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Del 'agit-prop' a la conspiración: un documental revisa el papel de los medios tras el 11-M
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18º aniversario de los atentados

Del 'agit-prop' a la conspiración: un documental revisa el papel de los medios tras el 11-M

Periodistas como Ferreras, Pedro J. o Jiménez Losantos repasan sus informaciones junto a testimonios de políticos como Aznar o Aguirre, que insisten en cuestionar la verdad judicial

Foto: EC Diseño.
EC Diseño.

“¡Antes de votar, queremos la verdad!”. Esta exigencia al Ejecutivo de José María Aznar se instaló en una opinión pública conmocionada por el brutal atentado del 11-M. El mayor ataque terrorista de la Europa continental tuvo lugar apenas 72 horas antes de unas elecciones generales. “España se merece un Gobierno que no le mienta”, sentenció el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba cuando miles de personas se concentraban ante las sedes del PP al grito de “asesinos”. Con cientos de familiares buscando los cadáveres de sus allegados en un pabellón de Ifema, la política y algunos medios de comunicación asumieron que la autoría de la matanza en Madrid determinaría el resultado de las urnas. Empezó así una batalla contra el reloj para dominar el relato. Continuó después con el impulso de teorías alternativas afianzando una fractura social en torno a la tragedia que sigue sin cicatrizar 18 años después.

El marco mental dictaba que el atentado beneficiaría al PP si era responsabilidad de ETA. Pero si era obra de los yihadistas, se interpretaría como una reacción contra Aznar por su obcecado apoyo a la invasión de Irak, criticada de forma masiva en las calles bajo el lema ‘No a la guerra’. ‘El desafío: 11-M’ es un documental de Prime Video que a lo largo de cuatro capítulos incluye una revisión del papel que jugó la prensa en la disputa por la versión de los hechos. En las primeras horas fue determinante una información de la Cadena SER que dio cuenta del hallazgo de un terrorista suicida inmolado en los trenes. La revelación azuzó los ánimos contra el Gobierno, pero resultó ser falsa. “Siempre que lo ofrecimos, lo hicimos con una aportación final: ‘Nos hemos puesto en contacto con el Ministerio del Interior, que desmiente absolutamente esta hipótesis”, se justifica Antonio García Ferreras, entonces jefe de Informativos de la emisora.

“Nosotros siempre hemos tratado de buscar la verdad. Ha habido otros medios que han preferido siempre no meterse en complicaciones”, se defiende también Pedro J. Ramírez, el entonces director de 'El Mundo'. Este medio cuestionó durante años la versión oficial sobre la autoría de los atentados y dibujó una trama de fabricación de pruebas falsas por parte de algunos elementos policiales afines al PSOE, entre otras teorías que incluyeron la participación de ETA. Jesús Ceberio, director de 'El País' aquellos días, describe como el mayor error de su carrera la portada en la que atribuyó a los terroristas vascos la autoría de la matanza tras una conversación telefónica con Aznar: “Dejé de aplicar una norma básica en periodismo, que es poner en tela de juicio las afirmaciones de un político cuando tienen un interés extraordinario para él”. El titular fue: “Matanza de ETA en Madrid”.

Al día siguiente de que unos terroristas matasen a 192 personas en Madrid, TVE tenía previsto emitir por la noche la oscarizada película ‘Shakespeare in Love’. Pero alguien tomó la decisión de cambiar la historia de amor entre Gwyneth Paltrow y Joseph Fiennes por ‘Asesinato en febrero’, basada en el atentado de ETA contra Fernando Buesa. Sirva este ejemplo para medir hasta qué extremo llegaron las maniobras para controlar el mensaje del ente público. Hubo otra más controvertida, según recuerdan los protagonistas que la vivieron en primera persona. El viernes 12 de marzo sonó el teléfono en la corresponsalía de TVE en Washington, que ostentaba el experimentado periodista Lorenzo Milá. Era la Casa Blanca y llamaban para ofrecer un regalo irrechazable: entrevistar en exclusiva a George Bush. El Gobierno de EEUU quería mandar un mensaje de apoyo a España.

