Ferrovial despliega argumentos en su día D para evitar el rejonazo fiscal del Gobierno a su mudanza

El auditorio ONCE, en el madrileño paseo de la Habana, será este jueves escenario de una batalla empresarial de tintes épicos, que promete marcar un punto de inflexión en el mundo corporativo patrio. Ferrovial se presentará ante todos sus accionistas dispuesta a defender algo más que un proyecto de fusión: su nombre y el apellido de la familia fundadora.

Tachado de antipatriota, de querer evadir impuestos y de mentiroso, entre otras lindezas, Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, acude a su cita anual con todos los accionistas cargado de razones para defender el proyecto de fusión con su filial holandesa FISE (Ferrovial Internacional SE) y el cambio de sede a Países Bajos.

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El grupo de infraestructuras necesita argumentar de manera clara que este plan es lo mejor para todos sus accionistas y para el futuro de la empresa. Enfrente tiene toda la maquinaria del Estado trabajando para cogerle en un renuncio que consiga frenar el traslado y, si esto no es posible, al menos, hacérselo pagar caro.

De ahí que en estos últimos días, el Ejecutivo de Pedro Sánchez haya centrado sus amenazas en el golpe fiscal que está dispuesto a asestar a la compañía si esta sigue adelante con su plan.

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Para poder hacerlo, necesita negar la mayor, rechazar que el traslado se hace por motivos económicos y defender que persigue ventajas fiscales, casuística que impediría al grupo acogerse a la exención de tributar por las plusvalías latentes que afloren con la operación, un cheque que expertos consultados por El Confidencial cifran en 130 millones.

Para negar los motivos económicos, el Gobierno se ha enrocado en el mensaje de que Ferrovial sí puede cotizar en Estados Unidos desde Madrid y, por tanto, la mudanza a Holanda responde en realidad a motivos fiscales, aseveración que se ha repetido tanto desde Hacienda como desde Economía sin aportar, al menos por el momento, prueba alguna.

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De ahí que Ferrovial tenga una oportunidad de oro para convertir la junta de este jueves en una enmienda a la totalidad a la postura del Gobierno, que con su actuación en estas últimas semanas ha cargado de razones al grupo de infraestructuras en uno de los muchos argumentos que se han esgrimido para defender el traslado a Holanda: la seguridad jurídica del país.

Aunque en estas últimas semanas el foco ha intentado ponerse en el interés de Ferrovial por cotizar en Estados Unidos, la compañía ha dicho desde el primer momento que detrás de este proyecto de fusión hay un abanico de razones que tienen que ver con la búsqueda de protección para su rating ante el cambio de paradigma al que se enfrentan los mercados, con la retirada de liquidez del sistema y las subidas de tipos, y Países Bajos es triple A.

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Además, Ámsterdam se ha convertido en la nueva City del Viejo Continente, en el puente aéreo de los mercados con Estados Unidos y, por tanto, en un imán para atraer talento e inversores. Y más del 90% de los accionistas de Ferrovial son internacionales.

Entre toda esta suma de razones, es cierto que destaca el deseo del grupo de cotizar en Wall Street, una aspiración que se remonta a una década atrás y que, incluso, en el pasado, llevó a Ferrovial a barajar la posibilidad de llevarse la sede al otro lado del Atlántico. ¿Las razones? Económicas y de negocio.

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Actualmente, el 79% del valor de Ferrovial se concentra en Norteamérica (Canadá y Estados Unidos), mientras que Reino Unido representa el 7%, España un 5% y Polonia el 3%. En este contexto, la compañía quiere reforzar su marca en Estados Unidos, tanto para seguir ampliando su base de accionistas internacionales como para ser más conocida entre la ciudadanía y las diferentes capas de la Administración.

Al fin y al cabo, su negocio es la obra pública, y como estamos viendo en España, con la formación socia del Gobierno pidiendo que se obligue al grupo a devolver las ayudas públicas, los discursos populistas y proteccionistas encuentran tierra cultivada en los negocios que dependen del BOE.

El problema para estas posiciones, y ventaja para Ferrovial, es que Europa es contraria a estas posturas y, del mismo modo que existe la libertad de movimiento de las personas (¿se imagina al Gobierno prohibiéndole trabajar en otro país de la Unión Europa?), existe la libertad de establecimiento de las empresas. Y esta, al fin y al cabo, es la gran razón que ampara la decisión de Ferrovial de llevarse la sede a Países.