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Madina abandona la primera línea "liberado" y con la "deuda" saldada con el 'viejo PSOE'
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EL ADIÓS DEL RIVAL DE SÁNCHEZ EN 2014

Madina abandona la primera línea "liberado" y con la "deuda" saldada con el 'viejo PSOE'

El aún diputado llevaba rumiando desde hacía mucho tiempo su salida, pero solo su núcleo de confianza sabía que la haría pública antes del parón estival. Ahora le queda cerrar su nuevo destino

Foto: El diputado Edu Madina, el pasado 26 de marzo, en el acto de presentación de la candidatura de Susana Díaz. (EFE)
El diputado Edu Madina, el pasado 26 de marzo, en el acto de presentación de la candidatura de Susana Díaz. (EFE)

Aquel chico que se desvive por Los Planetas, por The Cure, por Joy Division, aquel diputado que disfruta más zambulléndose en la literatura centroeuropea que buceando en los estatutos del partido, aquel dirigente que nació dos veces, el 11 de enero de 1976 y el 19 de febrero de 2002, cuando ETA intentó segarle la vida, aquel tipo que luchó por partida doble contra Pedro Sánchez y perdió, se va. Eduardo Madina abandona la primera línea. Deja su escaño en el Congreso en septiembre. Se marcha de la política. Al menos, durante un tiempo. Lo hace para emprender una "nueva etapa profesional que nada tendrá que ver con la actividad política e institucional", y deseando, eso sí, "la mayor de las suertes" al secretario general y a su partido. Él desaparece de la vida pública.

Era lo esperado. La noticia que, más pronto que tarde, iba a llegar. Porque Madina ya sentía que este PSOE, el nuevo PSOE de Sánchez, no era su casa, por mucho que no rompa su carné de militante, y no lo hará. Así que solo le restaba coger el petate y marcharse, aun dejando claro que siempre estará "a disposición" de su partido. Le quedaba encender la luz una última vez sobre sí mismo para decir adiós. Sobre las 12:15 del viernes 28 de julio, el último día antes del parón estival, llamó a la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, para trasladarle su decisión y pedirle que lanzara el comunicado a los medios. A todos por igual. Sin filtraciones previas. Nada.

Tras el estallido, la "liberación". Madina se sentía "feliz", repetían en su entorno más cercano. "Ya está hecho".

El dirigente sentía que tenía que corresponder a quienes le apoyaron en 2014 y quienes le animaron a presentarse en las generales de 2015 y 2016

El diputado quería haberse marchado mucho antes. En concreto, aquel domingo 13 de julio de 2014, poco antes de las doce de la noche, cuando se certificó su derrota ante un entonces desconocido Pedro Sánchez en primarias. Le habían doblado el brazo los poderes del PSOE, empezando por la propia Susana Díaz, que no le perdonó que no se retirase de la competición y le dejase vía libre y lanzó en revancha al madrileño. Pero Madina no se fue. "Siempre sintió una deuda emocional con la gente que estuvo con él. Por lo valientes que consideró que habían sido al apoyarle contra todos los aparatos. Por eso exclusivamente repitió en las listas de las generales de 2015 y 2016, porque le habían animado a presentarse, pese a que él no quería", y menos para ir de siete por Madrid, un puesto no seguro, explicaban fuentes muy próximas. Pero "esa deuda ya está pagada. Ya podía irse".

Eduardo Madina deja la política

El momento era ahora. Después de sufrir un segundo varapalo de la militancia: su candidata, Susana Díaz, con la que rehízo su relación pocos meses después de su primera derrota, fue aplastada por Sánchez. Había perdido su apuesta. Y con ella, sus perspectivas de crecimiento, ya que con la presidenta al frente del partido él habría ocupado un cargo del máximo rango. Al fracasar Díaz, él, como dicen en su entorno, sentía que "ya no pintaba nada", que su sitio no era el de un PSOE con un secretario general "que no le iba a dar ningún tipo de espacio y que le mataría con seguridad en las siguientes listas, como se ha fusilado a Alfonso Guerra", propiciando su relevo en la Fundación Pablo Iglesias.

Foto: Eduardo Madina y Susana Díaz, el pasado 17 de mayo en Madrid, en la recta final de las primarias socialistas. (EFE)

Valenciano, Rodríguez, Seara...

Madina llevaba dándole vueltas a la posibilidad de renunciar a su escaño desde hace mucho tiempo. Pero fue hace aproximadamente una semana cuando confió a su círculo más cercano, de "máxima confianza" —la ex vicesecretaria general y europarlamentaria Elena Valenciano, la diputada por Valladolid Soraya Rodríguez, la exsecretaria de Estado Laura Seara; el alcalde de Mislata (Valencia), Carlos Fernández Bielsa, o el jefe de Gabinete de Leire Pajín en su etapa de Organización, David del Campo— que la decisión estaba tomada y que se marcharía el 28 de julio. Con ellos charló sobre cómo daría a conocer la noticia, y ellos fueron quienes mantuvieron celosamente el secreto en estos últimos días, impidiendo que llegara a la prensa y a la propia dirección del PSOE.

