalan sobre el presidente de Castilla-La Mancha que "ni es la primera ni la última vez" que mantiene posiciones críticas, dando a entender que son esperables y minoritarias. Con todo, responden a sus advertencias sobre que ERC está imponiendo sus condiciones al Estado con que la preocupación de la ciudadanía ya no es el envite independentista y que se valora positivamente la "desinflamación" de la situación en Cataluña.

Este es precisamente uno de los principales argumentos de Sánchez para defender que su estrategia de diálogo con el independentismo no solo no tendrá coste electoral, sino que hasta podrá ser valorada por los ciudadanos cuando acudan a las urnas. En la Moncloa se presume de que Cataluña será "uno de los principales activos" del Gobierno "por haber estabilizado la situación".

El ejemplo más palmario de que Sánchez ha logrado desactivar en gran parte los temores internos que se manifestaron por la reforma de la malversación es la posición del extremeño Guillermo Fernández Vara. Tradicionalmente crítico con las cesiones al independentismo, en esta ocasión se ha plegado con el argumentario de Sánchez para asegurar que el delito de malversación "sigue existiendo" y que "no se despenaliza". Asimismo, este martes hacía énfasis en que el resto de alternativas acabaron provocando dos consultas y una declaración unilateral de independencia.

Sí Vara ha apoyado la reforma con "matices", otros barones que habían manifestado sus dudas con la reforma, como el valenciano Ximo Puig, la han respaldado con todas las letras. Para Puig, la iniciativa "va en el buen camino" al garantizarse que no beneficia a corruptos. Si Vara y otros barones han dicho haber abordado este tema con Sánchez en los últimos días, Page ha denunciado por su parte en referencia a los acuerdos con ERC para reformar el Código Penal que "la mayor parte de lo que veo, lo veo por los titulares de prensa". Aunque añadía que no hacía falta recibir explicaciones, "ni siquiera a toro pasado, con reuniones que no servirán para nada".

Foto: El presidente del gobierno participa en un acto del psc en barcelona

Las conversaciones han sido intensas durante los últimos días entre Ferraz y los barones para apaciguar la situación. La pedagogía y el reconocimiento de las líneas rojas en que coincidieron desde la mayoría de territorios parecen haber surtido efecto. Según afirmaba este martes el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en referencia a barones y alcaldes socialistas, "cuando les explicamos lo que estamos haciendo, lo entienden".

La consigna interna de no ser utilizados como "arietes" del PP contra Pedro Sánchez también ha contribuido a evitar que la polémica vaya a más. De hecho, todos los líderes socialistas ya coincidieron en no caer en la contraofensiva del PP oponiéndose a las mociones presentadas por los populares en ayuntamientos y parlamentos autonómicos para intentar retratar a los socialistas. Ahora, sin embargo, ha sido Page quien ha tomado la iniciativa anunciando que presentará una iniciativa legislativa que "impida consultas que no afecten al conjunto de los españoles".

El hecho de que Sánchez haya logrado evitar una tormenta interna en el partido no quita que los barones apuesten de cara al diseño de la futura campaña en aligerar la dependencia de las siglas y el aparato para centrarse más en la gestión de sus ejecutivos y sus propios liderazgos. Su objetivo es poner en valor la centralidad y la moderación. Esto es, buscar una mayor transversalidad, frente a las alianzas de Sánchez con el independentismo, y tender a la centralidad.

Detonación controlada. Pedro Sánchez ha logrado calmar las aguas en el PSOE tras el amago de revuelta interna por la reforma del delito de malversación que beneficia a los dirigentes del procés. Solo el castellano-manchego Emiliano García-Page se ha desmarcado con duras acusaciones por "pactar con delincuentes", mientras que el resto de barones que habían puesto pie en pared ante la posibilidad de rebajar penas han cerrado filas, al considerar que se acataron sus líneas rojas: no suavizar la lucha contra la corrupción.

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