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"No puede ser que EEUU tenga tres modelos de carro de combate y en Europa usemos 17"
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ricardo martí, presidente de Tedae

"No puede ser que EEUU tenga tres modelos de carro de combate y en Europa usemos 17"

Ricardo Martí preside desde 2020 la Asociación de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio (Tedae), desde donde abandera que la defensa ocupe el puesto estratégico —económico, político y laboral— que le corresponde

Foto: Ricardo Martí, presidente de Tedae, en un evento en Sevilla. (EFE/Raúl Caro)
Ricardo Martí, presidente de Tedae, en un evento en Sevilla. (EFE/Raúl Caro)

Ricardo Martí Fluxa (Madrid, 1950) tiene una hoja de vida que le permite conversar con fuste sobre casi cualquier aspecto de la actualidad nacional. Abogado y diplomático de carrera (con puestos en Kenia, Estados Unidos y Reino Unido), fue jefe de protocolo de la Casa Real y secretario de Estado de Interior en el primer Gobierno de José María Aznar. Luego fue presidente del fabricante vasco de turbinas ITP Aero. Entró a la compañía en el año 2000 con una facturación de 100 millones y la dejó en 2017 con ventas de casi 1.000 millones y siendo un referente en la industria aeronáutica civil y militar.

Desde 2020, preside la Asociación de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio (Tedae), que reúne casi 90 firmas líderes del ramo. Desde este puesto, Martí abandera que la defensa ocupe el puesto estratégico —económico, político y laboral— que corresponde a una industria que genera unos 55.000 puestos de trabajo directos, cientos de miles indirectos y una facturación de 7.000 millones de euros en 2022 (más de 12.000 millones si sumamos el negocio aeroespacial). Nos atiende en su despacho personal en el centro de Madrid para analizar el estado y perspectivas de un sector en el foco de la atención pública por la creciente hostilidad del panorama geopolítico.

PREGUNTA. ¿Está la industria preparada para aprovechar este nuevo ciclo expansivo? ¿Cuáles son las oportunidades y cuáles los desafíos?

RESPUESTA. Nunca hemos estado mejor. En este momento, tenemos apoyo público, tenemos financiación, tenemos estabilidad presupuestaria y tenemos ideas para ir hacia donde tenemos que ir. Además, tenemos dos o tres programas importantísimos encima de la mesa. Uno de ellos es el FCAS. Con esos mimbres, tenemos la potencia para hacer un sector de primera calidad.

P. ¿Y cuál es el principal problema para las industrias de defensa?

R. Nuestras empresas exportan de media un 60% y, sin embargo, no son capaces de competir en todos los sectores. ¿Qué pasa? Que debemos hacer una reflexión sobre nuestro modelo productivo. En España tenemos ya un turismo apabullante, una industria agrícola excelente... Pero en asuntos de industria de alta tecnología, como la nuestra, que son tecnologías duales, tenemos una asignatura pendiente.

P. ¿Cómo proponen hacer frente a ese problema industrial?

R. El Ministerio de Defensa ha presentado este año varios planes para tecnologías de aire, mar y tierra. Además, el ministerio también impulsa otro proyecto clave para fortalecer nuestro tejido industrial —que desde Tedae estamos apoyando—, que es el de los corredores industriales de defensa. Uno en el norte, otro que empieza en Madrid y pasa por Albacete para terminar en Cartagena. Y el de Andalucía, donde ya hemos trazado una hoja de ruta con la consejería.

P. ¿Por dónde empieza esa hoja de ruta?

R. Se empieza por fortalecer el talento, invertir mucho en formación profesional y fomentar las carreras STEM en la juventud desde pequeños. Después, hay que apostar definitivamente por la I+D, pero una I+D dirigida. Una cosa que siempre me ponía muy triste era ver cómo tanta I+D de la industria se perdía. Si desde el principio tienes contacto con las necesidades reales de las Fuerzas Armadas, el proceso será mucho más eficaz. Tampoco hay que inventar el Mediterráneo. En Francia, hay un grupo de altísimo nivel —el presidente [Emmanuel] Macron y sus asesores, dos o tres ministros vinculados al tema, los militares, la industria, la universidad, los sindicatos— que se reúne dos o tres veces al año para hablar de dónde quieren estar en 10 años y hacer un seguimiento del plan sobre cómo llegar hasta allí.

