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Vara, el barón inclasificable del PSOE
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TENSIÓN EN LA CASA SOCIALISTA

Vara, el barón inclasificable del PSOE

El presidente extremeño ha protagonizado la semana en el partido. Se alinea con los críticos del secretario general, pero no siempre fue así. Su relación ha sufrido altibajos hasta el actual enfriamiento

Foto: Guillermo Fernández Vara acompaña a Pedro Sánchez en una visita a Badajoz el 20 de abril de 2015. (EFE)
Guillermo Fernández Vara acompaña a Pedro Sánchez en una visita a Badajoz el 20 de abril de 2015. (EFE)

Él no es un barón como los demás. Es, de hecho, bastante inclasificable. Guillermo Fernández Vara no es sanchista ni susanista, no responde a la ortodoxia de Ferraz ni atiende a pies juntillas la doctrina que escribe Sevilla. Es un presidente autonómico y secretario general que responde por sí mismo, una especie de verso suelto dentro del socialismo. Claro en sus declaraciones públicas cuando se estilan los discursos de madera, gestor de sus relaciones con los medios, poco amigo de los oropeles del poder y de las cortes de aduladores, un dirigente bastante autónomo que actúa a veces de amortiguador dentro de su propia casa. Por eso despista a los que le observan y siguen, o se quejan de que fluctúa y da demasiadas "vueltas". Su misma relación con Pedro Sánchez ha sufrido altibajos. De la cierta fortaleza de los primeros tiempos, pasó a agrietarse, luego se recompuso y ya últimamente se volvió a deteriorar. Otro eslabón roto para un secretario general que tiene enfrente al 'establishment' territorial del PSOE.

Fernández Vara (Olivenza, Badajoz, 1958) ha sido, quizá a su pesar, el protagonista de la semana política de los socialistas. Siete días de transición, de ambiente prebélico, de clima enrarecido que no acaba de explotar, en parte por la cercanía de las elecciones vascas y gallegas y en parte porque nadie tiene muy claro cómo salir de la ratonera. El presidente extremeño destapó la caja de los truenos cuando el lunes, en una entrevista en 'Espejo público', en Antena 3, confirmó que no charlaba con Sánchez desde hacía dos meses, que seguía considerando necesario abrir el debate interno para hablar de la coyuntura, que ser leal no significa "tocar las palmas" al líder. Al día siguiente, martes, la dirección socialista, a través de la número tres del grupo en el Congreso, Isabel Rodríguez, le pellizcaba al decirle que si quería conversar con Sánchez, bastaba con llamarle, y que lo "razonable" es que ese debate entre los dirigentes socialistas debe darse "en el comité federal y no ante los micrófonos de los periodistas".

Reconoció que no había hablado con Sánchez desde hace dos meses, y que ser leal no era adular. Luego se desató una ola de solidaridad de los críticos hacia él

Esas palabras y sobre todo los "ataques" e "insultos" en redes sociales contra él, que venían chorreando hacía tiempo –Vara ha sido y es el único barón que públicamente ha apostado por la abstención al PP–, más una sensación de "soledad", movilizó a sus compañeros. Los críticos inundaron el miércoles Twitter y Facebook de mensajes de afecto y apoyo a su "libertad de expresión". Abrieron fuego Susana Díaz y Alfredo Pérez Rubalcaba, y continuaron dirigentes tan dispares como Elena Valenciano y Carme Chacón, o Eduardo Madina y el presidente asturiano, Javier Fernández. Solidaridad que se extendió el jueves: los presidentes de Castilla-La Mancha, Aragón y Valencia, todos ellos distanciados de Sánchez, respaldaron, con diferentes matices, al jefe del Ejecutivo extremeño.

Foto: Los presidentes de Castilla-La Mancha y Extremadura, Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara, el pasado 1 de marzo, en el debate de investidura de Sánchez. (EFE)

Vara es un barón crítico, sí. Pero no es una definición 'estructural', sino coyuntural. Porque no siempre estuvo en esa trinchera ni siquiera cuando arreciaba la tempestad contra Sánchez.