Madina llamó por la mañana a González, Zapatero, Guerra, Rubalcaba, los presidentes Javier Fernández y Vara y a su amigo Mikel Torres

Este viernes por la mañana, Madina marcó varios números. Llamó a Susana Díaz, a los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, a Alfonso Guerra, a los presidentes de Asturias y Extremadura, Javier Fernández y Guillermo Fernández Vara —los dos barones que siempre le apoyaron—, a Alfredo Pérez Rubalcaba, al secretario general de Vizcaya y alcalde de Portugalete, su amigo Mikel Torres. Les comunicó que se iba. Que lo dejaba. También llamó a Pedro Sánchez, que no le contestó, y le escribió un mensaje, que también quedó sin respuesta, aunque había una explicación: tenía el número anterior del secretario general, y no el que utiliza desde hace muy pocas semanas.

La comunicación oficial se la hizo llegar, por tanto, a Margarita Robles. Ella estaba siguiendo el debate de la Comisión de Igualdad. Ambos mantuvieron una conversación "muy cariñosa", en la que él le trasladó su decisión y le anticipó que formalizaría su renuncia al escaño el 31 de agosto, para que el Grupo Socialista no perdiera ningún voto en este periodo extraordinario de sesiones, cuando funciona la Diputación Permanente y no hay pleno en el que pueda prometer su cargo el siguiente de la lista por Madrid, el número nueve, José Enrique Serrano, el veterano jefe de Gabinete de González y Zapatero y un servidor de las siglas socialistas. Poco después de la llamada, se notificó a la prensa.

Sánchez da las gracias a Madina "por todo su trabajo" y le desea "suerte"

Desconfianza de Ferraz

Las redes se llenaron de mensajes de cariño y de afecto. También Sánchez, en su cuenta de Twitter, le agradeció protocolariamente su trabajo y le deseó suerte en su nueva etapa. Y la secretaria de Igualdad, Carmen Calvo, en rueda de prensa, hizo lo mismo y comentó que cuando en política hay relevos "se pierden cosas y se ganan otras". La cúpula federal respondió con cierta frialdad y le reconoció la "elegancia" en su marcha y en su último mensaje, aunque también era consciente de que salía de escena uno de los adversarios irreconciliables del líder: pese a que el dirigente vasco no daba entrevistas en su época de ostracismo, el secretario general sabía que su rival en 2014 no le tragaba y no disimulaba sus discrepancias con él. Una situación que podría reproducirse ahora con él de nuevo en el poder.

Los dirigentes más cercanos a Madina, los madinistas de pura cepa, le lloraron. Mucho. "Su salida ha generado consternación", "desgarro". Distintos dirigentes coincidían en que se marcha "un referente" del PSOE, un diputado "que no solo era susanista". "Eso era circunstancial. Edu es bastante más que eso. Era un faro para muchos jóvenes del partido y para los mayores que veían en él el futuro", advertía una de las responsables que mejor le conocen. Sus compañeros recordaban que él pudo haberse convertido en secretario general en 2014, pero entonces "los aparatos se conjuraron para que no lo fuera". También Zapatero, que le protegió su relevo y luego le abandonó entonces para apostar por Díaz.

Con Robles sí mantuvo una charla "muy cariñosa", aunque la cúpula federal recibió la noticia con cierta frialdad y reconociéndole, eso sí, su "elegancia"

En su círculo valoran su "brillantez intelectural", su "amplísima cultura", sus principios "sólidos", su personalidad "excepcional". En el debe, un ánimo mucho menos rocoso que el de Sánchez. "Aquellos que dicen que no tiene carácter ni fortaleza ni valentía, me habría gustado verles levantándose del puto suelo el día en que ETA atentó contra su vida, en 2002, y le mutiló su pierna izquierda. Edu es un símbolo", señalaba una dirigente de peso. En el entorno de Díaz admitían que la salida del vasco es una "pérdida importante", porque era un activo, un "motor intelectual importante" del PSOE, que conectaba con un sector progresista más "urbanita" y moderno. Pero a la presidenta no le sorprendió su decisión, informa Isabel Morillo.

placeholder José Luis Rodríguez Zapatero y Edu Madina, el pasado 24 de abril en Barcelona, en un acto de campaña a favor de Susana Díaz. (EFE)
José Luis Rodríguez Zapatero y Edu Madina, el pasado 24 de abril en Barcelona, en un acto de campaña a favor de Susana Díaz. (EFE)


