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La continuidad de Marlaska en el Gobierno abre un cisma entre los ministros
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Crisis de Melilla

La continuidad de Marlaska en el Gobierno abre un cisma entre los ministros

Podemos está siendo especialmente beligerante y en particular la vicepresidenta Yolanda Díaz, que ayer fue tajante en sus afirmaciones: “Con los derechos humanos no se juega”. El ala socialista descarta un cese del ministro

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/EPA/Julien Warnand)
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/EPA/Julien Warnand)
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El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se enfrenta a su enésima crisis. Los graves sucesos en los que murieron al menos 23 personas en la valla de Melilla han vuelto a poner al juez en el disparadero. Como ya ocurrió con la crisis del espionaje de Pegasus, el fuego amigo es el que más quema. Los socios de coalición han encontrado una bandera con la que confrontar con el PSOE. Podemos está siendo especialmente beligerante y en particular la vicepresidenta Yolanda Díaz, que ayer fue tajante en sus afirmaciones: “Con los derechos humanos no se juega”, advertía mientras exigía una “profunda investigación”.

En el Ministerio del Interior hay malestar con la actitud de la vicepresidenta. Consideran, según las fuentes consultadas, que “abusa de la pose política”. Dicen, con ironía, que están esperando que envíe una carta como ya hizo para protestar por el uso de una tanqueta en la huelga del metal de Cádiz. “Les gusta la relación epistolar”, insisten. Recuerdan que Irene Montero también utilizó la vía de la misiva en los altercados de Ceuta con menores. Ambas filtraron a los medios el contenido antes de que le llegase al ministro.

Hace una semana, Yolanda Díaz desveló en una entrevista en RTVE que había hablado con Marlaska para trasladarle su “preocupación”. Desde el equipo del responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado lo desmienten tajantemente: “No nos ha llamado”. También hay reproche contra los diputados morados que salieron en tromba a por el titular de Interior, incluida la propia Yolanda Díaz, y que reconocían en los pasillos de la Cámara Baja no haber visto las imágenes por las que exigían ceses.

Por el contrario, Marlaska sí ha recibido llamadas de apoyo de la mayoría de sus compañeros de la bancada azul, según han manifestado a El Confidencial sus colaboradores. Llama la atención que el responsable de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, haya sido el único del ala socialista del Ejecutivo que no le ha explicitado su respaldo. Entre los ministros se descarta que vaya a dimitir o ser cesado. Destacan que cuenta con la “plena confianza” de Pedro Sánchez y que “aguantará”. El presidente le dio su apoyo en público; Marlaska también ha trasladado que el jefe del Gobierno no le ha retirado su confianza.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Javier Lizón)

En el PSOE son menos optimistas. Quizá porque temen el desgaste electoral que puede suponer este nuevo frente. Fuentes socialistas aconsejan que Marlaska deje el Consejo de Ministros aprovechando la remodelación a la que obligará la previsible salida de la titular de Industria, Reyes Maroto, para ser candidata al Ayuntamiento de Madrid, y la de su homóloga en Sanidad, Carolina Darias, que daría el salto para ser cabeza de lista por Las Palmas en las municipales de mayo de 2023. Sánchez es el único que conoce la dimensión de los cambios, que puede ser un mero intercambio de piezas para cubrir las vacantes de las candidatas o de mayor calado.

Por el momento solo son quinielas, pero el nombre de Antonio Hernando suena con fuerza para llevar el Ministerio del Interior. Dejaría su cargo de director adjunto del Gabinete de Presidencia, donde comparte ahora labores con Óscar López. Hernando trabajó codo con codo con Alfredo Pérez Rubalcaba y fue portavoz de Interior de los socialistas en el Congreso. Con su desembarco, se daría un impulso más político al Gobierno de cara a la contienda electoral del próximo año.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Javier Lizón) Opinión

Marlaska no contempla este escenario porque ya es un experto en estar en la cuerda floja. “En cuatro años, ha aprendido que la política es así”, destaca un estrecho colaborador que, lejos de ver al ministro bajo de forma, le encuentra “muy bien”. Quizá lo que le da seguridad es el hecho de que su discurso en cuanto a la polémica de Melilla es el que desde el primer día marcó Sánchez. Pese a la crueldad de las primeras imágenes que se vieron de los sucesos, el presidente defendió que se había actuado correctamente. También fue condescendiente con Marruecos, donde se enterró a los inmigrantes que intentaron cruzar la frontera en fosas sin ni siquiera identificarles. Aunque luego matizó sus primeras palabras: “No había visto las imágenes cuando dije que lo de Melilla estaba bien resuelto”.

El giro en la política migratoria que ha pasado de acoger el Aquarius a respaldar las devoluciones en caliente y obviar los abusos de los agentes del reino alauí, coincide con el cambio de postura sobre el Sáhara de Sánchez para recomponer las relaciones con Mohamed VI tras la grave crisis desatada por acoger al líder del Polisario, Brahim Gali, para tratarse en un hospital de La Rioja.

Ahora, la cadena británica BBC ha emitido un documental que compromete lo defendido por el ministro y el presidente hasta el momento. La versión oficial es que el asalto fue muy violento y que los “sucesos trágicos” se produjeron en el lado de Marruecos. También se defiende en todo momento la actuación de la Guardia Civil. Además de Podemos, el resto de socios de la investidura también han solicitado una comisión para esclarecer los hechos. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha ido más lejos al exigir la cabeza de Marlaska si no se cuenta con luz y taquígrafos lo sucedido. La estrategia es la misma que se siguió con Margarita Robles, que sigue como ministra de Defensa. La Fiscalía y el Defensor del Pueblo reclamaron ayer a Interior que les aporte más vídeos sobre el lamentable episodio junto a la valla de Melilla.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se enfrenta a su enésima crisis. Los graves sucesos en los que murieron al menos 23 personas en la valla de Melilla han vuelto a poner al juez en el disparadero. Como ya ocurrió con la crisis del espionaje de Pegasus, el fuego amigo es el que más quema. Los socios de coalición han encontrado una bandera con la que confrontar con el PSOE. Podemos está siendo especialmente beligerante y en particular la vicepresidenta Yolanda Díaz, que ayer fue tajante en sus afirmaciones: “Con los derechos humanos no se juega”, advertía mientras exigía una “profunda investigación”.

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