Sigue la tensión en el PSOE entre Pedro Sánchez y los barones

La excepción de Vara y Fernández

Vayamos dos años atrás. A junio de 2014. Rubalcaba anuncia su marcha en diferido de la secretaría general del PSOE tras el descalabro de las europeas (23,01% de los votos, 14 parlamentarios) y convoca un congreso extraordinario que estrena un método de elección del líder: un militante, un voto. O sea, primarias internas. Los barones –entonces, solo dos con Gobierno en la mano, Susana Díaz en Andalucía y Javier Fernández en Asturias– salen en cascada para reclamar a la presidenta andaluza un paso adelante. No lo hace Vara, ni tampoco Fernández. Madina, el que había pedido el voto directo de las bases, no se pliega ante quienes le piden que se retire y permita la entronización de Díaz. Ella rehúye la competición y se queda en Andalucía pero confiere todo su poder –y el de los líderes territoriales de su cuerda– al diputado madrileño Pedro Sánchez, entonces un desconocido.

En 2014, apoyó a Madina, como Javier Fernández, pero ambos respaldaron enseguida al nuevo jefe y lo defendieron frente a las turbulencias internas

El parlamentario vasco, frente al apabullante poderío orgánico que exhibe su rival, solo luce el apoyo de dos barones: Vara y Fernández. Perdió. Los dos secretarios regionales reconocieron la victoria de Sánchez y este, tras limar alguna aspereza –en particular con el presidente asturiano–, pudo contar con ellos como dos importantes puntales. En ambos primó la "lealtad" al jefe de filas, lo que en el PSOE se conoce como "cultura de partido", como tiempo después recordaría Felipe González.

Sánchez tropezó con la primera marejada interna al cabo de escasamente tres meses, cuando Díaz, su gran avalista en las primarias, empezó a distanciarse de él. Las turbulencias aparecían esporádicamente. La grieta con la presidenta andaluza se iba agrandando, y a su vez con los barones más próximos a ella, como Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Ximo Puig (Valencia), Javier Lambán (Aragón) y el defenestrado Tomás Gómez (Madrid). Vara y Fernández no se despegaron de Sánchez.

La primera muesca que dolió al PSOE extremeño fue el fichaje de Irene Lozano para el 20-D. Después Vara insistió en que no cabía pactar con los separatistas

La relación se comenzó a cuartear "cuando Guillermo se dio cuenta de que Pedro le engañaba en los momentos claves", en palabras de una dirigente que ha ocupado el puente de mando del PSOE y que lo conoce muy bien. La primera piedra que jalona el historial de agravios fue el fichaje de la ex de UPYD Irene Lozano para las candidaturas de las generales del 20-D. La incorporación "dolió mucho al partido, fue muy duro", relatan desde el entorno de Vara. Él no se pudo cohibir: pidió a Lozano "disculpas" por sus afirmaciones contra los socialistas desde su escaño de UPyD. Ella jamás lo hizo. La proximidad de las elecciones obligó a cerrar filas, pero la herida estaba ahí. También molestaba a Andalucía, que de todos modos ya había desahuciado a Sánchez, y a Asturias. Javier Fernández comenzó entonces un camino de distanciamiento con Ferraz que ya no desanduvo más.

Un perfil "componedor"

20-D. 90 escaños. Sánchez anuncia su intención de seguir al frente del partido, aunque pospone la convocatoria del congreso. Los barones quieren atar en corto al secretario general y limitar sus posibilidades de pacto, y algunos creen que es momento de forzar la fijación de un cónclave del partido que resuelva la cuestión del liderazgo. En el comité federal del 28 de diciembre, Vara se alinea por completo con los críticos en un tema muy sensible para él y su federación –nada de pactos con las formaciones independentistas–, pero no quiere llevar al PSOE al límite y defiende que hay que parar la guerra interna. Ejerce "de escudo de Pedro", como recuerdan en su círculo. "Si salió vivo de aquel durísimo comité fue porque Guillermo lo salvó. Quiso darle una vida más. Guillermo es así, una persona muy razonable, componedor, nada amigo de las broncas". En el siguiente comité, el del 30 de enero, Vara intentó apaciguar el ambiente crispado por la fecha del congreso: Sánchez, por la presión de los barones, cedió y lo ubicó en mayo, aunque a cambio les desafió convocando una consulta para que las bases se pronunciaran sobre los pactos. Vara se había reunido esa misma mañana con el líder y no le había avanzado la decisión. Otro "engaño" al presidente extremeño, enumeran los críticos.

