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¿Estamos ahorrando por encima de nuestras posibilidades? El reverso oscuro de un dato histórico
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54.000 millones en 2023

¿Estamos ahorrando por encima de nuestras posibilidades? El reverso oscuro de un dato histórico

España tuvo una capacidad de financiación respecto del resto del mundo en 2023 equivalente al 3,7% de su PIB, una cifra no vista en la época reciente que esconde problemas estructurales del país

Foto: El ministro de Economía, Carlos Cuerpo. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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La economía española ahorró un total de 54.000 millones de euros en el año 2023. Se trata de una cifra nunca vista. A pesar del crecimiento económico, los agentes privados optaron por la prudencia y llevaron la capacidad de financiación de la economía española hasta el 3,7% del PIB. No se había visto una cifra como esta en la serie de estadísticas modernas, lo que da buena cuenta de la magnitud del ahorro realizado dentro del país.

Todo este ahorro fue privado, ya que el sector público siguió con déficit un año más, en este caso del 3,6% del PIB. Pero los hogares, las empresas y los bancos han optado por ahorrar todo lo posible y mantener una capacidad de financiación cuantiosa para reducir deudas y comprar activos financieros. El resumen es que en España ahorra todo el que puede, tanto empresas como familias. La crisis financiera ha dejado una profunda huella en el sector privado, que no quiere volver a vivir por encima de sus posibilidades. Al contrario, quiere acumular excedentes para cobrar sus rentas.

De hecho, las rentas de la propiedad (sin contar alquileres, básicamente intereses, dividendos y rentas de la tierra) alcanzaron en 2023 el 24% del PIB, un dato que no se veía desde la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, no todo lo que es ahorro reluce. Esta preferencia por el ahorro tiene un reverso tenebroso: la caída del consumo y, sobre todo, de la inversión. España se ha convertido en un país con poca demanda privada y un crecimiento económico impulsado por el consumo público y las exportaciones de servicios.

Una economía con un elevado excedente de capacidad de financiación también implica desequilibrios. No en términos financieros, pero sí en margen de crecimiento, como le ha ocurrido a Alemania. Sin demanda interna, cualquier país queda a expensas de los ciclos económicos internacionales, y sin inversión, un país se va descapitalizando y pierde crecimiento potencial a medio y largo plazo.

Este es el escenario en el que vive hoy España. En los años posteriores a la pandemia el ahorro era recomendable, ya que tanto hogares como empresas estaban en pleno desapalancamiento. Pero, tras la pandemia, el endeudamiento está en mínimos no vistos en los últimos veinte años. A pesar de este intenso desendeudamiento, los agentes económicos siguen pensando en ahorrar y acumular activos financieros.

En 2023, la inversión (FBCF) cayó por debajo del 20% del PIB por primera vez en cinco años. Parte de esta caída se debe a la inversión en construcción, que desde el inicio de la pandemia va al ralentí. De hecho, la escalada del precio de la vivienda se explica en parte por la escasez de obra nueva. Pero también se ha producido una caída de la inversión productiva en maquinaria y bienes de equipo. Esto es, en capacidad instalada por las empresas para aumentar su producción.

En total, la inversión productiva se redujo hasta el 5,37% del PIB, el cuarto dato más bajo de la serie, sólo por delante de los años de la crisis financiera y el peor dato sin mediar una crisis. Esta caída de la inversión productiva es una de las principales preocupaciones que genera la economía española. Ni siquiera la ejecución de los fondos europeos ha conseguido revitalizar la inversión.

Las empresas invirtieron 173.000 millones de euros a lo largo del año 2023, equivalentes al 11,9% del PIB. Es el dato más bajo desde el año 2013, cuando las empresas recortaron todos sus gastos para reducir deuda. Para alcanzar la ratio de inversión que tenían antes de la pandemia tendrían que haber llegado hasta los 210.000 millones de inversión. Nada menos que 36.000 millones más, un 21% adicional.

Los hogares también han recortado en inversión inmobiliaria. El principal motivo es que la escalada de los precios y la subida de las hipotecas complica las adquisiciones, por lo que cada vez más familias tienen que resignarse a vivir de alquiler. En especial las jóvenes y las inmigrantes.

En 2023, los hogares realizaron una inversión no financiera de 60.000 millones de euros, lo que equivale al 4,1% del PIB, menos de la mitad que en los años de la burbuja inmobiliaria. Eso sí, los hogares están invirtiendo en vivienda algo más que antes de la pandemia, en buena medida gracias al ahorro embalsado que acumularon las rentas altas durante el confinamiento.

El sector público ha elevado levemente su inversión en los últimos años gracias a los fondos europeos, pero se mantiene todavía en niveles reducidos en términos históricos. En 2023 realizó una inversión equivalente al 3% del PIB, un tercio menos que en el promedio de 1999 a 2012. Las Administraciones han prescindido de inversión pública para financiar otras partidas del gasto público, en especial las prestaciones sociales, encabezadas por las pensiones. El gasto corriente ha orillado la inversión productiva en los presupuestos públicos.

El consumo de las familias tampoco tira a pesar de la recuperación económica. En 2023, el gasto privado cayó hasta el 55,6% del PIB, el dato más bajo de la serie histórica. De hecho, el consumo todavía no había recuperado los niveles previos a la pandemia a finales de 2023.

Las familias han optado por una estrategia económica prudente, en buena medida como consecuencia del ensanchamiento de las desigualdades. Las rentas altas han salido de la pandemia con capacidad de ahorro y un importante incremento de sus rentas no salariales, lo que les permite acumular excedentes. Por el contrario, las rentas bajas tienen que gastar prácticamente todos sus ingresos como consecuencia de la inflación. En definitiva, se ha producido una caída del consumo y un aumento del ahorro agregados, aunque individualmente existen grandes heterogeneidades.

La última encuesta a los hogares elaborada por el Banco Central Europeo (BCE) revela que, aunque las familias españolas son las más optimistas en cuanto al crecimiento de sus ingresos de los grandes países europeos, también son las que anticipan un comportamiento más prudente de su consumo. Esta es la nueva normalidad de España. Tanto empresas como hogares están priorizando el ahorro financiero y el desapalancamiento sobre el consumo y la inversión. El ahorro reduce la deuda externa, que en la crisis financiera obligaron a España a solicitar el rescate a los socios europeos. Pero el sacrificio de la inversión deteriora las previsiones de crecimiento a medio y largo plazo.

La economía española ahorró un total de 54.000 millones de euros en el año 2023. Se trata de una cifra nunca vista. A pesar del crecimiento económico, los agentes privados optaron por la prudencia y llevaron la capacidad de financiación de la economía española hasta el 3,7% del PIB. No se había visto una cifra como esta en la serie de estadísticas modernas, lo que da buena cuenta de la magnitud del ahorro realizado dentro del país.

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