P. ¿En España no hay nada de eso?

R. Creo que hay voluntad, tanto por parte del Gobierno o como por parte de la industria, de conseguir este tipo de actuaciones y no perder el tiempo en un I+D que no sabes dónde va. Ahora hay reuniones de la Secretaría de Estado de Defensa con la industria y estamos avanzando positivamente en este aspecto. Yo aspiraría a que la universidad también esté presente en esto. Y a futuro, que sea a nivel cada día más alto. Debemos asumir que la defensa es una política de Estado y que desde más arriba, desde la Presidencia del Gobierno, se planteen las grandes líneas.

P. ¿Y cuál debe ser ese objetivo a 10 años para España?

R. De fondo, el tema es la autonomía estratégica, la europea y la propia española. Esto lo ha comentado mucho [el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep] Borrell: durante la pandemia, nos dimos cuenta, por ejemplo, de que casi todo el paracetamol se hacía en la India y nos encontramos con que no teníamos paracetamol. O los famosos respiradores, que no había forma humana de conseguirlos. Entonces aparecieron muchas empresas del sector dispuestas a arrimar el hombro. Con la defensa, pasa exactamente lo mismo. Si nuestra soberanía está amenazada, no podemos encontrarnos en una situación como en la pandemia.

P. Para lograr esa autonomía, hay que invertir mucho, algo difícil de vender a la opinión pública cuando hay problemas en sanidad, vivienda o educación.

R. Sí, es la famosa cultura de defensa. Un elemento fundamental para avanzar sería que la gente esté orgullosa de su industria de defensa. Un orgullo que se debe insuflar. Estamos todavía en los primeros pasos, como con la Feria Internacional de Defensa (Feindef), que ya va por su tercera edición. Pero poco a poco. Hay que seguir insistiendo. El francés está encantado con empresas como Dassault y su Rafael, o con multinacionales como Thales. Y aquí en España a la gente le gusta que una empresa como Zara esté presente en todo el mundo, o nuestros bancos y constructoras. La gente también debería estar encantada de que tengamos el submarino S-80 o las fragatas F-110 o el caza FCAS.

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P. ¿Cree que la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamás están impulsando esa cultura de defensa?

R. Hasta ahora, se limitaba mucho a la gente aplaudiendo el día de las Fuerzas Armadas o el desfile de la Hispanidad. Pero las Fuerzas Armadas y la defensa están mucho más próximas de lo que la gente piensa, y se ve cuando hay una necesidad inmediata. Pasó con la pandemia y pasa con los incendios u otras emergencias. Con Ucrania, la sociedad ya se ha dado cuenta de hasta qué punto es importante. Cambió radicalmente nuestra sensibilidad al ver que esa agresión no sucedió en una tierra remota sino aquí, en nuestras fronteras, en un país que quiere ser miembro de la Unión Europea. Creo que la sanidad, la educación, etc. siguen siendo cuestiones clave para los ciudadanos europeos. Pero ahora la defensa vuelve a estar en esa primera línea.

P. ¿Tiene esta cultura de defensa una traducción política?

R. Con la OTAN, ya hay un compromiso firme del Gobierno de llegar a ese gasto del 2% del PIB [en defensa], una reivindicación histórica del sector que se va a conseguir en los próximos cuatro o cinco años. Otro tema que toda la industria llevaba reclamando años era la estabilidad presupuestaria necesaria. Nuestros programas de desarrollo son de muy larga duración y no pueden estar dependiendo todo el tiempo de qué va a pasar el año que viene en los presupuestos. Ahora parece que tenemos estabilidad.

P. ¿Y confía en que se llegue de verdad a ese 2%? Eso supone prácticamente duplicar las cifras actuales.

R: El presidente se ha comprometido y yo creo que esto será total y absolutamente alcanzado en los próximos años. El camino al 2% nos va a facilitar que arraiguen esa cultura de defensa y ese orgullo. Creo que todos queremos llegar a niveles europeos. En este momento, llevamos unos años en una buena dirección; pero hay otros países que llevan 50 años en la buena dirección. Luego, el sector hará el resto.

