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La Policía busca huesos humanos bajo su casa: "Me quiso enterrar como a mi madre"
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Investigación criminal en Melilla

La Policía busca huesos humanos bajo su casa: "Me quiso enterrar como a mi madre"

La salvaje agresión de su exmarido arranca la búsqueda de la madre de la víctima, desaparecida hace 27 años. Podría estar enterrada en la casa familiar. El agresor se casó con ambas

Foto: La vivienda, durante la excavación. (J. G. A.)
La vivienda, durante la excavación. (J. G. A.)
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"¡¡¡Socorro, socorro, me quieren matar!!!", grita desesperada una mujer en mitad de la calle. Corre con dificultad, se tambalea. De su cabeza brota abundante sangre, que le mancha el cabello y parte del rostro. Un bate de béisbol metalizado de unos 80 centímetros acaba de impactar en su cráneo causándole una herida de seis centímetros. Está medio desnuda y ensangrentada. Cae al suelo de rodillas. Su cuello revela las marcas de una soga. Ha traspasado a duras penas la puerta de casa y escapado de su exmarido, con el que convive en el número 26 de la calle Larache, en el humilde barrio de Reina Regente, en Melilla. “Te escapas, hija de puta”, dice la voz a gritos que deja atrás.

Nadie la ayuda. Varios vehículos pasan a su lado sin inmutarse. Un vecino sale de su casa alertado por los gritos de auxilio. Tras unos instantes, vuelve a su casa y cierra la puerta: no quiere problemas. Tres ángeles de la guarda se acercan por fin a ella. “Me salvaron la vida. Gracias a ellas estoy aquí hoy por hoy”, confiesa. Mientras dos de ellas la asisten, con mantas y ropa con que taparse, otra llama a la policía.

Lucía (nombre ficticio) está aterrada. A sus 40 años ha escapado de una muerte segura. “Mi expareja me ha pegado con un bate de beisbol en la cabeza y me ha intentado ahorcar con una cuerda. Tiene una bolsa naranja con bolsas negras en su interior. Me iba a matar, como mató a mi madre”, dice a sus salvadoras. Unas palabras que recogerían el atestado de la Policía Nacional y la denuncia posterior de la víctima. Unas declaraciones que provocarían una investigación policial sin precedentes en Melilla y en toda España.

Vídeo: Javier García Angosto

Los agentes, adscritos al indicativo Chacal-14, llegan al barrio. Justo en ese momento, Patrick (nombre ficticio), un fornido hombre de 62 años nacido en Nimba (Liberia), se sube a su coche, arranca e inicia la marcha. Pretende huir del lugar del crimen. Los policías le interceptan. Está ensangrentado. Inmediatamente, los agentes le detienen, le leen sus derechos y lo trasladan al calabozo. Un día después, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Melilla decreta prisión provisional comunicada y sin fianza por un presunto delito de homicidio en grado de tentativa. El auto considera que el relato de la víctima es creíble y verosímil, pues “no solo recibió golpes por todo el cuerpo a manos de su exmarido haciendo uso de un bate de béisbol”, sino que “existen indicios que corroborarían que la intención sería la de acabar con la vida, al hacer uso de una cuerda con la que intentó asfixiar a la víctima”.

Un auto posterior, de 22 de mayo de 2022, ratifica la prisión provisional por un presunto delito de violencia de género, en la modalidad de homicidio o asesinato en grado de tentativa, y le añade un supuesto delito de amenazas y otro leve de injurias o vejaciones injustas.

La Policía Nacional considera que la vida de Lucía está en grave peligro. El informe de valoración policial de riesgo para la víctima, un protocolo que contempla la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, destaca que es un caso de singular relevancia. “Se ha detectado una especial combinación de indicadores que aumentan de manera significativa la probabilidad de que el agresor ejerza sobre la víctima violencia muy grave o letal”. El documento pone de manifiesto el infierno que ha vivido Lucía. Violencia psicológica y física, sexo forzado y empleo de armas y objetos contundentes contra ella. Además, en los últimos seis meses, su exmarido había mostrado conductas de celos exagerados, control y acoso. A pesar de todo, se veía obligada a vivir con él, bajo el mismo techo, por motivos económicos.