"Los que le queremos tenemos una sensación de orfandad. Edu ha sido el líder de una generación, mucho más que otros. Una generación que ahora está purgada. Para nosotros es un horror, pero le apoyamos y le comprendemos en su decisión", indica una compañera que es uña y carne con el todavía diputado. "Él ya no tenía que hacer nada en el Congreso. No es lo mismo que otros que tampoco estamos a gusto en este nuevo PSOE. Edu compitió contra Pedro, y él ha dejado medianamente claro a todo el mundo que le sobramos la mitad del partido", asegura una diputada que ha estado junto a él en todas las batallas. También en aquella de 2014, aquella en la que el dirigente arengaba a los suyos con una frase que desde entonces les ha quedado tatuada: "Prefiero una verdad que pierda que una mentira que gane".

Los suyos lamentan la marcha de un "referente", un "símbolo", "el líder de una generación". Su marcha, dicen, deja "consternación", "desgarro" y "orfandad"

Su oponente, sin embargo, ganó. Contra él, hace tres años, con el 48,67% del voto de las bases, y contra Díaz, el pasado 21 de mayo, con el 50,26% de apoyo. Así que era palpable su incomodidad en las últimas semanas. Madina, que había sido mimado por la gestora de Javier Fernández, que había podido bracear de nuevo en la primera línea en los casi nueve meses de interinidad orgánica, se sentía desubicado. Ya no departía apenas con los periodistas en corrillos en la Cámara Baja, no participaba de las reuniones de grupo, iba para los plenos a votar y poco más.

El socialista Eduardo Madina deja el escaño y la actividad política

Corta trayectoria orgánica

Y eso que Sánchez, que nunca se fió de él, no le había removido de su cargo, el de portavoz de la Comisión Mixta de la Unión Europea, que preside su amiga Soraya Rodríguez. Se le veía taciturno, apagado. No podía disfrazar sus sentimientos: siempre despreció a Sánchez, lo consideraba "un peligro" para el PSOE y preconizaba que el partido se hundiría con él de nuevo al frente. Así que su única salida era irse, aprovechando también que tenía varias ofertas sobre la mesa. Aún no tenía nada cerrado, pero era el momento de dar el salto. Y una vez hecho, la "liberación".

¿Su abandono es definitivo? Es pronto para saberlo. "Por ahora" lo es, señalan fuentes muy próximas, aunque avisan de que la política da muchas vueltas

"Siempre ha admirado más a dirigentes como [los ex altos cargos de Zapatero] Bernardino León y David Vegara, a Laura Seara y Fernando Pablos [secretario provincial por Salamanca], a Javier Fernández y [al dirigente madrileño] Juan Segovia, a Alfonso Guerra, a Felipe o a Zapatero que a quienes hoy rodean a Pedro", señalaban fuentes próximas. Casi todos sus referentes ya no están en primera línea.

placeholder Edu Madina, con Mario Jiménez y Javier Fernández, el pasado 25 de marzo en Madrid. (EFE)
Edu Madina, con Mario Jiménez y Javier Fernández, el pasado 25 de marzo en Madrid. (EFE)


Madina se va, deja la política, sí. ¿Pero definitivamente? "Por ahora es definitiva", decía una dirigente, tirando de oxímoron. Ninguno de sus amigos y compañeros más cercanos, ni él mismo, sabe si su marcha es total. Para siempre. Los términos absolutos, avisan, no sirven para la política, que da tantas vueltas y que a veces es grata y otras, "muy perra". "Si algo ha enseñado Pedro es que se puede volver, aun sin tener escaño, y muchos pensamos que Edu debería volver si fuera necesario. En estos tiempos tan líquidos… Edu sigue siendo un referente para mucha gente, como se ha visto en la cantidad de mensajes de apoyo que ha recibido. Así que él se va. Pero de momento", analiza una colega de escaño. ¿Y cuándo podría regresar? Nadie tampoco lo sabe. Pero quizá su segunda oportunidad, si llega, pudiera abrirse en caso de un tercer fracaso de Sánchez. La trayectoria orgánica del diputado ha sido muy limitada: dirigente de las Juventudes en Euskadi, vocal en las ejecutivas federales de Zapatero y Rubalcaba y unas raíces en un PSE que, sin embargo, le dio la espalda en 2014.

Algunos dirigentes creen que otros cargos pueden seguir los pasos de Madina, decepcionados con el giro imprimido por el PSOE de Sánchez

El abandono de Madina coincide con el anuncio del relevo "mezquino e ignominioso" de Guerra al frente de la Pablo Iglesias. Dos salidas dolorosas para los críticos con Ferraz. Dos símbolos caídos que hacen prever a algunos que otros cargos institucionales pueden seguir los pasos del parlamentario vasco. Y por sus mismas razones: la incompatibilidad con el proyecto que encarna Sánchez. Otros, en cambio, creen que no habrá más fugas.

