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El FMI alerta: Occidente es rehén de las materias primas de China y Rusia
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INFORME DEL FONDO MONETARIO

El FMI alerta: Occidente es rehén de las materias primas de China y Rusia

Europa, y en menor medida EEUU, es rehén de las materias primas y de los minerales que producen China y Rusia. Así lo señala un informe publicado por el FMI en el marco de su asamblea anual con el Banco Mundial

Foto: Las materias primas de China y Rusia. (EFE/Franck Robichon)
Las materias primas de China y Rusia. (EFE/Franck Robichon)
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La palabra clave es fragmentación. ¿Qué significa aplicada al mundo de la economía? Ni más ni menos que, si la globalización deriva en una quiebra del comercio mundial —hoy prácticamente estancado— por razones geopolíticas, es decir, impulsa la creación de nuevas alianzas regionales que sustituyan al actual statu quo, sus consecuencias pueden ser catastróficas. En particular, para los países consumidores de minerales, materias primas, energéticas y no energéticas, y de productos agrícolas.

La razón es muy simple. Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) revela [ver gráfico] que las materias primas se concentran en un puñado de países, y ninguno es europeo. Y, lo que es todavía más relevante, tras la invasión de Ucrania se ha demostrado que, por primera vez desde la guerra fría, los países productores han utilizado las materias primas como herramientas de presión política.

Lo que se preguntan los autores del estudio es qué materias primas energéticas, minerales y productos agrícolas son más vulnerables en caso de una escalada de la tensión. O, expresado de otra forma, cómo afectaría la fragmentación a fenómenos como el cambio climático y la innovación, cada vez más dependientes de minerales que no poseen quienes están en vanguardia de los cambios productivos. Para ello se han centrado en 48 materiales y bienes agrícolas que son los más utilizados. Entre ellos, el tungsteno, las tierras raras, el litio, el cobalto, el grafito o el níquel.

La primera respuesta no deja lugar a dudas. Los tres proveedores mayores de minerales representan el 75% de la producción mundial, lo que significa que los importadores se ven obligados a depender de muy pocos países. Y dos de ellos son China y Rusia. El tercero es Australia. Igualmente, representan alrededor del 65% de la producción agrícola mundial y el 50% de la energía.

Foto: Producción de baterías de litio en Yichang, China. (Reuters/Stringer)

En el caso de los minerales, la producción se concentra tanto en la etapa de extracción como en la de almacenaje, y a menudo también en la de procesamiento, en unos pocos países (sobre todo en China) que han desarrollado una clara ventaja comparativa mediante el despliegue de instalaciones de uso intensivo de capital, soluciones tecnológicas eficientes, regulaciones ambientales más ligeras y mano de obra más barata.

Intensidad tecnológica

La segunda conclusión a la que han llegado pasa por un riesgo al alza: la fragmentación provocará un ensanchamiento de la diferencia de precios en función de si un país está en un bloque geopolítico o en otro, lo cual deja en una difícil situación a Europa, que, volcada al comercio exterior, debe competir en los mercados internacionales. No solo en bienes de mayor intensidad tecnológica, sino también en precio con productos de menor valor añadido.

En la simulación base que hace el FMI, se destaca que los precios son una cuestión fundamental para algunos minerales críticos para la transición verde, como el níquel, el cobalto y el litio, además de algunos productos agrícolas altamente comercializados, como es la soja. Y lo que han observado es que la volatilidad en precios aumenta cuando la integración de mercados es menor. En particular, en los mercados más pequeños.

Lo que teme el FMI es que la fragmentación económica por razones geopolíticas conduzca a una mayor volatilidad de los precios. Además, dice el informe, los productores de productos básicos tendrían "poderosos incentivos" para cambiar de alianzas a la luz de las diferencias potencialmente significativas en los precios de los productos básicos entre bloques. El trabajo identifica fundamentalmente dos: EEUU y Europa, por un lado, y China y Rusia, por otro; y de ellos cuelgan una serie de países satélite. Para identificarlos, lo que hace el Fondo es utilizar la última votación en Naciones Unidas sobre la invasión de Ucrania.

Foto: Vista de la Mina de Cobre de la Cruces, en Gerena (Sevilla). (EFE/José Manuel Vidal)

No hay que olvidar, como recuerdan los economistas del FMI, que los productos básicos son pocos elásticos en cuanto a oferta y demanda, principalmente a corto plazo. Es decir, hay que seguir consumiendo aunque los precios sean elevados, ya que de otra forma se frenaría el sistema productivo. Es más, aumentar la producción, en caso de que existieran yacimientos, es un proceso largo, puesto que requiere gran inversión en capital y permisos de todas clases, algo que es especialmente relevante en Europa por razones medioambientales, no así en otras áreas del planeta. Se pone como ejemplo que desde la exploración hasta la apertura de una mina de cobre se necesitan nada menos que 16 años.

La ley del embudo

Desde el lado de la demanda, muchos minerales son esenciales para el funcionamiento de productos básicos, como los teléfonos, los electrodomésticos o los automóviles, lo que explica su baja elasticidad, ya que no se pueden sustituir. Esto hace que se produzca una especie de ley del embudo, los productores son pocos, pero los consumidores son muchos, lo que hace que unos pocos tengan la sartén por el mango. Como consecuencia de ello, la comercialización de esos bienes es muy intensa. Es decir, existen mercados muy integrados. Alrededor del 40% de los productos agrícolas se destinan a los mercados internacionales, o el 30% en el caso de la energía y casi el 50% en los minerales. Por ejemplo, el 80% de la producción de litio o de la potasa, una sal que se utiliza para fertilizantes, cruza las fronteras.

Los productores son pocos, pero los consumidores son muchos, lo que hace que unos pocos tengan la sartén por el mango

Un dato lo dice todo. Más del 60% de los países dependen de tres productores o menos en minerales como el cobalto, la plata o el níquel. A los autores del estudio les llama la atención que algunos minerales clave en la transición energética para combatir el cambio climático, como el cobalto, el cobre, el litio y el níquel, se concentren en China y Rusia. No es el caso de la energía (petróleo, gas o carbón), donde las fuerzas están más repartidas. Por el contrario, en el caso de ciertos productos agrícolas, alrededor del 80% de la producción se concentra en pocos países: Indonesia y Malasia para el aceite de palma, y EEUU, Brasil y Argentina para la soja, todos ellos incluidos en el bloque EEUU-Europa.

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No sucede lo mismo si el análisis se hace sobre el comercio de productos petrolíferos. La fragmentación afectaría sobremanera al bloque EEUU-Europa debido a que los principales productores están en el bloque China-Rusia (Emiratos Árabes Unidos, Libia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Kuwait). El precio del cacao también aumentaría debido a que Costa de Marfil, el mayor productor mundial, pasaría a formar parte del bloque Moscú-Pekín.

La conclusión que saca el estudio es que un mundo fragmentado sería más volátil por la creación de mercados más pequeños y por la existencia de incentivos para que los productores cambien de posición geopolítica. Esto podría provocar, aseguran, "una inflación más volátil, haciendo más difícil la estabilidad monetaria".

La palabra clave es fragmentación. ¿Qué significa aplicada al mundo de la economía? Ni más ni menos que, si la globalización deriva en una quiebra del comercio mundial —hoy prácticamente estancado— por razones geopolíticas, es decir, impulsa la creación de nuevas alianzas regionales que sustituyan al actual statu quo, sus consecuencias pueden ser catastróficas. En particular, para los países consumidores de minerales, materias primas, energéticas y no energéticas, y de productos agrícolas.

Materias primas Fondo Monetario Internacional (FMI)
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