¿Dónde está mamá?

La madre de Lucía desapareció hace casi 30 años. En aquel momento, precisamente, Patrick mantenía una relación sentimental con esa mujer, afincada en Melilla. De hecho, estuvieron casados. La madre de Lucía y Patrick formalizaron su relación el 30 de septiembre de 1992, según el Registro Civil de la ciudad autónoma. Un día, sin más, ella desapareció sin dejar rastro y sin llevarse ninguna de sus pertenencias. Lucía era una adolescente. Desde entonces, se hace la misma pregunta: ¿dónde está mamá?

placeholder Estado de la vivienda ahora. (J. G. A.)
Estado de la vivienda ahora. (J. G. A.)

La respuesta podría estar bajo el suelo de la casa donde lleva viviendo toda la vida. Así consta en la denuncia que presentó tras la agresión que casi le cuesta la vida: “Quiere significar que la madre de la dicente estuvo casada con el agresor y que en la actualidad continúa desaparecida desde hace 27 años sin dejar rastro alguno, presumiendo ella que pudiera haberla matado su exmarido y tenerla enterrada en algún lugar del domicilio, posiblemente en el garaje, porque cuando desapareció su madre, Patrick hizo obras en el garaje”.

Patrick se hizo cargo de Lucía cuando su madre desapareció. Más adelante, incluso, se casó con ella. Tuvieron cinco hijos. Desde noviembre de 2020 están divorciados, pero siguieron viviendo bajo el mismo techo hasta el 18 de marzo de 2022, el día de la brutal paliza que casi le cuesta la vida.

La búsqueda de los restos

Lucía vuelve a su casa en el barrio de Reina Regente, el lugar donde casi la matan. Pese a la traumática experiencia vivida, no tiene dónde ir con cuatro de sus hijos a cargo, tres de ellos menores. Le toca quedarse en casa e intentar olvidar lo que le ha pasado.

Su vida vuelve a saltar por los aires el pasado 27 de abril de 2022. La Policía Nacional, por orden del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Melilla, se persona en el domicilio con el objetivo de registrar la vivienda y excavar en la planta baja del edificio, en la zona del garaje. Buscan restos humanos.

Durante dos días, agentes de la Policía Nacional acordonan las inmediaciones del número 26 de la calle Larache y proceden con la excavación. Primero a mano, a pico y pala. Luego con una pequeña retroexcavadora que metieron dentro del inmueble y, por último, con maquinaria pesada desde la calle. Según fuentes policiales, encontraron lo que estaban buscando: restos óseos. Unos fragmentos de hueso que están analizándose para detallar si son humanos.

Un mes en una habitación de hotel

La casa de Lucia es inhabitable. Más de un mes después de la excavación, sigue tal cual. Tras cruzar la puerta de entrada, un oscuro pasillo te da la bienvenida. Al fondo, las escaleras llevan a los pisos superiores. A mano izquierda está el hueco donde una vez estuvo una puerta. Al pasar, se muestra ante ti la cocina de la vivienda. A la izquierda el garaje, la zona de la excavación. “Aquí no podemos vivir. No tengo ni agua corriente para poner una lavadora y limpiar la ropa de los niños”, dice Lucía mientras recorre la estancia.

placeholder Estado de la vivienda ahora. (J. G. A.)
Estado de la vivienda ahora. (J. G. A.)

Desde el registro policial, el 27 de abril de 2022, vive en una habitación de hotel, junto a sus cuatro hijos, tres de ellos menores. Una solución habitacional que le ha proporcionado la Ciudad Autónoma de Melilla como “medida de emergencia”.

“He pedido ayuda en todas partes y me cerraron todas las puertas. Me veo en la calle con tres hijos pequeños. ¿Qué hago con ellos?”. Lucía tiene claro que un hotel no es lugar para ella ni sus hijos. Este lunes, estaba previsto que lo abandonara.