El presidente extremeño y Sánchez recompusieron su relación en las semanas siguientes. El líder lo incluyó en un selecto sanedrín de dirigentes a los que iba relatando el devenir de las negociaciones de la investidura. Vara actuaba así de enlace con los barones.

Vara hizo de "escudo" de Sánchez en el difícil comité federal del 28 de diciembre. Él lo incluyó más tarde en el sanedrín al que informaba de la investidura

Hacia finales de abril, arruinadas las posibilidades de un Gobierno socialista, el distanciamiento entre ambos reapareció. Vara apuntaba en la Ser a Díaz –con quien siempre ha mantenido diferencias y de la que no le gusta su forma de gobernar el partido– como posible futura líder del PSOE. La campaña, como siempre, taponó las fisuras. Pero el 27-J, unas horas después de abiertas las urnas, el presidente extremeño apostó públicamente por la abstención. Luego fue modulando su postura, también porque el resto de presidentes no se atrevía a mentar la palabra tabú, pero no la cambió, y así se preguntaba que quién sería "el guapo" que se opusiera a un Ejecutivo de Mariano Rajoy con 170 escaños a sus espaldas. Lo hubo: Sánchez, que siguió el criterio del comité federal del 9 de julio. La última ocasión en la que Vara pudo hablar con Sánchez, según él mismo recordaba el pasado lunes. El verano no hizo sino agrandar la brecha entre los dos dirigentes.

Foto: Vista de la sala de prensa del PSOE en Ferraz, antes de las elecciones generales del 20-D. (El Confidencial) Opinión
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"No es que hubiera un detonante claro, ha sido un proceso a fuego lento, de desconfianza, de ver que Pedro no cumple lo que dice. Un desencanto similar al que han sentido otros que le avalaron: José Luis Rodríguez Zapatero, Pepe Bono, Pepe Blanco... –analiza una diputada con lazos con Vara–. Pedro ha pulverizado sus apoyos: ha construido un muro para atrincherarse".

¿Con ambición?

En el entorno del presidente extremeño lamentan que se critique a quien ha ejercido de "casco azul" en el partido en los momentos de zozobra, pero que "jamás adula, y dice lo que piensa, guste o no guste". En Ferraz hay dirigentes que creen que "no diría que no si le postularan para suceder a Pedro". "Guillermo es leal al partido y al secretario general, lo que pide es que hablemos y discutamos qué hacer. Es un hombre de partido, y su única ambición es ser presidente de su comunidad y secretario general en Extremadura. Él no quiere otra cosa. Eso diferencia a Guillermo de otros barones", le defienden los suyos, desechando de paso la hipótesis de que él encarne el recambio del PSOE como un "hombre de consenso", como algunos de sus compañeros le ven. Por eso su amigo Rubalcaba, cuando publicó su 'post' en Facebook, recalcó que Vara no es un responsable "de oscuras intenciones o desmedidas ambiciones".

En el equipo de Sánchez reprueban el comportamiento del presidente extremeño, "que ha dado tantas vueltas que desconcierta hasta a los suyos". Y deslizan que "quizá nunca fue tan de Pedro como se pensaba", en los primeros tiempos. "Guillermo nunca se fio de Pedro, y desde un principio, porque él no le dio el papel que quería. Y estaba contaminado por Edu [Madina]. Lo de Irene Lozano fue una excusa", ilustra una responsable extremeña próxima a Sánchez. Los colaboradores del secretario general se quejan de que realmente nunca pudo trabajar "en un clima de confianza" con los líderes territoriales, porque a su vez ellos le traicionaban, razón por la que cada vez ha racionado más la información. Recuerdan, por ejemplo, que la baza de la consulta no estaba en sus planes, pero que se vio tan "acorralado" en aquel comité federal, "cuando todos querían matarle", que "no le quedó más remedio" que utilizar ese as. El mismo al que ahora podría volver a recurrir para reforzar su liderazgo y hacer que las bases validen su no al PP y a Rajoy.