Madina, de 41 años, diputado durante cuatro legislaturas, secretario general del Grupo Socialista, licenciado en Historia Contemporánea por Deusto, máster en Relaciones Internacionales y en Recursos Humanos, profesor universitario, exmiembro del comité federal, sale de escena. Este viernes ponía rumbo en coche a Andalucía, de vacaciones, a la casa de la familia de su mujer, Paloma Villa, en la que ya estaba desde hace unos días su pequeño Unax. Dejaba atrás kilómetros de vida en la primera trinchera de la política para adentrarse en una nueva etapa, lejos de los focos pero preparado, tal vez, para regresar en un futuro a su universo de origen.

Una vida marcada también por ETA

Eduardo Madina Muñoz (Bilbao, 11 de enero de 1976) volvió a vivir aquel 19 de febrero de 2002. ETA quería matarle. Puso una bomba en los bajos de su coche. La explosión le amputó la pierna izquierda por debajo de la rodilla. Entonces, Madina, de 26 años, era secretario de Política Institucional de las Juventudes del PSE. En ese mismo año se convirtió en secretario general de la organización juvenil vasca, cargo que mantuvo hasta 2005.

Pronto José Luis Rodríguez Zapatero se fijó en él. Lo incluyó en las listas de las generales de 2004, en las que obtuvo escaño por Bizkaia. El presidente lo incorporó también a su ejecutiva federal en 2008 y lo hizo secretario general del Grupo Socialista (o sea, número dos) en 2009, tras el salto del alavés Ramón Jáuregui a Europa. Un puesto en el Congreso que retuvo cuando llegó al poder del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, en febrero de 2012. El nuevo secretario general también le dio abrigo en su dirección, como vocal. 

En aquel congreso de Sevilla, que ganó Rubalcaba a Carme Chacón, no quiso presentarse como aspirante a la secretaria general, pese a que era una de las apuestas de muchos. Pero luego el dirigente sí quiso dar el paso y se fue preparando para las primarias presidenciales. La debacle en las europeas de 2014 hizo estallar los planes. Rubalcaba se fue y convocó un congreso extraordinario. Madina entonces sí se presentó. Aunque le asaltaron muchísimas dudas y a punto estuvo de tirar la toalla horas antes de su postulación oficial, aguantó. No cedió a las presiones de quienes, como Zapatero, antaño su mentor, le dijeron que debía dar un paso atrás para entronizar a Susana Díaz. Él se mantuvo en sus trece. Ella no quiso arriesgarse y auspició la candidatura de Pedro Sánchez. El madrileño, con todos los aparatos a su favor, ganó. 

Díaz se distanció en apenas tres meses de Sánchez y recompuso su relación con Madina. Desde entonces, su complicidad fue a más. El diputado vasco pasó a la segunda línea desde su escaño en el Congreso. Sánchez lo colocó en las generales de diciembre de 2015 como número siete por Madrid. No logró escaño. En las segundas elecciones, las de junio de 2016, repitió en el mismo puesto pero entonces sí consiguió acta, a la que renunciará el 1 de septiembre. 

La gestora de Javier Fernández lo devolvió a la primera línea y le encargó la coordinación de la parte política de la ponencia del 39º Congreso del PSOE, y el área económica la delegó en José Carlos Díez. Ambos redactaron un documento que contó con la participación de cerca de 300 expertos que Sánchez propuso cambiar muy sustancialmente. Los dos decidieron no defender su ponencia en el cónclave, también porque el ganador quería relatores de su confianza.

En las primarias federales Madina apoyó a Díaz y fue de los integrantes de su 'staff' de campaña. Ella perdió y al final la corriente de la derrota acabó precipitando su salida de la política. 

Aquel chico que se desvive por Los Planetas, por The Cure, por Joy Division, aquel diputado que disfruta más zambulléndose en la literatura centroeuropea que buceando en los estatutos del partido, aquel dirigente que nació dos veces, el 11 de enero de 1976 y el 19 de febrero de 2002, cuando ETA intentó segarle la vida, aquel tipo que luchó por partida doble contra Pedro Sánchez y perdió, se va. Eduardo Madina abandona la primera línea. Deja su escaño en el Congreso en septiembre. Se marcha de la política. Al menos, durante un tiempo. Lo hace para emprender una "nueva etapa profesional que nada tendrá que ver con la actividad política e institucional", y deseando, eso sí, "la mayor de las suertes" al secretario general y a su partido. Él desaparece de la vida pública.

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