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Sánchez presiona a Díaz y Montero para que firmen la paz antes de las municipales
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ANTE LA AMENAZA "REAL" DE UN GOBIERNO PP-VOX

Sánchez presiona a Díaz y Montero para que firmen la paz antes de las municipales

Sánchez insiste en el "respeto a la autonomía" de Unidas Podemos, pero ha lanzado a sus socios una "apelación a la unidad" bajo dos elementos: uno en forma de oferta y otro como amenaza

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), conversa con la vicepresidenta primera, Nadia Calviño (c), y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Fernando Villar)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), conversa con la vicepresidenta primera, Nadia Calviño (c), y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Fernando Villar)
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La división en el espacio a la izquierda del PSOE se ha convertido en un quebradero de cabeza para Pedro Sánchez. La campaña electoral de los socialistas tiene entre sus principales componentes el poder proyectar un Gobierno de coalición cohesionado, que vuelva a reeditarse en la próxima legislatura, y la reelección de Sánchez se fía en buena medida en evitar la dispersión del voto progresista. La aritmética es nítida, y este era el mensaje de la última encuesta del grupo Prisa: el Gobierno progresista depende de que el socio minoritario no se fragmente. En este contexto, el presidente del Gobierno no ha tomado cartas en el asunto de forma directa, pero sí ha allanado el terreno a una futura intervención lanzando sendos mensajes de presión a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y a la titular de Igualdad, Irene Montero, a quien desde su partido posicionan como candidata en caso de ruptura de Unidas Podemos.

Sánchez insiste en el "respeto a la autonomía" de otros partidos, pero ha lanzado a sus socios una "apelación a la unidad" bajo dos elementos. Uno en forma de oferta y otro en forma de amenaza. El primero tiene que ver con un compromiso de gobierno y programático. Esto es, plantear una próxima legislatura con miembros de este espacio en el Consejo de Ministros y hacerlo con un programa más ambicioso para los intereses de sus socios. "Plantear cuatro años más de conquistas, avances y consolidación", resumen. La amenaza tiene que ver con que sin unidad la alternativa será un Gobierno de PP con Vox. Una clave con dos aristas, puesto que si finalmente concurren por separado la plataforma Sumar de Yolanda Díaz y Podemos, la culpa de que alienten el riesgo a un Gobierno de estas características recaería sobre los socios y el PSOE podría apelar tanto al voto útil como al de castigo a su izquierda, sin cargar además con la etiqueta de la desestabilización. Las "lecciones de Portugal".

Foto: La vicepresidenta Yolanda Díaz, y la ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/E.N.)

Frente a este escenario, en el entorno directo del presidente del Gobierno entienden que cualquier diferencia política o personal, por importante que esta sea, según conceden, debe quedar a un lado. Pese al distanciamiento entre Podemos y Díaz, los socialistas confían en que se imponga la lógica de asegurar una coalición que "todo lo que hace es importante para la clase media y trabajadora". De ahí que en la Moncloa se muestren esperanzados en que acaben por entenderse. Con todo, de intensificarse este choque, el jefe del Ejecutivo se verá en la tesitura de realizar algún tipo de intervención más directa si quiere evitar la descoordinación que provoca en la coalición, convertida ya en un tripartito de facto.

Una ministra socialista señala las dificultades que el choque entre sus socios acarrea tanto en las negociaciones dentro del Gobierno como en el Congreso. Se apunta, principalmente, a las posiciones de las ministras de Podemos, quienes para marcar perfil propio habrían adoptado en las negociaciones posturas más intransigentes.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Sergio Pérez)
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Una estrategia de reafirmación propia, para apretar filas internamente, que hace difícil de sostener en el tiempo la coalición. De hecho, ya se está reflejando en el bloqueo de leyes. Algo que tampoco dejan de aprovechar los socialistas para imponer su superioridad numérica en cuestiones como la ley trans. La inviabilidad de mantener estas inercias también ha quedado patente porque pactar con Díaz no garantiza el apoyo de Podemos. Así ocurrió en la negociación fallida para la renovación del Consejo General del Poder Judicial y previamente los morados ya habían cuestionado su acuerdo para los presupuestos, aun cerrando filas.

