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Un primo de Del Pino, minoritarios amigos y el defensor del castellano: la resaca de Ferrovial
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Un primo de Del Pino, minoritarios amigos y el defensor del castellano: la resaca de Ferrovial

Que una de las mayores y mejores compañías españolas decida llevarse su sede fuera de España es un asunto de máxima importancia, porque refleja nuestras debilidades como país

Foto: Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. (Jon Imanol Reino)
Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. (Jon Imanol Reino)
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En las facultades de Periodismo, el estudio de la teoría de la agenda setting es una asignatura troncal dirigida a entender cómo los medios de comunicación de masas, con su selección de qué temas tienen interés informativo, influyen en la manera en que la gente ve el mundo. Un poder que los diferentes poderes, tanto políticos como empresariales, intentan usar en su provecho, tratando de protagonizar el discurso y dirigir a la opinión pública, o publicada.

Mucho de esto ha habido en las últimas dos semanas, cuando una fusión inversa (ojo al atractivo de la materia) entre una sociedad cotizada española y su filial holandesa (esto no mejora) se ha convertido en tema de interés general, en carne de telediario y tertulia radiofónica. ¿Nos hemos vuelto locos? No. Sencillamente, lo es.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Bruselas. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)

Que una de las mayores y mejores compañías españolas decida llevarse su sede social fuera de España es un asunto de máxima importancia, porque refleja nuestras debilidades como país. Que nuestra clase política pretenda marcar la agenda con el pobre debate del rico que busca pagar menos impuestos es la clara muestra de esta debilidad.

Y así lo han demostrado los accionistas de Ferrovial, que ayer convirtieron la junta del grupo de infraestructuras en un auténtico paseo militar, tan aburrido como el plato fuerte de la cita (la fusión inversa), en que se hizo oídos sordos a todas las amenazas del Gobierno y donde la única nota de color la dieron cuatro pequeños accionistas, perfectamente aleccionados para alabar el plan de Del Pino.

placeholder Junta de accionistas de Ferrovial con el presidente, Rafael del Pino, y el resto del consejo de administración de la empresa. (Jon Imanol Reino)
Junta de accionistas de Ferrovial con el presidente, Rafael del Pino, y el resto del consejo de administración de la empresa. (Jon Imanol Reino)

Cuando llegó el momento de tomar la palabra, solo lo hicieron dos asociaciones de minoritarios, Better Finance y World Federation of Investors (WFI), que el bufete Cremades y Calvo Sotelo, fichado por la compañía para la asamblea, se había encargado de traer para participar en la junta en apoyo del consejo; un pequeño accionista preocupado por si seguirá siendo atendido en castellano y con el que Rafael del Pino se comprometió personalmente a mantener la traducción simultánea en las próximas juntas, que pasarán a ser en inglés, y un primo carnal del presidente, Valentín de Torres-Solanot del Pino, que hizo una loa a la gestión de su pariente al tiempo que defendió que patriotismo es velar por la competitividad de las empresas y el empleo de las plantillas.

Ningún gran inversor participó de este circo. Los institucionales juegan otra liga, a ellos no les marca la agenda ni el Gobierno ni el consejo de Ferrovial. Y esa es una moraleja que deberíamos aprender de este caso: aquí no valen los atajos. Los grandes fondos internacionales son ejércitos de inversores altamente profesionalizados, que, a diferencia del común de los mortales, sí se han leído y entendido todos los documentos, o han pagado a firmas especializadas en estas áridas materias para que lo hagan por ellos. Y cuando votan, lo hacen sabiendo qué es lo mejor para sus intereses, no con el estómago.

Foto: Junta de accionistas de Ferrovial de 2023. (Jon Imanol Reino)

De manera mayoritaria, han votado que lo mejor para sus intereses, que siempre son económicos, es llevarse la sede del grupo a Ámsterdam, lo que ha cargado de razones a la compañía en el supuesto de que el Ejecutivo decida activar alguna de las amenazas que ha desplegado en las últimas semanas.

Un bumerán que puede terminar golpeando al Gobierno en su cara, porque tras recibir el masivo respaldo de sus inversores, Ferrovial está dispuesta a jugar la siguiente batalla en Bruselas, cuya presidencia de turno está a punto de asumir Sánchez, lo que le obligará a adoptar un discurso europeísta que choca frontalmente con cualquier tipo de movimiento contrario al libre establecimiento de las empresas que ampara la Unión Europea.

placeholder Rafael del Pino. (Reuteres/Juan Medina)
Rafael del Pino. (Reuteres/Juan Medina)

El propio Rafael del Pino dejó entrever ayer que está dispuesto a ir hasta el final cuando en su discurso advirtió de que ya hay jurisprudencia que avala que su fusión puede acogerse a las exenciones fiscales que reconoce la legislación y que el Ejecutivo ha amenazado con quitarle. También cuando dijo que "se respetará la soberanía de la junta y prevalecerá esta soberanía, dada la confianza que tenemos en la legislación española y europea".

La junta ha votado que lo mejor para Ferrovial es llevarse la sede fuera de España, un veredicto que ha emitido con conocimiento de causa, ya que el 90% de los accionistas de Ferrovial son inversores institucionales, es decir, gigantes que se leen los papeles y que no dejan que nadie les marque la agenda. Todo lo demás, puesta en escena y puro teatro.

En las facultades de Periodismo, el estudio de la teoría de la agenda setting es una asignatura troncal dirigida a entender cómo los medios de comunicación de masas, con su selección de qué temas tienen interés informativo, influyen en la manera en que la gente ve el mundo. Un poder que los diferentes poderes, tanto políticos como empresariales, intentan usar en su provecho, tratando de protagonizar el discurso y dirigir a la opinión pública, o publicada.

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