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El ideólogo, el referente, el objetivo a batir de ETA: 20 años del asesinato de Buesa
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TENÍA 53 AÑOS Y TRES HIJOS

El ideólogo, el referente, el objetivo a batir de ETA: 20 años del asesinato de Buesa

Los terroristas asesinaron al dirigente de los socialistas vascos con una furgoneta bomba el 22 de febrero de 2000; era el jefe de la oposición de un Gobierno autonómico apoyado por Batasuna

Foto: Explosión del coche bomba que mató a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, en Vitoria, el 22 de febrero de 2000. (EFE)
Explosión del coche bomba que mató a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, en Vitoria, el 22 de febrero de 2000. (EFE)

Durante la mañana del 22 de febrero del 2000, cuando quedaban apenas tres días para que comenzara la campaña de las elecciones generales que tendrían lugar el 12 de marzo de ese año, los miembros de ETA, Asier Carrera y Luis Mariñelarena, cumpliendo las órdenes de Xabier García Gaztelu, alias Txapote, colocaron 20 kilos de explosivos en una furgoneta que aparcaron en el campus universitario de Vitoria. Tras hacerlo, se apartaron y se escondieron sin dejar de mantener a la vista el vehículo bomba. Cuando el entonces portavoz de los socialistas vascos en el Parlamento autonómico, Fernando Buesa, y su escolta, Jorge Díez Elorza, pasaron por allí a las 16:38, los etarras apretaron el botón, la carga estalló y se llevó por delante las vidas del político y de su guardaespaldas. Hoy se cumplen 20 años de un asesinato tremendamente simbólico.

El escolta tenía 26 años y estaba soltero. Buesa, 53 años y tres hijos. Acababa de despedirse de uno de ellos cuando explotó la furgoneta. El que por aquella época ya era exvicepresidente del Gobierno vasco estaba considerado como uno de los dirigentes más críticos con la banda terrorista y con su brazo político. "Mi hermano estuvo amenazado por ETA durante toda la década de los 90, pero el Gobierno vasco solo le asignó escolta el 10 de diciembre de 1999, apenas un par de meses antes del asesinato", recuerda Mikel Buesa, que se muestra muy crítico con aquella protección ordenada por la Consejería de Interior. "Le pusieron solo un guardaespaldas, que además solo servía para acompañarle, porque no hubo ningún trabajo policial previo de vigilancia, contramedidas... como ocurre en estos casos, lo que permitió a ETA planificar el atentado sin interferencias", describe.

Foto: Fotografías a gran tamaño de miembros de ETA en el barrio de Judimendi durante sus fiestas. (EFE)
placeholder Fernando Buesa. (Foto cedida)
Fernando Buesa. (Foto cedida)

"Los terroristas apuntaron a uno de los objetivos más fáciles de alcanzar", concluye el hermano del dirigente asesinado que, posteriormente, hizo de la lucha a favor de las víctimas una pugna personal y llegó a presidir el Foro de Ermua, creado tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. "Fernando fue un severo opositor al nacionalismo abertzale y al PNV, que acababa de pactar con Batasuna", rememora Mikel Buesa en referencia al Pacto de Lizarra que firmaron el 12 de septiembre de 1998 ambas formaciones y otras muchas con aspiraciones independentistas. "Las tesis más soberanistas del PNV triunfaron sobre otros sectores y el partido rompió el Pacto de Ajuria Enea, que había atraído a los nacionalistas vascos hacia los partidos constitucionalistas", recuerda Ramón Jáuregui, que tres años antes del asesinato había dejado la secretaría general del PSE a Nicolás Redondo Terreros y en ese momento ocupaba un cargo orgánico en el partido.

En ese contexto, añade Jáuregui, tiene lugar "la acertadamente denominada por Jaime Mayor Oreja como tregua trampa de ETA" y el posterior asesinato de Buesa. "Matan al jefe de la oposición a un Gobierno apoyado por los terroristas", subraya con énfasis el dirigente socialista, que critica con dureza que la posterior reacción del entonces 'lehendakari', Juan José Ibarretxe, quien tras el crimen convocó una manifestación que se convirtió en una marcha a favor del jefe del Ejecutivo vasco. "En lugar de apostar por lo que éticamente correspondía, apoyar a la víctima, monta una marcha por su figura", explica Jáuregui, quien considera que "el asesinato de Fernando tuvo un significado político extraordinario".

Todas las víctimas han conllevado mucho dolor, pero tanto Fernando como Enrique Casas fueron muy buscadas por ETA para descabezar el PSOE

"Todas las víctimas han conllevado mucho dolor, pero tanto Fernando como Enrique Casas —cabeza de lista del PSE por Guipúzcoa asesinado el 23 de febrero de 1984, tres días antes de las elecciones autonómicas— fueron víctimas muy bien buscadas por ETA para descabezar al partido", valora Jáuregui, que asegura que el atentado contra Fernando fue el primero de "una ofensiva" lanzada por la banda terrorista para acribillar a líderes del PP y del PSOE vascos con el fin de socializar el terror y que las reivindicaciones políticas de la banda alcanzaran mayor repercusión. "Cuando ETA lo mata, mata a un hombre que no estaba dispuesto a ceder ni un ápice, como ponían de manifiesto cada uno de sus discursos", aporta Mikel Buesa.