“Yo soy explícito preguntando a Bush por Al Qaeda porque era lo que en ese momento los medios de comunicación americanos tenían claro”, recuerda Milá. La respuesta del presidente estadounidense fue ambigua. Antes de contestar a TVE, el mandatario americano ya le había manifestado al embajador español, Javier Rupérez, las dudas de la CIA respecto a que ETA estuviera tras la matanza, como sostenía preferentemente el Gobierno de Aznar. El documental recoge los testimonios enfrentados sobre qué pasó con esa entrevista. Milá y el embajador Rupérez sostienen que nunca se llegó a emitir íntegra. Lo desmiente Alfredo Urdaci, jefe de Informativos de la cadena: “Que yo recuerde, se emitieron íntegras, tendría que comprobar”. El Confidencial ha solicitado los Telediarios del 12 y el 13 de marzo y ha podido comprobar que se emitió.

En el Telediario 1 de TVE de la tarde del sábado 13 de marzo, a partir del minuto 24, se emitió una declaración de Bush de esa entrevista con Lorenzo Milá en la que habla sobre la autoría del 11-M: ”Ahora la gente oirá muchas especulaciones, darán crédito a unas y a otras no, algunos grupos dirán que no lo han hecho ellos, otros dirán que sí. Todo para crear confusión. Pero los hechos quedarán claros después de algún tiempo. A nosotros nos llevó algún tiempo saber quién ordenó los ataques a América, pero en cuanto los hechos estén claros y sepamos quién los hizo, los Estados Unidos se unirán al Gobierno español para cazar a los terroristas y llevarlos ante la Justicia”.

El mismo día por la noche, el Telediario 2 emitió la entrevista, que ocupó desde el minuto 37 hasta el 42 del informativo. Se aprecia cómo Lorenzo Milá le dice al presidente Bush que “el mundo entero está queriendo saber quién está detrás de los ataques”. La respuesta del mandatario americano vuelve a ser ambigua: “Seguro, y nosotros queremos ayudar a encontrarles, pero no creo que sea posible inmediatamente. Ocurrió en nuestro país, se manejaron todo tipo de hipótesis sobre quién los organizó y nos llevó tiempo asegurarnos, pero al final nuestros servicios de Inteligencia tomaron sus decisiones y después entró el peso de la ley”.

El PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones el domingo 14 de marzo. Volteó las encuestas, que daban claro ganador a Mariano Rajoy. Los populares siempre acusaron a los socialistas y en concreto a Alfredo Pérez Rubalcaba de haber instigado una campaña de 'agit-prop' (agitación y propaganda) apoyado en sus medios afines, que tuvo su punto más álgido en las protestas ante sus sedes en plena jornada de reflexión. José Blanco, uno de los dirigentes de confianza de Zapatero, desvincula a su partido de esas convocatorias: “Nadie podía coartar la libertad de ciudadanos que espontáneamente querían manifestarse como consecuencia de lo que ellos percibían como un engaño”. Aznar ríe irónicamente ante esta explicación: “Espontáneamente convocadas, sí”. Otra de las mandatarias de aquel PSOE, Elena Valenciano, cita una instrucción que les dio el ya fallecido Rubalcaba: “Me dijo taxativamente que no quería ver a un solo militante en la sede de Génova”.

Las imágenes de archivo muestran a Juan Carlos Monedero, posterior fundador de Podemos, en primera fila de las protestas. Ceberio ('El País') describe aquellas manifestaciones convocadas vía SMS como el primer ejercicio en red de la vida política española y no descarta que fueran instigadas por el PSOE. En un primer momento, todos los líderes políticos —a excepción del proetarra Arnaldo Otegiculparon a ETA. La banda llevaba décadas atentando en España y la reacción fue casi instintiva. Sin embargo, la Policía detectó pronto que el explosivo utilizado en los trenes no era el que habitualmente usaba ETA. También interceptó una furgoneta junto a una de las estaciones donde explotaron las bombas y en su interior hallaron una cinta de casete con versos coránicos. Eso llevó al Gobierno a empezar a contemplar otra línea de investigación centrada en el yihadismo, aunque siempre mantuvo a ETA como tesis principal.

