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Los gráficos que la Casa Blanca quiere que veas y que asustan a Europa
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UN PROBLEMA DE PRODUCTIVIDAD

Los gráficos que la Casa Blanca quiere que veas y que asustan a Europa

Una referencia temporal lo dice todo. En el tercer trimestre de 2023, la inversión privada real (ajustada por inflación) en la industria manufacturera de EEUU alcanzó su nivel más alto desde 1958. En Europa, languidece

Foto: La futura gigafactoría de chips de Intel en el estado de Arizona (EEUU). (Reuters/Intel)
La futura gigafactoría de chips de Intel en el estado de Arizona (EEUU). (Reuters/Intel)
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La Casa Blanca tiene por costumbre publicar a finales de cada año en su página web una serie de gráficos que explican cuál ha sido el desempeño de la economía estadounidense durante el ejercicio anterior. Los últimos los publicó recientemente y destaca uno que refleja con claridad la causa principal de la creciente distancia entre las economías de EEUU y Europa.

Una referencia temporal lo dice todo. En el tercer trimestre de 2023, la inversión privada real (ajustada por inflación) en la industria manufacturera de EEUU alcanzó su nivel más alto desde 1958. Como consecuencia de ello, la inversión en manufacturas fue la rúbrica que más contribuyó al crecimiento interanual del PIB real registrado en la primera economía del planeta. En Europa, por el contrario, la inversión, pese a los fondos Next Generation, está estancada, como reflejan los datos más recientes de Eurostat.

Detrás de este histórico comportamiento se encuentran las inversiones para fabricar ordenadores, electrónica y nuevos sistemas eléctricos. Es decir, sectores de alto valor añadido que hasta que la Administración Biden no lanzó la ley de reducción de la inflación (IRA, según sus siglas en inglés) no habían despegado de forma tan significativa como para ser el principal motor del crecimiento.

Se trata de una inversión en capital que está sustituyendo a las tradicionales, destinadas a sectores maduros (plantas de producción de manufacturas) en favor de los activos intangibles que están ensanchando los servicios y, en particular, el sector tecnológico.

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Este cambio de paradigma, como se sabe, requiere inversiones enormes en nuevas infraestructuras como las redes de transmisión eléctrica, producción (plantas solares, eólicas o nucleares) y, por último almacenamiento de energía (baterías) y transporte (vehículos eléctricos). También en semiconductores. La ley que impulsa el Gobierno federal de EEUU para la producción de chips, por ejemplo, ya ha generado planes de inversión privados de más de 250.000 millones de dólares, según el profesor Luis Viceira, de la escuela de negocios de Harvard. Por el contrario, el decreto de la Unión Europea, que nació algunos meses más tarde, ya ha atraído inversiones de más de 100.000 millones de euros, mucho menos de la mitad.

Causas estructurales

¿Y cómo se financia? EEUU, hay que recordar, es el principal inversor y, al mismo tiempo, el principal destino de inversión extranjera directa en el mundo. Su posición de liderazgo se ha mantenido de manera sostenida desde mediados del siglo XX. Eso quiere decir que está aprovechando como nadie el ingente volumen de ahorro que existe en el mundo, acelerado en los últimos años por causas estructurales, como el envejecimiento (la propensión al consumo es menor entre los mayores de 50 años) y coyunturales (política monetaria ultra laxa por parte de los bancos centrales).

El S&P 500, por ejemplo, ha subido un 27% en los últimos cinco meses impulsado por la llegada de capital extranjero. Mientras que el consenso de los analistas estimaba un incremento del PIB de apenas un 0,6% para este año, ahora se prevé un avance del 2%. Y eso que la deuda pública no para de crecer, hasta situarse en el 123% del PIB. En Europa, por el contrario, el aumento del endeudamiento penaliza a las economías ensanchando las primas de riesgo, algo que no sucede en EEUU, cuya economía vive del ahorro externo.