“Tanto que se habla de los derechos de las mujeres. Tanto que se habla de la mujer maltratada, del 8 de marzo. ¿Dónde están todos? ¿Esperan a que esté bajo tierra para que me ayuden?”, dice Lucía en su habitación del hotel.

La Administración local la ha derivado a un centro de acogida de mujeres en su misma situación gestionado por la Asociación Mujeres por la Igualdad. Sin embargo, una fuerte discusión, por no poder tener a su hijo allí cuidando de sus hermanos pequeños mientras ella trabaja, ha provocado que le impidan quedarse allí.

La respuesta de la Administración

La consejera de Igualdad del Gobierno de Melilla, Elena Fernández Treviño, asegura que en todo momento ha estado pendiente de este caso, “volcada” junto a la Unidad de Coordinación Contra la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno en Melilla. Precisamente, este lunes la consejera y la responsable de la unidad, Laura Segura, se han reunido con Lucía para proponerle una solución.

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Treviño, en conversación telefónica, reconoce que vivir en un hotel no es una solución, pero es una medida de emergencia. “Deberían tener una casita donde esa familia pueda estar bien”, detalla. Entiende el cabreo y la ira de Lucía tras el encontronazo en el centro de acogida de Mujeres por la Igualdad. Aun así, asegura que van a seguir ayudándola porque las mujeres en esta situación sufren “una montaña rusa de emociones”.

Lucía se quedará en el hotel una semana más. De ahí pasará a una casa de acogida de Cruz Roja, donde tampoco puede estar su hijo mayor de edad. Pero habrá solución. Desde Igualdad, aseguran que en breve entrará en funcionamiento un servicio de cuidadores para estos casos, para que los menores se queden con una persona mientras la mujer trabaja. Mientras tanto, Treviño asegura que se contratará a un cuidador las “dos o tres semanas” que esté en la casa de acogida. “Para esto está el dinero de la Administración”, ha asegurado.

Y es que, a partir de aquí, Lucía podrá acceder a una vivienda con ayuda al alquiler. “Ella necesita salir de aquel lodazal en el que ha vivido desde los 14 o 15 años en esta historia de violencia”, explica Treviño. Desde Igualdad, aseguran que están en ello y que en cuestión de dos o tres semanas esto tendrá una solución.

Foto: Protesta contra la violencia de género. (EFE)

“A veces la Administración es ciega, sorda y muda. Un poco fría en estos procesos. Yo siempre voy a estar del lado de las mujeres. Antes me la llevo a mi casa que dejarla en la calle”.

Lucía recoge con cautela las promesas. Lo único que quiere es rehacer su vida y cuidar de sus hijos en una casa como cualquier persona, lejos de hoteles y centros de acogida. Patrick sigue, hoy en día, encerrado en la cárcel de Melilla.

Víctimas

La Unidad contra la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno contabilizó en 2021 un total de 221 denuncias por violencia de género en Melilla. No obstante, su responsable, Laura Segura, aseguró durante la presentación de los datos que la mayor parte de la violencia de género no se denuncia. Desde la puesta en marcha del 016, el Servicio Telefónico de Información y Asesoramiento Jurídico en materia de Violencia de Género, han recibido en Melilla 1.704 llamadas, 102 durante el pasado año.

"¡¡¡Socorro, socorro, me quieren matar!!!", grita desesperada una mujer en mitad de la calle. Corre con dificultad, se tambalea. De su cabeza brota abundante sangre, que le mancha el cabello y parte del rostro. Un bate de béisbol metalizado de unos 80 centímetros acaba de impactar en su cráneo causándole una herida de seis centímetros. Está medio desnuda y ensangrentada. Cae al suelo de rodillas. Su cuello revela las marcas de una soga. Ha traspasado a duras penas la puerta de casa y escapado de su exmarido, con el que convive en el número 26 de la calle Larache, en el humilde barrio de Reina Regente, en Melilla. “Te escapas, hija de puta”, dice la voz a gritos que deja atrás.

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