"Se opuso a cualquier pretensión de acercar presos y a todo tipo de medidas de gracia para los reclusos de la banda y a los pactos con Batasuna tuvieran la forma que tuvieran", sostiene su hermano. "Algún dirigente de esa época me acaba de decir hace poco que, cuando había que adoptar alguna resolución política, lo primero que hacían todos es consultarle", afirma con orgullo Mikel, que sostiene asimismo que tras el asesinato de Fernando se precipitaron los acontecimientos políticos. "El PP logró mayoría absoluta en las generales, el PSOE no alcanzó sus expectativas en las elecciones autonómicas de 2001, Nicolás Redondo dejó la secretaría general y fue decayendo de forma generalizada el compromiso serio contra la ideología que sostenía Batasuna", valora Mikel Buesa, quien llegó a poner una querella a Patxi López que provocó una sentencia condenatoria del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que posteriormente tumbó el Supremo.

Tras el asesinato de Buesa, ETA encadenó una serie de atentados que posicionaron al año 2000 como el más sangriento en los últimos 25 años. Desde el 1992, la banda terrorista no superaba los 23 crímenes, que fue la cifra que alcanzó en ese año que inauguraba siglo. José Luis López Lacalle, José María Martín Carpena, Juan María Jáuregui, José María Korta, Luis Portero García, Ernest Lluch o Francisco Cano Consuegra, entre otros, perdieron la vida ese año a manos de los terroristas de la organización ETA. Gran parte de ellos eran dirigentes políticos del PP o del PSOE, aunque también había empresarios o miembros de la judicatura o de la carrera fiscal entre los asesinados.

"Siempre he participado de la idea de que el País Vasco tiene necesidad de una política, la voy a definir así, moderada", describió el propio Fernando Buesa en un texto escrito al final de su vida y que reprodujo el pasado domingo el diario 'El Correo'. "No porque uno sea moderado o porque la moderación sea una característica que identifique los proyectos políticos. Sé que tiene muchas dificultades expresarlo de ese modo, porque los proyectos políticos, sobre todo en esta tierra, acaban perdiendo los perfiles cuando se expresan en esos términos. Más bien tenemos tendencia a lo contrario, a dibujar bien el territorio en el que cada partido político define su proyecto para que se distinga de los demás y, a veces, la política vasca es demasiado agresiva", dijo el dirigente.

Foto: El alcalde de Rentería, Julen Mendoza, de Bildu, junto a la hija del exconcejal Manuel Zamarreño. (EFE)

Cuando estalló la bomba, Buesa se dirigía a una reunión del comité electoral de los socialistas vascos. La bomba lo mató al instante. Su escolta, cuyo cuerpo fue trasladado 150 metros por la onda expansiva, tardó ocho minutos en morir. La explosión hirió levemente a una mujer de 51 años que pasaba por allí y rompió los cristales de un instituto cercano, lo que también provocó pequeñas lesiones a algunos de los alumnos. El estallido además tuvo lugar a solo 200 metros de la sede del Gobierno vasco, donde en ese preciso momento el portavoz del ejecutivo regional, Josu Jon Imaz, ofrecía una conferencia de prensa. La intervención del dirigente peneuvista quedó interrumpida y decenas de personas salieron a la calle. El atentado provocó la suspensión de los actos de precampaña e incrementó la tensión política.

Tan solo un día antes, Ibarretxe había anunciado la ruptura con Batasuna. Hacía seis días, Buesa había arrasado dialécticamente en un debate parlamentario que versaba sobre la violencia callejera y sus oponentes de PNV y EA habían quedado en evidencia. Atrás quedaba definitivamente la tregua trampa y el tiempo le había dado la razón en sus tesis de que la alianza entre independentistas no era el camino para acabar con la violencia.

Durante la mañana del 22 de febrero del 2000, cuando quedaban apenas tres días para que comenzara la campaña de las elecciones generales que tendrían lugar el 12 de marzo de ese año, los miembros de ETA, Asier Carrera y Luis Mariñelarena, cumpliendo las órdenes de Xabier García Gaztelu, alias Txapote, colocaron 20 kilos de explosivos en una furgoneta que aparcaron en el campus universitario de Vitoria. Tras hacerlo, se apartaron y se escondieron sin dejar de mantener a la vista el vehículo bomba. Cuando el entonces portavoz de los socialistas vascos en el Parlamento autonómico, Fernando Buesa, y su escolta, Jorge Díez Elorza, pasaron por allí a las 16:38, los etarras apretaron el botón, la carga estalló y se llevó por delante las vidas del político y de su guardaespaldas. Hoy se cumplen 20 años de un asesinato tremendamente simbólico.

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