Esos sectores avanzados hacia los que se dirige la inversión son un componente fundamental del avance del PIB en EEUU. En parte también porque en los últimos años se han intensificado las relocalizaciones industriales. O lo que es lo mismo, empresas que antes ejecutaban su política de inversiones en el extranjero (en particular China o México) han vuelto a EEUU. Pero también porque el dinamismo de la economía estadounidense atrae ingentes cantidades de dinero del resto del planeta. ¿La consecuencia? EEUU ha experimentado un importante aumento de la productividad laboral que se atribuye a la innovación tecnológica, a las políticas fiscales de apoyo a las empresas y a la flexibilidad laboral. Por el contrario, como asegura un reciente informe de la patronal bancaria mundial (IIF, por sus siglas en inglés), este auge de la productividad “no ha aparecido en otras economías avanzadas”.

La creciente distancia se achaca también en parte al fuerte aumento que se ha producido en la tasa de participación en la fuerza laboral (el porcentaje de la población en edad de trabajar empleada o que busca empleo activamente), que ha experimentado un repunte notable. Este resurgimiento se achaca en parte a la expansión de las opciones de trabajo remoto, en particular en el caso de las mujeres, que ha hecho que el mercado laboral sea más accesible para personas que antes estaban marginadas o no podían participar, como aquellas con responsabilidades de cuidado o que viven en áreas geográficamente aisladas, lo que también explica la reciente mejora del empleo para la población.

Incentivos a la inversión

Según la patronal bancaria, las razones de esta divergencia tienen que ver con una combinación de factores que van más allá de los simples avances tecnológicos. De hecho, las políticas fiscales, en particular las que implican incentivos a la inversión en infraestructuras, están fomentando un entorno propicio para la innovación, y de ahí su capacidad para atraer capital extranjero. Es más, el enfoque del país en sectores manufactureros de alto valor, como el aeroespacial y el farmacéutico, también contribuye a sus ganancias de productividad, ya que estas industrias tienden a ser más intensivas en tecnología y generar una mayor producción por trabajador.

El auge de la productividad, en todo caso, no se explica plenamente por el sector manufacturero. Las fábricas representan solo el 10% de todo el sector empresarial no agrícola, lo que requiere un crecimiento desproporcionadamente alto de la productividad para impactar significativamente las métricas generales de productividad. El aumento de la productividad ha sido predominante en los sectores intensivos en conocimiento, a saber, servicios profesionales y empresariales, educación y salud, y servicios de información. El comercio minorista también ha experimentado importantes aumentos de productividad, que a diferencia de otros sectores intensivos en conocimiento se ha visto influenciado principalmente por la creciente importancia del comercio electrónico en detrimento de las tiendas minoristas.

La productividad de la eurozona cayó un 1,2% en el cuarto trimestre respecto al año anterior, mientras que en EEU aumentó un 2,6%

Una reciente comunicación de Eurostat ponía negro sobre blanco la creciente distancia entre Europa y EEUU. La productividad de la eurozona cayó un 1,2% en el cuarto trimestre respecto al año anterior, mientras que al otro lado del Atlántico aumentó un 2,6% en el mismo período. El crecimiento de la productividad laboral en EEUU, de hecho, se ha duplicado respecto al de la eurozona y el Reino Unido en las últimas dos décadas.

El ensanchamiento de la distancia tiene que ver con el apoyo a la industria verde, que está suponiendo un período frenético de contratación y un aumento en la formación de nuevas empresas en zonas críticas para el trabajo a domicilio. Por el contrario, la eurozona ha recibido menos apoyo fiscal de los gobiernos y ha sufrido un aumento mucho mayor en los precios de la energía, como resultado de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La fragmentación de los mercados financieros, igualmente, al no existir un mercado de capitales unitario, hace el resto, junto a una política fiscal menos agresiva (menor gasto público) y la regulación, que deja al continente en peores condiciones.

Un reciente informe de la consultora McKinsey reveló que el 27% de los ingresos per cápita que le faltan a Europa para alcanzar a EEUU tiene que ver con un problema de competitividad. En particular, en siete ámbitos que van desde la energía hasta la tecnología, pasando por el déficit de habilidades en carreras técnicas o la enorme dependencia de las cadenas de suministro globales.

La Casa Blanca tiene por costumbre publicar a finales de cada año en su página web una serie de gráficos que explican cuál ha sido el desempeño de la economía estadounidense durante el ejercicio anterior. Los últimos los publicó recientemente y destaca uno que refleja con claridad la causa principal de la creciente distancia entre las economías de EEUU y Europa.

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