En Ferraz lamentan que nunca haya podido haber un "clima de confianza" con los barones y espetan que el extremeño puede llamar a Sánchez cuando quiera

Vara, con todo, ha bajado la temperatura del conflicto. El miércoles, tras ver el gesto de sus compañeros en Twitter, que agradeció, dio por "zanjado" el conflicto con Sánchez a cuenta de la incomunicación. No quiso decir si había charlado ya con él para no dar más comidilla a los medios. El presidente quiere salir de escena y pretende contar su opinión en el comité federal que siga a las gallegas y vascas del 25-S. Pero Ferraz no perdona el capítulo. Considera inoportuno el estallido de la polémica en plena campaña y cuando el PP estaba abrasándose por el caso Rita Barberá. Niega "campañas orquestadas" y mantiene que los barones pueden llamar siempre que quieran al líder. "¿Para qué les va a llamar él? ¿Para decirles que se fíen de él?", inquieren los colaboradores de Sánchez. "¿Le va a llamar Guillermo a pedirle explicaciones? Es el secretario general el que debe llamar a sus barones. Está claro que algo pasa y Guillermo está angustiado por la situación de Extremadura y del país. No estamos en quién va a ser el próximo líder del PSOE, sino en que España tenga Gobierno", replican a su vez en el círculo de Vara. Nadie quiere echar más gasolina, pero el terreno está cada vez más engrasado para la batalla.

Lambán advierte de que la izquierda "no suma" y el PSOE-M da su apoyo total a Sánchez

Retumbaron este viernes las palabras de Juan Carlos Rodríguez Ibarra: "Si Pedro Sánchez forma Gobierno con Podemos y los independentistas, yo me voy del partido", dijo el expresidente extremeño en Onda Cero, y subrayó que "entre el 'no es no' y la abstención a cambio de nada, hay un espacio" que el PSOE ha de explorar.

No tan contundente, pero en la misma línea caminó el presidente aragonés, Javier Lambán, que reunió a su comité regional. Advirtió de que en el conjunto de España "la izquierda no suma", y Pablo Iglesias no solo no ayuda al PSOE, sino que "va justamente en la dirección contraria". Lo que quiere el líder de Podemos, es dar "el abrazo del oso" a los socialistas. También señaló que "está absolutamente claro" ya que no es posible la suma con Podemos y Ciudadanos, como ansía Pedro Sánchez, porque los dos emergentes son "agua y aceite".

¿Qué opción queda para evitar las terceras elecciones? Lambán aseguró que la solución de que el PSOE dejara gobernar al PP vía abstención sería viable en una democracia madura donde la derecha fuera "homologable" a los valores democráticos y "limpia de corrupción". "Pero en las actuales circunstancias, con todo lo que ha pasado y va a pasar en torno al PP, cada vez veo más improbable que sea aceptable para los socialistas que el PSOE se avenga a dejar gobernar" a los populares, señaló ante sus compañeros, informa Efe.

En Madrid se reunió la ejecutiva regional, liderada por Sara Hernández. La dirección mostró su apoyo "unánime" a Sánchez y a su equipo. Además, el PSOE-M, en un comunicado, pide a la cúpula federal que siga "buscando puntos de acuerdo" con "las fuerzas políticas del cambio" que permita salir del atasco político. Hernández es una fiel baronesa sanchista, junto con los líderes territoriales de Castilla y León (Luis Tudanca), Euskadi (Idoia Mendia), Murcia (Rafa González Tovar), Navarra (María Chivite), Galicia (Pilar Cancela), la presidenta balear, Francina Armengol, y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.

Él no es un barón como los demás. Es, de hecho, bastante inclasificable. Guillermo Fernández Vara no es sanchista ni susanista, no responde a la ortodoxia de Ferraz ni atiende a pies juntillas la doctrina que escribe Sevilla. Es un presidente autonómico y secretario general que responde por sí mismo, una especie de verso suelto dentro del socialismo. Claro en sus declaraciones públicas cuando se estilan los discursos de madera, gestor de sus relaciones con los medios, poco amigo de los oropeles del poder y de las cortes de aduladores, un dirigente bastante autónomo que actúa a veces de amortiguador dentro de su propia casa. Por eso despista a los que le observan y siguen, o se quejan de que fluctúa y da demasiadas "vueltas". Su misma relación con Pedro Sánchez ha sufrido altibajos. De la cierta fortaleza de los primeros tiempos, pasó a agrietarse, luego se recompuso y ya últimamente se volvió a deteriorar. Otro eslabón roto para un secretario general que tiene enfrente al 'establishment' territorial del PSOE.

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