P. ¿Cómo?

R. Porque es una industria creadora de riqueza y de empleo; un empleo de calidad a todos los niveles, de ingenieros a especialistas de formación profesional. El salario medio en el sector supera los 40.000 euros. Tienen una productividad altísima. Además, el Gobierno ha hecho una apuesta grande por la formación dual. No todo el mundo tiene que ser notario. Pero hay que hacer mucho todavía. Existe el riesgo de que el talento se vaya a otros países.

P. Ha comentado que el sector está en muy buen momento, pero el tamaño de las empresas españolas frente a las grandes multinacionales estadounidenses, e incluso algunas europeas, les hace complicado competir a nivel global.

R. Lo que mejor podemos hacer en estos próximos años, además de preservar nuestra autonomía, es contribuir a los grandes consorcios europeos. Lo dijimos con el Eurofighter y en otros consorcios en los que participamos, como ahora el FCAS. Son apuestas de las que formamos parte y que tienen un objetivo. No puede ser que Estados Unidos tenga tres [modelos de] carros de combate y nosotros en Europa 17. Ellos tienen unos pocos sistemas de caza, nosotros tenemos por lo menos ocho. Somos muy redundantes. Si creemos en una Europa en el sector defensa, tenemos que apostar mucho en los consorcios.

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P. Y a nivel nacional, ¿está a favor de una consolidación en el sector para ganar competitividad, como defienden algunas voces?

R. En nuestra economía, las empresas son libres para hacer todo tipo de fusiones y acuerdos. En esto, simplemente somos espectadores. Pero recuerdo que había un presidente de una empresa que siempre decía: "Hay que ser muy bueno en una cosa", y ser mejor haciéndolo que el resto.

P. Si no hay consolidación nacional, puede que nuestras empresas entren en la mira de otros actores extranjeros. Nuestro sector es muy apetecible porque son empresas de tamaño medio, muy especializadas y tecnificadas.

R. En este momento, todas las empresas de defensa son objeto de deseo, de fondos, de otras empresas y otros agentes económicas. Frente a eso, es muy difícil que los gobiernos tomen algún tipo de posición. Si se consigue tener un gran campeón nacional, me parece muy bien; pero también respeto enormemente a muchas empresas que quieren seguir haciendo muy bien una cosa.

P. Sin embargo, en el sector se siguen quejando de la dificultad de lograr financiación para los proyectos de defensa.

R. Eso es un problema de narices, no solo para nosotros, sino para toda Europa. Tenemos un problema de legislación y regulación comunitaria, como las famosas taxonomías. Por el momento, la guerra de Ucrania ha parado todo esto. Pero hubo un momento en que era realmente preocupante la dificultad de que los bancos te dieran financiación.

P. ¿Cuál es el problema con los bancos?

R. La larga duración de los proyectos de defensa, que incluyen años para el diseño, para la producción y el mantenimiento. Hay que explicar que el ciclo de vida del producto que se diseña hoy puede ser de 30 años o incluso más, y es difícil convencer a una institución financiera que piensa en plazos de cinco o 10 años de que piense en plazos más largos. Pero para eso está el Estado, esa unión de financiación pública y privada que es lo que nos ha permitido a las empresas españolas avanzar. El Ministerio de Defensa está creando oficinas para apoyar el ciclo de vida del proyecto, para gestionar cada programa, lo que está siendo positivo. Además, hay grandes fondos que están invirtiendo en defensa, abiertamente algunos y otros más discretamente, porque ven que hay futuro en las industrias del sector.

Ricardo Martí Fluxa (Madrid, 1950) tiene una hoja de vida que le permite conversar con fuste sobre casi cualquier aspecto de la actualidad nacional. Abogado y diplomático de carrera (con puestos en Kenia, Estados Unidos y Reino Unido), fue jefe de protocolo de la Casa Real y secretario de Estado de Interior en el primer Gobierno de José María Aznar. Luego fue presidente del fabricante vasco de turbinas ITP Aero. Entró a la compañía en el año 2000 con una facturación de 100 millones y la dejó en 2017 con ventas de casi 1.000 millones y siendo un referente en la industria aeronáutica civil y militar.

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