“Si queremos engañar, ¿por qué lo decimos?”, se defiende Aznar. El expresidente reivindica que fue su Gobierno quien comunicó la aparición de aquel vehículo, una Renault Kangoo. En este punto, Pedro J. Ramírez introduce su tesis de que el PSOE contaba con mandos policiales afines que trabajaron a favor de obra y les suministraban información del curso de la investigación. En la Policía Nacional, los cargos de máxima responsabilidad son de confianza. Eso quiere decir que cuando hay cambio de Gobierno es habitual que también haya cambios en la cúpula. “Me vuelve a llamar Zapatero y entonces ya es otra persona: ‘Menudo vuelco ha dado esto, créeme, tenemos gente dentro, han reconocido lo de la Kangoo porque sabían que nosotros ya nos habíamos enterado y no les ha quedado más remedio que reconocerlo”, recrea el exdirector de 'El Mundo'.

La pugna por el relato no cesó tras las elecciones. Así lo recuerda García Ferreras: “Aznar y su equipo intentaron vender que los responsables eran los etarras. Mentira. ¿Cómo tapo todo eso? Me invento que hay una gran teoría de la conspiración donde están desde los marroquíes, los masones, policías españoles...”. José Antonio Zarzalejos era director del 'ABC' en aquellas fechas. También recibió llamadas de Moncloa para tratar de convencerle de que ETA estaba tras la masacre. El actual adjunto al presidente de El Confidencial dice que los medios de Prisa “contribuyeron a enardecer los ánimos”, pero asume que “todos los medios de comunicación siempre pretenden tener influencia”. Sobre las teorías de la conspiración, censura que “se llegó a niveles de auténtico delirio conspiranoico”. Ceberio pone nombre a sus responsables: “El Mundo' y su director, Pedro J., se prestan desde el minuto cero. Jiménez Losantos es el otro. Formaron una dupla, hicieron un trabajo político”.

Pedro J. Ramírez fue destituido como director de 'El Mundo' en 2014. Su sucesor, Casimiro García Abadillo, publicó un artículo con motivo del décimo aniversario de la matanza en el que hacía autocrítica: “Cometimos errores. Dimos crédito a algunas informaciones faltas de rigor, que solo tenían como fin confundirnos y llevarnos a un callejón sin salida”. Esa reflexión se acompañó después con un editorial que enterraba buena parte de la teoría de la conspiración: “Algunas cosas han quedado claras. Los suicidas de Leganés formaron parte del comando que cometió el atentado. No hubo ninguna participación, ni directa ni indirecta, de ningún partido político en la masacre. Tampoco existió una conjura policial con fines políticos en la realización del atentado”. Pero el documental reúne las opiniones de los principales impulsores periodísticos y políticos de las teorías alternativas. Todos muestran su posiciones intactas.

Pedro J. Ramírez: “La sentencia no dice ni quién ni cuándo ni cómo ni dónde se decidió que se cometieran los atentados de Madrid”. Esperanza Aguirre: “Se quería decir que era Al Qaeda. No se ha aclarado exactamente quién ideó ese atentado”. Federico Jiménez Losantos: "Se ha condenado a un moro porque había que condenar a alguien para que pareciera vagamente islamista (...) Y luego hubo una explosión en Leganés donde dicen que murieron siete personas, había ocho, que eran los asesinos (...)". Aznar: “La verdad es que yo no creo mucho en la teoría de las conspiraciones, pero tampoco soy un ingenuo, entonces tampoco creo en las casualidades [sonríe]”. La Audiencia Nacional condenó en 2007 a 21 personas. A dos de ellos, Jamal Zougam y Otman el Ganaoui, a más de 42.900 años de cárcel como autores materiales de los asesinatos. El resto de la célula se inmoló semanas después de la masacre en un piso de Leganés al ser descubiertos por la Policía.

“¡Antes de votar, queremos la verdad!”. Esta exigencia al Ejecutivo de José María Aznar se instaló en una opinión pública conmocionada por el brutal atentado del 11-M. El mayor ataque terrorista de la Europa continental tuvo lugar apenas 72 horas antes de unas elecciones generales. “España se merece un Gobierno que no le mienta”, sentenció el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba cuando miles de personas se concentraban ante las sedes del PP al grito de “asesinos”. Con cientos de familiares buscando los cadáveres de sus allegados en un pabellón de Ifema, la política y algunos medios de comunicación asumieron que la autoría de la matanza en Madrid determinaría el resultado de las urnas. Empezó así una batalla contra el reloj para dominar el relato. Continuó después con el impulso de teorías alternativas afianzando una fractura social en torno a la tragedia que sigue sin cicatrizar 18 años después.

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