En la Moncloa entienden que cualquier diferencia política o personal debe quedar a un lado si pone en riesgo la coalición

En los últimos días, hay señales de que las dos patas de Unidas Podemos coinciden al menos en la necesidad de sentarse a negociar cuanto antes y tomar una decisión sobre si se coaligan o presentan candidaturas diferentes que no se prolongue más allá de febrero. Precisamente, el propio Sánchez espera que haya un acuerdo antes de las municipales y autonómicas. El PSOE confía su poder territorial al aguante de Unidas Podemos, imprescindible en siete de las nueve CCAA donde gobiernan. Con todo, destacan que tras las andaluzas se han recuperado en las encuestas y que, al margen de la necesidad de sumar para revalidar ejecutivos autonómicos, el PSOE habría recuperado fuerza.

Foto: El expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina. (EFE/Emilio Naranjo)

Desde el entorno de la vicepresidenta segunda, señalan que Díaz se está planteando adelantar la decisión de confirmar su candidatura a las generales. Un paso imprescindible para clarificar la hoja de ruta y precipitar las negociaciones, como pretende Podemos. El mes de febrero se ha puesto como límite para decidir si hay un acuerdo de coalición o ambas partes emprenden un camino electoral por separado. Desde la dirección de Podemos, habían presionado para que la candidatura quedase configurada antes de las municipales y autonómicas y contar con el respaldo de la vicepresidenta segunda.

La plataforma Sumar, de Yolanda Díaz, no se presentará con esta marca a las municipales y autonómicas, por lo que desde el equipo de la vicepresidenta segunda se resistían a definir la candidatura antes de estos comicios. Además, jugaría a su favor en las negociaciones la debilidad de Podemos si se retrasa la negociación por su escasa implantación territorial, que les vaticina unos pobres resultados.

La Moncloa y barones, pendientes de su izquierda

Este paso adelante para intentar clarificar la hoja de ruta antes de las municipales y autonómicas es una suerte de cesión en aras de evitar una ruptura. Eso sí, desde el equipo de Díaz exigen que se acaben los ataques y dicen ser conscientes de que se ha situado a Irene Montero enfrente como hipotética candidata. A las presiones de Podemos para definir ya el futuro electoral del espacio, se han sumado también de forma más indirecta las del PSOE y el propio Pedro Sánchez. Para los socialistas, es clave que las diferencias de sus socios se resuelvan antes de los comicios del 28 de mayo, al tratarse de una suerte de primera vuelta para las generales que determinará el ciclo electoral.

Foto: Montero e Iglesias en la Universidad de Otoño de Podemos. (EFE/Mariscal)

Unidas Podemos es la muleta del PSOE para gobernar en la mayoría de territorios. Con un perfil de votante que consideran que nunca elegiría la papeleta de los socialistas, entienden que si se desmoviliza por la fragmentación podrían quedarse fuera de las instituciones en lugares clave. El caso valenciano es especialmente simbólico para entender el temor de los socialistas a que no aguante el espacio a su izquierda. Las diferencias entre bloques son mínimas, por lo que si Podemos no traduce sus votos en representación parlamentaria, aunque mejorasen ligeramente PSOE y Compromís, las posibilidades de reeditar el Govern del Botànic, que lidera el socialista Ximo Puig, serían prácticamente nulas.

Los socialistas cogobiernan con Unidas Podemos y otras fuerzas en Comunidad Valenciana, Aragón, Navarra, Canarias, Baleares y La Rioja, mientras que en Asturias necesitaron sus votos para la investidura. De estos territorios, solo en Canarias se podría compensar una hipotética caída electoral de los morados buscando un pacto con Coalición Canaria, según deslizan fuentes de Ferraz.

La división en el espacio a la izquierda del PSOE se ha convertido en un quebradero de cabeza para Pedro Sánchez. La campaña electoral de los socialistas tiene entre sus principales componentes el poder proyectar un Gobierno de coalición cohesionado, que vuelva a reeditarse en la próxima legislatura, y la reelección de Sánchez se fía en buena medida en evitar la dispersión del voto progresista. La aritmética es nítida, y este era el mensaje de la última encuesta del grupo Prisa: el Gobierno progresista depende de que el socio minoritario no se fragmente. En este contexto, el presidente del Gobierno no ha tomado cartas en el asunto de forma directa, pero sí ha allanado el terreno a una futura intervención lanzando sendos mensajes de presión a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y a la titular de Igualdad, Irene Montero, a quien desde su partido posicionan como candidata en caso de ruptura de Unidas Podemos.

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